Decíamos ayer ‘’IU, tiene un problema, o muchos, deben definirse rápidamente, pocos
de sus votantes saben a qué atenerse, y lo que es peor su militancia se
encuentra en la misma situación, no es de recibo que la candidata en Madrid en
la primera alocución tras la votación ponga a parir a Alberto Garzón, llegando
a llamarle miserable. La autonomía, o federalismo de las agrupaciones de IU es
fuente de contradicciones, problema que debería aprender a abordar Podemos a
partir de ahora, porque no existe porque sean especialmente ineptos los de IU,
sino porque todo sistema organizativo tiene ventajas, e inconvenientes, y
mantener amplia autonomía para sectores del partido, conlleva muchas veces
diferentes concepciones manifestadas públicamente, y eso afecta mucho a los
resultados electorales.
Las
tres organizaciones, Podemos, IU y PSOE, no podrán caminar juntas mucho tiempo
con sus actuales niveles de representación, sería muy raro que los tres
partidos actuaran de gran aglutinador, así que la lucha por eliminar, o reducir
a la mínima expresión al otro, u otros, tendrá consecuencias que supondrá un
fuerte desgaste en las dos primeras.’’
El problema abierto en los partidos
españoles y presente en los tres citados de izquierdas, es la lucha irresuelta
entre la concepción de partido político de militancia, o partido político
diseñado para ganar elecciones, este conflicto latente desde la democracia no
se formula así de explícito, pero estuvo presente en las diferencias entre IU y
PSOE, proceso de adaptación que siempre fue mejor abordado por los socialistas.
Ahora aflora con mayor virulencia tras la irrupción de Podemos, -su irrupción también es consecuencia del proceso, además de alimentarlo- en el que parece que el grupo de las
élites dirigentes han optado nítidamente
por el modelo de partido para ganar elecciones, lo cual no necesita más de una
militancia unida y diaria, cuanto de una amplia difusión por redes sociales y
medios de comunicación que requiere de una militancia mas líquida y extensa
apoyada en un hiperliderazgo televisivo.
Antaño en el franquismo y primera
Transición el conflicto en la forma organizativa y relacional estaba situado
entre los polos de partido de cuadros o partido amplio, de militantes
profesionalizados, y por tanto reducido en número, o partido de masas en su
militancia y por tanto menos puro ideológicamente. Ganó la segunda opción
porque se ampliaba más la capacidad de influir en una sociedad moderna y
satisfacía mejor la relación individuo/partido haciendo más compatibles los
intereses personales y colectivos, pero todavía seguían teniendo peso las
militancias en cuanto grupo/organización cerrado a otros individuos para la
elaboración de línea política, programas electorales, estrategias, tácticas,
discusión y selección de liderazgos, elección de candidatos para elecciones…
En todo caso, la idea de partido de
masas ha vuelto a dar otra vuelta de tuerca avanzado el siglo XXI, aquí
empujada por Podemos, fabricando un hiperliderazgo, dejando más alejada la
participación y más light la
militancia, la existencia de círculos no organizados para fomentar su capacidad
decisoria y de elaboración de línea política, cede el protagonismo a un
reducido grupo de élite, que apoyándose en las nuevas tecnologías son quienes
dirigen y transmiten el marco esencial de línea política, programas,
estrategias, relato… encaminado a la victoria electoral. La importancia de esta
nueva forma de agruparse que no necesita de la antigua militancia sometida a la
disciplina orgánica permite mayor extensión y amplitud de la misma que puede
transitar cómodamente por el eje izquierda/derecha. Ha sido posible en cuanto se
fijó como prioritario el objetivo de ganar elecciones, entonces cobró mayor
importancia para ganar, el fortalecer unas figuras de liderazgo muy por encima de
la organización, y la relación de un discurso elaborado y susceptible de ser
amplísimamente difundido a través de las nuevas tecnologías, redes sociales y
los medios de comunicación clásicos, fundamentalmente, la televisión y podía
sacrificarse la penetración ideológica profunda de una militancia reducida,
menos útil para ganar elecciones.
El conflicto fundamental
entre IU y Podemos continúa e interactúa por/en las luchas internas tanto en una como otra formación, normal, sectores minoritarios no terminan de encajar en el
marco global diseñado por el actual equipo dirigente. La cuestión es que si
Podemos pretende ganar elecciones, necesitará irremediablemente miles de
cuadros políticos, -al mismo tiempo, si la gente visualiza que los tiene les
será más sencillo avanzar- gente preparada y capaz, pero no solo profesionales
al estilo de C’s que aquí lo tiene más fácil al considerar la ideología
dominante cercana a sus ideales de vida, Podemos pretende cuadros políticos,
preparados profesionalmente –las encuestas CIS dan un índice de estudios en IU
superior al resto de partidos- además necesitará cuadros con bagaje ideológico
de izquierdas o progresista que puedan torcer
la rama al otro lado y experiencia organizativa.
Este problema continúa lejos de
quedar resuelto en las pasadas elecciones municipales con la esperada derrota
de IU, porque IU sigue teniendo peso (1), al tiempo que Podemos no ha
satisfecho sus expectativas de ser primera o segunda fuerza, la situación
podría tomar otros derroteros cara a las generales, al formarse nuevas opciones
y otras posibilidades de pactos para conformar un gran aglutinador progresista.
Sin olvidar que el PSOE también podría despertar de una vez e iniciar
nuevamente una trayectoria de gran aglutinador como lo hiciera en el pasado. Se
abren unos meses apasionantes.
(1)
IU
logró en las elecciones municipales 1.054.781 votos, -además IU+Equo sacaron
55.881- eso le sitúa como la cuarta fuerza, tras PP, PSOE y C’s, a mucha
distancia del resto por abajo; por ejemplo CiU sacó 667.683 votos, Compromís
sacó 381.349 votos, PNV 360.024, Bildu 308.396, UPyD 231.819, BNG 189.106…
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