Sobre los acontecimientos de los últimos días alrededor de la candidatura de Ahora Madrid y en general sobre los miles de nuevos activistas que se incorporan al sistema para la transformación social David Trueba escribe '¿De dónde vienen? . Yo escribí en enero de 2013 dos artículos que abajo agrego que opinan sobre el mismo asunto.
‘’De dónde vienen los políticos nos ha intrigado
siempre.
…/…
Por eso suena tan interesada la histeria que se ha
desatado al día después de formarse los nuevos Ayuntamientos. Es natural que
muchos elegidos en las urnas provengan de la renovación espoleada por un clima
de corrupción insostenible, que mancha desde las cadenas públicas de televisión
hasta el reparto de causas judiciales, que ensucia el buen nombre de empresas y
ciudades sin remedio a la vista. Esos nuevos políticos provienen de la lucha
estudiantil, de movimientos radicales, de asambleas de barrio, de una
heterodoxia internáutica que no nos debería asustar tanto, porque representa la
normalidad, la agria y contradictoria vida real, esa que está pasando mientras
la presidenta del Congreso juega a un comecocos en su tableta. Es satisfactorio
que corrijan la actitud, que abandonen la grosera descalificación, ese error de
llamar casta a lo que es su futuro profesional y esa falta de cálculo de creer
fácil la gestión política cuando es compleja, adusta y frustrante.
Igual
que muchos líderes políticos cambiaron España tras la clandestinidad, las
simpatías con terrorismos y totalitarismos e incluso la participación activa en
el franquismo, ahora es normal que otros se equivoquen, rectifiquen y hasta
improvisen. A nadie le importaba que Aznar llegara a presidente después de
renegar de la Constitución democrática en sus escritos. A todos les concedimos
el derecho a cambiar, a ser juzgados por acción política conjugada en el
presente de indicativo. El acto más antisistema hasta ahora ha consistido en
esa dimisión de Rita Barberá para no ceder el poder de sus manos a un alcalde
elegido o ese informe de nuestra Hacienda pública de grotesca videncia.
Abandonemos la histeria, España necesita de estos recién llegados como después
de agostarse, los campos precisan de la primera lluvia del otoño.’’
No eran demócratas. Pero trajeron la democracia (24-01-2013)
En el libro escrito por Santos Juliá ‘Camarada Javier Pradera’
recién publicado por Círculo de Lectores –precio bajo-, evidentemente sobre el
gran Javier Pradera, recoge un pensamiento similar al de la primera parte del título,
‘no éramos demócratas’. A la cual añado la idea de que aquellas gentes rojas
fueron la punta de lanza que libró las batallas principales por instaurar la
democracia en España. Juzgar el pasado con los parámetros del presente conduce a
equívocos y errores de interpretación sobre lo que sucediera entonces. O uno se
sumerge en aquella época que pretenda estudiar, o resultará difícil
comprenderla.
No, los rojos no eran demócratas, pero sin ellos no
existiría la democracia en España, sin sus luchas de resistencia en la
postguerra, vaya usted a saber lo que hubiera sido esta España, porque, tampoco
eran demócratas los franquistas, ni el aparato del estado, la policía, jueces,
ni los fachas, ni la extrema derecha, ni los militares, ni la iglesia, ni el
empresariado, ni tantos y tantos otros, millones de españoles que luego
vivieron en democracia. Si lo hubieran sido, Franco no hubiera muerto en la
cama investido de sus poderes. No se engañen, los pocos demócratas españoles
que había en muchos sectores sociales, incluso de los citados arriba, ni
siquiera en los setenta luchaban por la democracia encuadrados en
organizaciones en las primeras líneas, salvo excepciones.
Las organizaciones que lucharon contra la dictadura franquista,
contra el capitalismo carpetovetónico, contra la intransigencia religiosa,
contra los instrumentos represivos del estado, contra aquellas leyes,
estructuras y normas tan carcas, tan rancias, fascistas, machistas, opresoras,
represivas, explotadoras… las fuerzas luchadoras de choque, fueron
fundamentalmente de izquierdas. En esas organizaciones clandestinas,
fundamentalmente marxistas y anarquistas, luchaban hombres y mujeres rojos y
posteriormente durante la transición se fueron constituyendo organizaciones
cuyo carácter fundamental se iba desgajando del de clase, tales como
feministas, ecologistas…
En la última etapa del franquismo, finales sesenta y setenta,
varios miles de activistas políticos, los implicados hasta las cejas,
integrados en los grupos organizados, luchaban por cambiar la sociedad, cada
uno con su utopía, aunque para todos estaba claro que aquella sociedad no la
querían. No hubo ningún plan elaborado por nadie que definiera la sociedad que
luego conocimos, se fue construyendo sobre la marcha en función de las ideas
que se reelaboraban a cada momento, condicionados todos, derechas e izquierdas,
españolistas y nacionalistas, monárquicos y republicanos, revolucionarios
y reformadores, todos eran obligados por la correlación de fuerzas que tenían
los unos y otros, o por la que pensaban tendrían ellos y los otros, porque los
cambios en las fuerzas se producían diariamente.
No eran demócratas. Pero trajeron la democracia. 2 (27-01-2013)
Así que, no eran demócratas las organizaciones e individuos que
lucharon contra el franquismo en primera línea durante la larga posguerra; ni
siquiera en los setenta. Los individuos que querían hacer algo contra aquella
horrible sociedad, represiva y explotadora, se integraban en organizaciones
marxistas, porque eran las que existían con capacidad organizativa, entrega y
espíritu de lucha y posibilidad de encuadrar, tenían estructura, líderes y
estabilidad. Y sueños de un mundo más libre y justo. –Las teorías organizativas
leninistas impregnaron el siglo XX hasta hoy, a todos los tipos de
organización, de izquierdas o derechas, de obreros o empresariales. Tengan en
cuenta que durante muchos años del siglo XX los autores más leídos, con mayor
cantidad de libros editados en el mundo, fueron Lenin y la Biblia-
Nadie consiguió totalmente, -ni en un alto porcentaje- los
objetivos utópicos que se había trazado, desde la extrema derecha, franquistas,
reformadores, socialistas, comunistas, a la extrema izquierda; desde la
patronal hasta la Iglesia, desde el mundo agrario al industrial,… Ni por
supuesto todos tiraban en la misma dirección, cada grupo luchaba por unos
ideales y empujaba hacia un lado, incluso aquellos dentro del mismo campo
ideológico peleaban entre ellos, a derecha e izquierda. En las filas
derechistas, fue uno de los pocos períodos de la historia de España en los que
la derecha fue dominando a la derechona, aglutinando cada vez mayor fuerza
política, que en suma recogía gran parte de la fuerza económica, la burguesía a
cada momento que pasaba se sumaba con mayor fuerza a la apuesta democrática. Y
las fuerzas de izquierdas también fueron poco a poco apostando por ella, el
problema era determinar con qué grados de desarrollo.
Tras morir Franco, todos los poderes, económicos, políticos,
militares, religiosos, los gobiernos y élites mundiales, tenían bastantes dudas
de cual podría ser el resultado de la situación española a corto plazo, -el
vecino Portugal ofrecía inquietantes ejemplos para ellos- cabían posibilidades
con tintes rojos, o bien España podría derivar a una democracia burguesa, de
corte sudamericano o de estilo europeo. Y no crean que con un solo puerto
posible de llegada, aquella democracia teórica abría una horquilla bastante
amplia de posibilidades concretas, porque dentro de esa democracia burguesa no
era lo mismo unas cosas que otras, recuerden que al principio se postuló la
¡apertura franquista! como salida y evidentemente las diferencias con otras
opciones democráticas eran enormes. Había que determinar en concreto cada día,
cada año, el modelo de sociedad, con mucha disparidad entre los niveles de
reparto de fuerzas.
Tampoco se puede
pensar que absolutamente todo estaba en el aire, y por tanto carecieran de
sentido los movimientos de las fuerzas políticas. Se construyó sobre los
cimientos teóricos de muchas personas, en este caso sí puede considerarse, con
aportaciones democráticas, por
carentes de tintes dictatoriales de derecha o izquierda, cuyas líneas de
organización del estado, separación de poderes, y participación popular, eran
clásicas democráticas- sus aportaciones precisamente se limaban de extremismos
para conseguir integrarse con mayor celeridad y profundidad en las diversas
fuerzas y por ende en el pueblo que los apoyara. En ningún caso olviden que la mayoría
de la población nunca luchó contra Franco mientras éste vivió. La guerra fue
una derrota brutal que exterminó a varias decenas de miles de personas
preparadas, conscientes, responsables, echó de España a cientos de miles y
doblegó por la fuerza a unos cuantos millones.-
Así que los grupos modificaban sus fuerzas, por recibir mayores
o menos apoyos, de las gentes, del pueblo, de los trabajadores, de las
patronales, en función de las luchas que se producían en las calles, en los
barrios, empresas, universidades… y por supuesto las fuerzas se movían por los
apoyos del capital, cuyos diferentes sectores nacionales y/o internacionales
apoyaban a unos u otros en función de sus diversos intereses. Los partidos poco
a poco modificaron su capacidad, también por la solidaridad internacional,
incluidas las internacionales, el apoyo del mundo diplomático, o sus maniobras
- personificaba los poderes e intereses de otros gobiernos- y así fueron
calando las propuestas de cada grupo director del proceso en grandes sectores
de población, que cuando tuvieron que decidir, fueron votando a unos y dejando
de votar a otros. Sí, hubo derecho a decidir en muchos frentes, no es un
invento actual.
Ni de broma puede aceptarse que el resultado de la Transición
fuera el que hemos vivido, porque unos cuantos tuvieran un plan, fueran el Rey
o Suarez, Carrillo o Botín… que evidentemente eran figuras singulares que
representaban opciones e influían, pero en ningún caso salió lo que ellos
trazaron, que por otra parte modificaban a cada paso, cada semana, cada día.
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