Tomado de El País
Anarcofascismo, antisistema
ANTONIO
ELORZA 25 FEB 2013
En principio, puede parecer
absurda tal calificación adjudicada al Movimiento 5 estrellas capitaneado en
Italia por un cómico sin gracia, Beppe Grillo. Lo es menos si pensamos que
Mussolini ya se apoyó en el antipoliticismo de los sindicalistas
revolucionarios, muchos de los cuales se adhirieron al fascio, y que por
aquello de que un poder es susceptible de ser destruido, pero sin que el poder
admita vacíos, salvo si creemos en la Disneylandia de Ken Loach, las formas de
poder anarcosindicalistas en la guerra civil tuvieron buena carga de
jacobinismo al rechazar —como ahora hace Grillo—, la forma democrática. El
malestar social, como ocurriera con el 15-M, encuentra grandes dificultades para
cuajar en un movimiento político eficaz; en Italia 1920, como ahora en Italia
2013, ha encontrado el liderazgo de un demagogo, con una orientación
antisistema de que carecía Berlusconi.
La función creó el órgano, en un
país que gusta de los aspirantes a ejercer como líderes carismáticos. La
agudización de la crisis, especialmente grave para la gente de veinte y treinta
años, la multiplicación de los casos de corrupción, el desprestigio de la clase
política en la era Berlusconi, favorecen la aparición de un redentor dispuesto
a remediar tantos males, proponiendo como antídoto que bajo su guía el hombre
cualquiera, al que siempre se supone portador de valores positivos, se enfrente
a ese poder nocivo y corrupto, y lo destruya. A él y a sus favorecedores, que para
este nuevo Pepito Grillo, son en primer término los medios, la televisión y los
periódicos (a los que prohíbe el acceso a sus mítines).
Por medio de Internet y de las
movilizaciones de plaza pública —deslizamiento hacia formas dictatoriales
disfrazadas de asambleísmo— se practicará una democracia directa, sustitutiva
de la parlamentaria, y todos los bienes se harán realidad, desde las pensiones,
las limitaciones de los altos sueldos, las exigencias ecológicas. ¿Qué más
puede ofrecerse para atraer a los desilusionados de un sistema en doble crisis,
económica y política? Son formas de vieja demagogia, aplicadas desde una
tecnología moderna, con el mismo fin de siempre: la movilización acrítica de
las masas.
Es extraño que Dario Fo haya
respaldado, y con su presencia en el mitin de Milán, semejante cosa. Adriano
Celentano ya extraña menos. De paso, los enfervorizados grillini cubren de
insultos al cantante Edoardo Bennato, que ha presentado su canción satírica Al
diablo con el grillo parlante.
Desde el anarquismo nos acercamos
al fascismo, conforme las propuestas, los gestos y las palabras conciernen a la
lucha política.
Para los adversarios, insultos:
Bersani es Gargamel, “un parásito”, Monti es Rigor Mortis. El lenguaje de los
jóvenes fascistas, es recuperado para anunciar el asalto al Parlamento:
“Rendíos. Estáis cercados. Vuestra historia ha acabado”. Él tiene la fórmula
mágica para sustituir a la democracia, con el protagonismo de la gente normal;
es decir, suyo. En el gran mitin de clausura en San Juan de Letrán, bajo la
lluvia, ordena: “¡Cerrad los paraguas!”. Y todos se cierran. El sesentón
vociferante, gritando a borbotones, espera el triunfo de su marcha sobre Roma,
de su tsunami. Pero los problemas que señala están ahí.
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