Hay cuestiones específicas de la
crisis española, cuya manifestación más evidente es la tasa de paro, la global
y la que afecta a los jóvenes, de las mayores del mundo. Si todos los países
sufrieron la misma crisis financiera internacional las explicaciones de esta
enorme diferencia deben encontrarse en otros aspectos internos, como son: el excesivo
peso productivo en el PIB de la construcción, extensivo en mano de obra y con muy
baja incorporación de valor añadido, pero al que basculó la mayor parte del
crédito bancario; lo anterior forma parte de la burbuja inmobiliaria y de
crédito que enterró 500.000 millones de euros en arena y ladrillos, millones
que no teníamos, y que se pidieron prestados al exterior por los agentes privados
y no públicos y que ahora nos ahogan; abandono industrial y poca atención a su
modernización; pocos esfuerzos dedicados a la I+D+i y la cultura del
conocimiento en el modelo productivo; la pérdida de competitividad continuada,
que tiene que ver con el desarrollo de puntos anteriores; los déficits de la
balanza por cuenta corriente, nuestro insuficiente ahorro interno para los
recursos que demandábamos, etc., sobre ellos he escrito otros días, -en anexos
figuran enlaces-.
Otro aspecto particular del caso
español, tiene que ver con el carácter de liderazgo que ostenta la ‘derechona’
desde hace años, que influyó en la gobernanza de España, en sus instituciones y
políticas, sobreponiéndose al resto de la derecha a la que domina, y bajo cuya
dirección se desarrollaron gran parte de las particularidades citadas arriba
que nos trajeron hasta la crisis española y que está influyendo en el
desarrollo de los acontecimientos que marcarán la salida, en la forma que ellos
intentan determinar. Siempre estuvieron ahí, pero con diferente papel en
función del equilibrio que mantenían con el conjunto de fuerzas de la derecha,
durante la transición con la UCD fueron relegadas a planos inferiores y es con
Aznar a mediados de los noventa cuando vuelven a concentrar fuerzas y hacerse
con la dirección del bloque conservador.
En ese grupo encontramos individuos
de muchos sectores, judicatura, partidos, patronales, universidades, colegios
profesionales, Reales academias, ejército y policía, grupos ultras, grandes
empresas, dentro de las cuales un sector de gestores de capital surgieron de la
privatización de grandes empresas públicas realizada por Aznar; el grupo
retrógrado que controla la jerarquía de la Iglesia y que comandó la
contrarreforma española apagando los cambios del Vaticano II, acompañado cada
vez más por organizaciones ultra-religiosas que aumentan su poder económico e
ideológico en la enseñanza y en los medios; una parte muy importante en el
entramado de este poder, es la pléyade de periodistas y tertulianos que
controlan gran parte de la prensa, radio y televisión que son los agitadores y
propagandistas que difunden, nuclean y dan fuerza a las ideas ultras y que
apoyan sin ambages en lo personal a sus líderes, arremetiendo contra todo lo
que huela a rojo, verde, malva y laico. Y por supuesto contra su enemigo
socialista que ellos perciben como su peligro en el poder político.
El entramado anterior forma el grupo
dirigente del proceso de cambio en España, -volviendo hacia el pasado- sin
intentar sumar ilusiones y esperanzas hacia un proyecto de futuro, plagado de tópicos
y viejas ideas basadas en: la religión, el ordeno y mando, los negocios
amañados y los pelotazos con la ayuda de políticos del clan. Desprecian el
trabajo y la producción –amados por sectores burgueses-, amparan y justifican la
corrupción de la que se nutren muchos de ellos, defienden los favores para
colocar a familiares, y desprecian lo público, salvo que les sirva a sus
intereses; odian los impuestos y la solidaridad, ya que solo creen en la caridad;
amantes de los jefes poderosos, los ‘duces’, odian lo sindical, y al trabajador
–que se jodan- y al trabajo mismo; desprecian la competencia, el mérito y el esfuerzo
de la gente y solo confían en aquellos colocados de la tribu con chanchullos,
los apellidos y enchufes; desprecian la investigación, lo cual representa esfuerzos y odian la
ciencia, que trae luz y racionalidad; hay que estar locos y odiar al pueblo español para escupir contra la cultura, cine, teatro,
escritura,… despreciando la potencia expansiva del español, una de nuestros mejores recursos para introducirnos
en el mundo; se creen dueños de España, lo cual explica su derecho a no
explicar corrupciones, excesos, etc. y por tanto con derecho para expulsar al
resto y por ello se apropian de los símbolos contaminándolos–afirma Carlos
Espinosa de los Monteros ‘’la extrema
derecha ha hecho mucho daño patrimonializando la bandera de España, cuando es
de todos’’ desde su puesto de Alto Comisionado del Gobierno para la marca
España... Viejos trileros, dicen en público lo contrario que hacen en privado. Odian
todo lo rojo, y lo malva –no solo al PSOE, las otras izquierdas las toleran si
les sirven contra los socialistas- y querrán desmontar todo aquello que se lo
recuerde.
Sus integrantes se creen iluminados
por Dios y la historia, en posesión de la pócima mágica que resolverá todos los
problemas, por tanto se consideran autosuficientes en sus grupos ideológicos y
sociales, y como consecuencia el resto de gente que no les sirva, está
sobrante, son prescindibles, segregables. Estos individuos de la derechona están
negados para el diálogo que implica aceptar que la otra parte pueda aportar
algo, están poco preparados para la negociación que supone compartir y ceder
por principio, solo les interesa la derrota total del enemigo y así cada
problema lo llevan hasta límites que agravan la convivencia de los españoles y
que en algunos casos como el catalán puede hacernos temblar. Son herederos de aquellos
antiguos españoles taciturnos e iluminados que creían tener absolutamente toda
la razón, por lo que huelga decir que todo lo que se cambie como consecuencia
de la crisis, o aprovechándose de ella, será exclusivamente a su imagen y
semejanza. No habrá los pactos necesarios y convenientes para salir con buen
pie de la crisis, porque ello supone ceder a todas las partes, aceptar que
otros puedan opinar y colaborar en crear una sociedad común, laica.
Hay otra derecha, sin duda, y no se
trata de que moralmente sean mejores o peores, sino de que políticamente son
distintos, con otras concepciones sobre
el mundo y la sociedad, incluso dentro del PP, pero quienes dirigen hoy al
conjunto de los conservadores, son los anteriormente reseñados, un grupo de personas con amplios y
fuertes lazos clientelares, que los relacionan y en los que se apoyan. Hubo
otra burguesía en este país durante la transición que no se sometió a la
derechona y participó con los partidos nacionalistas –que tienen también hoy
una parte de la misma- con el PSOE y PCE,… Aquella UCD personificaba
políticamente la burguesía que lideraba el proceso de la mayoría de los
conservadores, que en aquellos momentos tapó y paró a la carcunda y pudo junto
con otros españoles proyectar futuro, proyectar país, pactar y dialogar con
otros intereses y otras sensibilidades para construir un equilibrio social que
ahora se destruye.
Muchos millones de personas,
incluidas las élites políticas y económicas españolas, no vieron venir la
crisis, no prepararon al país para ello, y solo se aferraron a la infundada
esperanza de que estos acontecimientos fueran una tormenta que escampara pronto
y así todo volvería a ser parecido a como habían vivido anteriormente. No será
así, sabemos que todo cambiará aunque desconocemos la dirección final que
tomará y si no participamos como protagonistas en las modificaciones que hay
que realizar, la realidad nos arrasará y otros individuos y grupos con
distintas ideologías e intereses diferentes a los nuestros, organizarán la vida
para los próximos 35 años. Participar requiere agrupar fuerzas en torno a un
proyecto que pueda contraponerse al PP que ahora lidera, ejecuta y campa a sus
anchas modificando todo lo que quieren en la manera de sus intereses. Porque
como era previsible, de la derrota socialista no se infiere mayor poder para la
izquierda, sea verdadera o plural, sino un apabullante poder azul oscuro al que
no se contrapone casi nada.
La mayoría de españoles vivimos una
sucesión de recortes y dificultades en las condiciones de vida, desajustes,
penurias, no solo materiales, también morales que atentan contra la dignidad de
grupos y personas, pérdida de bienes materiales y sueños, derrumbe de planes
anteriores y previsiones de futuro que vemos cada vez con mayor incertidumbre…
Ante esta situación vuelven las trincheras, si es que alguna vez desaparecieron
de la vida nacional, los problemas se fuerzan dicotómicos, -allí o aquí;
conmigo o contra mí; con la izquierda o la derecha; o esta política o el caos;
o recortes o nada; o paro o nada;… falsa seguridad inútil para encontrar
soluciones, en un mundo en el que se
aprecian cada vez mayor cantidad de matices y diversidad de aspectos,
contradicciones en cada cuestión, así ante cada política anticrisis, surgen
contraindicaciones, inseguridad en su aplicación, cuanto más en sus resultados,
aunque solamente fuera por la disparidad de fuerzas que se opondrán y lucharán
contra ella, tanto las teóricamente amigas como las enemigas. En este mundo si
se pretende que una política sea solución de algo, con posibilidades de
resultar positiva para amplias mayorías de población y perdurable en el tiempo,
ésta debe ser consensuada, pactada, aceptada por amplias mayorías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario