En
realidad, la transición fue impuesta por franquistas adictos al
Movimiento, pero reconvertidos en demócratas,
gracias
al entreguismo del antifranquismo,
sobre
todo, del PSOE Y PCE, que caminaron hacia el posibilismo…
Muchos
de los apellidos de aquellos poderosos franquistas
aparecieron en caras nuevas,
‘C’ de España’, página 296
De repente, de un plumazo, estos autores
han hecho desaparecer las luchas antifranquistas. ¿Franquistas adictos al
Movimiento trajeron la democracia a España? Si escuchamos algo así en la barra
de un bar tendría su lógica, y podríamos callar, escrito por historiadores con
altos vínculos universitarios publicado y distribuido, es imposible dejarlo sin
respuesta, porque introduce una gran mentira como estrategia política en las
nuevas generaciones que considerarán la democracia actual como una mierda que
no merece la pena defender, ya que, ‘si es como un anexo del franquismo, que
no cuenten conmigo’. Mas adelante volveremos al tema del franquismo,
transición y democracia, aquí y ahora solo se pretende resaltar un aspecto, la
importancia del movimiento feminista -del conjunto del movimiento LGTBI- un
componente esencial de la democracia española y sus logros, de los que algunos
veremos aquí publicados, y en cuya consecución, nada tuvieron que ver esos franquistas
adictos al Movimiento.
La democracia española fue el resultado
de la suma de múltiples vectores, conjuntos de luchas diversas, de generaciones
diferentes, con objetivos y tácticas distintas, desde los que pretendían una
revolución, pasando por gentes que querían ruptura y avanzar a democracia
avanzada y otros que pretendían algo menos, en lucha entre ellos y con otros grupos
que intentaban contener para que nada se moviera. Dentro de los que empujaban
por derribar las señas del franquismo se encontraba como una de las
vanguardias, el movimiento feminista, que luchaba por su revolución, algo mucho
más allá de cualquier posibilismo.
En el franquismo de los años 40, las
mujeres vinculadas a los perdedores, esposas hermanas y madres, eran
perseguidas y violentadas habitualmente, todavía en los cincuenta si querían ir
a la cárcel a visitar a su marido o padre, sufrían agresiones sexuales como
pago de visado, muchas veces las sufrían simplemente por vivir. Un buen amigo
que vivió en una de las colonias de pobres en Madrid, me contaba que estaba
vigilada por algunos fascistas ganadores, eran individuos que controlaban las
entradas y salidas de aquellas casuchas y el encaje laboral de aquellas
personas. Este amigo contaba que presenciaba, como el personaje controlador
tomaba a una esposa o hija y la metía en una de aquellas casuchas/chabolas para
violarla antes de concederla permiso para ir a Carabanchel, o con la amenaza de
no dar un parte, chivatazo sobre algún familiar.
En el franquismo había que aguantar toda
la vida al marido, no había divorcio, el aborto estaba penalizado con cárcel, y
tener un hijo fuera de la institución familiar costaba el repudio y alejamiento
de la gente y las instituciones del régimen, el adulterio femenino estaba
perseguido y penado. La sexualidad femenina bloqueada, perseguida, y vinculada
a parir hijos. Las agresiones a las mujeres se producían, pero sin rastros de
su existencia, los hechos quedaban en las tinieblas. Imposible denunciarlos.
Una revolución que ya se producía en los
años 60 y 70 en casi todos los grupos de izquierda radical, y de izquierda,
aquellas mujeres militantes, las actuales mujeres mayores, luchaban por sus
derechos en dos vertientes, la lucha de clases y la lucha de género, no solo
hacia fuera de la organización, lo hacían también en el interior de los
partidos y sindicatos en los que había una enorme lucha contra el machismo por
el feminismo. Su doble lucha no estaba
programada o dirigida por aquellos franquistas, ni siquiera imaginada por esos
supuestos planificadores de la transición que los autores citan erróneamente
como protagonistas, ‘Areilza
uno de los artífices de la transición…’ Ninguna gran transformación social surge de un plan
realizado por una persona, imputar los cambios sociales a la idea de alguien, a
un protagonista, está fuera de contexto en las ciencias sociales, donde entran
en pelea ideas e intereses, luchas y contradicciones de múltiples
protagonistas, alianzas que cambian de campo y aumentan las fuerzas de unos u
otros en cada momento, cambios en las fuerzas y en la estrategia durante el
proceso por intervenciones exteriores, cambios producidos por acciones que
despiertan reacciones no esperadas por nadie, imprevistos diarios, movimientos
económicos exteriores que afectan a la economía nacional, por tanto a la lucha
de clases, etc. etc.
Que en el presente hay rastros del
pasado, sin duda, como en todas partes en todas las épocas, nunca se pudo
exterminar totalmente un pueblo que compartiera unas ideas, ninguna revolución
ni guerra pudo hacerlo. Cuentan que en la Alemania de postguerra, los aliados
que la ocupaban se encontraron con un serio problema al intentar reflotarla,
para poner en marcha aquella sociedad no contaban con suficientes personas para
ocupar los innumerables puestos que requiere un estado, a múltiples niveles de
la Administración general y local, policía, sanidad, educación, municipios, abastecimiento,
organización de la producción y distribución, … no había gente disponible, por
lo que tenían que ocupar dichos puestos los alemanes derrotados, lógicamente
seguían siendo nazis. Este ejemplo, tras millones de muertos, debe hacernos
entender que, en las transformaciones de una sociedad a otra, de un régimen a
otro, siempre habrá aspectos y personas que coexistirán entre lo viejo y lo
nuevo, pero, el juicio que hagamos dependerá del porcentaje de cada parte,
vieja o nueva, que encontremos en las políticas concretas que se desarrollen y
sobre todo en los resultados.
En la sociedad española actual NO es
dominante el franquismo, ni sus valores, ni sus dirigentes, ni sus leyes, ni
sus prácticas, ni la organización social, política o económica, ni sus relaciones
internacionales. En la sociedad española lo dominante son los valores
democráticos, otra cuestión es que como en todas partes existan otras ideas, o rescoldos
de un pasado actualizado, gentes que pretendan derribar algunos aspectos ya
logrados, o luchas por avanzar y retroceder en algunos aspectos, pero existen
enormes diferencias que separan ambas, franquismo y democracia, realidades en
la vida diaria de cada cual y que proyectan las grandes cifras del estado de
bienestar, económicas, sociales, culturales. Franquismo y democracia son muy
diferentes, si se pretende juntar ambas sociedades se está ennobleciendo el
franquismo, se le está edulcorando, al tiempo se degrada la democracia ante las
nuevas generaciones para las que, si les muestran todo como igual, se apuntarán
a una u otra según venga el aire ese día. Aquí nos centramos en destacar realidades
de la España democrática comparándola con el resto del mundo, y ahora algunas
realidades referidas a las mujeres españolas, en una sociedad democrática, más
tolerante que antaño, con mayor inserción cultural y laboral de la ciudadanía,
con mejores estructuras para participar socialmente. Mas adelante seguiremos
profundizando en el tema de la transición, democracia y franquismo.
En España hoy estamos lejos del siglo
XIX y del franquismo. La democracia está bastante distante de aquella historia
pasada en muchos aspectos, destaca uno en el que las diferencias son abismales,
la revolución de las mujeres, ha roto con el pasado en múltiples cuestiones que
afectan a toda la sociedad española, incorporando millones de personas al conjunto
de la vida social en cualquiera de sus manifestaciones, sea en la calle, en la
cultura, el deporte, en el mundo laboral, en la política, en la capacidad de
influir de las mujeres en todas las decisiones de la vida,… es altamente
diferente respecto al pasado franquista y más allá, sin perjuicio de lo mucho
que queda por corregir, de vez en cuando está bien reconocer lo conseguido.
Quien pretenda en sus análisis hacernos creer que esta sociedad democrática del
siglo XXI se aproxima al pasado franquista, tiene un mal sueño, está fuera de
la realidad y debería considerar la revolución efectuada en España por ‘la
mitad del cielo’.
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