No
confundan, no es más democrático el nacionalismo vasco, o catalán y mucho menos
por pitar otros himnos. No se confundan, el franquismo, la carcunda, la
derechona, hundía sus raíces además de en la Iglesia, en gran parte del pueblo
vasco y catalán. Franco contaba entre sus apoyos más firmes antes, durante y
después de la guerra civil, con la oligarquía vasca y catalana, el capital
financiero e industrial, vasco y catalán, fueron parte de la esencia franquista…
sus banderas son como todas, sus himnos, son como todos.
¿Se
imaginan ustedes una ceremonia del Gobierno Vasco y/o de la Generalitat y en
pleno baile, que arrecie un intento de boicot? creen que aceptarían tal cual con los mismos comentarios? O pretenden decirme que esos
gobiernos e himnos son más democráticos? los suyos sí y los de otros no? Venga ya!,
tan carcas eran los encorbatados del palco del Camp Nou, representantes de la burguesía
vasca y catalana, como los de cualquier otro palco.
Los bienpensantes y familias que pitaban en el Camp Nou, deberían pensar que si estuvieran en su festejo particular, por ejemplo una boda, una procesión, etc. acorralarían y pegarían a quien les hiciera lo mismo expulsándolo, en ceremonia oficial seguro que se avalanzarían dando golpes contra quienes pitaran y la ertzania les detendría; en Catalunya, los mossos le pegarían una paliza y le meterían cárcel. -Lo han hecho no son invenciones- . Prueben a hacerlo en Reino Unido, Francia, Cuba, Venezuela, Rusia, China, EEUU, Marruecos,...
Como
llamaban antes a quienes insultaban los símbolos vascos
y catalanes? fachas? Pero, ahora, solo a quienes
insultan unos símbolos, o lo son quienes insultan todos? Se imaginan ustedes
aquí a nuestros gobernantes envueltos literalmente en banderas, en trajes o
chandals con los colores de la bandera? Imposible; pues a eso llegan en muchos
países y les respetan, incluso son defendidos por muchos de los que aquí pitan.
Desde
luego en España tenemos un problema nada fácil de resolver, y razones o explicaciones hay muchas, pero el problema existe no se puede dudar, hemos
dejado que nos roben las Cajas de Ahorros, nuestros derechos, nuestra historia…
y los símbolos comunes. A continuación un capítulo de mi libro 'Catalunya. Camino a la secesión', sobre el particular.
10. EPÍLOGO. IDENTIDAD NACIONAL. DERECHA E IZQUIERDA
Responsabilidad
de izquierdas en la construcción de
patriotismo democrático
Es tradición de izquierdas mencionar
el internacionalismo como una de sus bases filosóficas, pero sorprenden algunos
activistas sociales por su querencia hacia las patrias ajenas, muchos de cuyos
iconos rebosan nacionalismo por los cuatro costados, al tiempo que en los
conflictos sobre la cuestión nacional peninsular, se dicen no nacionalistas, a
pesar de lo cual, sus posturas antiespañolistas les llevan a simpatizar con los
nacionalismos periféricos. Esto ocurre en el conflicto por la independencia
catalana.
El patriotismo democrático español,
constituye un terreno de amplio consenso alrededor de valores cívico-políticos
de la Constitución, y con ingredientes de carácter cultural e historicista. El
patriotismo democrático, entendido como una concepción de la identidad nacional
compatible con los principios democráticos y neutral desde un punto de vista
ideológico, religioso, lingüístico-cultural y territorial. ‘La construcción
política de la identidad española: ¿del nacionalcatolicismo al patriotismo democrático?’
Jordi Muñoz Mendoza. CIS. 2012. Dicho patriotismo democrático queda lejos de tener un significado
progresista en muchos sectores de activistas de izquierdas, por lo que su
importancia cualitativa es superior a la representada por su cantidad. Para que
esto ocurra, sin duda influye la carcunda, grupos de franquismo sociológico y
nacionalcatólicos que expulsan a la mitad de los españoles de su identidad,
pero no cabe eludir la responsabilidad de las izquierdas en su contribución a
la construcción de una identidad con la que pudieran sentirse cómodos millones
de españoles. Es un defecto, un error, que no tengamos construido un relato
histórico progresista, más allá de dos o tres iconos. En la falta de
construcción de una identidad progresista española se encuentran parte de los
males del conflicto independentista catalán y vasco, es obvio que la derecha
española nunca quiso construirlo con amplia dimensión inclusiva, no está en su
ADN.
Las izquierdas en general y la
intelectualidad post transición en particular no forjaron una identidad
progresista española, con suficiente ancho común como para sentirse cómodos en
tanto españoles, demasiadas veces aparece el rechazo a identificar las partes
condenables de nuestra historia sin destacar nunca aspectos positivos o al
menos comparables con otras naciones europeas. Nos cuesta sentirnos españoles
porque siempre han querido expulsarnos de nuestro país, porque la
historiografía española en la mente de mucha gente sigue siendo franquista, la
historia de las élites españolistas ha sido muy excluyente y ante el desgaste
histórico las progresías de cada momento no fueron capaces de ganar la batalla
de construir historias queridas, difundidas y aceptadas masivamente, y con las
que sentirse cómodo, apenas un poco de ilusión republicana y un poco del
movimiento anarquista español, pero faltan relatos completos de los que
sentirnos orgullosos. Y ahora resulta que ante la globalización, mola la
identidad local, que aquí ha sido construida en la periferia, y para millones de
españoles como España no seduce lo suficiente, la identidad nacional periférica
es la moderna, todo lo relacionado con ella es festivo, pero la española es
carca.
En los años de democracia, la crítica
al nacionalismo periférico quedó fundamentalmente en manos de otro
nacionalismo, lo cual deja muchos frentes sin cubrir. La izquierda no tenía voz
propia de crítica, no es que fuera muda, pero su voz era insuficiente, porque
se reducía a la crítica diaria de posiciones puntuales y no a elaborar cuerpos
teóricos diferenciadores, de mayor calado, asistimos demasiado tiempo a
espectáculos de individuos que se auto-consideran de izquierdas simpatizando
con posturas retrógradas nacionalistas, -a veces cercanas al fascismo-
exclusivamente porque son contrarias al gobierno central, individuos que
desarrollan anticuerpos diferenciados del franquismo español y creen que les
sirve para justificar todas sus posturas y se abrazan a nacionalismos
periféricos. El resultado es que tenemos partidos, militantes y simpatizantes
sin referentes de patriotismo democrático de izquierdas pero sienten emoción
por los patriotismos de lugares muy alejados, o por los periféricos españoles. Dice Savater, ‘En este país se puede
ser vasco, catalán, andaluz, sin problemas, pero difícilmente español. Los
españoles son en realidad, españolistas.’ La frase recoge mucho del problema, ante la falta de una
historia y sentimiento colectivo aceptado masivamente, las emociones nacionales
se arriman a las periféricas en tanto se alejaban del centralismo franquista,
manifestación de la postura de jugar a la contra, tan rica a las izquierdas
españolas.
La
izquierda catalana, y española, puede desaparecer si no ofrece rápidamente
respuestas diferenciadas de las nacionalistas, bien entendido que para ser
consideradas respuestas deberían ser abrazadas por millones de personas, lo
cual descarta tanta profusión de taifas locales. La gente, yo mismo, no
encuentro la razón de ser de una opción política si las ideas que facilita
sobre la concepción del mundo y las relaciones humanas no son diferentes a las
nacionalistas. Las izquierdas, partidos, sindicatos, movimientos, militantes,
simpatizantes, no se rebelan contra la filosofía nacionalista plasmada en campañas que
denigran a los otros, existe desprecio por el mundo del trabajo español –vagos, subsidiados-, desprecian lo que
aportaron a Cataluña, y extienden su ojeriza a los desfavorecidos, a los
trabajadores españoles, por el mero hecho de no ser catalanes, la xenofobia
está dando réditos de muchos independentistas de variada procedencia social. La
salida al conflicto será difícil, pero antes de encontrar encajes federalistas
o no, hay mucho camino que debería andarse, antes de soluciones
constitucionales, deben encontrarse salidas políticas, Pérez
Royo ‘no tenemos respuesta constitucional’.
En
el tránsito político el catalanismo tiene andado mucho ante los excesivos
silencios de todo el mundo, -ahora toca de las izquierdas-, se han aplicado a
ello durante años, mientras al otro lado en muchos temas, durante mucho tiempo,
al margen de la circulación de clichés antiguos que algunos aplican tanto a
pasado como a presente, a situaciones muy diferentes entre sí. Pérez Royo ‘En la dirección equivocada’ , mantiene que 'La separación de Cataluña de España
parece estar produciéndose ya, y a una velocidad extraordinaria al menos en el
terreno de la opinión pública' su andadura de construcción nacional está desarrollada a pleno rendimiento
desde hace muchos años, la construcción de un patriotismo democrático español
tímidamente esbozado desde la transición sufrió un frenazo brusco con los
gobiernos del PP de Aznar. Que los españoles no estén seducidos por España, es
un problema considerable, si con la crisis aumentan enormemente los desafectos,
y en País Vasco y Cataluña mucho más, el coctel resulta muy difícil de tragar.
¿Qué
hacen las izquierdas si no defienden ideas diferenciadas? Pues ceder el sitio a
los nacionalismos. Si no defienden a los trabajadores catalanes y los más
débiles del engaño de la pócima mágica de la independencia que dicen mejorarán
sus condiciones de vida y trabajo. Se puede entender el
agotamiento del PSOE y del PSC en este caso, pero no hasta
el punto de no llegar a un mínimo de respuesta al gobierno de CiU a tanto
desvarío como difunde su propaganda. Vean el ejemplo del déficit fiscal, un
argumento central desde hace años, aquellos 16.000 millones de € de déficit, un
año, que algunos en su propaganda elevaban a 20.000 anualmente y que en el
congreso de historia elevan a 300.000 millones durante los últimos 25 años, lo
cual muestra el rango de importancia que le concedieron y como no pudo ser de
otra forma caló profundamente, porque ni el gobierno central, ni PP, PSOE, PSC,
ICV… no fueron capaces de desmentir rápida y eficazmente de forma masiva, se
limitaron a una pequeña y perdida protesta. La solución era sencilla, para
desprestigio de la Generalitat, en el mismo informe de balanzas fiscales,
aparecían otros tres modelos, dos de los cuales daban cifras considerablemente
menores y otro las invertía, había superávit. No tiene explicación tanto
silencio, salvo que la lucha interna por decidir si apoyar o no el proceso
paralizara toda expresión crítica. Los nacionalismos atraen como la miel a las
moscas, pero parecería como si en este lado estuviéramos carentes de una
identidad de la que sentirnos orgullosos que pudiéramos contraponer, ¿incapaces
de ofertar una realidad constitucional atractiva que supere aquellas ofertas?,
¿inseguridad en su potencial? Estamos dejando un modelo de sociedad en manos de
la derecha, la solidaridad interregional construida en estos años pasados no es
una broma social, debería tener mucho peso en la construcción de identidad
nacional, pero somos incapaces de sumar, lo cual lleva aparejado ceder, nos
rebelamos a la contra, mareas ciudadanas para defender el estado de bienestar
que somos incapaces de reconocer con orgullo como signo de identidad nacional,
icono democrático construido en los ochenta. –No podemos ensañarnos con quienes
lo construyeron e igualarlos a sus destructores, sin ir al psicólogo-
Si
no es posible defender a los que sufren opresión nacionalista en Cataluña, ni
denunciar abiertamente la tremenda corrupción catalana, ni responder a tanta
exageración propagandista, ¿para qué queremos la izquierda? si no logran frenar
a la derecha, si tampoco resuelven la tremenda crisis, el paro, precariedad,
recortes, desahucios, desigualdades, problemas de crédito, etc. si no es
posible ofrecer una visión de sociedad diferente, ¿para qué la izquierda? No
basta, ni mucho menos con elaborar argumentos como el PP es muy malo y por eso
crece el independentismo, lo cual siendo verdad no toca nuestra
responsabilidad, la argumentación anterior es secundaria para mantener una
postura política propia que defienda nítidamente una democracia contrapuesta a
una decisión de independencia tomada a raíz de un referéndum con 51% de
participación y un 51% de voto afirmativo, ¡un 26% del cuerpo electoral puede
decidir la autodeterminación en criterio independentista! Eso se viste con
ropajes de alta democracia. Si la izquierda no es capaz de contraponer otra
democracia a este planteamiento, el futuro de la izquierda se convierte en una
incógnita. La izquierda desaparecerá transmutada en nacionalista, y entonces las
supuestas ventajas económicas nacionales lo serán a costa de la solidaridad de
clase en el conjunto del Estado, lo que quitan a unos dicen que lo darán a
otros, redistribuir entre pobres, pero ¿quien asegura que una vez ahorrado el
pago a los unos las mejoras llegarán a los otros, obreros y pensionistas?
Quizás ERC o la CUP estén haciendo la revolución socialista y este servidor no
se haya dado cuenta de que los medios de producción y las finanzas pasan a
manos obreras en el programa por la independencia.
El
PSC e ICV , y la extrema izquierda, han orillado críticas profundas al
nacionalismo, filosóficas y políticas, y olvidaron el contenido de clase, entre
otras razones porque sus direcciones estaban sobre representadas de
catalanistas, la emigración y los trabajadores se encuentran desasistidos de
propuestas, sin orientación ni aclaración y la crisis los está machacando, por
lo que se agarran a la salida que aparece, la populista, aquella que prometa
mejoras y juguetee con discursos encendidos, con proposiciones de salidas
fáciles, y que remueva las vísceras. ‘El independentismo es,
la forma que ha adoptado en Cataluña la denuncia y la desesperación…El relato
catalán, ha alcanzado la perfección del círculo político. Ha aliado a la
derecha en el poder, y a buena parte de la contestación radical de izquierdas’.
El Estado de la izquierda. Jordi Gracia. El problema explotará cuando las
soluciones no lleguen a pesar de la secesión, aunque luego será tarde, el mal
ya estará hecho. El independentismo era antiguamente un reducto
mayoritariamente elitista con puro ADN catalán que se fortalecía sintiéndose amenazados
por el españolismo y la clase obrera, hoy al independentismo tradicional se
suma el sobrevenido del catalanismo antes unionista y otro sector numeroso que
suma es producto de la debilidad de las izquierdas que se encuentran sin
fuerzas para imponer un relato fuerte y coherente sobre lo ocurrido y por qué,
y lo más importante un relato que contenga salidas creíbles que consigan
ilusionar.
La crisis acabará con las izquierdas, escribí en los comienzos de este
tsunami, ahora en uno de sus episodios, el secesionismo contribuirá a
enterrarlas en Cataluña y en el resto de España, porque millones de personas
sentirán que han sido abandonadas. Las regiones y personas ricas pretenden separarse,
destruyen la solidaridad con las menos favorecidas, cada cual a su aire, es el
proceso neoliberal que se extiende por el mundo y aquí los catalanistas quieren
camuflar con el olor nacional. Las grandes corporaciones y los ricos se quieren
separar del resto de la sociedad, dejan de pagar impuestos con los mismos
argumentos, cada palo que aguante su vela, su dinero es suyo y valdrá más a su familia, a su clan. Los ricos
se niegan a contribuir al salario social, el resto de la sociedad les importa un
pimiento. Lo triste es que muchos defensores o luchadores por la independencia, grupos de trabajadores, les apoyan
en su pretensión de no pagar impuestos que sostenían a los menos favorecidos,
quieren acabar con la idea de que el Estado redistribuya una parte de la
riqueza y son apoyados en ello por individuos que se consideran de izquierdas.
Se paga un coste muy alto al aceptar
que el movimiento sindical, y los partidos de izquierdas, queden arrastrados
por el catalanismo, mientras discuten estas cosas no se generan movilizaciones contra
el paro, de largo nuestro mayor problema. Algunos factores que influyen en la actitud de
partidos, movimientos e individuos son la comodidad que brindan las mayorías,
estar en minoría es muy duro, pocos vecinos atienden, casi nadie presta
atención en los medios… también influye la movilización festiva, la facilidad
de dejarse llevar por la riada hace sentirse integrado, y querido, y da un
cierto sentido de utilidad a cuanto se hace -El
independentismo presume de que la segunda generación emigrante ganará la
independencia como pasó en las Américas-
Como si esta segunda generación aquí tuviera importancia en la
configuración de los grupos de poder, allí esa generación eran la élite
americana. Los grupos de poder catalán y
vasco tienen amplia representación política, económica y cultural no solo en
sus territorios, sino en el conjunto de España y sus instituciones, formando
parte de la élite gobernante junto con las españolas. Otra vez, recordemos los
votos de IU muy superiores a los de CiU y logran muy inferior representación
parlamentaria. ¿Y les ayudan en su política por no sentirse arrastrados en vez
de presionarlos para cambiar la ley electoral?
La magia de una ilusión arrastra
individuos, creen que resolverá al día siguiente los problemas ciudadanos, será
mentira, pero entonces llegará el olvido para los de abajo, habrá desaparecido
la apuesta nacionalista entre los desposeídos, se habrá evaporado durante el
proceso la fraternidad, esa que tiene apoyo en la ideología de cada individuo,
las condiciones materiales no mejorarán, ni la equidad en los factores
políticos de representación, de libertades. ¿Que impedirá a los pudientes dejar
de pagar impuestos para los catalanes pobres? al fin y al cabo es uno de los
argumentos centrales de las movilizaciones secesionistas, los impuestos al
bolsillo de quien los genera, la solidaridad bien entendida comienza por uno
mismo ¿creen ustedes que vaya a mejorar la vida de los menos favorecidos, a
tener menos horas de trabajo con mayores salarios, mejores ritmos, vacaciones,
mayor libertad e igualdad, creen que tendrán mejores barrios, mayores
pensiones, mejor y mayor sanidad, escuelas… de las que ahora tienen? ¿En qué
mejoran los nuevos textos que configurarán su Constitución los derechos de la
actual? La respuesta que suelen dar a estas preguntas en sus argumentarios es,
‘no te dejes dominar por el miedo’.
El PSC, ha ido perdiendo apoyos populares y de militancia catalanista,
ICV, fue recogiendo votos de izquierda
perdidos por los socialistas, como en toda España, inicialmente sin
consideraciones soberanistas está siendo empujado hacia esas posiciones, que
para no perder pie, justifican, por lo que no será extraño que pierda fuerza a
medio plazo, vía CUP y ERC, porque la gente elige secesión y prefiere los
originales a los tibios; no es que los partidos fallen, que lo hacen, es que la
fuerza de la corriente está rompiendo los embalses ¿Por qué eligen hoy independencia? está claro, nadie dice
otra cosa, nadie ofrece respuestas, y creen que con ella resolverán todos los
problemas individuales y colectivos y hasta ahora nadie les ha presentado otra
opción válida para mejorar. Una historia similar de base parecida se aprecia en
los guetos obreristas que votan extrema derecha en Europa. Y el que venga detrás que se
joda. La cuestión es que una salida como la independencia no tiene vuelta
atrás en los destrozos que provoca, no vale arrepentirse luego, las rupturas no
podrían resolverse a medio plazo, es por ello que la Ley de Claridad
canadiense, siempre habla de mayorías suficientemente amplias, sostenidas en el
tiempo, de procesos negociados, etc. y no de impulsos unilaterales. Se echa en
falta una responsabilidad de defender principios, sean seguidos por muchos o
pocos, al margen de corrientes momentáneas.
No existe la responsabilidad
partidista, sin responsabilidad individual, aquí siempre muy cómoda para
desviar las culpas a partidos y líderes y salvar el pellejo individual, los
militantes y simpatizantes izquierdistas hartos de tanta corrupción y crisis,
tendrán que decidir y tomar posiciones ante lo que representará la pérdida de
apoyos al sentimiento de izquierdas, no solo en cuanto reducción de fuerzas
electorales que dejarán los parlamentos listos para enormes cambios
derechistas, como estamos viendo con la coartada de la crisis, sino para las
ideas básicas que asumirá la conciencia individual de una generación, es en
momentos de tensión cuando se enfrentan las ideas personales con el imaginario
colectivo que las soportan ¿Por qué consideran de izquierdas apoyar el
independentismo? Es frecuente encontrar
muestras de simpatías que no dan por la unión con solo la explicación de
que en el otro lado están las derechas.
Pero, si las derechas están a ambos lados ¿Por qué ha calado con el aurea de
más democrático el derecho a decidir la autodeterminación en un país libre y
democrático, cuando como poco existe el derecho equivalente a la integridad?
Para algunos supone una especie de rebelión, -¡que se jodan! a la inversa- porque muchos individuos creen
erróneamente que la ideología de izquierdas se limita a la protesta, a estar en
contra, por principio, les resulta más sencillo aceptar la oposición a un
gobierno que la defensa de unos principios que debe hacerse en positivo. Esa
postura dejó de tener validez para mi generación, en la experiencia de Chile,
un gobierno legalmente constituido era asediado por continuas manifestaciones y
huelgas, derechistas. Hasta hacerlo caer. Las movilizaciones pueden ser
fascistas.
¿Por qué apoyar toda acción y
argumentación por el mero hecho de que vaya contra lo español? mejor distinguir
y separar, los nacionalismos periféricos van contra los trabajadores, españoles
y periféricos, escudarse en que el PP es malísimo y La Razón una máquina de
hacer independentistas, aparte de que sea verdad, esconde lo fundamental, que
es la existencia de criterio propio sobre los nacionalismos ¿Por qué aceptar
que una secesión es democrática cuando ninguna constitución del mundo lo
contempla? Solo una enorme falta de conocimiento cegada por la religión puede
creer que Cataluña sea una colonia con derecho a la autodeterminación. Y si el
secesionismo fuera un plus democrático, ¿por qué no lo incluyen en sus textos
quienes lo consiguen? ¿Acaso Barcelona o Tarrasa no tienen derecho a la
secesión de Cataluña? En los supuestos de Ley de Claridad canadiense se
contempla el mismo derecho del todo y de una parte del territorio escindido. Y
puestos ya, los barrios ricos de los barrios pobres ¿Por qué conceder un plus
de credibilidad a los soberanistas que no conceden al resto de ideas políticas?
¿Solo porque están en contra del gobierno PP? ¿Por qué aceptar la independencia
creyendo a pies juntillas que todo un pueblo lo pide, sin comprobar a cuántos,
quienes afecta, y de qué forma?
Comprueben
si es verdad que existe esa mayoría, porque hasta ahora los votos no la
mostraron nunca, CiU era unionista hasta
las últimas elecciones, y las encuestas de la Generalitat daban minorías
independentistas hasta hace pocos meses. Desde la transición el independentismo
se ha mantenido por debajo del 15%. Segundo ¿qué o quiénes son los catalanes?
el pueblo catalán que ha construido Cataluña no es un bloque de hormigón
catalanista, sino conjuntos variados de población en gran parte emigrante de
los años 50/70 con tradiciones e intereses muy diversos fuera de la órbita
nacionalista. Apoyar los intereses independentistas supone estar en contra de
los intereses de los no independentistas, que hasta ahora fueron mayoritarios y
hoy pueden ser similares en número. ¿Por qué no aceptar que esta democracia
española es tan mala o tan buena como cualquier otra? sea Reino Unido o Canadá,
tenemos enormes problemas a resolver, pero no encontrarán mejor solución en
manos de los nacionalismos periféricos.
La independencia no puede verse como
recurso técnico al margen de las fuerzas que la dirigen, de sus documentos y
propaganda. El proceso en marcha en Cataluña no es progresista, sus proclamas
quedan bastante atrás de la Constitución en cuanto a libertades, derechos y
conceptos solidarios. Su esquema básico de apoyo es el principio a cada uno lo suyo, los impuestos para quien los paga, claramente neoliberal, su
proyecto de agitación y propaganda es xenófobo, anti español, los españoles roban, expolian, su
práctica política es antidemocrática, las leyes no son generalizables, se
aceptan si les sirven, todo lo que les sea diferente a la independencia no
tiene valor para salir en los medios o ser discutido socialmente, airean el
valor democrático del ejemplo escocés y canadiense, sin aceptar que dichos
modelos tienen un respeto escrupuloso a la legalidad, en ningún caso se
producen declaraciones unilaterales de independencia, etc. etc. en esta
dinámica parece dar vergüenza considerar de mayor talla democrática la defensa
de principios tradicionales de equidad, libertad, justicia, fraternidad, hoy entendida como solidaridad
ciudadana independientemente de orígenes, lenguas, color de la piel...
Sigue
diciendo Stephane Dion: ‘En una democracia no hay argumento moral
posible que justifique convertir a nuestros conciudadanos en extranjeros’… ‘Mis
aliados son la claridad y la franqueza, y mis adversarios, la confusión y la
ambigüedad’... Todos somos los unos y los otros… Uno puede estar en contra de
un Estado que atenta contra los derechos humanos elementales…’’En el mundo hay
al menos 3.000 grupos diferentes identificados y sólo 196 Estados en las
Naciones Unidas. La mayor parte de esos Estados no son Estados étnicos
homogéneos ni tienen una sola lengua, una única religión, una sola cultura’…’Si todas las provincias canadienses y todas las
regiones europeas quieren estar
presentes en los foros internacionales, el planeta se haría
ingobernable’
‘Porque en una democracia
se trata de ser solidario con todos tus conciudadanos. Aceptas a todos sin
atender a sus orígenes, su idioma o su religión. Y el secesionismo es lo
contrario. Con el secesionismo eliges a quiénes quieres mantener como conciudadanos
y a quiénes quieres convertir en extranjeros. ’’
Las políticas excluyentes
de las derechas peninsulares
‘Es natural que en tiempos de lucha
establezcamos el inventario cuidadoso de lo que nos separa, pero será también
bueno que un día nos pongamos a reflexionar sobre lo que verdaderamente nos
une’
Manuel Azaña.
Presidente de la República de España
Los distintos
nacionalismos españoles, central y periféricos, -los dos son peores- son semejantes
en postulados filosóficos y en acciones políticas, opresoras y represoras;
ambos son excluyentes, de todos aquellos que sean diferentes. Dependiendo de
momentos y de donde miren, será visible en los nacionalismos de allá o acá su
intención de considerar a los otros como distintos, con menores derechos, ya
que parten del supuesto de su menor calidad cultural e histórica, porque en el fondo
consideran su legitimidad por encima de la de los demás, aquello es suyo –la patria, los símbolos, las tradiciones, el
territorio, la riqueza, la cultura, la historia, el gobierno…- Según las
derechas, el resto de la gente tendrá que asumirlo para ser bien tratada, si se
amoldan aceptando su inferioridad, serán admitidos socialmente, de lo contrario
serán excluidos de la tribu. La sociedad no la entienden como conjuntos de
individuos con múltiples intereses que conviven en espacios temporales en los
que solo será posible hacerlo cediendo algunos postulados y asumiendo otros de
los demás. Los nacionalistas no entienden la sociedad compuesta por ciudadanos
de diferentes clases, religiones, etnias, idiomas, edades, tradiciones etc.,
pero siempre en igualdad de derechos y obligaciones, por eso ciudadanos, que
con solidaridad y justicia, mejor que caridad, buscarán la equidad para toda la
ciudadanía que puede convivir sin pertenecer a sus clanes.
La política de la derecha más carca agranda la quiebra social
existente, conseguirán alejar a miles de individuos del sentimiento colectivo
de lo español, -maldita Constitución,
maldito Gobierno, maldita España- la sensación de apátridas de excluidos
del conjunto domina lo suficiente como para agravar el problema de la identidad
nacional, nadie quiere ser amante de quien le trata mal. Somos un país especial
en este asunto, a los extranjeros les parecemos raros, no respetamos símbolos,
en cualquier manifestación pública, cultural, de representación o deportiva,
que son las que ven por televisión, somos capaces de boicotear himnos,
banderas, representantes del estado o del gobierno, ritos y ceremonias se
celebran sin mínimo respeto público, de educación hacia los demás… maldecimos
nuestra historia, y los extranjeros se llevan las manos a la cabeza si nos
interesamos por cómo actúan en sus países y les criticamos su orgullo nacional
y simbólico.
No nos sentimos
respetuosos porque durante muchos años los carpetovetónicos no lo fueron con
los españoles, las personas piedra angular de los símbolos, sin un fuerte
respeto a las personas, a la ciudadanía, poca consideración habrá hacia otra
cosa, por eso tiene tantísima importancia no herir gratuitamente, desde la
chulería, ¡Quieren desenterrar los
muertos por cobrar subvenciones! –Esta gente al día siguiente deberían
estar expulsados- . El sentimiento fraternal hacia la Constitución, disminuye
porque sigue habiendo muertos en las cunetas, y calles con nombres de asesinos
fascistas, se vive el desprecio de los poderosos hacia el pueblo y en un
enfrentamiento entre nacionalistas, millones de españoles sentirán cierta
simpatía por los que se enfrentan al españolismo excluyente, que es el que
soportan directamente, o se retirarán a un lado, dejando hacer, sin oponer como
mejores principios ciudadanos y progresistas los de la Constitución que las
propuestas secesionistas. La cuestión es que esa actitud cede la Constitución a
los carcas, lo cual acrecienta el problema de exclusión política de miles de
individuos.
Nos expulsan, lo aceptamos y además los dejamos terreno libre. El orgullo y respeto por los conceptos
nacionales se consigue cuando se utilizan de forma conciliadora, cuando los
símbolos son utilizados de manera inclusiva y respetuosa con los otros,
incluidos los contrarios. El símbolo nacional debe serlo, si y solo si, es
aceptado voluntariamente por el conjunto de la ciudadanía. El amor y respeto
por lo español, se manifiesta practicando la defensa de su carácter genérico e
integrador, por lo tanto combatiendo a los ultras que se apropian
símbolos y utilizan para sí.
El asunto del patriotismo es altamente delicado por sentimental,
encierra muchas de las disputas de este país y si no se trata con delicadeza,
las emociones pueden encabronar la relación, crispar la convivencia hasta
hacerla excluyente para muchas personas.
¡Que se jodan!, es lo que dicen unos arremetiendo contra los otros. Su
torpeza es tan brutal como la de aquellos que dicen ‘O me quiere a mí, o la mato’, la misma emoción machista que
provoca tanta violencia. Pero el amor no se impone, el cariño no se puede
obligar y quien lo pretenda solo difunde odio y ánimo de exclusión lo cual suma
adeptos a la independencia ya que me
excluyen, a la menor oportunidad me voy, y como poco, suma simpatías hacia
otros nacionalismos que pelean con quien me expulsa.
El
problema en España con la bandera, la historia, la tradición… es que no
son símbolos comunes que deberían unir a
la población, no hay una experiencia compartida elegida voluntariamente y
querida y aceptada masivamente, los enfrentamientos violentos han sido
frecuentes entre españoles, al tiempo que faltaba un componente externo que
catalizara la unión contra un peligro común, como tienen otras naciones. Al
margen de su historia antigua, en la Transición se avanzó y pudo hacerse
bastante más, el símbolo nacional reconvirtiendo la bandera franquista,
quitando la reminiscencia fascista del ‘aguilucho’, es uno de los dos mayores
puntos negros de la época, -el otro es la ley electoral, la principal llave
para abrir la solución de un montón de problemas- dejó la bandera demasiado
cercana a la imagen bajo la cual combatieron los golpistas que iniciaron la
guerra civil, y arropados en ella dirigieron la represión sangrienta contra el
pueblo español. El patriotismo tradicional se apropió de la historia y las
tradiciones y lo español, tiene
demasiada carga de franquismo y nacionalcatolicismo y ello separa a la mitad de
los españoles del conjunto en el que no se sienten incluidos.
A
mucha gente le parece bien mantener el símbolo bajo el cual lucharon, creerán
que las historias y tradiciones españolistas deben ser soportadas por toda la
población -para eso ganamos la
guerra, ¡que se jodan!, gritan- precisamente por ello, por quererlo
imponer a sangre y fuego, la otra mitad del país se aparta, no puede
sentirse incluido en un espacio sentimental común, una parte del pueblo no es
querida por la otra, aquello no es compartido por amplias mayorías y el país se
debilita, la convivencia se resiente, los proyectos comunes se atascan,
mientras, los nacionalismos periféricos se fortalecen contra el enemigo externo
común. Todas las historias y tradiciones, cualquier bandera que se izara,
tendría amantes, no llegó todavía el momento de que la derecha, los
conservadores españoles, sean conscientes de que lo español no necesita unos pocos amantes celosos sino que es
necesario que una gran mayoría de ciudadanos españoles se sientan cómodos con
su país, su historia y símbolos. Y con las políticas gubernamentales hoy
insufriblemente ideologizadas. El problema que tenemos los españoles, ganadores
y perdedores, rojos y azules, es que compartimos espacio y tiempo y sería mejor
para todos conciliar sentimientos de los diferentes para hacer sencilla y
placentera la vida en común, la cuestión es potenciar la sociedad democrática,
inclusiva. O cada día aumentarán los que querrán independizarse.
Después
de la guerra civil, y tras de la muerte de Franco, en aquellos lejanos tiempos
de la Transición hubo varios centenares de muertos, que cayeron por las balas
de funcionarios protegidos por la bandera rojigualda, y por escuadrones de
fachas escondidos tras ella. Muchas palizas fueron dadas arropados con ella,
muchos insultos impartidos por quienes portaban la bandera. Tras el golpe de
estado de Tejero del 23F, hemos visto por las calles, en los bares, comercios,
en los campos de futbol… a individuos que llevaban la parafernalia del golpista
y portaban la rojigualda a su lado, de hecho los símbolos se vendían juntos,
sin que el resto de conservadores les recriminara por ello. Era el símbolo de
los que gritaban ‘Tarancón al paredón’, de aquellos que defendían una
iglesia franquista y ultra, mientras la mayoría de los azules asentía o
callaba. Carrillo durante la transición, la abrazó, para evitar
conflictos mayores, e intentó con grandes esfuerzos que fuera aceptada por los
comunistas, es la contribución que le reconocen desde instancias conservadoras.
Entonces pudo haberse intentado una mayor identificación popular reduciendo
agravios si algunas minorías no se hubieran apoderado de ella, sin reacción de
los conservadores para criticarlo.
Desde
aquellos días la bandera y el españolismo, son utilizados con demasiada
frecuencia por la derechona para golpear al resto, siempre con la
pretensión de someter o expulsar a los españoles de su propio país. Lo español fue
utilizado para excluir y desde posiciones conservadoras no lo evitaron saliendo
al paso de los excluyentes, y ahora mentes preclaras de entre ellos reconocen
el inmenso error. ¡Qué carajo! tenemos un serio problema. Ahora lo reconoce el Alto Comisionado para la marca
España, nombrado por el Gobierno del PP, que tenemos un grave problema
nacional y es que la extrema-derecha ha patrimonializado la bandera, un símbolo
que debería ser de todos. Algo que sabíamos desde hace bastante tiempo muchos
millones de españoles y cuyo problema, gran problema, los militantes y votantes
azules no han querido resolver, y en gran parte provocan ellos mismos, para
muestra los ejemplos de los últimos días. El Alto Comisionado del Gobierno para
la Marca España, Carlos Espinosa de los Monteros, afirmó en el Fórum Europa:
'' Tenemos que limpiar los símbolos de
nuestro país de connotaciones que no le han favorecido'' conminó, abogando así
por quitar a la bandera española ''toda connotación política'' con el objeto de
que ''sea percibida como patrimonio de todos''. ''La extrema derecha hizo mucho
daño patrimonializandola'',
lamentó. Espinosa de los Monteros emitió este diagnóstico en la conferencia que
pronunció en el evento informativo que organiza Nueva Economía Fórum, ante la
atenta mirada del ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel
García-Margallo, que promovió su nombramiento. Si quieren empezar a corregir el
problema, deben pelear por desterrar la apropiación patrimonial de sus propias
filas, visible en cada manifestación callejera azul, en cada reivindicación
ultra sea religiosa o política, visible en la ostentación ante sus líderes o
contra los del resto, siempre usada como arma excluyente. Todo el mundo sabe
que tras una pulsera española, o
pegatina en un coche, hay un individuo de extrema-derecha en un 70% de
ocasiones, franquista en un 20%, y variados en el 10% restante. Todos sabemos
que las manifestaciones de los derechistas, los ultras se identifican con la
rojigualda, que grupos o individuos violentos se amparan tras ella.
Todavía
se puede empeorar si los defensores institucionales de símbolos que deberían
unir, son tan torpes para no darse cuenta de que todos recuerdan atrocidades
del pasado, que reflejan otros símbolos que incluso por ley deberían ser
quitados de la faz pública, como nombres de golpistas en calles e iglesias, o
cuando el pueblo ve que no defienden la dignidad de los españoles enterrados en
cunetas ¡en ningún otro país civilizado del mundo! Si no ven que eso excluye no
deberían formar parte de las instituciones de este país. Para mucha gente, los
símbolos de la patria, son los españoles, las personas que viven sufren y
trabajan, o quieren hacerlo, aquellos sin los cuales la sociedad dejaría de
funcionar o simplemente no existiría, son los desahuciados por los banqueros,
los niños que necesitan comer en colegios públicos para mantener dignamente la
población. El mayor símbolo patrio del que sentirse orgullosos colectivamente
se percibe en el sistema sanitario español, uno de los mejores y más baratos
del mundo y vemos como se está destruyendo. Los símbolos patrios negativos
apartan, restan, aumentan la huída cuando no se ve voluntad de corregirlos, son
los evasores fiscales, empresarios, cantantes, personajes… que ‘adoran la
patria’ pero tienen su dinero en el extranjero, o el símbolo de la
corrupción imperante sin que asuman responsabilidades políticas y/o
judiciales... La actuación sobre la crisis económica
y política sembrará el país de destrucción y llevará a la exclusión y miseria a
un tercio de personas, que solo querrán huir, escapar, independizarse y como no
podrán hacerlo sumarán simpatías a todos los que se enfrenten al gobierno
español, sean independentistas catalanes o vascos.
Otra vuelta de tuerca que
dañará la convivencia española la está dando la política partidista del PP,
como nos tiene acostumbrados la rancia derecha, alejado de una visión de
estado, carece de visión integradora, de entender que España no es suya, que
los símbolos no son suyos, que la patria si quieren usar este concepto, son los
españoles todos, y no solo los nacional católicos, tener visión de estado
implica ser integrador en cualquier movimiento que se haga, tener en la cabeza
la idea de compartir, de sumar amigos
de la Constitución, mejor que restar apoyos, implica pensar para el largo plazo
aparcando réditos electorales a corto, lo cual incluye que las salidas a la
crisis no destrocen el entramado social de los débiles, el país necesita
políticas fundamentalmente inclusivas que no dejen ciudadanos tirados por el
camino… sus acciones debilitarán la sociedad a medio plazo y hoy alejan
millones de personas del sentimiento español. Ahora parece que tratan de
aprovechar particularmente en su beneficio, el problemón soberanista para
destrozar/expulsar al PSOE y a las izquierdas, pretendiendo obtener con ello el
rédito electoral que pierde con la crisis económica, la bandera del patriotismo
es suya. En este sentido muy similar al tratamiento dado por CiU, las derechas
españolas son muy parecidas, ocultar con la emoción nacionalista los problemas
derivados de la austeridad en las condiciones de vida, y su corrupción, y
represión y faltas de libertades, lo cual tendrá costes.
Uno
de los pocos momentos en que las muchedumbres se abrazan a la bandera sin
ideologización de vencedores y vencidos, es cuando la Roja gana en el fútbol, porque tras la alegría de esa
noche, no se esconde la identificación de un sector de la derecha española,
sino la emoción contenida de querencia común ante un grupo de gente de
múltiples rincones de España que trabaja en equipo para obtener una finalidad
colectiva. Nadie ha hecho más por difundir el símbolo nacional que el fútbol
de la Roja, y supongo que quedará para la historia estudiarlo.
Manuel
Herranz Montero. Diciembre 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario