El tsunami soberanista barre los demás
movimientos sociales
Las gentes se han apuntado a políticas populistas, la indignación contra
los ricos y poderosos, contra banqueros y especuladores, contra corruptos y
vividores, ha logrado darse la vuelta y está eliminando los sentimientos
progresistas de millones de personas, que abandonan los partidos de izquierdas
y pretende barrer apoyos a la Constitución, hoy el único bastión de solidaridad
existente para trabajadores, categorías populares, ese bastión lo quiere romper
el catalanismo, y no para crear una sociedad más progresista, con mayores
derechos, libertades y solidaridad para con los trabajadores y necesitados,
sino para ahorrarse pagar impuestos destinados a financiar el estado de
bienestar, la esencia de su propaganda, el expolio fiscal, proclama romperlo para
mejorar ellos, acabar con la solidaridad, para instaurar el individualismo,
cada uno con lo suyo, los impuestos para cada cual. La libertad individual del
liberalismo entronizada, el yo por encima del nosotros, el individuo sin
sociedad.
Miguel-Felipe escribió lo siguiente:
Y
dicho esto, parece claro que el repunte independentista tiene poco que ver con
la pasión histórica y bastante más con la actitud de cientos de miles de
españolic@s jóvenes de cualquier sitio que se "independizan" en
Inglaterra, Alemania o donde pueden... O con el desapego de la España existente
que hace dos años lanzó el 15 M.
En el sentido global del párrafo podríamos estar de acuerdo si éste
pretende expresar que bastante del movimiento secesionista de los dos últimos
años está alimentado por la desafección causada por la crisis económica, en
cuanto a la incorporación de número de personas y movilizaciones, influye en
ese y otros procesos, sin duda. Pero discreparíamos si pretende decir que el
proceso de secesión de Catalunya está dirigido u orientado por los indignados,
15-M o similares a los que podemos ver en otros países. Nos encontramos ante
uno de esos momentos históricos en los que a una grave crisis económica,
política y social, le salen otras crisis
que estaban larvadas, contenidas sin fuerza suficiente, que dirigen la
rabia en otra dirección diferente a la de resolver los problemas que la
despertaron.
No existe en los movimientos cercanos al 15-M, una fuerza tan grande, un
nivel de centralización, organización coordinada y objetivos tan concretos y
precisos de secesión y construcción de otro país fuera del Estado español. En
principio, una cosa es la sensación de desprecio por todo lo que está pasando,
basada en la precariedad laboral, la pérdida de derechos sociales, la corrupción
imperante, etc. etc. y otra distinta es el proceso de independencia de
Catalunya, dirigido por las élites catalanistas que no pretende responder a las
desigualdades económicas y políticas, pérdida salarial, precariedad, paro,
desahucios y pérdida de derechos conquistados durante 35 años, esa ruptura de
la equidad provocada por la crisis, está en gran parte generada por las mismas
élites independentistas, que no pretenden aumentar impuestos, ni siquiera
nombrar el fraude y evasión fiscal, una de las consecuencia de los zarpazos de
la crisis en todas partes, los menores ingresos impositivos los compensan con
menores gastos sociales, reducen el estado de bienestar.
Al proceso secesionista se han sumado los descontentos sociales del
momento, eso parecen indicar los estudios de opinión recogidos por la
Generalitat que situaban los aspectos vinculados a la crisis como principales
problemas y no la cuestión del encaje Cataluña-España, hasta hace unos meses,
en los que el movimiento soberanista se apoya y recoge todo lo que se mueve
para dirigirlo hacia la independencia y no para dotar a Cataluña de unas
políticas diferentes al austericidio, comenzado por la Generalitat antes que en
el resto de España. El movimiento no se dirige a conseguir mayor contribución fiscal
de los pudientes, para consolidar y evitar recortes, sino precisamente el
objetivo es lo contrario, pretende lograr menores contribuciones netas, bien
porque paguen menos impuestos, o porque obtengan retornos garantizados de los
mismos.
El objetivo independentista pretende ahorrar costes fiscales a los
pudientes catalanes, lo cual sin duda es un
ataque directo contra los parados y pensionistas catalanes, extremeños o
andaluces, que en estos momentos parte de sus apoyos sociales están pagados con
los excedentes contributivos de los ricos de otros lugares de España, como en
cualquier otro estado moderno. Cataluña, es junto con Madrid, Valencia y
Baleares, únicos contribuyentes netos a la caja común, ya que el resto de CCAA,
son receptoras. Apoyar que los pudientes que contribuyen no aporten impuestos a
la caja común es una postura reaccionaria, anti progresista, profundamente anti
izquierdista, o más claramente, es una política neoliberal, que los ricos no
paguen impuestos para los trabajadores es aquello de ¡que se jodan!, su dinero para ellos que le sacarán mayor tajada.
Esa es la esencia de la ruptura que están apoyando cientos de miles de
personas.
El debate se soporta en la columna de las emociones,
porque se pretende más difícil de combatir argumentalmente, extender la
división social basada en la identidad nacional es un artificio que pretende
agrupar más personas en torno al odio para enfrentar al enemigo, a los otros.
La identidad nacional se nutre de elementos que conducen a la xenofobia, como
la superioridad étnica, cultural y económica, lo cual supone minusvalorar a los
otros, la supuesta mayor legitimidad nacionalista lograda por historia, cultura
y sufrimientos, implica despreciar la legitimidad democrática por inferior, la legitimidad constitucional, lograda por la ciudadanía es
inferior por ser de los otros, que serán los enemigos. En el
debate ningún aspecto debería rehuirse, allí, en su prensa, en el Parlament se
discute poco con argumentos racionales, -anualmente se llevan 16.000
millones, gran mentira, otros con la soflama agitativa lo suben a 20.000
cada año- de cualquier informe en poder de la Generalitat difunden unos datos y
ocultan otros, silencian las posibilidades de mejora actuales, se esconden los
costes de permanecer en el Estado o romper. Pretenden convencer de que vivirán
en un mundo feliz y todos los problemas se resolverán en el paraíso de la
independencia, lo cual es un insulto al sentido común. Es la religión de niño,
si haces sacrificios ahora, el futuro será bueno, entonces tendrás, allí será,
pero ¿y ahora, cómo resolvemos los problemas actuales? Si hay fuerza para
llevar decenas de miles de personas a cogerse de la mano y formar una cadena,
¿por qué no usar la fuerza para acabar con el austericido? crecer para aumentar
trabajos y reducir penalidades ¿por qué no resolver el fraude y evasión fiscal
que acabaría con la deuda, por qué…?
Jordi Soler escribe en El País, ‘Los argumentos independentistas no resisten el
razonamiento: se basan en la ilusión’. Es
cierto, la cuestión es que van ganando, precisamente por la ilusión. Sin duda
afecta al segmento de población que apoya el soberanismo, pero es insuficiente
mirar solo ese segmento de gente que se suma al proceso con alegría visible,
resulta preocupante la ilusión de muchos trabajadores y sectores desfavorecidos
españoles que piensan que aquello de la separación no va con ellos, incluso lo
ven con simpatía, dado que
luchan contra el Estado español, que ya es sabido su carácter derechoso,
todavía más preocupante es que piensen que no les influirá el proceso de
ruptura. Los hay que más allá, en la desconfianza, interpretan el proceso
soberanista como una cortina de humo para tapar las miserias de la crisis,
¡inventada por Rajoy!
Millones
de españoles no son conscientes de que los costes económicos de una separación
perjudicarían a trabajadores y jubilados. La
secesión está íntimamente ligada con derechos laborales, pensiones, condiciones
de vida, posibilidad de crecimiento económico común… además de con aspectos
emocionales de ruptura fraternal y nadie sabe si con otros episodios hoy no
vislumbrados. La contribución neta a la caja común la realizan fiscalmente los
individuos que viven en las comunidades ricas, contribuyentes netos son las
CCAA de Madrid, Catalunya, Baleares y Valencia, el resto son receptoras, salvo
los casos de las ricas Euskadi y Navarra que no contribuyen por el concierto-cupo particular del que disfrutan. Si
algunos españoles en territorios históricamente atrasados han podido mejorar
sus condiciones de vida en estos últimos 35 años, en parte ha sido posible por
la redistribución fiscal del Estado, la esencia socialdemócrata, el estado del
bienestar, que se dotaba entre otras, de las contribuciones fiscales de
individuos pudientes y corporaciones con altos beneficios, en mayor parte
asentados en los territorios contribuyentes netos citados arriba.
Si ahora los ricos se van,
si los más pudientes no contribuyen al Estado y éste deja su labor
redistributiva, muchos millones de españoles empeorarán sus condiciones de
vida. Si los ricos dejan de pagar impuestos o consiguen que solo se gasten en
su territorio, y ese es el primer objetivo de la secesión, las dificultades las
notarán, principalmente, parados, dependientes, trabajadores y jubilados
españoles. Esta será una de las mayores agresiones que hayan vivido nunca estos
grupos de personas. Este es uno de los aspectos del problema, sin duda hay
otros, culturales, sentimentales, emocionales... A mediados de 2013, los principales problemas que
perciben los catalanes, precariedad laboral, con tres veces más peso que las
relaciones Catalunya-España, y funcionamiento de la economía, lo cual muestra
al nacionalismo barriendo todas las emociones vinculadas a la crisis económica
hacia sus intereses, sin duda un éxito de propaganda populista, pero que podría
lograr resultados desastrosos para las clases trabajadoras.
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