Las élites catalanistas tienen
considerable peso para dirigir y empujar el proceso de ruptura consiguiendo
movilizar a su favor a cientos de miles de personas, muchos de los cuales
aparentemente no deberían estar a su lado, dado que sus intereses son contradictorios
entre sí. Las encuestas de opinión del CEO, de la Generalitat, del verano de
2013, daban como máxima preocupación de los catalanes cuestiones muy parecidas
a las del resto de España, la precariedad
laboral, paro, crisis económica, pero es un hecho que desde el verano acá,
el tiempo que ya era rápido, se ha vuelto a acelerar, como si presagiara un
cambio histórico, una ruptura, un enfrentamiento que puede llegar a estallar.
En este momento, si las opiniones de un pueblo son las que aparecen manifestadas
en la CEO, hay que buscar la explicación del acelerón en las élites que
gobiernan Catalunya, Gobierno, Parlament, instituciones civiles, partidos, y el
largo etc. que conforman las élites catalanas dominantes, las cuales demuestran
su poder de dirección social al margen del conjunto de la población que
mayoritariamente tiene/tenía unas preocupaciones diferentes.
Las
élites catalanas abundan en la idea de que no hay valor en la españolidad de la
cultura, del arte, la política, la apertura al mundo… ni en el trabajo, ni en
las leyes, ni en la Constitución; los pactos de la Transición se desprecian
ahora, fue un instrumento de cierta
utilidad, pero los pactos que ellos buscaron, apoyaron y aceptaron,
lograron que Catalunya conservara su identidad, lengua, cultura, poder político
y económico con autonomía superior a cualquier otro momento, nada más que
comparar el territorio catalán de parte española con la parte francesa en la
que ni siquiera existe la lengua con carácter oficial, ni mucho menos en el sistema
educativo, lo cual debería servir para reflexionar sobre la convivencia
practicada a uno y otro lado de la frontera. Desprecian la historia española y
la común, y construyen su identidad en oposición de lo español y en defensa de
un supuesto ideal intachable de su cultura e historia; en su limbo identitario
no existen clases ni explotación, no hubo poderes, desigualdad, ni opresión
interna, no hay lugar para otras identidades, ni mezcladas ni ajenas, ni otras
emociones similares, posibles de compartir. Hoy sabemos que las tradiciones son
invenciones recientes, han sido fabricadas, pero no solo Don Pelayo y demás
historietas españolistas, también las fabulaciones de naciones con núcleos
originarios perfectos y valerosos por encima de cualquier otro: -Eric Hobsbawm
y Terence Ranger, ‘La invención de la Tradición’ Editorial Crítica- También se
pueden descolgar de
Scribid ‘Hobsbawmn, E.
‘Identidad, rev. Intern. De filosofía política, nº 3 1994.
Se
sienten europeos, pero no españoles, lo cual es extraño, porque son políticamente europeos en cuanto
españoles, ya que es el Estado español el firmante de los tratados, en los que
ellos colaboraron. No existe racionalidad para analizar procesos y problemas
desde una óptica de búsqueda de soluciones comunes, cuando antes la hubo, ahora
solo aparecen emociones desbocadas en un tren sin frenos. Los individuos de la élite política, económica, sociológica, religiosa, cultural, deportiva, mediática… son
catalanistas, -olvido intencionado, del aspecto extremadamente alejado de la
consideración colonial que se justificaría con élites españolistas dominando en
una Catalunya, sin industria y comercio, perseguido su entramado social…- los
cuerpos de élite son nacionalistas de cuna o pequeñísima minoría de asimilados,
porque la presión de integración grupal funciona en esa dirección, sin
asimilación probada nadie será aceptado en el entramado social. No es
que dichos individuos sean expulsados físicamente de la región, pero sí de la
cabeza rectora y representativa de la sociedad y mirados de otra forma serán
desplazados, esto para los españoles llegados en oleadas migratorias desde los
años cincuenta, representa un coste altísimo de marginalidad latente, que
crecerá con la independencia.
Las
direcciones de partidos de izquierdas, en sus cogollos, están compuestas en su mayoría por los individuos
citados, compartiendo el partido la identidad de clase y nacionalista, lo que
explica los vaivenes y posterior deriva
de seguidismo hacia las pautas soberanistas, para no verse excluidos de la marea, lo cual lleva aparejadas fugas
constantes de militantes y votos. Estas élites están logrando ya una ruptura
social, que desgaja a los de abajo de sus identidades obrera, cultural, de
sexo, quienes para sentirse aceptados por el grupo social en que viven han de
esconder o renunciar a su pasado, que puede tener otra procedencia física,
deben abandonar las historias familiares que les dotaban también de rasgos de
identidad diferentes, que ellos compartían para sentirse integrados por un
pueblo en el que viven y trabajan.
Los casos que conocemos en otros
países, en los que una fuerza política, culpa a los extranjeros de los males de
los trabajadores, se etiquetan como populistas, y xenófobos. Los que acusan a los emigrantes
de ser causa fundamental de los problemas de los pobres, por llevarse trabajos,
ayudas sociales, los que culpan de la degradación en sanidad y educación, por
las que cotizan los nacionales, son adjetivados por todo izquierdista, como de
populismo racista,… La misma argumentación –y política subsiguiente- produce
el nacionalismo catalán, pero aquí los izquierdistas peninsulares lo dejan
pasar, mientras, el ataque a lo externo se imputa a los ladrones españoles, por ser culpables de todos los males que
soporta el estado de bienestar catalán. La consigna los extranjeros roban a Catalunya, utiliza la misma raíz filosófica
xenófoba como justificación de la acción política, los otros, los españoles
extranjeros son los culpables.
Los
grupos de poder ciudadano en Catalunya no tienen entre sus dirigentes, a
trabajadores u otras identidades distintas a la catalana. Los progresistas
respetan las identidades minoritarias, son capaces de luchar porque puedan
expresarse libremente, pero no aceptar que los sustituyan, no se puede
catalogar a los otros como mejores y sustitutorios de los demás, que es lo que
pretenden los nacionalistas. Pelear porque otro pueda opinar está bien, pero
compartir su opinión es otra cosa muy diferente. La desigualdad en Catalunya
tiene que ver, con la clase aderezada con lo nacional, importa el lugar que
ocuparon sus padres y ellos en la producción, en la escala social, tiene que
ver con la herencia. En el proceso secesionista hay ricos y pobres juntos,
evasores fiscales y pagadores de impuestos, trabajadores y dirigentes de
corporaciones, banqueros y bancarios y vendedores, tenderos, barrenderos,
jubilados y rentistas, alta burguesía y peones, parados y ni, nis etc. etc. ¿me quieren convencer de que todos juntos tienen
el mismo interés y deben caminar al mismo paso?
El
proyecto de un nuevo estado ya está en marcha y muy avanzado, contrasta y
mucho, con el silencio del Gobierno PP, con la pasividad en las respuestas argumentales
de los defensores de la Constitución, llama la atención el silencio del pueblo
español, los partidos políticos y sindicatos en sus respectivas secciones
locales y sectoriales no debaten el gran problema que puede tumbar la
Constitución y dar un vuelco a la organización completa del Estado, que tendría
que variar ostensiblemente. Bastante de la explicación tiene que ver con el
desconocimiento del proceso, de sus protagonistas, y sus postulados; muchas
personas ante los silencios de Rajoy, piensan que carece de importancia, o que
es una etapa más de las típicas anteriores, nada más lejos de la realidad. El
proceso de separación tiene enorme fuerza y velocidad sin que puedan
descartarse acontecimientos unilaterales en el próximo año de centenarias efemérides.
Una parte
importante de la población de Cataluña ha encontrado su objetivo en la vida en
estos momentos de crisis, está organizada para luchar por un ideal, junto con
múltiples organizaciones y niveles territoriales y sectoriales, en los pueblos
y ciudades, en sectores culturales, deportivos, empresariales, en instituciones
oficiales; los argumentarios circulan por la red y en reuniones vecinales se
extienden hasta el último individuo del pueblo más apartado, hay respuestas
para todo, ocurrencias para resolver cualquier cuestión… da lo mismo el peso
intelectual que contengan, lo importante es la eficacia real, que aquí
significa el poder transformador del individuo empujando por la independencia,
lo importante no es que sea intelectualmente correcto, verdad o mentira
importan poco con un tren lanzado a toda velocidad, la capacidad de arrastre es
lo que cuenta. Cataluña ha roto su amarre con España y eso conduce a la rotura
constitucional que afecta a toda España.
Al otro lado
del Ebro, muy pocas personas conocen lo avanzado que está el asunto, el pueblo
en general está bastante alejado, desconoce argumentos, nadie podría sostener
una discusión sencilla con cualquier ciudadano catalán. Y cuando uno se desarma
argumentalmente es peligrosos porque solo le queda el recurso al pataleo, a la
fuerza. Lo desgraciado es que el recurso no valdrá para resolver el problema,
en todo caso lo aparcará. La dirección política oficial parece liderada por ERC
y Convergencia, en paralelo, pero con enorme poder, existe otra dirección del
proceso, a otro nivel popular y transversal, cuya influencia se extiende por
todo el territorio de Cataluña, bastante poco conocida en el resto de España,
con ideas y proyectos nacionales muy claros y ampliamente desarrollados, si quieren
tener mejor idea de cómo transcurre este proceso y su velocidad de circulación,
den una vuelta por las páginas y direcciones siguientes, que de ningún modo
pretenden ser exhaustivas:
Ómnium
Cultural; El Clauer; Colectivo
Wilson; Fundación CatDem; Collectiuemma; Cercle d'Estudis Sobiranistes; Círculo Catalán de Negocios;
Asociación Catalán de Profesionales; Ciemen; Fundación
Catalunya Estado; Selecciones catalanas; La fábrica; Red Blogs
soberanistas;
AMI Asociación de Municipios por la Independencia; Soberanía y
Justicia; Soberanía y Progreso; Coordinadora
Nacional; Instituto Nova Historia;
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