Las grandes empresas españolas, son menos generadoras de empleo, en relación con las pequeñas, aunque son proclives a mejorar competitividad y rentabilizar las inversiones en I+D+i, lo cual supone generar trabajos. Pero desarrollan una parte importante del negocio fuera de España –las grandes industrias todavía más que las que forman el conjunto del IBEX, pues llegan hasta 2/3 del total- . En todo caso las grandes empresas españolas son pocas y como vimos, industrialmente no destacan en puestos de cabeza en los sectores europeos.
Aparte el sector financiero, que va camino de una de las mayores transformaciones de la historia, aprovechando la crisis, ya que el gobierno pretende concentrar enormemente hasta conseguir prácticamente solo una decena de bancos que por su dimensión serían demasiado grandes para caer, lo opuesto a lo que marca la experiencia y la seguridad. La necesaria rápida solución de reforma bancaria, unida al sesgo ideológico del gobierno, nos llevará a una no solución futura, porque aumentará los riesgos para la próxima crisis, poniendo el país a merced de estos gigantes intocables.
En cualquier caso, el tejido productivo español está escaso de empresas medianas, con suficiente capacidad modernizadora, generadoras de empleo estable, y que sean capaces en el propio mercado interior de competir –dar más por menos- con los productos que vienen de fuera y al mismo tiempo capaces de exportar una parte de su producción, por tanto con capacidad de mejora continuada de competitividad, por aplicación de I+D, con posibilidades de innovar y de integrar educación, ideas y capacidades. –En las empresas españolas sobresalen las microempresas menores de 10 trabajadores, como en Italia, ambos muy por encima de la UE-27, también destacan ambos por el menor número de empresas grandes, superiores a 250 trabajadores, y destacan otra vez, por el pequeño número de medianas entre 50/250 trabajadores; estando por encima de la media de la UE-27 en las empresas pequeñas entre 10/50 trabajadores-
Fuente ‘Fundación BBVA e Ivie’
Este país necesita una reforma empresarial, tantos años perdido en las innumerables reformas laborales, algunos han olvidado que nuestro tejido empresarial era muy pobre, inculto, ignorante, anticuado, poco generador de valor y con muy pocos emprendedores en sus filas –aproximadamente la mitad de los empresarios solo tiene estudios primarios, mientras en la UE27 son la cuarta parte, mientras que no llegan a la cuarta parte los que tienen estudios secundarios, en Europa son el doble los empresarios con esta cualificación-. El empresariado español, los personajes publicitados conocidos, son mayoritariamente gestores y no empresarios, no construyeron las empresas que dirigen, en la mayoría de ocasiones fueron aupados a sus puestos por el poder político, los amigos del colegio en los gobiernos, fueron situando a la cúspide de la dirección empresarial a gentes que nunca fueron empresarios; ante cada privatización un empujón.
Así fue como hicieron siempre los negocios en este país, arrimados a la teta del Estado y sus innumerables relaciones de donde obtenían las ventajas competitivas. Los empresarios españoles, aquellos que nos presentan como triunfadores, en gran medida son unos tramposos que nunca consiguieron en buena lid sus éxitos, con su trabajo y esfuerzo, su dedicación y capacidad. Ni siquiera funcionó el supuesto mercado, lugar teórico en el que compiten unas empresas con otras, agudizando el ingenio y la productividad de lo fabricado para hacer negocios. Aquí ha funcionado la especulación, la concesión al amigo o corrupto, las ventajas que tomaron los ganadores de la guerra y sus familias, por el hecho de haber ganado, ‘el unte’ al político de turno para que firmara el contrato de suministro, el pelotazo urbanístico la recalificación de suelos, las subvenciones, exenciones y ayudas fiscales, para múltiples tipos de contratantes y negocios, hasta las amnistías fiscales…
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