He visto a Felipe González, junto a Zapatero y Alonso, dirigiéndose al grupo parlamentario socialista actual e invitados, en una dependencia del Congreso de los Diputados, conmemorando el centenario del parlamentario Pablo Iglesias.
Escuchar a Felipe es entrar en otro mundo de posibilidades. Este hombre tiene discurso político y energía, está formado y con gran experiencia, el informe sobre Europa 2030, dirigido por él, debería ser documento obligado de discusión en estos tiempos tan movidos.
Sangre, sudor y lágrimas, pero en España y hoy día, con fuerza, seguridad y coherencia, apoyándose en su historia cuando es necesario y criticando convenientemente salidas de tono a derecha e izquierda. ‘A ver si lo progresista hoy va a ser decir que hay que trabajar mas y mejor’… El valor del trabajo y del esfuerzo como valores progresistas es algo fácilmente olvidado por muchos autoproclamados izquierdistas. Nosotros en nuestra juventud, decíamos que un mal trabajador será un mal militante, exigíamos ser buen profesional y persona para poder hacer política.
Un problema verlos juntos, hablar uno después del otro, la comparación es inmediata, imposible de obviar las deficiencias de uno. Sentados escuchando estaban algunos de aquellos antiguos militantes socialistas, sesentañeros, que poco vemos aparecer en público cerca de los jovencitos actuales. Claro que tampoco vemos a muchos jovencitos, parecería como si solo hubiera 4 o 5 militantes y no miles, y esto vale para cualquier partido, se ha instalado en ellos la misma sensibilidad errónea que en las grandes empresas, cincuentañeros a la calle, (menos los jefes) como si nos sobraran conocimientos en este país.
Somos derrochones en todo, nuestra recién adquirida cultura de nuevos ricos nos ha impulsado a tirar todo, lo apartamos rápidamente como si no quisiéramos que nos reconocieran en ello, y prescindimos del valor de personas ampliamente formadas, entrenadas y en plena forma, que cambiamos por juventud, como cambiamos suelos de pino melis de doscientos años totalmente curados, que se tiran, para poner en su lugar laminados. Así somos nosotros, pueden venir grandes camiones a España a recoger por los pueblos rejas, puertas y ventanas de trescientos años para llevárselas que no nos inmutamos, Felipe, Solana, Almunia, Borrell…
¿Acaso es tan difícil convivir experiencia y juventud, por qué no vemos esto en los partidos políticos y en las grandes empresas? Alguien imagina el desperdicio tan enorme que es para un país prescindir de nuestros políticos a los 50 y dejar que se pierdan conocimientos, formación, experiencia, cada vez mas necesarias. Con lo que cuesta lograr esa formación, habría que rentabilizarla.
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