sábado, 11 de julio de 2020

Del pasado hay q hacer añicos. XVI-XVII. (5)

A finales del setecientos, las universidades creadas por España en América sumaban más de veinte centros. ‘Roca Barea recoge del investigador peruano Luis Martín, que el Colegio San Pablo de Lima custodiaba una biblioteca de unos 40.000 volúmenes, más que la mayoría de las universidades europeas de su tiempo, y diez veces más que la Universidad de Harvard entonces’, citado por Varela Ortega, quien sigue escribiendo ‘doblado el ecuador del setecientos, comenzaron a desarrollarse en España y América instituciones científicas de significativa importancia que muy pocos países tenían: jardines botánicos (en el Puerto de la Cruz, Cadiz, Madrid…observatorios astronómicos, el depósito Hidrográfico, el Real Gabinete de Historia Natural, el Real Cuerpo de Ingenieros Militares…en este contexto hay que enmarcar las impresionantes expediciones científicas españolas del XVIII:se trataba de cartografiar, hacer mediciones geográficas, astronómicas y estudios geodésicos… el objetivo científico se centraba en las ciencias naturales, la botánica, la farmacopea, la fauna y la flora del mundo hispánico… la propuesta de los ilustrados y reformistas españoles, en definitiva, significa una profunda revisión de la historia del imperio español.

Detrás de todo ello, pues, había un proyecto regeneracionista de refundación del país sobre bases económicas cercanas al liberalismo e inspiradas en los centros ilustrados que eran las Sociedades Económicas de Amigos del País, diseminadas por todo el orbe hispánico…’’

Mas adelante formula una idea a modo de conclusión, ’’aquellas expediciones e investigaciones científicas deberían servir como la demostración empírica de que España estaba en el pelotón de cabeza de las naciones cultas y así desmentir, de paso, la derogatoria propaganda difundida por los philosophes de que se trataba de un país supersticioso, ignorante e indolente…’’

Sigue diciendo:’’ los hispanoamericanos peninsulares y criollos se propusieron demostrar con estas investigaciones, experimentos in situ, lo que otros intentaban hacer en teoría… a saber: que demasiados ilustrados extranjeros estaban equivocados sobre España y América, y todo porque habían construido teorías generales sin documentación original (el Archivo de indias se arma en 1784 precisamente por ello) ni base empírica. Los ilustrados españoles les tomaron la palabra a sus maestros extranjeros: en lugar de hablar de memoria estableciendo principios generales -sentenciaba Jovellanos dirigiéndose a propios y extraños- las ciencias debían apoyarse en la observación de los fenómenos…’’

Mientras, en Europa utilizaban métodos similares. La ‘Real Proclamación contra los Católicos’, de octubre de 1591 en Inglaterra, establece un sistema vecinal de espionaje y denuncia, fue uno de esos instrumentos de control exhaustivo y abrumador (Varela Ortega) que convertía en espías al sistema vecinal inglés. Cita Varela Ortega en su libro ‘España. Un relato de grandeza y odio. Espasa’, una frase del reverendo inglés Joseph Townsend que compara y relaciona lo poco que quedaba de Inquisición en la España de la segunda mitad del setecientos ‘con los poderes terribles del tribunal espiritual que existe aún en Inglaterra’: Townsend pastor anglicano de la embajada británica, era hombre ilustrado, culto y tolerante y debía sentirse abrumado por la furia anticatólica que se desató en Inglaterra en el último cuarto del siglo XVIII, y cuya expresión más encendida fueron los motines conocidos como The Gordon Riots, contra la llamada ley papista de 1778… que causó cientos de muertos…

Páginas más adelante, Varela Ortega escribe: ‘Es un hecho que esta imagen de país fanatizado y esclavizado por los curas a través de la Inquisición, forjada por la ofensiva protestante entre el quinientos y el seiscientos, fue definitivamente acuñada por los philosophes y, con el prestigio de ceca intelectual, ha viajado casi hasta el presente como un lugar común repetido e indiscutido; incluso en tiempos y modas lisonjeras, románticas y neorrománticas… El ensayista norteamericano Severn T. Wallis, uno de los pocos que se atrevió a cuestionar imagen tan arraigada, ofreció mediado el ochocientos un interrogante de consideración: si España fuera un país tan sometido a los curas como sostenía la cruzada protestante…no era fácil de explicar la derrota del carlismo y su menguado arraigo en muchas regiones.’

El fanatismo religioso no fue/es patrimonio exclusivo de los españoles. Instrumentos de censura y represivos hubo en toda Europa, horcas y descuartizamientos contra católicos ingleses, alemanes, neerlandeses, o centros europeos, se produjeron por los protestantes, o su fracción en el poder, en esos países porque consideraban amenazado el estado y en su nombre realizaban torturas y ejecuciones a los considerados enemigos de la nación. Sigue escribiendo Varela Ortega en el libro citado: ‘…persecuciones y ejecuciones, primero (siglos XVI y XVII) y la marginación después (entre los siglos XVIII y XIX) de los católicos no se consideraba en países de mayoría protestante atentados contra la libertad religiosa, hasta el extremo de que Locke, en su Epístola de la tolerancia, entendía que reprimir el catolicismo no era un acto de intolerancia, sino una medida higiénica de profilaxis moral…Simplemente contra los papistas casi nada contaba, pero casi todo valía… y hasta en las Trece colonias, donde la Massachusetts Charter de 1691 permitía la libertad de conciencias, excepto para los papistas. En Dinamarca la ley de 1624 condenaba a muerte a todo sacerdote católico que fuera sorprendido in fraganti en el reino. Y, en Holanda, los papistas fueron objeto de una persecución sistemática y, con frecuencia sangrienta…’

Crueldad y fanatismo no fueron patrimonio exclusivo del espíritu inquisitorial de los españoles, como lo prueban las muchas guerras de religión europeas, no solo Reforma vs Contra Reforma, que durante años asolaron Europa, -Alemania, Sacro Imperio Romano Germánico, Italia, Inglaterra, Irlanda, Escocia, Países Bajos, Suiza, Austria, Dinamarca, Suecia, en Francia el rey podía ser católico y los nobles protestantes, hugonotes calvinistas, las guerras de religión duraron 30 años provocando miles de muertos. En Alemania, cada príncipe declaraba su religión oficial en su territorio, persiguiendo a los otros, considerados herejes, pero el nuevo príncipe tomaba otra religión y obligaba a convertirse, entonces las persecuciones se invertían. En toda Europa hubo mazmorras, horcas, despieces, hogueras quemando ‘brujas’ y herejes, religiosos o creyentes de cualquier otro grupo que no tuviera el poder, fueran católicos o protestantes, calvinistas o luteranos. Entre los siglos XIV y XVII en Europa fueron quemadas medio millón de personas, acusadas de maléficas, brujerías, endemoniadas, o similares. En Alemania fueron ejecutadas más de 100.000 personas.

Crueldad y fanatismo no fueron patrimonio exclusivo de los españoles, ni fueron solo y únicamente el condimento del guiso de la historia de España, ésta tuvo muchos otros aspectos en la otra cara de la moneda, siempre y en todo momento.

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