Es tradición de
izquierdas mencionar el internacionalismo como una de sus bases filosóficas,
pero sorprenden algunos activistas sociales por su querencia hacia el
nacionalismo de las patrias ajenas, muchos de cuyos iconos rebosan nacionalismo
por los cuatro costados, al tiempo que en los conflictos sobre la cuestión
nacional peninsular se dicen no nacionalistas, a pesar de lo cual sus posturas anti
españolistas les llevan a posicionarse con los nacionalismos periféricos, a simpatizar con ellos y apoyarlos.
Esto ocurre en el conflicto por la independencia catalana, una de cuyas
respuestas básicas al mismo, debería ser proyectar un marco común de mayor
integridad, equidad, justicia, fraternidad o solidaridad y libertad que las otras
propuestas que circulan carentes de los valores ilustrados.
El patriotismo democrático
español, constituye un terreno de amplio consenso alrededor de valores
cívico-políticos de la Constitución, y con ingredientes de carácter cultural e
historicista.
El patriotismo democrático, entendido
como una concepción de la identidad nacional compatible con los principios
democráticos, y neutral desde un punto de vista ideológico, religioso,
lingüístico-cultural y territorial. ‘La construcción política de la identidad
española: ¿del nacionalcatolicismo al patriotismo democrático?’ Jordi Muñoz Mendoza.
CIS. 2012.
El
patriotismo democrático queda lejos
de tener un significado progresista en muchos sectores de izquierdas, grupos, que,
al estar compuestos por activistas, su importancia cualitativa, es decir, su
proyección social es superior a la representada por su número. Para que esto
ocurra, sin duda influye poderosamente la carcunda, grupos de franquismo
sociológico y nacionalcatólicos que niegan y expulsan a la mitad de los españoles
de su identidad, a pesar de lo cual no cabe eludir la responsabilidad de las
izquierdas en su contribución a la construcción de una identidad inclusiva con
la que pudieran sentirse cómodos millones de españoles. Es un defecto, un
error, que no tengamos construido un relato histórico nacional progresista, más
allá de dos o tres iconos. En la falta de construcción de una identidad
progresista española se encuentran parte de los males del conflicto
independentista catalán y vasco, es obvio que la derecha española nunca quiso
construirlo con amplia dimensión inclusiva, no está en su ADN.
Las izquierdas en
general y la intelectualidad post transición en particular, no forjaron una
identidad progresista española contrapuesta al franquismo, con suficiente ancho
común como para sentirse cómodos en ella amplias mayorías de españoles. Demasiadas
veces aparece el rechazo a identificar las partes condenables de nuestra
historia, sin destacar nunca aspectos positivos, cuanto menos, comparables con
otras naciones europeas. Nos cuesta sentirnos españoles porque siempre han
querido expulsarnos de nuestro país, porque la historiografía española en la
mente de mucha gente sigue siendo la franquista que se apropió de nombres,
situaciones, episodios y hasta conceptos como patria, español, nación, país,
España. Que lejos, y desconocidas, quedan las llamadas a la defensa de la patria,
que hacían altavoces y proclamas republicanas, comunistas y socialistas en el
Madrid del golpe y la guerra.
La historia de las
élites dominantes españolistas ha sido excluyente y volcada históricamente a la
defensa de un pasado de privilegios para minorías y justificativa de explotación
y represión para las amplias mayorías. Ante el desgaste histórico de tanta
batalla librada por regeneracionistas, los españoles que intentaban modernizar este
país no tuvieron fuerzas suficientes para situar en lugar central otro relato,
pero existieron dichos individuos. Al fin y al cabo, la existencia de tantas
luchas y guerras, solo fueron posibles por la existencia de bandos de españoles
diferentes. Aunque los progresistas de cada momento no fueron capaces de ganar
la batalla de construir historias queridas, difundidas y aceptadas masivamente
por millones de españoles, los de abajo, trabajadores,
campesinos, laicos, intelectuales, profesionales, republicanos… historias con las que pudieran sentirse
cómodos unos y otros, que incorporaran a lo español, no solo la carcunda, que
existió, también existieron otros hombres y mujeres que construyeron este país,
en tantas cosas equiparable a lo más avanzado de cualquier país europeo.
En el relato, y de
forma poco mayoritaria, aparece apenas un poco de ilusión republicana, un poco
del movimiento anarquista y socialista español, pero faltan estudios y difusión
de los ilustrados españoles y de los humanistas del pasado más lejano que existieron
entre las élites de cada momento, cuyos resultados, muy probablemente, harían sentirnos
orgullosos a amplias mayorías. Y ahora, que, ante la globalización, mola la
identidad local, que aquí ha sido muy trabajada en la periferia y muy poco o
nada en el conjunto de país, vemos como España no seduce lo suficiente para muchos
millones de españoles, llegando a la paradoja de ver la identidad nacional
periférica como la moderna, ven todo lo relacionado con ella como festivo, y
sus representantes como avanzados, mientras la identidad española se ve solo su
lado carca, todo lo relacionado con lo español se reduce a sus componentes oscuros,
atrasados, reaccionarios, ultra religiosos, tradicionalistas…
En los años de
democracia la crítica al nacionalismo periférico quedó fundamentalmente en
manos de otro nacionalismo, ambos sectores en muchos momentos de la historia y
en la democracia fueron aliados, lo cual dejó muchos frentes sin cubrir. La izquierda
no construyó una crítica propia, no es que fuera muda, pero en algunos sectores,
su voz a veces sumaba a los nacionalismos periféricos, y en otras ocasiones era
insuficiente para realizar una crítica a los nacionalismos, porque se reducía a
la crítica diaria de posiciones puntuales y no a elaborar cuerpos teóricos diferenciadores,
de mayor calado que defendieran la universalidad de los principios de la
Ilustración de solidaridad y libertad igual para todos, eliminación de
privilegios, por lugar de nacimiento, por apellidos, religión, raza, o status
anterior. Asistimos demasiado tiempo a espectáculos de individuos que se
auto-consideran de izquierdas simpatizando con posturas retrógradas nacionalistas,
en ocasiones cercanas al fascismo, posturas que apoyan exclusivamente porque
son contrarias al gobierno central o a los español, que identifican como el
franquismo, izquierdistas reaccionarios que desarrollan anticuerpos
diferenciados del franquismo español, colmo si todos lo fuéramos, y creen que ello
les salva para justificar sus posturas anti ilustradas.
El resultado es que
tenemos partidos, militantes y simpatizantes sin referentes de patriotismo
democrático de izquierdas o progesista, pero sienten emoción por los
patriotismos de lugares muy alejados, o por los periféricos españoles. Dice Savater,[1] ‘En este país se puede ser vasco, catalán,
andaluz, sin problemas, pero difícilmente español. Los españoles son en
realidad, españolistas.’ La frase recoge mucho del problema, ante la falta
de una historia y sentimiento colectivo aceptado masivamente, las emociones
nacionales se arriman a las periféricas en tanto se alejaban del centralismo
franquista, manifestación de la postura de jugar a la contra, tan rica a las
izquierdas españolas.
La izquierda
catalana, y española, puede desaparecer si no ofrece rápidamente respuestas
diferenciadas de las nacionalistas para el conjunto de la ciudadanía, bien
entendido que para ser consideradas respuestas deberían ser abrazadas por muchos
millones de personas, lo cual descarta tanta profusión de taifas locales. La
gente no encuentra razón de ser a una opción política si las ideas que facilita
sobre la concepción del mundo y las relaciones humanas no son diferentes a las
nacionalistas. Las izquierdas, partidos, sindicatos, movimientos, militantes, simpatizantes,
no se rebelan contra la filosofía nacionalista plasmada en campañas que
denigran a los otros y alimentan el odio al español, existe desprecio por la
cultura y el mundo del trabajo español –vagos,
subsidiados-, desprecian lo que aportaron a Cataluña, y extienden su
ojeriza a los desfavorecidos, a los trabajadores españoles, por el mero hecho
de no ser catalanes, la xenofobia está dando réditos de muchos independentistas
de variada procedencia social. La salida al conflicto será difícil, pero antes
de encontrar encajes federalistas o no, -sin olvidar que España es ya un estado
federal, con algunas piezas pendientes de ajuste- hay mucho camino que debería
andarse, antes de soluciones constitucionales, deben encontrarse salidas
políticas, Pérez Royo ‘no tenemos respuesta constitucional’[2].
En el
tránsito político que vivimos el catalanismo tiene andado mucho ante los
excesivos silencios de todo el mundo, -ahora toca hablar de las izquierdas-,
los nacionalistas se han aplicado a ello durante años, mientras al otro lado se
callaba en muchos temas, durante mucho tiempo, al margen de la circulación de
clichés antiguos sobre autodeterminación y anticolonialismo que algunos aplican
tanto a pasado como a presente en cualquier país sea colonia o libre, en
cualquier época, en situaciones muy diferentes entre sí.
Pérez Royo ‘En la dirección equivocada’ [3], mantiene que 'La separación de
Cataluña de España parece estar produciéndose ya, y a una velocidad
extraordinaria al menos en el terreno de la opinión pública' su andadura de
construcción nacional está desarrollada a pleno rendimiento desde hace muchos
años, la pretensión de un patriotismo democrático español tímidamente esbozado
desde la transición sufrió un frenazo brusco con los gobiernos del PP de Aznar.
Que los españoles no estén seducidos por España es un problema considerable, si
con la crisis aumentan los desafectos, y en País Vasco y Cataluña mucho más, el
coctel puede resultar explosivo.
¿Qué hacen
las izquierdas si no defienden ideas propias? Ceder el sitio a los
nacionalismos periféricos que ocupan un lugar diferenciado al de la derecha
españolista, lo cual por desgracia para mucha gente es suficiente. Si las
izquierdas no defienden a los trabajadores españoles, catalanes –y vascos- y a
los más débiles del engaño de la pócima mágica de la secesión que dicen mejorará
sus condiciones de vida y trabajo quedará la interpretación del mundo, sus problemas
y soluciones en manos de corrientes ideológicas que llevan a compartimentar el
mundo en conjuntos de personas separadas por privilegios en trocitos marcados
por más fronteras. Si las izquierdas no construyen una identidad y sentimiento
nacional democrático, otros lo harán. Hay que abrazar una historia lo más común
posible, que integre valores y experiencias compartidas por muchos millones de
españoles, porque con ellos compartimos nuestra existencia, que podemos hacer
positiva o llena de trampas y altercados. Y con los mimbres que tenemos es
posible. La falta desde hace muchos años de una Educación para la ciudadanía, está pesando en el poderío de los
nacionalismos que encuentran una falta de patriotismo democrático en el
conjunto de la ciudadanía española, del que sin duda tiene gran responsabilidad
la derecha y su ánimo excluyente, pero las izquierdas deben plantearse la tarea
de construir una historia democrática española de la que puedan sentirse
orgullosos la mayoría de españoles, y mimbres para ello existen de sobra.
Se puede
entender el agotamiento del PSOE [4]
y del PSC, pero no hasta el punto de no elaborar una mínima respuesta al
gobierno de CiU a tanto desvarío como difunde su propaganda. Vean el ejemplo
del déficit fiscal, argumento importante de la Generalitat desde hace años, aquellos
16.000 millones de € de déficit, un año, que algunos elevaban a 20.000
anualmente y que en el Congreso de Historia llevan a 300.000 millones durante
los últimos 25 años, lo cual muestra el rango de importancia que le concedieron
y como no pudo ser de otra forma caló profundamente, ni el gobierno central, ni
PP, PSOE, PSC, ICV… fueron capaces de desmentir rápida y eficazmente de forma
masiva, se limitaron a una pequeña y perdida protesta. La solución era
sencilla, en el mismo informe de la Generalitat sobre balanzas fiscales,
aparecían otros tres modelos, dos de los cuales daban cifras considerablemente
menores de supuesto déficit y otro mostraba superávit.
No tiene explicación
tanto silencio, salvo que la lucha interna por decidir si apoyar o no el proceso
paralizara toda expresión crítica. Los nacionalismos atraen como la miel a las
moscas, parecería como si en este lado estuviéramos carentes de una identidad
de la que sentirnos orgullosos que pudiéramos contraponer, ¿incapaces de
ofertar una realidad constitucional atractiva que supere aquellas ofertas?,
¿inseguridad en su potencial?
Estamos
dejando la defensa de un modelo de sociedad en manos de la derecha, la solidaridad
ciudadana, e interregional construida en estos años pasados no es una broma
social, debería sentirse dicho peso en la construcción de identidad democrática
española, parece que somos incapaces de entender que es imprescindible sumar
para ganar, lo cual lleva aparejado ceder alguna particularidad, ceder algún
sueño para tener mejores realidades. Mucha gente se rebela solo a la contra,
mareas ciudadanas para defender el estado de bienestar que pocos días antes
hemos sido incapaces de reconocer con orgullo como signo de identidad nacional
española, icono democrático construido en los ochenta con ideas y esfuerzos de
millones de españoles que en otros tiempos fueron derrotados. No podemos
ensañarnos con quienes lo construyeron e igualarlos a sus destructores sin
pasar por el psiquiatra. Los españoles, este país, España, construyeron un
estado de bienestar comparable a los países más avanzados del mundo.
Si no es
posible defender a los que sufren opresión nacionalista en Cataluña, ni
denunciar abiertamente la tremenda corrupción catalana, ni responder a tanta
exageración propagandista, ¿para qué queremos la izquierda?, si no logran
frenar a la derecha, si tampoco resuelven la tremenda crisis, el paro,
precariedad, recortes, desahucios, desigualdades, problemas de crédito, etc. si
no es posible ofrecer una visión de sociedad diferente, ¿para qué la izquierda?
No basta con elaborar argumentos del tipo: ‘el
PP es muy malo y por eso crece el
independentismo’, lo cual, aunque tuviera una parte de veracidad, no toca
nuestra responsabilidad. Ni la principal de los independentistas. La
argumentación anterior cargada contra el gobierno central de turno, es
secundaria para mantener una postura política progresista que defienda
nítidamente una democracia contrapuesta a una decisión de independencia defendida
a raíz de un referéndum con 51% de participación y un 51% de voto afirmativo,
¡un 27% del cuerpo electoral puede decidir la autodeterminación según criterio
independentista! Es dictatorial y se viste con ropajes de alta democracia. Si
la izquierda es incapaz de contraponer otra democracia a este planteamiento, el
futuro de la izquierda aquí se convierte en una incógnita.
La
izquierda desaparecerá transmutada en nacionalismo, y entonces las supuestas
ventajas económicas nacionales lo serán a costa de la solidaridad ciudadana en
el conjunto del Estado, dicen los indepes que lo que quitan a unos españoles lo
darán a otros, a los catalanes, pero ¿quién asegura que, una vez ahorrado el
pago de impuestos a los unos, las mejoras llegarán a los otros, obreros y
pensionistas catalanes? Quizás ERC o la CUP estén haciendo la revolución
socialista y este servidor no se haya dado cuenta de que los medios de
producción y las finanzas hayan pasado a manos trabajadoras, o por el contrario
la propiedad y el poder económico siguen en las mismas manos.
El PSC e
ICV, la extrema izquierda, partidos intelectuales y militantes, han orillado críticas
básicas al nacionalismo, filosóficas y políticas, olvidaron el contenido ilustrado
de las izquierdas, por razones de oportunidad para combatir a la derechona,
también porque sus élites directivas estaban sobre representadas de
catalanistas en relación al conjunto de la población catalana, la mayoría de la
cual está reprimida por ellos. La alta población emigrante de décadas
anteriores, los trabajadores, no encuentran representantes, ni orientación ni
aclaración y la crisis los está machacando, por lo que se agarran a la salida
que otros ofrecen con gran música y colorido, salida populista que promete
mejoras jugando con discursos encendidos, con proposiciones de alternativas
fáciles de desarrollar, y que remueva las vísceras. ‘El independentismo es, la forma que ha adoptado en
Cataluña la denuncia y la desesperación…El relato catalán, ha alcanzado la
perfección del círculo político. Ha aliado a la derecha en el poder, y a buena
parte de la contestación radical de izquierdas’. El Estado de la
izquierda. Jordi Gracia. [5]
.
El
problema explotará cuando las soluciones no lleguen, a pesar de la secesión, luego
será tarde, el mal ya estará hecho. El independentismo era antiguamente un
reducto mayoritariamente elitista con puro ADN catalán, racista, xenófobo,
supremacista, que se fortalecía mostrándose unidos ante la amenaza, según
ellos, de los españoles y la clase obrera inmigrante, hoy al independentismo
tradicional se suma el sobrevenido del catalanismo antes unionista, también
racista, nacionalcatólico, xenófobo. Otro sector numeroso que suma son los
perjudicados por la crisis, aquellos que se sienten abandonados y sin esperanzas
de futuro mejor que sus padres, lo agrava la debilidad de las izquierdas sin
fuerzas para imponer un relato ilustrado coherente sobre lo ocurrido y por qué,
y lo más importante, que contenga salidas creíbles que consigan ilusionar.
La crisis
acabará con las izquierdas, [6]
escribí hace tiempo, en los comienzos de este tsunami, ahora en uno de sus
episodios, el secesionismo contribuirá a enterrarlas en Cataluña y en el resto
de España, porque millones de personas sentirán que han sido abandonadas y se
preguntarán sobre su utilidad. Las regiones y personas ricas pretenden separarse,
destruyen la solidaridad con las menos favorecidas, cada cual, a su aire, es el
proceso neoliberal que se extiende por el mundo y aquí los catalanistas quieren
camuflarlo con el olor nacional. Las grandes corporaciones y los ricos se
quieren separar del resto de la sociedad, dejar de pagar impuestos con los
mismos argumentos, cada palo que aguante
su vela, su dinero es suyo y valdrá
más a su familia, a su clan. Los ricos se niegan a contribuir al salario
social, el resto de la sociedad les importa un pimiento. Es triste ver que
muchos defensores o luchadores por la
independencia sean grupos de trabajadores, les apoyan en su pretensión de no
pagar impuestos que sostenían parte del estado de bienestar de los menos
favorecidos, quieren acabar con la idea de que el Estado redistribuya una parte
de la riqueza y son apoyados por individuos que consideran progresista estar
luchando por una futura nación, hoy dicen que colonia, contra un país fascista,
dicen, como España.
España y Cataluña en su
relato son dos entes diferentes, con pueblos homogéneos a cada lado, cuando la historia
demostró ser compartida durante cientos de años, tan carca o progre en un lado
como en otro y dentro de cada lado, o pueblo, con gran diversidad de posturas y
alianzas cambiantes en cada época. En esta España federal son territorios
contribuyentes netos, Madrid, -la mayor contribución-, también Catalunya,
Baleares y en menor medida Valencia, y con su particular estatus privilegiado,
País Vasco y Navarra, regiones altamente ricas que no contribuyen como el resto.
¿Hasta cuándo?, la solidaridad y el pensamiento progresista debería denunciar
esos privilegios.
Se paga un coste muy
alto al aceptar que el movimiento sindical, y los partidos de izquierdas, queden
arrastrados por el catalanismo o cualquier nacionalismo, mientras discuten
estas cosas no se generan movilizaciones contra el paro, de largo nuestro mayor
problema.[7]
Algunos factores que influyen en la actitud de partidos, movimientos e
individuos son la comodidad que brindan las mayorías, estar en minoría es muy
duro, pocos vecinos atienden, casi nadie presta atención en los medios… también
influye la movilización nacionalista y su carácter festivo, la facilidad de
dejarse llevar por la riada contribuye a sentirse integrado, y querido, y da un
cierto sentido de utilidad a cuanto se hace
El independentismo
presume de que la segunda generación emigrante ganará la independencia, así creen
que pasó en las Américas. Como si esta segunda generación, aquí en Cataluña, tuviera
importancia en la configuración de los grupos de poder, allí esa generación formaba
parte de la élite americana, aquí los poderes son catalanistas tradicionales. Los grupos de poder catalán y vasco tienen
amplia representación política, económica y cultural no solo en sus
territorios, sino en el conjunto de España y sus instituciones, formando parte
de la élite gobernante junto con las españolas. El grupo de poder dominante
durante el franquismo no puede entenderse sin la oligarquía financiera vasca y
la burguesía catalana.
La magia de una ilusión
arrastra individuos, creen que resolverá al día siguiente los problemas ciudadanos,
será mentira, pero entonces fomentarán el olvido para los de abajo, habrá
desaparecido la apuesta nacionalista entre los desposeídos, se habrá evaporado
durante el proceso la fraternidad, esa que tiene apoyo en la ideología de cada
individuo, las condiciones materiales no mejorarán, ni la equidad en los
factores políticos de representación, de mayores libertades que para más de la
mitad de población se reducirán. ¿Que impedirá a los pudientes dejar de pagar
impuestos? al fin y al cabo uno de los argumentos centrales de las movilizaciones
secesionistas es que los impuestos vayan al bolsillo de quien los genera. ¿Acaso
creen que aumente la solidaridad que hoy contempla la Constitución? Su lucha es
anti-ilustrada, conceden prioridad a lo emocional sobre lo racional, pretende
reducir la idea de igualdad para todo ciudadano del territorio, quiere aumentar
privilegios de cuna, por lengua, sangre y apellidos, reducir derechos a más de la
mitad de la población, los no independentistas… no crean que vaya a mejorar la
vida de los menos favorecidos, a tener menos horas de trabajo con mayores
salarios, vacaciones, mejores barrios, mayores pensiones, mejor y mayor sanidad
y escuelas… la secesión es la forma catalana de la rebelión de los ricos contra
los pobres. Preguntados ¿en qué mejoran derechos sus nuevos textos que
configurarán su Constitución respecto de la actual? La respuesta que suelen dar
en sus argumentarios es, ‘no te dejes
dominar por el miedo’.
El PSC ha ido perdiendo apoyos populares y de militancia catalanista, ICV ha ido recogiendo votos de izquierda perdidos por los socialistas a consecuencia de la crisis, igual en toda España, inicialmente sin consideraciones soberanistas, dicen estar siendo empujado hacia esas posiciones, que para no perder pie, justifican, por lo que no será extraño que pierda fuerza a medio plazo, vía CUP y ERC, porque la gente elige secesión sin costes y prefiere los originales a los tibios; no es que los partidos fallen, que lo hacen, es que la fuerza de la corriente está rompiendo los embalses ¿Por qué eligen hoy independencia? Sueñan hacer nacer un nuevo país, inmaculado sin arañazos pasados, todo lo que hubiera de malo se adjudica a los españoles, sueñan un futuro paraíso dorado, sin costes, a la magia del movimiento independentista, nadie opone otra cosa, ni crítica a los nacionalismos, ni respuestas.
Una historia similar de base parecida se aprecia en los guetos obreristas
que votan extrema derecha en Europa. Y el
que venga detrás que se joda. La
cuestión es que una salida como la independencia no tiene vuelta atrás en los
destrozos que provoca, no valdrá arrepentirse luego, las rupturas no podrían
resolverse a medio plazo, es por ello que la Ley de Claridad canadiense habla
de mayorías suficientemente amplias, sostenidas en el tiempo, de procesos
negociados, etc. y no de impulsos unilaterales. Se echa en falta una
responsabilidad de defender principios, sean seguidos por muchos o pocos, al
margen de corrientes momentáneas.
No existe la
responsabilidad partidista sin responsabilidad individual, aquí siempre muy
cómoda para desviar las culpas a partidos y líderes y salvar el pellejo
individual, los militantes y simpatizantes izquierdistas hartos de tanta
corrupción y crisis deberán decidir y tomar posiciones ante lo que representará
la pérdida de apoyos al sentimiento ilustrado de izquierdas, no solo en cuanto
reducción de fuerzas electorales que dejarán los parlamentos listos para
enormes cambios derechistas, como estamos viendo con la coartada de la crisis,
sino para las ideas básicas que asumirá la conciencia individual de una generación.
Es en los momentos de tensión cuando se enfrentan las ideas personales con el
imaginario colectivo que las soportan. No es progresista apoyar el
independentismo, la fragmentación, las fronteras, la consideración de
extranjeros a otros que piensan diferente. Históricamente existieron en España
reinos diversos, León, Aragón, Murcia, Granada, Castilla, Valencia… en serio
¿alguien puede defender hoy como progresista apoyar la autodeterminación de
estas antiguas realidades? Siempre habrá causas pendientes, ¿volvemos al mundo
de la Edad Media, de aldeas, clanes y tribus al grito de adelante la
modernidad? Los poderes económicos se frotan las manos cada vez que oyen hablar
de desmembrar el poder político.
Son frecuentes las
muestras de simpatías por los nacionalismos
periféricos, en personas que no sienten algo parecido por la unión, con la
sola explicación de que en el otro lado
están las derechas. Pero, las derechas están a ambos lados. Ha calado con
el aurea de más democrático el derecho a decidir la autodeterminación en un
país libre y democrático, cuando como poco existe el derecho equivalente a la
integridad. Para alguno supone una rebelión, - ¡que se jodan! pero a la inversa-. Abrazaron erróneamente que la
ideología de izquierdas se limita a protestar, a estar en contra, por principio,
les resulta más sencillo aceptar la oposición a un gobierno que la defensa de
principios que debe hacerse en positivo, racionalidad, solidaridad, libertad,
igualdad... obnubilados por grandes movilizaciones de masas creen estar en una
revolución, cuando se trata de una involución.
Apoyan acciones y
argumentos por el mero hecho de que van contra lo español, por desafección con
la historia de España. Como los tradicionalistas, los nacionalismos periféricos
fueron contra la modernidad ilustrada, pero muchos no se sienten concernidos, escudarse
en que el PP es malísimo y ‘La Razón’ una máquina de hacer secesionistas
esconde lo fundamental, la inexistencia de criterio propio sobre los
nacionalismos ¿Por qué aceptar que una secesión es democrática cuando ninguna
constitución del mundo lo contempla? Solo una enorme falta de conocimiento
cegada por la religión puede creer que Cataluña sea una colonia con derecho a
la autodeterminación.
Si el secesionismo
fuera un plus democrático, ¿por qué no lo incluyen en sus textos quienes lo
consiguen? ¿Acaso Barcelona o Tarrasa no tienen derecho a la secesión, de
Cataluña? En los supuestos de Ley de Claridad canadiense se contempla el mismo
derecho del todo y también de una parte del territorio escindido. Y puestos ya,
los barrios ricos de los barrios pobres ¿Por qué aceptar la independencia
creyendo que todo un pueblo lo pide, sin comprobar a cuántos afecta y de qué forma?
Los
votos no mostraron nunca mayoría independentista, CiU fue unionista hasta las
últimas elecciones, encuestas de la Generalitat daban minorías independentistas
hasta hace poco. Desde la Transición el independentismo se mantuvo por debajo
del 15%. ¿Qué o quiénes son los catalanes? el pueblo catalán que ha construido
Cataluña no es un bloque de hormigón catalanista, sino conjuntos variados de gente,
en gran parte emigrante, en los años 20 y en los 50/70 con tradiciones e
intereses muy diversos fuera de la órbita nacionalista. Apoyar intereses
independentistas supone estar en contra de los no independentistas, que hasta
ahora fueron mayoría. ¿Por qué no aceptar que esta democracia española es tan
buena como cualquier otra?, nuestra historia no es peor que la de otros europeos,
simplemente nadie la contó incluyendo a todos.
La independencia no es
un recurso al margen de las fuerzas que la dirigen, de sus documentos y
propaganda. El proceso en Cataluña no es progresista, sus proclamas quedan atrás
de la Constitución en cuanto a libertades, derechos y conceptos solidarios,
defiende a poderes económicos, propone el individualismo como forma de vida, los impuestos para quien los paga, crea
barreras sociales soportadas en antiguas tradiciones, historias, lugar de
nacimiento, idioma, pertenencia a clanes, a colectivos culturales…declara
enemigos y extranjeros a los otros, … Su esquema básico es el principio neoliberal,
de ‘a cada uno lo suyo’, su proyecto
de agitación y propaganda difunde la xenofobia, lo anti español, ‘los españoles roban, expolian’, su
práctica es antidemocrática, sus leyes no son generalizables, las aceptan si
les sirven, lo que les sea diferente a la independencia no tiene valor para
salir en los medios o ser discutido, airean el valor democrático del ejemplo
escocés y canadiense, sin aceptar que dichos modelos tienen un respeto escrupuloso
a la legalidad, en ningún caso se producen declaraciones unilaterales de
independencia. Parece dar vergüenza considerar de mayor talla democrática la defensa
de principios que debería contener todo patriotismo ciudadano, equidad,
libertad, justicia, fraternidad, entendida
como solidaridad independientemente de orígenes, lenguas, color de la piel...
El impulsor de la Ley de Claridad
canadiense, Stephane Dion, opinaba que: ‘En una democracia no hay argumento moral posible que justifique convertir a
nuestros conciudadanos en extranjeros’… ‘Mis aliados son la claridad y la
franqueza, y mis adversarios, la confusión y la ambigüedad’... Todos somos los
unos y los otros… Uno puede estar en contra de un Estado que atenta contra los derechos
humanos elementales…’
’En el mundo hay al menos 3.000 grupos diferentes identificados y sólo 196
Estados en las Naciones Unidas. La mayor parte de esos Estados no son Estados étnicos
homogéneos ni tienen una sola lengua, una única religión, una sola cultura’…’Si todas las provincias canadienses y todas las
regiones europeas quieren estar presentes en los foros internacionales, el
planeta se haría ingobernable’
‘Porque en una democracia se trata de ser solidario con todos tus
conciudadanos. Aceptas a todos sin atender a sus orígenes, su idioma o su
religión. Y el secesionismo es lo contrario. Con el secesionismo eliges a
quiénes quieres mantener como conciudadanos y a quiénes quieres convertir en extranjeros.’
Manuel Herranz. Diciembre 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario