‘No
se puede culpar a los musulmanes de los atentados terroristas’, ‘esto no es una guerra de religión’, gritan desde una acera. Es
cierto, pero tan cierto como que el yihadismo existe, vemos y sentimos la
guerra, o esfuerzo, militar, violento, terrorista, para castigar y doblegar a
los infieles que son los no musulmanes. No son los musulmanes, pero tan cierto
como que los luchadores yihadistas encuentran protección en amplios sectores de
población afín a sus comportamientos religiosos/culturales, identitarios,
dentro del islam.
Tan cierto como que desde el mundo
musulmán no hay un combate frontal contra el terrorismo yihadista, sí algunas
condenas, faltaría más, pero siguen sin implicarse abiertamente, no se dan
cuenta masivamente del tremendo error de no oponerse frontalmente con todas las
consecuencias, necesario si pretenden desmarcarse y que el resto del planeta
tenga la percepción de que fueran cuestiones diferentes.
Los terroristas yihadistas invocan
al islam para realizar sus actos, se apoyan en sus textos sagrados, en su
profeta Mahoma, siguen o interpretan la sharia… naturalmente 1.500 millones de
musulmanes no son terroristas, todo el mundo lo sabe, pero los musulmanes en su
generalidad más amplia aceptan/defienden/practican formas de vida que chocan
frontalmente con el mundo laico occidental, en el cual las mujeres, niños y
adultos, mantienen derechos y libertades en igualdad, logrando autonomía respecto
a dictados de los libros sagrados y
sus intérpretes; también las relaciones sexuales y relaciones políticas, se
someten a normas y leyes civiles fuera de los patrones de los libros e imanes
de la religión.
Los musulmanes aúnan la autoridad
política y religiosa, normas religiosas y legislación civil, comportamientos
civiles son juzgados y reprimidos bajo patrones religiosos, que llevan a la
antigüedad y Edad Media… ese es uno de los basamentos del yihadismo, la
autoridad político religiosa del califa del ISIS, el Estado Islámico. Estado
porque tiene territorio con criterios comunes en sus leyes o normas, porque
patrimonializa la violencia centralizada en la autoridad del califa y sus
fuerzas para hacer respetar sus normas, estado porque tiene recursos
económicos, militares, religiosos, políticos, educativos, con los que apoya,
ayuda, difunde e interviene en la preparación y organización de comandos
terroristas. Al tiempo, la existencia de un espacio territorial con ese contenido,
actúa como efecto llamada para individuos y suma de grupos yihadistas autónomos
desconectados hasta ahora.
Dentro de ese territorio se entrenan
y forman los militantes yihadistas que posteriormente difunden por Europa y
resto del mundo, dentro de ese territorio tienen pozos de petróleo, que son enormes
fuentes de financiación, como lo son los secuestros y el tráfico de personas,
refugiados sirios, y los tráficos de armas y drogas que expanden en países
limítrofes, dentro de ese territorio se investigan y elaboran nuevas armas
químicas y bacteriológicas altamente terroríficas, muy baratas y sencillas de
utilizar en Occidente –se han encontrado ordenadores en Siria con suficiente
información al respecto-. Y surge el problema, ¿es creíble o no?, para un
individuo en las redes sociales puede no serlo, de acuerdo con los
antecedentes, y criticar apoyándose en su creencia, pero un gobierno o partido
político no pueden asumir el coste de no considerarlo y responsabilizarse por
omisión de un atentado químico en cualquier población europea.
La existencia de ese estado explica el
por qué la intención de bombardear, una de cuyas finalidades es minar sus
finanzas destruyendo campos petroleros, flotas de camiones de transporte, de petróleo
y otros mercancías, campos de entrenamiento… Sin duda eso solo no resolverá el
problema, sin duda habrá que aplicar una ristra de medidas diversas, políticas,
económicas, ideológicas, culturales, de espionaje, policiales, etc. etc. durante
largo, largo tiempo, pero sin duda los partidos políticos tendrán que aceptar
que la amenaza existe y es real.
Claro, claro, la realidad es
compleja y todo influye, las guerras son focos de extremismos y destrucción,
por tanto de generación de odios y fanatismos, el comercio de armas entre
países y el tráfico ilegal de armas, así como el tráfico de drogas y personas, el
petróleo, etc. ayudan a la financiación del terrorismo y ahora del ISIS y
AlQaeda, también ayudan a dar el salto de muchos inadaptados, la marginación y
penurias y la creación de guetos en barrios occidentales, etc. pero dicen los
entendidos que una gran proporción de los actuales yihadistas en ISIS, son
clase media y no solo marginados. Está claro que los atentados de París han
abierto la ventana a una realidad que se percibe altamente insegura en Europa y
alrededor del Mediterráneo, Oriente y el Sahel, que hasta ahora millones de europeos
desconocían.
El problema es altamente complejo, y
combatirlo es un verdadero lío, porque uno
se divide en dos, tras cada decisión de combate aparecerán dos caras una
romperá/detendrá la amenaza, otra, generará más odio y activismo en el mundo
musulmán, ante cada registro masivo, cada detención, cada control, cada acción
represiva sobre el terreno, cada bomba, cada muerte, generará reacciones...
Amén de las contradicciones que experimentará la forma de vida occidental, el
debate libertad/seguridad dará como resultados, cambios en el mundo que
conocemos. Por ejemplo detener individuos antes de que se produzcan atentados
no fue norma occidental, pero sabemos que muchos activistas están fichados y
seguidos, y la gente se pregunta ¿por qué no los cogieron antes? La respuesta
hasta ahora es porque antes no habían cometido el delito, aunque todo parecía
indicar que su camino conducía a ese objetivo. Schengen, o la libre circulación
de personas por las fronteras interiores de Europa ha mostrado que algunos
terroristas entraron desde Siria por Grecia y atravesaron toda Europa por donde
quisieron… no será sencillo tomar decisiones que sean eficaces medidas
antiterroristas y al tiempo carezcan de contraindicaciones sociales.
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