jueves, 5 de noviembre de 2015

Cosas sobre el secesionismo que no conté. 1

La situación que estamos viviendo es gravísima, y lo que nos falta, a pesar de la percepción de calma, sin algaradas aparentes, conduce directamente a una colisión cuyos resultados desconocemos todos; probablemente es lo que está buscando el secesionismo como una de las salidas más factible a esta etapa del proceso, tras saltarse las leyes españolas, Constitución, las leyes catalanas, el Estatut, y ahora las leyes internas del Parlament de Catalunya. Efectivamente, son leyes, lo cual implica que son un aspecto de la política, no son el bálsamo de Fierabras, pero tampoco algo ajeno a la política como parecen dar a entender algunos individuos. Toda sociedad se dota de normas y pone en uso comportamientos para convivir,  son esenciales en toda colectividad, forman parte del pacto social que suscribe la ciudadanía en su conjunto, formulado, apoyado y refrendado por sus votos en las democracias, al fin y al cabo las leyes son resultante de la correlación de fuerzas en toda sociedad, aquí en una etapa en que la ciudadanía ejerció su derecho a decidir.

Si la correlación de fuerzas cambia en una sociedad democrática lo suyo es cambiar las leyes, pero no saltárselas para adaptarlas a su preferencia particular, a la de su grupo, o para crearlas a su imagen y estricto beneficio, que ni siquiera es compartido por una mayoría de población, eso no solo no es democrático es un comportamiento autoritario, dictatorial, si además se hace apoyado en leyes proclamadas por uno mismo, y/o arropado en el privilegio que le dan las que les suponen legitimidad ante el conjunto de la ciudadanía, supone implícitamente actuar muy cerca de un golpe de mano. Quienes lo apoyan deben saber que están aceptando como norma de práctica política, que cualquiera, en cualquier momento, puede hacer lo mismo, en cualquier parte. Vieja tradición española de lo más perniciosa para clases populares y los más débiles de cualquier sociedad.

Ya no es posible marear la perdiz ni dormitar, -en el caso de algunos-,  tampoco sirve para nada positivo esconderse tras las palabras, en el caso de otros, ‘esto lo tiene que resolver la política’, ‘hay que modificar la Constitución’ ‘tenemos que lograr hacer un país federal’. Pues claro que lo tiene que resolver la política, pero hoy, con la declaración unilateral de independencia de Cataluña realizada por Forcadell, apoyada en una mayoría simple parlamentaria, ni siquiera mayoría absoluta, ni por supuesto una mayoría cualificada parlamentaria, ¡ni tan siquiera mayoría de votos de la ciudadanía! Lo cual debería servir para presuponer que hay más ciudadanos en contra que a favor de esa decisión allí, en Cataluña ¡Qué lejos queda eso de la recomendación de mayoría clara de la población y mayoría amplia realizada por la Claridad Canadiense!

Hoy no vale esconderse tras cuestiones que quizás habría que discutir en el futuro, si ese futuro existe, hoy cada cual tenemos que decidir si aceptamos que una mayoría simple parlamentaria pueda secesionar Cataluña, ¡¡ mayoría menor que para reformar su propia ley, el Estatut, que requiere 2/3 !! Ahora cada cual tiene que decidir si una mayoría simple parlamentaria, con minoría de votos del pueblo, puede independizar un país, la respuesta hoy debe ser a la decisión inmediata, al problema planteado ahora, hay que decir alto y claro si esa actitud se considera democrática, o no. Porque esa decisión supone enfrentar gravemente una parte del pueblo catalán contra la otra mitad y contra la mayoría de españoles. Debería quedar muy clara la postura y argumentación de cada líder, de cada partido y organización, sobre si aceptan como forma válida de contrato social el que cada vez que se celebren elecciones, una mayoría simple pueda cambiar la Constitución, la forma del Estado, o la pertenencia de un territorio al conjunto de Europa y de España. Por cierto, si nos atenemos a la realidad, España hoy está dentro de los países federales, solo que el miedo a las palabras y su uso electoral, no lo reconocen así. En todo caso habrá que discutir el grado y si hay que desarrollarlo más o menos. Y otra cuestión distinta es si Cataluña quiere reformar la Constitución, para qué, o si el sistema federal es lo que pretenden, o quieren el confederal, o nada.

No es una anécdota más en nuestras vidas de la que mañana podamos olvidarnos y punto. De producirse, una secesión será un punto de ruptura para millones de personas, lo cual significará violencia dentro de amplias capas populares, luchas entre iguales, entre familiares, amigos,… ciudadanos con múltiples identidades comunes, sean culturales, idiomáticas, históricas, económicas, democráticas, europeas,… romperán sus relaciones enfrentándose a lo desconocido en pos de una fantasía, porque nada asegura que un nuevo estado republicano, resuelva los problemas de mayor libertad, igualdad, solidaridad, o los concretos de paro, deuda, competitividad, posicionándose ante la globalización de forma más favorable para la inmensa mayoría de la ciudadanía,… y lo harán en base a una ilusión identitaria, la nacionalista, que consideran de muy superior rango, al resto de identidades que los une, por tanto la reconocen derechos decisorios de expulsión, ruptura y frontera.

Hasta ahora, por diversas circunstancias, no imputables solo a un campo, los individuos participantes en las movilizaciones secesionistas han vivido el proceso como si de una fiesta se tratara, salían a las calles a un acto, reivindicativo, alegremente, una actividad de ocio, al igual que fueran a una carrera de bicis, un paseo, maratón o concierto; como si de una romería se tratara familias enteras, niños, jóvenes, mayores y ancianos, salían a divertirse reclamando partir y separar una parte de un país del conjunto, querían la secesión. Como si lograr la independencia de un país, de cualquier país, se hubiera podido realizar con fiestas, o con golpes de clik en el ordenata, lo cual, que yo recuerde, no tiene muchas referencias históricas mundiales.

A pesar de todo por parte del Sr. Mas y Cía, hemos tenido que aguantar la asquerosa mentira de que esa lucha por la independencia catalana, esas manifestaciones en las que nunca ocurrió ningún percance, eran similares a las luchas por los derechos civiles en EEUU. Un enorme insulto a la inteligencia y sobre todo hacia aquellos luchadores negros, que apoyados por blancos, pelearon en el pasado –y siguen peleando- para lograr asientos de autobús, o mesas en locales públicos, el derecho al voto, poder entrar a espectáculos por la puerta principal, jugar deportes profesionales, cantar, escribir, representar, tener trabajo, posibilidad de poder estudiar, elegir vivir… Lo curioso es que a los asistentes y a los que apoyaban románticamente el movimiento no les chirriaban las neuronas, recordando otras situaciones, otros momentos.

Que el movimiento no haya tenido accidentes dignos de mención, tiene que ver con varias razones:

1) Por descontado el movimiento es amplio, numeroso, porque había gente independentista, tradicionalmente un 15% hacia 2010, al que se han sumado todos los descontentos con la crisis y la corrupción española, no la catalana, lo cual puede haber doblado el número de los secesionistas, a los que se agregan los nuevos conversos ante una ventana de oportunidad de cambios que abrió la debilidad institucional, tanto europea y española, como catalana.

2) Los organizadores de movilizaciones masivas se han cuidado muy mucho de practicar la violencia, entre otras razones porque hubiera recortado considerablemente sus apoyos. Pero al mismo tiempo habría que destacar, la otra cara de la moneda, los otros no incordiaron ni se opusieron de ningún modo, las fuerzas contrarias a la secesión, al menos la mitad de los catalanes, o el Estado español, no puso en marcha medios represivos violentos, ni de ningún otro tipo. Cuando se critica por tantas cosas la democracia española, habría que reconocer que al mismo tiempo las altas dosis sociales e institucionales de tolerancia, no existen muchas experiencias actuales de este calibre permisivo en el resto de países del mundo.


3) Su carácter festivo también lo explica que este movimiento es a favor de la corriente, está impulsado y protegido por los gobernantes, apoyado, organizado y financiado por la Generalitat y los poderes catalanes, que lograron convencer de que el objetivo de la independencia resolvería SU corrupción, y todos los problemas que tuviera cualquier individuo catalán. Evidentemente el movimiento está arropado por una pléyade de funcionarios y responsables situados en altos niveles de instituciones y organizaciones de la sociedad civil catalanista, -con buenos sueldos oficiales u oficiosos, alto prestigio publicitado y difundido y cotas de poder permeables hacia arriba y abajo-, ni que decir tiene que la mayoría de estos individuos forman parte de élites minoritarias respecto al conjunto de la población, son abrumadoramente apellidos catalanes, aunque la población en su inmensa mayoría cuenta con apellidos castellanos, los marginados. 

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