Cuando
yo era joven, en la extrema izquierda era muy común considerar
a todo el mundo, inútiles, traidores, vendidos -ahora también- . En ese grupo entraban gentes
como los socialistas, los comunistas,… y claro, Gregorio Peces-Barba. En aquel
entonces, a finales de los sesenta y setenta, las bocas se llenaban de una
palabra, revolución, que era algo así como el paraíso cristiano, o de
cualquier religión, donde la gente viviría feliz toda la eternidad, pero, eso
sí al final de los tiempos. Por descontado a ese lugar solo podrían llegar los
privilegiados que siguieran a los líderes revolucionarios, o religiosos tanto
da, ellos eran los que tenían las llaves para abrir las puertas e interpretar
los mensajes de las escrituras.
El
problema es que mientras tanto había que vivir, y millones de personas nacidas
en España estaban sometidas a condiciones de vida en las que era muy difícil
escuchar voces diferentes, porque hasta las noticias se daban obligatoriamente
las que escribían los servidores del poder, a la misma hora en ‘el parte’, era
raro expresar ideas distintas a las oficiales porque podías ir a la cárcel, o
recibir una paliza de polis, o parapolis, tampoco podían manifestarse sin que
le dieran unos cuantos golpes o quizás unas balas disparadas al aire –durante
la transición hubo más de cien muertos en las calles, por la poli y los fachas,
en las manifestaciones, encierros y protestas…-
Ahora
hay un embellecimiento del franquismo
provocado por revisionistas derechosos que saben lo que se hacen y por otros
grupos de individuos que rememoran sus tiempos de juventud donde todo era más
joven-bonito, ambos con la pretensión de volver a otro tipo de sociedad y no de
arreglar los evidentes problemas de esta y convendría no olvidar de dónde
venimos, para no volver allá, a pesar de que muchos a ambos lados del camino
parecen defender aquello. Aquello era el franquismo, los negros años cuarenta, los cincuenta, los sesenta y lo que
para algunos quedó en el recuerdo los setenta, sin la dureza anterior, pero
nada que ver con las conquistas que llegaron después camino hacia otra sociedad
posible muy diferente de la anterior.
En
los años ochenta, la gente masivamente, en los barrios empieza a tener pisos con agua caliente, con
baños y wc., comienza a disfrutar de vacaciones y volver a sus trabajos, los
niños, todos, van a los colegios, se abren ambulatorios y hospitales que
atienden a todo el pueblo no solo a los privilegiados, los barrios se asientan
y comienzan a tener transportes. Los viejos, masivamente se empiezan a
disfrutar las pensiones, las jóvenes pueden ir a estudiar a la universidad, las
mujeres pueden abrir negocios y cuentas corrientes; y separarse de maridos
indeseados, conquistan el derecho a utilizar su propio cuerpo cuándo, cómo y
con quien quieren, sin peligro de cárcel… Es posible elegir concejales,
diputados…y cambiarlos, insultarlos, denunciarlos, echarlos… y nos empezamos a
enterar de que existe corrupción, que anteriormente existía ampliamente pero que era imposible conocer
públicamente…
De
repente la gente comienza a darse cuenta de que no está en la España negra de
toda la vida, donde no hace mucho el señorito, la guardia civil, el patrono,
el alcalde, la poli, las bandas fascistas, o el falangista de postguerra que
controlaba las colonias de barrio… le pegaban cuando querían, o agredían a las
mujeres, detienen, encarcelan, expulsan de trabajos o localidades… Las
condiciones materiales de vida mejoran y las relaciones sociales se hacen más
libres, justas e igualitarias.
En
mi juventud, se gritaba ‘La lucha está en la calle y no en el
Parlamento’ para significar que
lo importante se hacía por las calles, AAVV, sindicatos, en los centros de
trabajos y universidades, etc. minorando la importancia del político
parlamentario. Los cambios sociales tienen que ver con millones de personas,
miles de luchas individuales y colectivas, -durante la transición llegaban a 16
millones de horas anuales de huelgas, absolutamente nada que ver con la
actualidad- pero los cambios sociales tienen que ver también con leyes que impulsan y consolidan derechos, que enmarcan las luchas aparentemente dispersas, que los protegen y difunden.
El tiempo debería atemperar posturas;
y hoy es impensable creer en la transformación de la sociedad española sin
tener en cuenta el importante trabajo de Gregorio Peces Barba. Efectivamente todo
sumaba, pero mejor si caminaba en la misma dirección. La Constitución, los
trabajos parlamentarios, las leyes, la lucha intelectual y política de Gregorio
Peces Barba, han modificado cientos de miles de vidas individuales, han
transformado realidades vitales.
«Cuando yo era joven, en la extrema izquierda era muy común considerar a todo el mundo, inútiles, traidores, vendidos -ahora también- . En ese grupo entraban gentes como los socialistas, los comunistas,… y claro, Gregorio Peces-Barba.»
ResponderEliminarMuy bien tu artículo, Manuel. Está cargado del realismo alimentado por tus vivencias.
No tengo mucho para discrepar, aunque tampoco lo suscribo al 100%. Yo soy de los que creen que Felipe González debió ser más de izquierdas; que Zapatero debió ser más de izquierdas.
Lo mismo digo para el caso de Gregorio Peces-Barba.
El problema de los españoles es que abundan muchos fascistas, franquistas, derechistas, centristas, "apolíticos", tibios, oportunistas, acomodaticios...., y poquitos, poquísimos izquierdistas que superen mínimamente el listón de un aceptable izquierdismo.
De tu época de joven de extrema izquierda, hasta ahora mismo, quizás podrás tener la serena lucidez de que mi comentario no es nada disparatado.
Saludos socialistas,
No es disparatado. A todos nos gustarían cosas...el problema es cuando analizo las posibilidades y de aquella transición veo la resultante entre los extrema izqdosos, las izquierdas, anarquistas...fascistas, franquistas, y muchos etc. la resultante que salió -lógicamente condensada en la Constitución- cada uno empujando para su lado, permitió vivir con una base posible, satisfactoria, nunca vivida en España.
ResponderEliminarLa pregunta es, mas al lado izquierdo, suma más gente? o resta?,
Porque insisto que el problema, en política, no son los gustos personales, sino las posibilidades de vivir en conjunto los españoles. Ejemplo nuestro, tuyo, mio, laicismo, ¿como diablos lo conseguimos? porque yo creo no hay una mayoría de consenso que quisiera suprimir procesiones, colegios religiosos, subvenciones estatales, apropiación de terrenos, edificios, y tantos etc.
Por lo que conozco de Peces Barba, a él también le hubiera gustado vivir en una sociedad mucho más civil, laica -consideraba la Iglesia como uno de los grandes pbmas españoles, con una derecha menos gobernada por la derechona,sin tantos problemas nacionalistas...