Mi amigo Pepe y yo utilizamos el correo a menudo y a veces nos salen cosas curiosas como este cruce sobre la falta de racionalidad en algún lateral izquierdo. Comienza mi amigo:
Uno de los grandes problemas de la izquierda de hoy, de la nuestra y de la siguiente generación, es que aún no ha pasado por la Revolución francesa, por la Independencia americana o la restauración inglesa de 1668, y que no tiene nada claro el asunto de los derechos civiles, de los límites del poder, de la legalidad y la ilegalidad, de las reglas del juego, del papel de las instituciones, de la representación política, de la legitimidad y cosas como esas, que parecen secundarias, de detalle, ante el gran proyecto de liberar a las masas de la opresión capitalista.
Es una izquierda muy fáctica, surgida en una dictadura, que sólo piensa en correlaciones de fuerza (sin ver lo que hay detrás), y con una mentalidad muy sectaria, producto de la influencia del pensamiento religioso. Y como no asumen que son ciudadanos, pues la merma de sus derechos por cualquiera que no sea el PODER, así en grande, no les preocupa.
A veces creo que en España, estamos en guerra civil, abierta o cerrada, violenta o incruenta, pero en dos bandos, desde el año 1812.
Respondo yo:
Me chirría el asunto de la correlación de fuerzas, yo creo que pocos piensan en ello en las fuerzas necesarias al actuar políticamente, justo es uno de los problemas, solo quieren que les den 'caprichos', como los niños pequeños, y llamo caprichos a la consideración que les merecen a ellos las reivindicaciones, al no considerar la fuerza que tienen los otros,los que no quieren dar lo que piden, y que siempre los hay.
Los otros siempre existen y no son solo las derechas, sino que en cualquier asunto hay millones de personas en contra, o simplemente que no están a favor, quieren otras cosas, tanto da que sean todos trabajadores, como si no. Los individuos que no están a favor no son considerados, ha desaparecido la analítica de con qué fuerzas contamos para conseguir tal o cual objetivo y por tanto a quien es necesario e imprescindible sumar para avanzar.
Se da por supuesto que todo el mundo está convencido, pero ¿convencido de qué? de lo mismo que el que habla o escribe. La idea de llamar traidor a todo el mundo que no hace lo que ellos quisieran, se explica de esa forma, porque el personaje creía que todos los demás pensaban como él, que eso era lo justo y necesario y que cuando votan millones de personas, creen estos iluminados, que lo hacen por los mismos intereses y con las mismas creencias que ellos, y aunque voten lo mismo, es muy probable que tengan ideas diferentes sobre casi todo.
Así cuando las cosas no salen como a ellos les gustaría, es porque los que mandan son unos traidores, creen que los sueños podrían haber salido adelante con solo firmar un papel, pero es que ‘ZP y sus secuaces no han querido’. Y vuelta a empezar nuevos grupitos, nuevas refundaciones, escisiones, fusiones, etc. etc.
Termina mi amigo:
Bueno, quizá lo de correlación de fuerzas no sea la expresión correcta, o no sea como debe interpretarse, como posibilidades, como potencialidades, como trabajo a hacer, como gente a unir, a sumar, a ganar; lo que tengo en la cabeza es el eterno dictamen general -y digo dictamen y no análisis, porque no hay tal-, global, cósmico; los dos grandes bandos, movidos por principios antagónicos, el bien y el mal en lucha, en choque frontal, del que sólo puede ganar uno de los dos y el otro ser derrotado absolutamente, para que triunfe para siempre la justicia de los pobres.
En tal perspectiva, todos los derechos son para el ganador, que representa, sin limitaciones, los verdaderos intereses de las masas liberadas, que sólo deben agradecimiento a sus benefactores; así que eso de pedir cuentas al nuevo poder, exigir derechos y garantías personales, solicitar explicaciones, limitar excesos y evitar abusos son fruslerías propias de las democracias burguesas.
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