La realidad es compleja. Y todo se lía en la escena política actual, mas de la cuenta. Comparar las ayudas, los esfuerzos que realiza cada país en esta crisis es muy difícil, las denominaciones utilizadas son diferentes, los conceptos varían en ocasiones y la finalidad concreta a la que son destinadas las ayudas pueden ser algo diferentes, hasta que no se publiciten informes comparativos. Este artículo de un hombre serio, templado y experto en diversos temas de la UE, como Vidal-Folch, puede sernos de utilidad para entender que no todo es tan malo como dicen algunas voces. Ni tan bueno como sería deseable. ( Dedicado a mi amigo Juanito)
‘España,en cabeza de Europa’. Xavier Vidal-Folch. 12-03-2021.
''El nuevo plan de ayudas afianza el liderazgo europeo de España en el desembolso efectivo de fondos a la economía real
Era
necesario y urgente. El programa de 11.000 millones destinado a mejorar la solvencia
de las empresas en dificultades viene a aumentar el flujo programado
de subsidios o equivalentes, que han totalizado unos 40.000 millones de euros (en forma de ERTE).
Reequilibra en parte la pata de las llamadas ayudas indirectas (porque
no cargan directamente sobre el presupuesto, quizá en el futuro) de 120.000 millones en forma de avales y garantías sobre
préstamos (los ICO). Y afianza el liderazgo europeo de España en el desembolso
efectivo de ayudas a la economía real.
Su
tamaño no es menor, aunque dista de los paquetes de esas ayudas arbitradas
hasta ahora, y también de las peticiones, a veces magnificadas, de los sectores
demandantes. Pero su mayor importancia seguramente es cualitativa. Lo
interesante es que se han arbitrado tres mecanismos nuevos, tres fondos distintos, con sus
reglas respectivas, cuya dotación será modulable. Probablemente acabarán
revisándose al alza, lo que llevará al anticuario el pulso por la
cuantía, entre el afán de autovisibilización de la vicepresidencia de
Derechos Sociales de Pablo Iglesias (que pedía “al menos” 8.000
millones de subsidios) y el de compensar las distintas necesidades de la de
Asuntos Económicos, de Nadia Calviño (que estimaba unos 5.000) y que al final
se ha acercado a lo salomónico (7.000 millones), aunque más cerca del
vicepresidente segundo. Mientras que la concentración en turismo, hostelería y
restauración, que este negaba (las ayudas “no se deben realizar por sectores”,
proclamaba) se decantan por la vicepresidenta económica, de ahí el especial
apoyo a Baleares y Canarias. En todo caso, las cifras finales dependerán de que
estas iniciales deban revisarse en el futuro en función de la velocidad de la
recuperación; y ésta, de la contención de la pandemia.
La
clave de futuro es, pues, la gobernanza. El fondo de subsidios (mal llamado
de ayudas directas, pues todas lo son para las empresas) se gestionará por
las autonomías, como propugnaban Calviño y la ministra de Hacienda, María Jesús
Montero (contra la idea del socio minoritario de que “este fondo no debe
transferirse” a las comunidades), lo que lo hará más dúctil y capilar. Pero
bajo condicionalidad y control de Hacienda. Ahí la pretensión es centrarse
únicamente en salvar a las empresas “viables”, confirmó ayer la vicepresidenta.
Y evitar así dilapidar dinero público manteniendo a las muertas vivientes.
Es la obsesión de la mayoría gubernamental: invertir con filtros, en vez de
gastar sin hormas. Una obsesión inspirada en el mandato de que las empresas
carentes de viabilidad “emprendan cambios drásticos de su modelo de negocio o
desaparezcan para evitar la creación de compañías zombis”, como propugna el
informe del Grupo de los 30 redactado bajo presidencia de Mario Draghi (Reviving
and restructuring the Corporate sector post-covid, diciembre 2020). El fondo de
recapitalización pública de pymes (1.000 millones) las redime de una
discriminación negativa por tamaño, pues solo operaba la de SEPI para las
grandes empresas: y es un enorme reto para la mercantil pública Cofides y el
Ministerio de Industria, ya que lo pequeño es hermoso pero más arduo de
gestionar. Y el de reestructuración de deudas (3.000 millones) alcanza un
equilibrio practicable entre el rigor en el dispendio público y la necesidad de
no agravar las presiones sobre la banca, objetivos no fáciles de cohonestar que
han defendido con elegancia Calviño y el gobernador del Banco de España, Pablo
Hernández de Cos.
Este
paquete completa --insistamos, más por las políticas que por su estricto
tamaño—lo desplegado hasta ahora. Al involucrar a diferentes administraciones y
ámbitos (autonómicas y central; Economía, Hacienda e Industria; la banca
privada, el ICO y otras sociedades públicas…) concurren distintos agentes, que
debieran asegurar pluralidad y control de eficiencia. Veremos también si intensidad
y velocidad suficientes en el otorgamiento de las ayudas. Que hasta ahora han
sido muy superiores a la media europea, a nuestros principales vecinos y a
todos los grandes países de la Unión.
El
dramatismo de la crisis, la sonoridad de las reivindicaciones y algunos
estudios crearon la opinión de que España ha sido el peor estado miembro a la
hora de dispensar apoyo a las empresas y la economía real. Muchos ciudadanos se
han quedado con esa copla. En ocasiones porque se ha impuesto la estúpida idea
de que créditos, avales a préstamos y otras garantías son ayudas de ínfimo
valor comparadas con la inyección de dinero cash incondicional.
Falso: en el corto plazo de una crisis (digamos un año), una empresa en
principio solvente prioriza la obtención de liquidez para sobrevivir, importa
menos si prestada (como se ha enfatizado en España) o subsidiada, sin
obligación de reembolso (como en Alemania).
Una
confusión semántica agrava la percepción. El concepto de ayuda directa aplicado
a las inyecciones de dinero solo tiene relevancia inmediata para el presupuesto
público (pues la ayuda en subsidios sale de ahí), mientras que el flujo
indirecto (préstamos) solo acabará perjudicándolo al transcurrir más tiempo, en
caso de que el prestatario caiga en mora o quiebre. Pero para las empresas, en
la trascendental primera fase --o sea, al menos 2020--, la modalidad en que se
vehicule esa financiación es mucho menos determinante.
Además,
hay que distinguir entre el anuncio y el desembolso. Algunas investigaciones
contabilizaron solo las primeras ayudas programadas en los borradores de
presupuestos, y no las realizadas o ejecutadas. Es lo que ocurrió con un
estudio del BCE, que además enfatizaba la escasez de ayudas a fondo perdido en
España en relación con la amplitud de las crediticias y la colocaba así en la
peor posición (The initial fiscal policy responses of euro area countries, ECB,
21/1; y EL PAIS, 3/2). Trabajos posteriores destacaron en cambio que los
compromisos crediticios de España “alcanzan el 9%” de su PIB, mientras que los
de Alemania solo el 1% (Covid-19 credit support programmes, Bruegel, 24/2). O
que “la más amplia respuesta fiscal se anunció en España con un esfuerzo
global, en emergencia y recuperación, equivalente al 11,2% de su PIB”, por el
8,4% en Alemania” (Fiscals plans in Europe, Vox-EU, 19/2).
Así que sucede lo contrario de lo que
se percibe. España figura entre los mejores, si no es el país que mayor
esfuerzo público real (no solo anunciado), más intenso y más rápido, ha
ultimado hasta ahora. Lo acredita la detallada carta de la vicepresidenta de la
Comisión, Margrethe Vestager, al Parlamento Europeo (del 3/3; EL PAIS,
4/3), que contabiliza las ayudas no solo programadas, sino efectivamente
ejecutadas (aunque
excluyendo los ERTE españoles y las exenciones fiscales de otros países). El
liderazgo español en la intensidad de apoyo a empresas y autónomos en 2020
resulta abrumador: sus ayudas globales reales supusieron el 7,3% del PIB, más
del doble que en Alemania (3,02%) y que la media de los 27 (3,30%) y superiores
a Francia (6,40%) e Italia (6,03%). Además de la intensidad, ante una crisis
tan abrupta y voraz importa mucho la rapidez de las medidas que la
contrarresten. También en eso España encabeza a la UE. Del anexo de esa carta
se concluye que España ha ejecutado ya el 60% de los apoyos previstos, una
velocidad superior en nueve veces a Alemania (6,5%), y también mayor que Italia
(23%) y Francia (35%).
Claro
que eso son cifras globales: no excluyen superiores necesidades, cuellos de
botella y dramatismos en determinados sectores y en miles de casos
individuales. Y no se repetirán este año, porque las mayores ayudas
presupuestarias en otros países, de ejecución más lenta que las crediticias,
cambiarán radicalmente la clasificación. Es justo eso lo que, en parte, aunque
acotada, matizará el paquete aprobado este viernes.''
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