Escribir sobre calidad democrática
es pertinente, son muchos quienes hoy la maldicen y arremeten contra ella, es
fácil, nada ni nadie resiste hoy la etiqueta de santidad, salvo los ídolos de
cada, esos futbolistas que cobran millones de euros diarios y poco más son a
los que se idolatra. Ningún partido, ningún líder, político, intelectual,
escritor… ninguna sociedad, ningún sistema de organización social aguanta las
críticas a todos sus agujeros negros, será porque toda realidad tiene
carencias, nada satisface totalmente las pretensiones de la gente.
Además, la sucesión de cambios
mundiales está dejando sin sustento muchas de las ideas y tradiciones conocidas
hasta hace poco, la globalización imparable abre en canal espacios de antiguas
certezas de la sociedad occidental conformando un mundo más líquido, cambiante, sin asideros
reconocibles y estables, las crisis económicas se suceden provocando crisis
políticas, sin salir de la iniciada en 2008, podemos estar entrando en el
camino de una nueva crisis a muy corto plazo… la idea de derribar el edificio entero
y provocar un cambio total arraiga fácilmente. Lo absoluto cala fácil y
rápidamente, lo emocional vuela más alto y rápido que lo racional, siempre
encontraremos facturas pendientes en las que apoyar argumentos políticos. De
repente, en estas sociedades líquidas, todo cuanto nos rodea se abre en canal,
lo bueno y lo malo no son tan fáciles de ver, elegir algo y mantenerlo
establemente es muy peligroso, la percepción puede cambiar de un momento a
otro. La cuestión es que derrumbar un edificio es sencillo pero construirlo muy
costoso y nadie se responsabiliza de sus actos ante los fracasos.
Cantantes maravillosos pueden ser
pederastas, pintores exquisitos pueden haber sido horribles maridos,
científicos e investigadores que aportaron grandes descubrimientos a la
humanidad pueden ser padres deplorables, líderes políticos que fueron
conductores de millones de personas hacia sociedades utópicas, fueron asesinos
de muchedumbres, líderes políticos, sociales, religiosos, culturales… fueron,
son, machistas peligrosos, iglesias en las que participan gentes que hicieron
mucho bien en países pobres, como organización gastan millones en ornamentos
superfluos, instituciones religiosas con alto prestigio mundial, imparten
doctrinas supuestamente bienaventuradas para el ser humano, y protegen en su
seno miles de pederastas, etc. etc.
Aquellas canciones serían
maravillosas aunque su intérprete fuera un hijo de puta, con aquellas novelas
se alcanzan retazos de felicidad aunque su autor sea indefendible. La felicidad
obtenida por pinturas, esculturas, música, películas, óperas, inventos, o ideas
que hicieron avanzar la humanidad en general o pueblos en particular, pueden
ser útiles por sí mismas, a pesar de los defectos de sus creadores. Salvo que
apaguemos las luces y no veamos nada, salvo que hagamos explotar el Planeta y
mandemos a tomar por saco la humanidad entera, tendremos que vivir rodeados de
las imperfecciones de la vida, lo cual nos llevará a aceptar que aquellas
figuras, ídolos, líderes, o vecinas y compañeros de trabajo podrían ser
majos/maravillosos en determinados aspectos e hijos de puta en otras
manifestaciones de su personalidad y comportamiento.
Si pasamos la humanidad,
individualmente o en grupos, por la criba, no
se salva ni Dios, ni proyectos
políticos, utopías, sistemas… todo tendrá pegas, contraindicaciones, puntos que
supuran. De ahí la importancia de lo relativo sobre lo absoluto en muchos
momentos. Y de ahí la buena prensa entre la gente de lo naciente inmaculado,
sea una nación o unos partidos. No, no es cuestión de aceptar cualquier cosa,
idea o comportamiento, no pesa todo igual, ni tiene la misma importancia, se
trata de reconocer que la perfección no existe, ni la santidad, ni el paraíso
utópico de sociedades sin problemas.
Bajo este prisma puede resultar
útil, desplegar otras miradas sobre la España democrática, -serie enlazada-, mostrar aspectos positivos del
conjunto que suelen quedar ocultos tras los puntos negros. Esta sociedad
española en la que vivimos, no es de ninguna manera la peor de las que hubo, en
todo caso los datos comparativos la muestran como una de las mejores, sino la
mejor. Confrontar la sociedad en que vivimos con otros países y también consigo
misma en otras épocas pasadas, es un ejercicio imprescindible para realizar
activismo ciudadano. La cuestión será determinar qué pesa más en cada momento,
en cada trayectoria vital, que tiene mayor importancia en el conjunto, distinto
será una valoración favorable del sistema en un 30%, que en un 70%, valorado no
solo por cantidad, sino por calidad.
El cuadro de arriba está sacado de esta publicación del Instituto Igarapé, una de las instituciones mundiales mas prestigiosas en el estudio de la violencia. La tasa de homicidios europea está a enorme distancia del resto del planeta, pero la española está aún muy por debajo de la media europea, hasta menos de la mitad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario