LA SECESIÓN NO ES UNA REVOLUCIÓN
‘’Una revolución es la toma del poder político de forma violenta
y rápida, sin respetar las leyes vigentes que produce transformaciones
profundas y duraderas en el orden jerárquico, la distribución de las riquezas y
las instituciones de una sociedad… ‘’
José
Álvarez Junco, ‘’Las revoluciones entenderlas o adorarlas’’. Claves 254.
Entre la mitad del siglo XVI y el
siglo XVIII, una revolución hizo su aparición en Europa, grupos de ilustrados,
recogiendo tradiciones filosóficas y avances anteriores eclosionaron en
doscientos años y rompieron con la historia anterior abriendo múltiples campos
a un pensamiento laico, enfrentado a los poderes religiosos y políticos, gentes
con conocimientos científicos, humanistas y filósofos, comenzaron a explicar el
mundo, la naturaleza y el ser humano dentro de ella, sin necesidad de utilizar
dioses ni recurrir a poderes mágicos. La búsqueda y explicación de la
naturaleza y del ser humano fuera del corsé que imponían las religiones,
permitieron avances enormes en las fuentes de producción de alimentos y de
elementos materiales, el pensamiento científico permitió reducir enfermedades y
atemperar el dolor, se produjo un gran salto adelante que remedió grandes
miserias humanas, una revolución cambió la vida de la humanidad, la
Ilustración.
Un elemento fundamental guiaba la
filosofía y los estudios, el pensamiento laico y humanista, buscaba
explicaciones y soluciones a los problemas entronizando al ser humano como
soberano. La Revolución americana –declaración de independencia en 1776- y
posteriormente la Revolución francesa –declaración de derechos del hombre y
ciudadano en 1789- convirtieron el pensamiento ilustrado en pensamiento
político y social situando desde entonces en el frontispicio del pensamiento de
los progresistas ideales de libertad, igualdad y fraternidad, -o solidaridad-
como patrones que guiaran la actuación de los individuos en su camino hacia una
revolución.
Muchos
individuos que vivieron los estertores del franquismo, algunos desde el
activismo de la extrema izquierda, otros que simplemente lo soñaron, apoyan la
autodeterminación de Cataluña en la creencia de que están ante una revolución,
imaginan aquellas sobre las que leían o les contaban sus amigos en los años
sesenta y setenta; aunque, extrañamente ésta no tiene costes, ni aparente
violencia, es festiva y cercana a una romería familiar en su representación
externa, no en su organización represiva, y dirigida desde los poderes fácticos
catalanes, que incluye la burguesía catalana, aquella que formó parte del
bloque de poder golpista, guerra-civilista y franquista hasta hace poco.
Bajo
el síndrome de Peter Pan, ensoñación de la eterna juventud, aquellos viejos
activistas de izquierda radical creen que el mundo actual continúa siendo el
mismo que aquel en que vivieron y soñaron, y ahora imaginan que ellos vuelven a
ser protagonistas de la historia. Otros actúan como si en España viviéramos en
el franquismo permanente después de 40 años, lo cual es sencillamente de locos,
de dementes seniles, políticamente hablando.
Soñadores
revolucionarios hay variados, al menos de cuatro tipos: los hay viejos
antifranquistas con cierto grado de frustración, los hay maduritos de vida
acomodada que nunca lucharon de forma que comprometiera su futuro, pero que se
quejan de todo resultado, hay jóvenes que solo conocen esta sociedad
democrática en la que vivimos pero han escuchado o leído sobre utopías y sueñan
con aventuras triunfantes, los grupos anteriores tendrían como referencias libertarias
y revoluciones comunistas, socialistas/marxistas
algunas de corte anticolonial. También existen creyentes en revoluciones que
traerían el hombre nuevo, fascista, son un cuarto grupo. Creen que las
movilizaciones en Cataluña les acercan a un soñado objetivo revolucionario que
entonces no vivieron, -sí vivieron el anti franquismo, no la revolución-. Desde
entonces, la ilusión revolucionaria fue destruida por la realidad en aquellos
lugares del mundo donde se creyeron triunfantes, Rusia, China, Este de Europa,
Sudeste asiático, Cuba, Venezuela… Hoy ese sentimiento difuso de utopías se
envuelve en el concepto democracia, bastante alejado de aquellas teorías de la revolución,
y lo adhieren a las movilizaciones catalanas que están siendo utilizadas por
mucha gente, dentro y fuera de Cataluña como bálsamo rejuvenecedor.
Lo
que sucede en Cataluña, cambiar una parte en la estructura de poder, se asemeja
más a un golpe de Estado, que no siempre son ejecutados de forma violenta,
sobre todo cuando nadie opone resistencia como ha ocurrido hasta ahora. –Sucedía
en el pasado, por ejemplo: Primo de Rivera, no necesitó prácticas violentas ya
que no encontró resistencia en septiembre de 1923-. Lo que está ocurriendo no
es una revolución, no producirá transformaciones profundas y duraderas
en el sistema productivo, ni en las
relaciones de desigualdad, la autodeterminación no pretendió ni por un
momento modificar la propiedad de los medios de producción, tampoco provocará nueva distribución de las riquezas; los propietarios
de activos, tierras, inmuebles, fábricas, medios de transporte… seguirán siendo
los mismos.
En
cuanto a producir transformaciones
profundas y duraderas en el orden jerárquico, tampoco serán visibles para
los trabajadores, estudiantes, jubilados, pequeñas empresas, autónomos, o los
poderes económicos… Sin embargo es en este apartado en el que se pueden
producir mayores cambios, incluso algunos no deseados por quienes iniciaron el
proceso, aquellos individuos y grupos independentistas que no recibían apoyo superior
a un 20% durante muchos años podrían ser desplazados. Hasta que llegó la crisis
y un conjunto de factores empezó a sumar adeptos a la lucha por una posible
autodeterminación pintada como solución a todos los problemas de todos los catalanes.
La élite política que se
está constituyendo durante el proceso de secesión de los últimos años, no coincide
con la del pasado histórico, no solo hay nombres nuevos, también hay intereses
nuevos, y no aparece ligada tanto como antaño a las élites económicas
catalanas. Es verdad que sin financiación adecuada este proceso no hubiera podido
mantenerse en el tiempo, ni crecido hasta representar casi la mitad de la
población, el baño de dinero inicial ha sido determinante para darle impulso, aunque
puede estar abriéndose una etapa en la que los dirigente políticos cobren
autonomía momentánea respecto al poder económico.
Entre las más altas élites
económicas hay diferencias por mitad, respecto al proceso secesionista, -la UE
es fundamental- que encuentra su mayor apoyo en las clases medias altas, y de
apellidos catalanes, disminuyendo a medida que bajan las rentas y aumentan los
apellidos castellanos, lo cual es coincidente, élites, triunfadores,
representantes sociales… son apellidos catalanes. Recuerden que más de la mitad
de los catalanes, nacidos allí, tiene apellidos castellanos. Las élites
políticas se concentran en lo catalanista, con una extrema sobre-representación
social, Alejandro Macarrón ofrece un dato: “Como anécdota (o
categoría) a destacar, los cinco apellidos más comunes en Cataluña son García,
Martínez, López, Sánchez y Rodríguez. Entre el 8% y el 9% de la población
catalana desde 1980 tiene uno de estos cinco primeros apellidos. Pero ninguno
de los 102 diferentes consellers del gobierno catalán desde 1980 ha tenido
ninguno de ellos como primer apellido, y sólo dos tienen un segundo apellido de
esta lista de cinco apellidos principales”
Algunos
hijos de familias burguesas, tradicionalmente participan en puestos dirigentes,
pero en general los nuevos militantes, modernos pijos protegidos por el dinero
público, son abogados y economistas, arquitectos, ingenieros, nuevas
profesiones tecnológicas, curas y cargos eclesiásticos y de colegios
religiosos, añadan, cargos de la administración y empresas públicas, periodistas
en radiotelevisión y prensa, industriales y comerciantes medianos, propietarios
de tierras en mayor número que grandes industriales, comerciantes y financieros…
En las experiencias fascistas europeas, tanto en Italia, como en Alemania y
España, la capacidad de ejercer el poder político y represivo apoyado por
movilizaciones masivas, incorporó nuevos protagonistas en las relaciones de
poder, y entonces como ahora, piden su parte de poder económico constituyéndose
como nuevo grupo de élite entre las clases medias altas. El ascenso de cuadros
medios en la estructura de mando independentista es visible en ANC, Ómnium
Cultural, en la multiplicidad de organismos y asociaciones vinculadas al
proceso, o en instituciones como Generalitat, Parlament, Ayuntamientos,
Congreso de los Diputados…
Las
grandes corporaciones financieras, industriales y comerciales son más europeístas
en sus intereses, por tanto más dependientes de los mercados internacionales, y
estos hoy empujan hacia el apoyo a la UE, aunque es visible el interés de una
parte de los poderes geopolíticos por debilitar Europa, -Rusia, Trump,
ultranacionalistas europeos-, lo cual lograría la secesión. Aunque en grandes
empresas haya ejecutivos independentistas, tradicionales o modernos, pueden
mostrar simpatía a la causa para mantener el equilibrio, o bien se someten a
las presiones políticas para apoyar en cuanto ven peligrar su posición por
campañas mediáticas contra ellos. Pero, cuando la cosa se pone seria, son los
grandes fondos de inversión, los gestores de las bolsas mundiales como Wall
Strett, o los fondos europeos, quienes influyen en las decisiones de las
grandes corporaciones, -Caixa Bank, Sabadell, Seat, etc.-
No
existe una clara postura en torno a la independencia del conjunto de la
patronal catalana. No parecen apostar por una secesión real, por un país
independiente al margen de la Unión Europea, aunque sí contemplan obtener
ventajas fiscales y de posicionamiento en nuevas situaciones negociadoras que facilita
el proceso, por lo que el juego de apoyos puede estar abierto. El proceso no
nació como revolución, no se construyó con tal objetivo, el principal interés
explicitado de la autodeterminación, desde el inicio y con mayor intensidad que cualquier otro, en mayor
número de documentos y por el mayor número de colectivos, fue el que puede
sintetizar la idea de ‘el dinero de
Cataluña que se quede en Cataluña’. Esta idea se difundió con consignas
como ‘España nos roba’, ‘Somos una
colonia’ ‘Cataluña paga demasiados impuestos’, etc.
Los
trabajos de Kiko Llaneras en los tres cuadros aquí presentados son expresivos
de que los mayores independentistas tienen rentas más altas, que coincide que
son obtenidas, en mayor proporción, por nativos catalanes con abuelos catalanes,
-menos de la mitad de la población catalana-. Dicho de otra forma el
catalanismo que defiende la independencia, tiene gran parte de sus élites entre
los viejos apellidos catalanes que al mismo tiempo son los ricos del
territorio. Otros estudios dan resultados similares, con la salvedad de que
subiendo hasta arriba de la escala económica, entre los más ricos, no existe
apoyo mayoritario.
Un
aspecto que va apareciendo durante el proceso, es que los poderes catalanistas que
lo iniciaron no está claro sean los finalmente vencedores entre los de su
propio bando, las parcelas de autonomía del poder político sobre el económico
se han hecho patentes en la dirección del proceso. Aquellos que crearon las
bases, objetivos y tácticas para defender el derecho a la individualidad de los
ricos, su dinero para ellos, su poder para sí solos, su territorio para los
elegidos, que eran ellos, probablemente no serán quienes dirijan la parte final
del proceso. Por el camino, como ocurre siempre, se han sumado otros
protagonistas, líderes políticos que dirigen y mandan, aunque ninguno ni antes
ni ahora haya citado nunca como objetivo de la secesión realizar grandes
modificaciones sociales, ninguno de los protagonistas políticos que ejercen su
autonomía respecto al apoyo del dinero se ha atrevido a marcar objetivos
revolucionarios que produjeran movimientos en la propiedad, en la organización
del trabajo en fábricas comercios y empresas, nadie plantea salirse o modificar
la sociedad de mercado, o apartar a la iglesia de los principales lugares sociales,
que tiene hoy asignados en el proceso…
Lo
que ocurre en Cataluña va en dirección contraria a una revolución, ha barrido
los movimientos sociales, y sometido a sus líderes, sus objetivos y formas de
lucha al sueño exclusivo de independencia, objetivo que en la práctica se
entiende, al igual que fe religiosa, como la Asunción católica, en que la
secesión dará paso a una nueva sociedad, sin élites, sin paro, sin explotación,
sin desahucios, sin precariedad, sin globalización, sin mercados, igualitaria,
sin discriminaciones... Ha expulsado las clases en el sentido tradicional de
lucha obrero-patrón, trabajo-capital, siendo Cataluña una de los mayores
enclaves industriales de España no se producen huelgas fabriles, ni paros en el
aparato productivo catalán, han desaparecido reivindicaciones sindicales sobre
salarios, precarización, paro, derechos laborales, desaparecido las luchas de
barrios tan grandes en la Barcelona de los setenta… el movimiento
independentista parece ocupar el terreno por las clases medias, los empleados
públicos y sus familias, por empleados de la sanidad, educación, medios de
comunicación, empresas públicas, comerciantes, etc. Ni derechas ni izquierdas,
típico del fascismo.
La dirección ideológica bebe en la larga tradición de autores
catalanes que fueron escribiendo dando forma a la base nacionalista, racista y
supremacista, - Francisco Caja, ‘La raza catalana. I y II. El núcleo doctrinal del
catalanismo’ Ediciones Encuentro, 2009- la
economía siempre estuvo cercana a defender el catalanismo, aunque presta a asociarse
con el estado español para obtener subvenciones, aranceles, o la intervención
armada para aplastar catalanes que atentaran contra su propiedad. La dirección
política fue ejecutada por los nacionalistas durante los últimos 30 años desde
los poderes catalanes instaurados tras la Transición. En 1990
se conoce un documento elaborado por Pujol y su equipo para ocupar puestos
clave de la sociedad, se aprueba por Convergencia como ‘Programa 2000’, del que
se hace eco ‘El País’ en
artículo de José Antich, 28/10/1990 y ‘El Periódico de
Catalunya, el 28/10/1990’.
Páginas 26 y 27 de ‘El
Periódico’ del 28/10/1990
La actual dirección política soberanista incorpora nuevos
elementos, continúa dirigiendo el enfrentamiento contra el Estado con
movilizaciones teatralizadas, controladas y uniformadas, típicas del fascismo que
vimos en la niñez y como antaño apoyadas
por los poderes, ahora catalanes, políticos, ideológicos y económicos, con derroche
de medios logísticos. Naturalmente sus integrantes creen ser buena gente,
respetables padres de familia, que nunca creerán estar realizando nada malo, ya
que solo construyen su patria. Igual que en el pasado ninguno de aquellos
lejanos manifestantes creían estar haciendo otra cosa que engrandecer su nación
y abrir el camino a una nueva sociedad.
Las
movilizaciones independentistas han sido principalmente de funcionarios públicos, de oficinas
institucionales, empleados de enseñanza y sanidad, periodistas y empleados de
medios de comunicación, de servicios culturales y sociales… todos vinculados a
los poderes fácticos en manos independentistas que totalitariamente dirigen
Cataluña. Muchos jóvenes mostrados en miles de fotos pueden apreciarse como de
clase media alta, pijos, que diría Marsé, proceden de universidades y colegios
religiosos que aportan bastantes de estos activistas, -la iglesia fue en el
pasado factor decisivo en la creación ideológica del tradicionalismo, carlismo,
nacionalismo, siendo hoy uno de los principales focos independentistas,
agitando y movilizando, como lo hizo en Euskadi, utilizando los niños de
escuelas infantiles como unidades de agitación y adoctrinados con prácticas
similares al fascismo. A estos grupos se suman los importantes haces independentistas
procedentes del interior rural, territorios coincidentes históricamente con los
de implantación de tradicionalistas-carlistas. ¿Y los obreros donde están?
‘’…pero las revoluciones, sobre todo para sus creyentes o
entusiastas, son también mucho más que eso: son explosiones colectivas de
protesta, con aspectos trágicos pero también festivos, que sustituyen el orden
social y político existente por otro basado en principios como libertad,
igualdad y justicia’’. José Álvarez Junco, ’Las revoluciones entenderlas o
adorarlas’.
El
independentismo no pretende cambiar el orden social y político existente por
otro, el process nunca fue diseñado para sustituir la
jerarquización social catalana, ni la propiedad de los activos, el gran cambio pretendido
es hacer absoluta su soberanía, manteniendo el sistema, pero gobernado en su
totalidad por ellos, sin injerencia exterior, creando fronteras, y expulsando lo
español del que consideran su territorio, su finca particular. Nadie
dijo nada sobre sustituir a élites dominantes en las instituciones catalanas
fueran deportivas, culturales, empresariales, mediáticas, productivas,
comerciales… para dar paso a los manifestantes de las Diadas a dirigir esas
instituciones. Nadie propone repartir riquezas, modificar la estructura productiva,
colectivizar los medios de producción públicos y/o privados, ni se pretende nacionalizar los
servicios públicos, ni siquiera se habla de tomar el control de las autopistas
cuya concesión ya caducó hace años, no es este el objetivo.
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