Bilbao sufrió con la crisis
industrial de los ochenta, inició la década con 433.000 habitantes y empezó a
perder muchísima población, en los noventa comenzó su andadura modernizadora dejando
atrás parte de su enorme fuerza industrial, culminada con un salto espectacular
hacia los servicios. Hoy es una gran ciudad con 345.000 habitantes –en una
conurbación cercana al millón-, moderna, preciosa, extremadamente limpia y cuidada,
rebosante de vitalidad.
Y rica, miren donde miren, verán riqueza, en las viviendas, en la profusión de zonas infantiles, parques y jardines, y la ría… y una colección
extraordinaria de edificios, muchos de ellos dotacionales que debe costar una
pasta mantenerlos. Hasta las barandillas y escaleras de algunos mercados antiguos parecen ser de teatros.
El estado federal español, la
autonomía, -en su caso han tenido una relación cuasi confederal, de su país con España, no con los diversos territorios- de les ha ido muy bien, comparen del 80 hasta hoy, sin duda su especial
financiación, el concierto económico,
les hace contar con mayores recursos que el resto, al igual que en el
caso de Navarra, el cupo permite tener mayores recursos. Si además están bien administrados pueden dar resultados muy
favorables.
Como indiqué ayer, en mis viajes de
hace 50 años la carbonilla y el óxido eran las señas de identidad de Bilbao,
que ya no vi en 1997. En los primeros ochentas un grupo de ‘jóvenes uccos’ celebramos unas jornadas en
Rentería y Fuenterrabía, pudimos comprobar paisaje y comida excelentes aún en
tiempos oscuros; En aquellos años llamaba la atención ver muchas mujeres por
las calles de los pueblos, era evidente que se hacían notar más que en el resto
de España. En todos los viajes encontré
paisanos que me insistieron que sus productos locales eran los mejores del
mundo, fueran paisajes o pimientos, vino o pescados... nada era comparable a lo
de allí.
En los noventa fuimos de vacaciones
a Donostia, una preciosidad en toda regla, en otra ocasión a Vitoria, siempre
figurando en los primeros lugares de ciudades españolas con mejor calidad de
vida… por supuesto el paisaje, montaña, campo, mar, ciudades, siempre fue
espectacular, -como en toda la cornisa norte-, la comida, los pinchos, el vino,
llamaban la atención,…
Ahora bien pueblos bonitos en España
hay muchos, y en Europa, la mayoría de las veces se logra solo con dejar pasar
el tiempo, sin que hayan sido destruidos será suficiente. En las grandes
ciudades es muy diferente, hay que construirlas permanentemente y adaptarlas a
nuevas realidades, lo cual implica romper y crear, respetar elementos viejos e
incorporar nuevos. La gente tiene que encontrar trabajo para consolidar su
población, deben existir servicios que satisfagan necesidades de todo tipo,
comercial, ocio, deportivo, cultural, sanitario, educativo…
Proyectos e ideas de medio y largo
plazo serán imprescindibles, por tanto el respeto de unos y otros a las
aportaciones de todos será muy importante para consolidar una buena ciudad. Así
las políticas de mandatarios, Gobierno
Vasco, Diputación Foral de Bizcaya y Ayuntamiento de Bilbao sumadas a las
políticas de oposición, se manifestarán por lustros, organismos y entidades de
sociedad civil influirán en sus desarrollos, tanto por acción como por omisión.
Todo ello deja un poso visible que puede buscarse al visitar una gran ciudad.
Si tienen la suerte de pasear por
Bilbao disfrutarán de edificaciones maravillosas, muchas tienen más de cien años, pero, al
mismo tiempo no dejen de disfrutar de la modernidad de las construcciones del
tudelano Rafael Moneo como la Biblioteca de la Universidad de Deusto, o del
japonés Arata Isozaki, complejo de edificios Isozaki Atea; verán el puente del valenciano
Santiago Calatrava; o los gusanos del
británico Norman Foster en el metro; o el edificio Meliá del mexicano Ricardo
Legorreta. Juan Coll Barreu y Daniel
Gutierrez diseñaron la espectacular sede de la Sanidad Vasca, Osakidetza.
También verán la nueva catedral, el Palacio Euskalduna realizado por un
madrileño y una bilbaína, Federico Soriano y Dolores Palacios; aparece visible
desde todas partes, La Torre Iberdrola, obra de Cesar Pelli, argentino
norteamericano; Philip Stark diseña la Alhondiga, Alvaro Siza la UPV, Krier y
Breitman el precioso edificio Artklas, etc. etc.
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