miércoles, 16 de diciembre de 2015

Los debates. Los políticos, los mass media, la sociedad

Llamar a esos espectáculos, programas de debates, es desacreditar el concepto debatir. -'Vamos a discutir'-. Debatir, discutir o contrastar ideas, requiere exponer argumentos que otra persona escucha y toma como base para contraponer otros argumentos que muestren mayor acierto en caso de practicar una u otra acción política. Otra vez el espectáculo que llamaron debate a dos, inunda de comentarios los días anteriores y posteriores, incluido el mismo día del espectáculo en todas las cadenas.

Absurdo pretender que los políticos debatan en la televisión de un país tan poco acostumbrado a hacerlo y menos a verlo. Discuten como se hace en las barras de bar españolas, o en los centros de jubilados, discuten como normalmente se hace en universidades y locales de partidos políticos, igual que en Ayuntamientos y asambleas sindicales… y como hacen diariamente en las televisiones, sin escucharse, respondiendo sin apoyarse en las ideas de los otros, se contesta lo que dice el cliché, la norma, o el argumentario del clan o grupo, no se busca en las ideas del oponente aquello que quiso decir, sino lo que pueda servir para aplastarle, a él, no a sus ideas, no se pretende buscar mejores salidas a los problemas sino derrotar al otro. Por cierto, debatir en la tele no es, no debería ser, como debatir en el Congreso en plenos y comisiones.

Tan absurdo es todo, como cargar contra los dos concursantes, solo por habernos visto reflejados en el espejo, tal como somos la inmensa mayoría de españoles. Nadie se extraña de que al mismo tiempo que en un lugar debatían los dos aspirantes, los otros dos del cuarteto de cabeza se mostraban en otra cadena televisiva contraprogramando desde la barrera. Llamaban la atención sobre los insultos y el barro, poniéndose en el papel de angelitos bien educaditos, ¡pero bueno! llevan meses haciendo exactamente lo mismo, descalificando al oponente, tratando de vencer al rival, de derrotarlo, arrinconarlo, apartarlo de la vida pública, ridiculizarlo, etc.

Seamos serios, sobre el tema de la corrupción hemos visto, escuchado y leído, argumentos y maneras muchísimo más contundentes en la forma y en el fondo que los mostrados en esa blanca y fea mesa televisiva; las redes sociales rojas, verdes, azules, malvas, podemistas o ciudadanas, socialistas y populares… utilizan adjetivos muchísimo más duros que dejan entrever sentimientos mucho más violentos. Y ahora ¿me quieren hacer creer que se pasó? El espectáculo está así montado por los grandes conglomerados de mass media, Roures incluido, máximo valedor de nuevos proyectos por los que en algún momento pasará factura. Si lo quieren de otra manera empecemos por hacerlo en los barrios, bares, colegios, universidades, clubes, centros de ocio, etc.

Otra cuestión es que yo crea que Sánchez perdió una buena oportunidad de hacerse con el liderazgo de gran aglutinador de la oposición, aceptó ser demasiado teledirigido, estilo poco normalizado. En todo caso el espectáculo no muestra  exactamente las cualidades de un presidente de gobierno o líder de un partido político, el espectáculo aparte de dar dinero y poder de influencia actual y futura a las corporaciones mass medias, desvaría y facilita no solo algunas cualidades del líder a quien seguir, el formato espectáculo presenta malformaciones a la sociedad sobre lo que deben tener sus representantes, al hurtar presentar al público otras cualidades necesarias para ejercer el liderazgo político, la capacidad de trabajar en equipo, de liderar grupos de trabajo, capacidad de analizar problemas y presentar alternativas a largo y corto plazo, etc. etc. el que un individuo muestre un buen perfil en la pantalla, guaperas, joven, desenvuelto, con capacidad de discurso, cierto nivel cultural, etc. atrae sin duda a la ciudadanía, pero no son cualidades que garanticen ni de lejos que pueda ser un buen líder político. Aunque sí atraiga votos.

En la sociedad del espectáculo en que nos estamos convirtiendo, en esta campaña electoral casi todo queda relegado a fugaces impresiones de un pantallazo televisivo amplificado por las redes sociales de una docena de individuos, pero nos seguimos quedando sin debatir sobre los problemas y sus mejores soluciones. Pregúntense los militantes en cada partido cuantos debates tienen, analizando pros y contras, y costes sobre la posibilidad o conveniencia de mantener la deuda pública de un billón, con un déficit de 50/60.000 millones año y la UE presionando, cuantas discusiones sobre el problema de envejecimiento, -a pesar de que Iglesias asevere que las pensiones no formen parte de un problema demográfico, ya hay menos jóvenes que viejos, con posibilidad de vivir más años-

Porque debatir no es solamente presentar las propuestas del programa, lo cual está bien, sino además de mostrar, y discutir donde estamos situados, lugar y tiempo, Europa, mundo globalizado y en qué contexto histórico, quizás a las puertas de una posible nueva convulsión mundial con nueva recesión… para entender si podemos generar cinco millones de puestos de trabajo, en qué plazos con qué premisas…


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