El hiperliderazgo, o liderazgo exagerado puede taponar el desarrollo de muchas fuerzas creativas. Las prisas y la fuerte personalidad de las élites de Podemos han propiciado el encumbramiento de unos pocos y éste, el taponamiento de los cuadros medios. El asambleísmo que vota directamente a los líderes no es una opción más democrática que otras, una asamblea no facilita la participación en la deliberación mejor que una comisión, ni mejora la elaboración de línea política, votar un documento programático en su totalidad, para aprobar o rechazar globalmente, aceptar el todo o nada, impide sumar otras opciones que no estén incluidas y que podrían mejorar conclusiones y actuaciones, sobre todo desmoviliza a quienes podrían formular opciones con la intención de mejorarlo al incorporar otras percepciones. Si no se consideran las aportaciones salvo las de la élite, los cuadros medios no surgirán, ni se forjarán, o se apartarán del proyecto al sentirse excluidos.
Naturalmente siempre habrá alternativas a rechazar, pero cuando el procedimiento del todo o nada se mantiene como norma, pasa a ser un problema de exclusión. Si en la votación de candidaturas para la dirección hay que elegirlas completas se está potenciando el mismo error del sistema electoral con las listas cerradas y bloqueadas, que dan todo el poder a los aparatos de partidos y marginan la voluntad de los electores, en el caso de elección cerrada para la dirección de un partido supone despreciar, apartar elementos de participación democrática, votar lista entera, elegir todo o nada, es una opción que excluye militantes, fomentará el culto al líder, propiciará el peloteo para sumarse al poder existente en ese momento y fomenta la desmovilización la idea de que otros resuelvan mis problemas, elijo a aquel y que me guie en vez de propiciar cauces de participación que me incorporen al proceso deliberativo y electivo y decisorio.
En la sociedad española está sobredimensionada la figura del individuo sobre la del colectivo, la del líder sobre la del equipo, está sobrevalorado el pope político, e infravaloradas las fuerzas locales, en todos los partidos del arco ideológico incluidas las nuevas propuestas, la militancia local está limitada en gran medida a preparar los acontecimientos para la presencia de los personajes significativos y a transmitir documentos de las centrales. Pero la vida diaria necesita esos individuos y sus opiniones y sus errores, su participación en debates y decisiones, sin necesidad de esperar al gran personaje; de tal forma que si no se entrena la participación luego se generan militantes pasivos que generan mayores errores al dejar las decisiones en poder de gente muy alejada. Este es un problema que no aprecian en los partidos.
Aquella antigua forma de funcionar de antaño pudo servir durante la dictadura, pero no es posible mantenerla en democracia, ni siquiera adaptada a los nuevos tiempos, el cambio debe ser más profundo, deben utilizarse nuevas maneras. La ciudadanía pide mayor participación en los debates, en las decisiones, en la elección de sus representantes... O se romperá la baraja, como está ocurriendo. Las agrupaciones locales deben tener más opiniones, la militancia local tiene que opinar y debatir sin esperar los papeles de arriba, las discusiones con los vecinos o compañeros de trabajo hay que hacerlas sin esperar a los popes, los individuos, militantes, no pueden quedar convertidos en meros comparsas para los mítines de los personajes. Sobre el paro y la crisis todos tienen que opinar, sobre Catalunya y Europa, etc. por el contrario se ven encorsetados, llama la atención las pocas conversaciones públicas que mantienen los militantes de partidos tradicionales, que las reservan para sus popes.
Hay que intervenir en sociedad extensamente, más que ahora, con más agitadores que un líder como soporte, hay que llegar a bases sociales más amplias que el grupo de influencia de un líder, con ideas sobre todas las cosas contadas por gente tan corriente como quien escucha, y no necesariamente ideas partidistas, para lo cual debe ser gente cercana que no espere al líder para hablar. Esto lo realiza bien la derecha, llenan montones de órganos de expresión locales con sus opiniones en prensa gratuita, y opinión general en prensa de pago, radios locales y teles generales, difunden por clases y púlpitos sin esperar al papa u obispo... inundan el ámbito local y global, mientras los progresistas se resisten a crear plataformas locales de opinión, no partidaria, con ideas laicas, críticas y racionalistas, defensoras de la equidad y justicia, democráticas, capaces de explicar mil y un pormenores concretos de la vida desde una óptica alejada de la carcunda reaccionaria, sin necesidad de ensalzar al empresariado español, tan cerca de las tetas del estado y tan alejados de los emprendedores y empresarios creadores de productos y servicios con trabajo, tan cerca del BOE y tan lejos de los trabajadores...
Hay montones de ideas y aspectos necesarios a distribuir y opinar sobre ellos, sin esperar a que vengan a hacerlo en tu entorno las élites partidistas, -da lástima ver militantes de partidos que esperan que vayan sus líderes a un mitin en su pueblo para extender sus ideas- El culto a las élites, a los líderes, creció y muchos debates fueron olvidados y hay que volverlos a retomar, otros son producto de la nueva realidad, obligan a debatir a la ciudadanía y opinar de mil maneras sin dejar el terreno libre a la carcunda que nos rodea. Todos los pueblos necesitan un órgano de prensa digital, no partidario, que concentre diversidad de ideas y opinadores fuera del ámbito de control partidario. Muchos se resisten, porque no ven la utilidad de que exista una plataforma más amplia que sus propias siglas, precisamente hay necesidad de llevar la política más allá, órganos de prensa no partidistas podrían aumentar la rentabilidad social, por llegar a bases más amplias que trascendieran a los partidos, siendo de utilidad para todos los progresistas.
No me gusta que todos los partidos que se presentan realicen una campaña tan asquerosamente individualista, tan iguales en la exaltación del jefe de turno que presentan como candidato a presidente de gobierno. Las elecciones en España son para elegir diputados y senadores y no candidato a Presidente que lo elige el Congreso, los representantes elegidos, estos sí, por el pueblo. A pesar de que se dé por entendido que el líder/jefe de una lista electoral sea el presentado por esa lista como candidato a Presidente, es confundir al electorado jugar en falso, porque aunque sea elegido representante al Congreso salvo 2 de ellos, ninguna tendrá posibilidad de ser candidato a Presidente, que en todo caso no elige el pueblo sino los diputados.
Si lo anterior no fuera suficiente es todavía peor la excesiva imagen personalista en las campañas, el culto al líder, no me gusta tanto individualismo, por mucho que los gurús de campañas indiquen la conveniencia de personalizar, en España es uno de los grandes defectos, criticados por casi todos los partidos pequeños, y practicado por todos. Cargar un alto porcentaje del peso de la campaña en pegar fotos del jefe es un mal germen para el futuro.
Si queremos dar mayor responsabilidad a diputados y senadores empecemos por pensar en su existencia individualizada al margen de considerarlos meros comparsas del jefe de turno, sea Lara, Uralde, o Díez. Los parlamentarios deben cobrar mayor vida pública de la que dan los medios de prensa, tener mayores vínculos con el electorado, para lo cual deben empezar por ser conocidos, ser escuchados, tenemos que poder exigirlos, hablarlos, saber qué piensan y como formulan sus discursos.
Sucede en Ayuntamientos, solo conocemos al alcalde, en CCAA solo a su presidente, nadie más habla, nadie monta reuniones, charlas conferencias, salvo para que hable el jefe, no se conocen los equipos, no se ven en entrevistas en los medios, en las calles, mítines, reuniones, en las radios. Hay solo un jefe parlanchín arropado y cuando éste no llega, un subteniente. Forma de empobrecer la política. Ningún partido tendrá sentido sin sus militantes, simpatizantes, parlamentarios y ello empieza por concederlos valor, que no solo tiene la cabeza, el jefe. Necesitamos saber que cuando existan dificultades no las resolverá el jefe solamente, necesitamos conocer a los equipos compuestos por diferentes personas que deberían funcionar, queremos saber que están preparados y pueden ser exigidos por todos, y ello comienza en la campaña electoral acercando realmente caras, personas y discursos, no solo de un jefe.
Cambios en la ley electoral pedimos todos, muchos coincidimos en aquellos que den mayor igualdad a la relación votos/escaños y en la posibilidad de elegir el orden dentro de una lista que no estuviera bloqueada, pero nada tiene sentido sin ampliar el marco de referencia de las personas en los partidos. El culto a la personalidad que se instala desde el principio en los partidos nuevos es incomprensible si quieren revitalizar la política y el instalado en los partidos viejos debería reducirse. Tantos y tantos jefes en cada campaña general, local y autonómica nos apartan las personas de los candidatos y encumbra peligrosamente a esos jefes a la toma de decisiones como reyezuelos de taifas aislados de sus bases. En esta situación de qué sirve tanta discusión programática y de principios si cuando haya que tomar decisiones de gobierno las decidirá un individuo al margen de ideas colectivas.
‘’A quien únicamente le ofrecen nuevos libros parecidos al que compró, no se le abren nuevas posibilidades. Y, claro, el que no conoce otras opiniones, ni réplicas a las suyas, en realidad no puede ni siquiera ponderar el valor de las propias. No se demanda lo que se ignora y se ignora aquello que está fuera del horizonte dibujado por mis elecciones anteriores, por mi trayectoria hasta aquí mismo. ’’ ¿Idiotas o ciudadanos? Félix Ovejero Lucas, Ediciones Montesinos.
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