El
grito de estas elecciones europeas en España es Podemos. En solo unos meses
consigue resultados cercanos a los de IU, que tras treinta años se las prometía
muy felices por la debacle del PSOE, han subido pero menos de lo que esperaban
hace seis meses. Esta es una fuerte llamada de atención. Podemos es voto genérico
de izquierdas, rojiverdesmalvas, un mix de individuos extrema izquierdosos y
demócratas, de indignados y desafectos de socialistas y comunistas, ciudadanos en
espera de conformar un aglutinador progresista, que no aguantan partidos cuyo
funcionamiento se aleja de componentes democráticos, quieren participación,
deliberación y decisión.
Podemos
es la sorpresa en estas europeas, -a estudiar en adelante- revolverá el panorama de muchos partidos,
tradicionales o de creación más reciente que deberían mirárselo. No son un
partido, todavía, no sabemos de su capacidad organizativa, si lograrán en tan
poco tiempo crear un aglutinador consistente para las locales y
generales de 2015, elecciones en las que
el peso de la circunscripción electoral será la provincia y por tanto muchos
votos se perderán, porque salvo que estén muy concentrados, la ley electoral
favorece a dos grandes formaciones, no tanto por el sistema D’Hont cuanto por
la circunscripción provincial, diferente a la de unas elecciones europeas en la
que partidos dispersos por todo el territorio pueden aprovechar mejor los
votos. En todo caso su éxito ha sido arrollador, son la tercera o cuarta fuerza en varias CCAA, en las que solo está claramente por detrás de PP y
PSOE, superando en muchas a partidos nacionales como IU, y UPyD, y a PNV, CiU,
ERC, Bildu, BNG, etc. etc.
No
sabemos cómo gestionarán el éxito, si manteniendo en Europa parte del equipo
dirigente que sería necesario para crear el partido en España, cómo les
afectará el probable aluvión de militantes/simpatizantes que producirá
dispersión ideológica y programática, cómo resistirán las presiones que
recibirán de todas partes… Acaban de entrar en un período de gigantesco trabajo
cuyo primer resultado veremos en un año. Evidentemente los debates televisados los
han impulsado, pero otros los tuvieron y no sacaron tanto partido, tienen
líder, con buena planta, culto, buen discurso y racionalista, sereno y fuerte… y
una base social de cientos de miles o millones de españoles en espera de optar
por alguna opción con nuevas formas de relación, debate y decisión y tintes progresistas.
La
derechona aumentará la batería de acusaciones para descalificar a sus representantes
y cuanto digan -había empezado tímidamente antes de la campaña-, el foco será
la acusación de ultraizquierdismo, apoyada en los ribetes cubanos y venezolanos de algunos de sus componentes y simpatizantes,
que existen, compartiendo territorio electoral con amplios sectores de gente ajenos
a revoluciones y más próximos a componentes democráticos. La otra andanada
crítica la podrían recibir de la otra orilla, dada su capacidad de atracción de
simpatías formuladas en votos que lleva a Podemos muy cerca de IU, en todas
partes -y en Madrid por encima-, los comunistas, y toda IU, tendrán que revisar
urgentemente sus parámetros participativos y el mantra de programa, programa,
programa. Son muchos años escisión tras escisión, casi siempre de grupos con
querencias democrático aperturistas, expulsiones producidas por criterios
orgánicos y de funcionamiento, la mayoría de las veces al margen de los
programas.
Los
movimientos de indignados –Podemos no es exactamente su representación, pero sí
capitaliza algunos sectores, jóvenes urbanos, universitarios y clases medias-,
los movimientos tras el 15-M y las mareas sectoriales, las agrupaciones en los
barrios, etc. etc. han intentado
participar en la vida política de izquierdas y se han encontrado a una IU y
PSOE anquilosados, incapaces de integrarlos, cerrados a nuevas dinámicas de
participación. Miles de activistas trabajan diariamente fuera de las
estructuras de los partidos buscando donde encajar y agrupar su actividad
política sin que hasta la fecha hayan encontrado un partido que pudiera
aglutinar tanta fuerza dispersa, hoy electoralmente parece que se aprecian
signos de cierta decantación.
En
estas elecciones europeas Podemos ha barrido a todos los grupos y pléyade de
grupúsculos que intentaron moverse en entornos surgidos tras la crisis, el
15-M, la desafección con los partidos… del lateral rojiverde. Sorprende el
zarpazo dado a IU y a Equo, formaciones que intentaron beber en las aguas de la
indignación, -los que más IU- lo cual debería llevar a esas agrupaciones, tan
diferentes, a reflexionar sobre sus prácticas de militancia –militantes de
Podemos anteriormente intentaron impulsar Equo y tuvieron que salirse-. IU
tiene ya treinta años de experiencias que deberían servir para entender que su
estructura, programas, liderazgos, organización y funcionamiento, contienen
grandes dificultades para lograr una representación de izquierdas traducida en
millones de votos que permitan acercarse a gobernar. Bien porque no existan
millones de votos de izquierdas, lo cual para gobernar obligaría aceptar otros
parámetros políticos más amplios, o
bien porque muchos votos de izquierdas no se decantan por IU, lo cual debería
llevarlos a adoptar otros parámetros políticos más amplios, mas inclusivos.
Equo,
ha logrado un mal resultado, 300.000 votos en la coalición Primavera, -Equo,
Compromiss y Chunta-, cuatro veces menos que Podemos. No terminan de despegar y
en elecciones europeas contaban con un plus favorecedor nada desdeñable, la
existencia de grupo parlamentario europeo, los verdes, con tradición y
estabilidad. Además en España, no han aprovechado el descalabro de Los Verdes
coaligados con Recortes Cero, tras su fallida alianza con IU. Evidentemente su liderazgo,
funcionamiento y organización no parecen lo más adecuado para darse a conocer y
calar en el electorado. La creación de Podemos, en tan poco tiempo y con medios
muy precarios les debe enfrentar a su realidad de falta de conexión con los
problemas de la gente. Las municipales y generales próximas dirán si modifican,
o nuevamente nos acercaríamos a las puertas de un proyecto rojiverde fallido, lo cual sería una putada que no debería suceder.
Las
diferentes imágenes entre unos y otros son esclarecedoras de algunas
diferencias; IU presenta resultados con protagonismo al mando de Cayo Lara en
el escenario, pero él no era candidato; los líderes de Primavera Europea celebran
efusivamente un diputado y 300.000 votos como gran victoria. Pablo Iglesias, 1.245.000
votos y cinco diputados, manifiesta su descontento, porque quieren más…
PD. Si alguien cree que los votos responden a los programas está soñando, en ningún caso. En Podemos lo normal es que suceda lo mismo, su millón y cuarto de votos no creo que signifique aprobación de programa, sino mas bien golpe al bipartidismo, a la partitocracia cerrada, voto al aire fresco y mayor democracia, voto a la rebeldia, y la indignación...veremos.
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