Conflicto en
Intereconomía o Canal 9, ¿dónde se coloca la izquierda?
El reciente
conflicto laboral de los trabajadores del canal de televisión Intereconomía,
junto con el cierre de RTVV, y el reconocimiento de los trabajadores de esta
cadena autonómica de que manipularon y silenciaron voces como las de las
víctimas del accidente del metro de Valencia, ha abierto un debate sobre la
deontología de los periodistas y el grado de defensa que merecen estos
trabajadores.
[...]
La primera contradicción supondrá reconocer que cuando estos dos canales silenciaban otros conflictos laborales, manipulaban las noticias o censuraban cualquier voz crítica con los gobernantes de la derecha, muchos de esos trabajadores no tenían un problema en formar parte de la infamia.
[...]
En el caso de Canal 9, los trabajadores se escudaban en la defensa de una televisión pública. Claro que debemos defender la existencia de una televisión pública, pero eso que emitían no merecía ninguna defensa.
[...]
Podemos llevar años vilipendiados por un determinado medio de comunicación, rabiando por el comportamiento de muchos de sus periodistas que tienen como bandera su servilismo al poder y su combate a cualquier opción alternativa, y cuando ese medio cierra o se encuentra en crisis económica, nos movilizamos en solidaridad por esos trabajadores para que se mantenga su puesto de trabajo y su maquinaria de mentira y combate contra los mismos que protestamos por su cese.
[...]
Si mañana un gobierno declara cerrar la comisaría de los antidisturbios que disolvían a porrazos las manifestaciones, ¿también nos movilizaremos en contra?
Si el gobierno ahora cancela la compra del camión que lanza chorros de agua para disolver manifestaciones, ¿es una mala noticia porque no tendrán trabajo los empleados que iban a fabricarlo?
La primera contradicción supondrá reconocer que cuando estos dos canales silenciaban otros conflictos laborales, manipulaban las noticias o censuraban cualquier voz crítica con los gobernantes de la derecha, muchos de esos trabajadores no tenían un problema en formar parte de la infamia.
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En el caso de Canal 9, los trabajadores se escudaban en la defensa de una televisión pública. Claro que debemos defender la existencia de una televisión pública, pero eso que emitían no merecía ninguna defensa.
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Podemos llevar años vilipendiados por un determinado medio de comunicación, rabiando por el comportamiento de muchos de sus periodistas que tienen como bandera su servilismo al poder y su combate a cualquier opción alternativa, y cuando ese medio cierra o se encuentra en crisis económica, nos movilizamos en solidaridad por esos trabajadores para que se mantenga su puesto de trabajo y su maquinaria de mentira y combate contra los mismos que protestamos por su cese.
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Si mañana un gobierno declara cerrar la comisaría de los antidisturbios que disolvían a porrazos las manifestaciones, ¿también nos movilizaremos en contra?
Si el gobierno ahora cancela la compra del camión que lanza chorros de agua para disolver manifestaciones, ¿es una mala noticia porque no tendrán trabajo los empleados que iban a fabricarlo?
Si un próximo
gobierno de izquierda elimina los curas castrenses y los profesores de religión
que estamos pagando con dinero público, ¿nos manifestaremos en defensa de esos
puestos de trabajo también?
¿Fue una mala noticia que algunos trabajadores dejaran de fabricar minas antipersona? Quizás se quedaron sin trabajo.
¿Fue una mala noticia que algunos trabajadores dejaran de fabricar minas antipersona? Quizás se quedaron sin trabajo.
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Mi amigo Jesús de Bargas-La Sagra, confiesa
las dudas que le embargan a la hora de interpretar los acontecimientos
anteriores, escribe abriendo una polémica en el entorno de la ética, mostrando
dudas que muchos tenemos en ocasiones similares a las mencionadas. Complicado
de resolver.
Hola Manuel, esta temática es muy peliaguda. ¿Por dónde
se traza la frontera ente el asalariado digno y el indigno? (¿?)
Yo, que he trabajado muchos años colaborando a
fabricar artilugios electrónicos para no sé qué uso o destino, pues no sé si
algún aparato electrónico se haya usado en teledirigir misiles o artilugios
bélicos, ¿me tengo que avergonzar de algo? ¿Tengo que arrepentirme de
haber trabajado en eso?
Voy todavía más allá: Alguien que haya trabajado
fabricando armas u otros artilugios para el uso de militares o de policías
antidisturbios, cuando se quede en el puto paro ¿tendremos que aplicarle la
misma filosofía que a los despedidos de Canal9, de Intereconomía TV o de La
Gaceta?
Ese articulista pone el dedo en la llaga. Perooooo,
¿en qué llaga...? ¿Tiene mucha o poca razón?
Para mi forma de pensar actual (que en cualquier
momento pudiera dar un giro) no creo que desde mi condición de asalariado, deba
apiadarme, condolerme ni solidarizarme con los hipotéticos antidisturbios que
se tuvieran que ir, hipotéticamente, al paro. Pero incluso, esa postura es
discutible y peligrosa. ¿Me tengo que alegrar también de que se vayan al puto
paro los asalariados de la fábrica de camiones-lanza-chorros-de-agua? Y ya,
metidos en harina, ¿me tengo que alegrar de que se queden en paro los
trabajadores de las fábricas de fusiles-lanza-pelotas, de fábricas de trajes
almoadillados azul-oscuro-casi-negros?
No sé; no sé. Estoy hecho un lío. A un periodista que
se mete en una televisión rayana en el fascismo, que es el azote de la
izquierda española y luego se queda en el puto paro, ¿qué tratamiento es
correcto que yo le dé? (Que le demos todos).
Para resolver estas cuestiones hay que aplicar a todo
esto la "prueba del 9", que consiste en preguntar al Jesusito
que llevo dentro: ¿Qué harías tú si trabajaras en una empresa que hace
o publica cosas contrarias a la verdad, a la ética, a la moral, a los
derechos humanos, a la ostia puta...?
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Vivimos en un mundo altamente
complejo, los casos anteriores se pueden extender hasta el infinito, sirva
recordar que las guerras o conflictos de cualquier tamaño no se ganan solo con
armamento directo en el campo de batalla, sino con alimentos, abastecimiento,
logística, transportes y comunicaciones, economía, capital humano desplegado en
campo de combate, en relaciones diplomáticas, utilizado en propaganda,
medicina, etc. todo ello en los campos de poder blando y poder duro.
Son
muchas las labores que se desarrollan en todas las ramas productivas susceptibles
de utilizarse con fines perversos: 1) sectores
industriales vinculados directamente al armamento o transportes y apoyo
logístico son materiales utilizados para reprimir, en este campo no solo
estarían las armas, sino todos los materiales, metalúrgicos, eléctricos,
energéticos, plásticos, electrónicos, -drones, gases, radioactividad, deshechos,
construcción, medios de comunicación…- investigaciones químicas, biológicas,
físicas… cualquier investigación puede utilizarse con unos u otros fines, incluidas
las médicas; 2) todo soporte tecnológico
es susceptible de utilizarse en guerras, represión, mayor explotación…; 3)
trabajos vinculados con las finanzas darán soporte a todo tipo de tropelías, el
terrorismo, las drogas, las guerras, las debacles financieras de pueblos y
países… están soportadas en mecanismos financieros sin los cuales sería
imposible que se desarrollaran; 4) cualquier trabajo en el entorno del sector
estatal puede utilizarse como apoyo necesario de las políticas gubernamentales
de inequidad, etc. etc.
Al trabajo de casi todo el mundo se
le podrían encontrar vínculos con la explotación, la represión, las guerras, el
enriquecimiento de unos pocos y la pobreza generalizada de millones de personas
y las injusticias. Si a escala nacional resulta complicado encontrar respuestas
equilibradas, a escala global las dificultades para hacerlo aumentan
extraordinariamente. Los trabajadores de la tele valenciana o los de
Intereconomía, vistos en general fueron unos traidores, vendidos, porque durante
largo tiempo el contenido que salía de esas emisoras, el resultado de su
trabajo, hizo daño a decenas de miles de ciudadanos, agredieron a los débiles
aprovechando su posición de poder. Lo cual no invalida que dentro de esas
empresas pudiera haber individuos que se enfrentaran.
Lo anterior sucede en todas las
empresas, ahora y durante el franquismo solo luchaban unos poquitos, y en
muchas ocasiones pedían ayuda a sindicatos y partidos para resolver su
problema, de los que se olvidaban inmediatamente una vez solucionado, eran
vistos como instrumentos externos al servicio de sus necesidades inmediatas. Es
parecido a lo que ocurría a escala país y por lo que nos acusaban de españoles fascistas desde fuera, molestaba a los que luchaban aquí dentro,
pero la calificación era adecuada a la resultante mayoritaria, volvemos a
recordar que Franco murió en la cama y el franquismo sociológico es abrazado
por millones de españoles. Algo similar debió ocurrir en esas empresas que
mencionas, cerradas ahora, pocos trabajadores sintieron la mierda con la que
inundaban las conciencias de forma activa, quizás unos pocos se sentirían
molestos, pero la cuestión era que la resultante que padecíamos, lo que salía a
la sociedad, tapaba con mucha basura la debilidad de otras personas para que
pudieran seguir haciéndoles daño, como a las víctimas del metro de Valencia.
Continuará... (Se añade la segunda parte posteriormente)
Los procesos productivos
occidentales, entre otras cuestiones se basaban en energía y materias primas
procedentes de esos lugares, que eran obtenidas en condiciones altamente
favorables respecto a los precios que posteriormente se cobraban por las
mercancías o servicios producidos y ello aún a pesar del valor añadido por los
trabajadores occidentales en la producción, a lo que sumaban el control
financiero, comercial, político, militar... No es sencillo ni lineal, no
podemos afirmar rotundamente que la única causa de la pobreza de esas partes
del mundo sea la intervención occidental, pero desde luego existió una
responsabilidad externa que empujaba en esa dirección y que benefició durante
años a los trabajadores occidentales. -Aunque también exista la responsabilidad
interna de cada pueblo y lugar, que no es el momento de discutir-.
Continuará... (Se añade la segunda parte posteriormente)
Ni toda movilización, ni todo colectivo merecen apoyos
No toda movilización merece apoyarse.
En todo caso, antes de apoyar una reivindicación conviene analizar a quien
perjudica y beneficia, estudiar los grupos que la impulsan, quienes son los que
dirigen el movimiento, con qué objetivos, que pretenden conseguir y de qué
forma; habrá que estudiar si las reivindicaciones son adecuadas aquí y ahora, y
si benefician a amplios colectivos de forma sostenible, las otras alternativas
existentes, habrá que tener en cuenta los costes y los retornos sociales y/o
económicos… qué dicen y cómo, sus postulados y argumentaciones, etc. No todo objetivo es defendible, Eurovegas
es un reciente ejemplo, se vendía desde la caverna como proyecto generador de
puestos de trabajo, pero desde posiciones progresistas no podía poyarse por muchas razones.
No todo colectivo merece apoyos, -ejemplo controladores aéreos-. No es sencillo plantearse el apoyo a
estos colectivos de trabajadores, de hecho miles de personas se mantendrán al
margen al recordar sus actuaciones pasadas, los juzgarán indignos de apoyo, no
parecen estar en los primeros lugares que conciten la solidaridad de la
población. A título personal, se debería reflexionar alrededor de cada grupo,
en donde seguro habrá hijos de puta
que disfrutaban con el daño que hacían y algún individuo bueno que sufrió dentro. Esto sucede en todas las empresas, en
todos los sectores, en todas las luchas, hay un sector chungo y otro majo, lo diferente será el nivel, la proporción de
chungos, de los que dañaban a otros a sabiendas, pero siempre habrá la
posibilidad de desobediencia civil, de activar mecanismos de protesta interna,
de sacar a título grupal o particular, comunicados o informaciones de apoyo a
sectores desvalidos y víctimas, pisoteados por la información oficial.
No se trata de buscar santos, no
existen, todo individuo es un mar de contradicciones y transversalidad en sus
ideas… pero tampoco de aceptar la obediencia debida como salvaguarda de
responsabilidades porque entonces toda maldad quedaría justificada, las
acciones de cada cual contienen criterios morales que se deben tener en
consideración. La disculpa de que todos estamos obligados por alguien o algo no
debe servir para justificar las actuaciones de nadie, –el nazismo se
justificaba de esa forma, recibían
órdenes, cumplían las leyes y Hana Arendt tiene buenos alegatos para
explicar su funcionamiento, que no para justificar su comportamiento- pretender
justificar la actuación de cada uno en que no tenía más remedio que obedecer
enterraría la posibilidad de ética individual, la responsabilidad de cada individuo por sus acciones, ante sí
mismo y ante los demás. Hace casi cuatro
años escribí aquí mismo:
Todos tenemos responsabilidad individual (05-08-2010)
Hay individuos que utilizan un mecanismo de escape de la
realidad, consistente en convencerse de que las grandes decisiones son tomadas
por personas importantes, desde un trono, que deciden una vez en la vida, tal
como suelen contar los libros y así tienen gran repercusión entre multitudes,
por tanto ellos, seres humanos individuales y limitados en su poder estarán
siempre al margen de esa responsabilidad. Con esa ilusión pretenden huir de los
problemas, quieren creer que el exterminio de seis millones de judíos se debió
a una firma puesta en un papel por una sola persona, lo cual les deja con su
conciencia tranquila, porque ellos nunca harían algo así, dicen.
Esta forma de pensar no es más que una coartada. El exterminio
se llevó a cabo porque en cada barrio, en cada ciudad, tenderos, empleados de
banca, policías, carteros, metalúrgicos, mujeres, niños y ancianos, todas ellas
personas individuales, que nunca tomaron ‘grandes decisiones’, denunciaban algo
de cada vecino, compañero de trabajo o de estudios, apoyaban la selección
primero, luego el control administrativo, posteriormente la construcción de
transporte y de campos, sin que necesariamente cada decisión individual
implicara un asesinato, ni por supuesto responsabilidad sobre la totalidad del
proceso. El mecanismo es el mismo que se utiliza para la xenofobia y el
racismo.
El problema reside en que ninguna persona, individualmente,
tiene responsabilidad sobre la totalidad de un proceso completo, sea éste
individual o colectivo. La cuestión que debemos asumir es que las decisiones
importantes de la vida se toman diariamente y siempre son pequeñas en cuanto son
ejecutadas por una persona y afectan en general a poca gente, a veces a un solo
individuo, pero son las que determinan la personalidad moral o ética de cada
uno y del colectivo que tiene a su alrededor.
Nuestra decisión la tomamos por acción, pero también por omisión, con la respuesta o con el silencio, que damos al jefe, amante, amigo, o vecino que nos rodea, y por supuesto a nuestro colectivo militante o afiliado, defendiendo una postura justa o una reivindicación, sin evadirnos del presente con el engaño de que el futuro resolverá, mejorará o cambiará la situación de que se trate, sin cerrar los ojos ante todo lo que sucede delante de nosotros.
Nuestra decisión la tomamos por acción, pero también por omisión, con la respuesta o con el silencio, que damos al jefe, amante, amigo, o vecino que nos rodea, y por supuesto a nuestro colectivo militante o afiliado, defendiendo una postura justa o una reivindicación, sin evadirnos del presente con el engaño de que el futuro resolverá, mejorará o cambiará la situación de que se trate, sin cerrar los ojos ante todo lo que sucede delante de nosotros.
…/…
Volvemos al inicio del debate planteado por Jesús de Bargas-La Sagra, y resulta que la
responsabilidad de los medios de comunicación en estas crisis que padecemos es
inmensa, tertulianos, periodistas, directores, propietarios… desde la etapa aznarista –en la que apoyaron a fondo el
regreso de la derechona al poder político e ideológico- taparon con su basura
todos los desmanes que se cometían, ocultaban los grandes problemas que se
estaban generando, callaban voces que alertaban, condenaban personas críticas y
evitaban debates que hubiera sido necesario tener, poniendo pantallas de humo en
su lugar, y aquel ‘España va bien’,
que todavía hoy es posible escuchar a muchos tertulianos, estaba muy bien con
Aznar, hasta que la destrozó Zapatero.
Si a escala país estos
comportamientos suscitan reflexión, todo cobra una dimensión más preocupante y
compleja cuando enfocamos el problema a escala mundo y nos referimos a nosotros
como españoles, europeos. Somos occidentales, los que estamos en los eslabones
de arriba de la cadena imperialista y nos hemos beneficiado durante años de la
explotación del Tercer Mundo. Al final de los sesenta y durante los setenta,
bastante antes de la caída del muro de Berlín y la desaparición de la URSS, se
abrió una polémica en el marxismo alrededor de la participación de los
trabajadores occidentales en los beneficios de la explotación del planeta, quizás
siempre existió ese aspecto en los movimientos intelectuales europeos, pero en
los 60/70 lo viví.
La cuestión es muy dura de aceptar moralmente
y no tiene fácil encaje en nuestras ideas, entre otras cosas porque en esta
fiesta somos los privilegiados, comparados con los pueblos de África, Sud
América o Asia, muchos de ellos emergentes que hoy forman una de las puntas de
lanza de la crisis que padece Europa. –Sin integrar la globalización, los
mercados y los emergentes es imposible entender el cambio de era por el que
transitamos, como explico en la segunda mitad de ‘El poder de los mercados. Y losespañoles’ -.
Muy bien tu comentario, Manuel. No puedo añadir ni quitar ni una coma.
ResponderEliminarPara aportar algo que redondee este artículo, echo mano de una frase que atribuyen a Martin Luther King, que dice:
“No me preocupa tanto la gente mala, sino el espantoso silencio de la gente buena”.
En todas las empresas, en todos los trabajos, hay un preocupante número de asalariados —gente buena— que retomando la frase del poeta Miguel Hernández, son "carne de yugo" los cuales, si el empleador los dice que los va a matar pero antes tienen que cargar con su propio ataúd hasta el borde de la sepultura, le obedecerían sólo por el hecho de poder tener unos segunditos más de vida.
(No te alarmes. Es pura metáfora. Metáfora tétrica pero metáfora al fin).
Aquí vendría muy apropiada la frase que le atribuyen a Dolores Ibárruri "La Pasionaria": «Más vale morir de pie que vivir de rodillas».
Aunque la problemática que flota en el fondo de este artículo, es como un poliedro de múltiples caras y aristas. Da para visionarlo desde varios ángulos y las conclusiones —me temo— serían muchas y variadas.
Un saludo,