El gran
hallazgo de la consigna sobre el derecho a decidir
Quien imaginara la idea, encontró un filón, porque está claro que nadie
podrá está en contra del derecho a decidir de la gente sobre su futuro, derecho
consustancial con cualquier democracia. Sin embargo como toda realidad la
apariencia no es igual a la esencia. A la mayoría de gente bien-pensante le
parece que esto es lo más democrático y algunos un poco obnubilados, creen que
el nacionalismo está dando una lección de democracia a los españoles, ya que
interpretan esta reivindicación en clave ciudadana, ‘para saber qué
quieren los catalanes’ cuando se trata de una maniobra dentro del proceso
de independencia, puesto que saber lo que quieren hay suficientes técnicas
estadísticas y electorales para conocerlo. Por supuesto sería declaración de
independencia si saliera el voto favorable, ya que si sale contrario,
volveríamos a la casilla de salida.
El resultado de una consulta así, sería directamente un referéndum sobre la
autodeterminación, muy poco comprometida para el secesionismo, saldría gratis,
sin costes añadidos caso de perder, con volver a empezar al año siguiente, todo
resuelto. La utilización de la consigna sobre el derecho a decidir sobre la
secesión de Catalunya, ha demostrado ser un arma política de primera magnitud
dificilísima de combatir y su instalación entre la gente sigue imparable. A
pesar de las preguntas que suscita entre el pensamiento progresista, de
izquierdas o simplemente racionalista que no puede aceptar que no haya sido ejercido
ese derecho en el pasado por los catalanes en la misma medida que lo hizo el
conjunto del pueblo español. Los independentistas lo plantean como una
recuperación de algo inexistente y/o que existió en el pasado y ahora no existe
en su territorio, para lo cual quieren modificar unilateralmente todo el marco
jurídico legal que lo hizo posible en el conjunto de España.
La secesión no se contempla en ninguna constitución, solo está reconocida
por la ONU para territorios coloniales, la 1514, de la XV sesión de 1960
aplicada al Sáhara; y la 2625 de 1970, del XXV período de sesiones que reconoce
la libre determinación para territorios colonizados y oprimidos, -libre
determinación que separa de secesión de estados ya constituidos- es decir
reconoce el derecho a la descolonización en territorios dominados, gobernados y
explotados por extranjeros, sobre poblaciones sin derechos a decidir
organización social, ni económica, ni gobernantes, ni leyes, algo
extremadamente alejado de Catalunya y que se redactó pensando en las colonias
del tercer mundo.
¿Quienes deciden hoy en Cataluña sobre la mayoría de cuestiones que afectan
a la ciudadanía? Evidentemente la burguesía catalana, tan carcunda como la
españolista, o británica, que copa todos los poderes, desde el control los
medios de producción, fábricas, negocios, comercios… pasando por las tribunas
mediáticas, prensa, radio, televisión… desde la cultura, el deporte, comercio,
la banca, la política… y las direcciones de todos los partidos como indica la
deriva que ha tomado el asunto, de tal forma que la igualdad de oportunidades
entre diversas posturas no existe.
Los conflictos de clase han desaparecido de la faz de la tierra sustituidos
por el identitario nacional, todos juntos empujando el carro con los mismos
intereses, que lógicamente serán los del grupo dominante, suena antiguo. La
vida no es solo un conflicto en torno a la producción, los problemas que nos
invaden son transversales en gran parte, de sexo, ecológicos, de raza, de
religión… de identidad, pero una cosa es que existan conflictos cruzados y otra
que hayan desaparecido como por ensalmo las clases. ¿Los trabajadores tendrían
ese derecho a decidir, sobre objetivos, salarios, condiciones, horarios,
ritmos… en fábricas y tajos, comercios y bancos? ¿Una vez conseguido, los
vecinos decidirían sobre qué construir y dónde poner parques y escuelas,
cuantos metros edificar y a cuanta distancia del mar…?
¿Por qué no pedir el derecho a decidir sobre la política de austeridad?,
por ejemplo, en relación a la urgente reforma fiscal que debería hacerse, sobre
los impuestos, tipos y cuantías que las empresas y los ricos deberían pagar
aquí en España, incluyo Cataluña. Derecho a decidir sobre en qué recortar, a
quienes y dónde invertir y cuanto. Derecho a decidir sobre las condiciones de
trabajo, sobre implementar urgentemente planes masivos de empleo en montones de
nichos y sectores, decidiendo sobre los recursos a utilizar en ellos, los
recursos que ya existen por muchos rincones –Catalunya Caixa 12.000 millones de
€ ayuda pública del Estado pagada por los trabajadores, los ricos no pagan
impuestos-
Derecho a decidir sobre cómo deben reprimir las fuerzas de seguridad las
manifestaciones de los indignados cuando se celebran en espacios públicos,
incluso decidir si deben ser reprimidas, o mejor todavía, deberíamos decidir a
quienes deberían detener y violentar, a los corruptos –catalanes hay montones-
a los recortadores de derechos sociales y repartidores de propiedad colectiva
tales como la sanidad y la educación…
Derecho a decidir sobre la ley electoral… con cuanta proporcionalidad,
eligiendo la circunscripción electoral y número mínimo de diputados elegidos.
Derecho a decidir a las mujeres sobre el uso de su cuerpo y al conjunto de
personas sobre las libertades civiles, laicas. Sería necesario poder decidir
sobre el tipo de energía a desarrollar en España y sobre los precios de
producción, decidir sobre la protección de bosques, espacios naturales y
costas… ¿Por qué no decidir sobre ayudas bancarias a las Cajas catalanas y
sus condiciones de retorno?, y mientras se producen, decidir sobre su gestión
¿Acaso estas cuestiones son más difíciles de lograr que la secesión? Pero no
menos importantes.
El liberalismo, los neoconservadores, Reagan, Thacher, Aguirre, Aznar, los
banqueros… se llenan la boca diariamente de la palabra libertad, reclaman a los
gobiernos y a la sociedad su derecho a decidir. Quieren gastar lo que ellos
decidan en lo que quieran, decidir cuánto pagar de salarios y con qué derechos
contratar, reclaman poder decidir en donde invertir y cuanto cobrar por el uso
de sus carreteras, sus escuelas, sus hospitales,
que dicen es su derecho construir… porque según su patrón de libertades, todo
el mundo debería decidir libremente qué hacer con su vida, pero sin el Estado
de por medio. Las libertades que el neoliberalismo predica, el derecho a
decidir que ellos reclaman, es la libertad de los poderosos de llevar el dinero
que consigan explotando a millones de personas en un país al paraíso fiscal que
les dé la gana…
Dirán algunos que esto no tiene que ver con el derecho a decidir que
reclaman los catalanes. Verán, en cuanto derecho a decidir es similar,
unos pueden reclamarlo desde posiciones nacionalistas y otros desde posiciones
rojiverdes, o malvanegras; desde posiciones religiosas o laicistas, se puede
reclamar desde posiciones burguesas o proletarias, lo pueden reclamar los ricos
y los pobres…
Todos quieren tener derecho decidir. ¿O no? ¿Es ilimitado en el
tiempo? ¿Todos los territorios, aldeas, ciudades, regiones… tienen el mismo
derecho? ¿Todos los individuos lo tienen, quien los designa? ¿En las fábricas
los obreros tendrían derecho a decidir? ¿Qué opciones serían posibles
alternativas a la independencia, que consecuencias tendría una u otra opción?
Despotricar y maldecir a menudo olvida que el pueblo español -y catalán-
actuó como sujeto político y ejerció repetidamente el derecho a decidir en
numerosas elecciones, y decidió en las antípodas de las condiciones de vida,
negación y represión de libertades, de los negros estadounidenses con los que
se quieren comparar. Nuestra realidad social y política fue construida por
muchas sensibilidades distintas en la Transición, con mayor peso de unas que de
otras, sin duda, pero creando una nueva legitimidad general en cuanto que
aceptado libre y mayoritariamente por todas las partes que en ningún caso formó
un apartheid con grupo poblacional alguno.
En la comparación con otros países, sin duda podríamos trasladar
experiencias que mejorarían nuestra democracia, máxime en estos momentos, pero
dejemos de meter todo en una coctelera y agitar, y dediquémonos a resolver
problemas. Cuesta aceptar la idea de la descalificación global de nuestra
democracia y el embellecimiento de las demás como si se tratara de paraísos, y
diariamente se hace desde medios de prensa, nacionalistas y obnubilados de
todos los colores. Seamos serios en nuestras definiciones, votar en referéndum
para elegir presentarse a los JJOO o tal o cual cosa sobre una ley, no es de lo
que estamos hablando, que es aceptar la independencia de un territorio. No
existe el derecho internacional a la secesión, fuera de los casos coloniales.
Ningún país tiene en su Constitución formulado el derecho a la secesión y
muchos tienen expresamente recogida la integridad territorial de forma similar
a España, como son Francia, Estados Unidos, Italia o Australia, no acusados de
antidemocráticos. No se es más o menos demócrata por reconocer
constitucionalmente el derecho a la secesión, que insisto no conozco lo tenga
ningún país, o por no citar la referencia a la indivisibilidad territorial, que
es por donde se mueven los casos de Canadá y Reino Unido, este último sin ley
constitucional expresa y desde luego lejos de modelos democráticos globales la
elección de lores o el entramado social supe clasista existente.
El derecho a un referéndum para saber, reclamado en Catalunya, se transmuta
realmente con el resultado final, lo que se plantea es un referéndum sobre la
independencia. Además revisable anualmente si no sale el resultado apetecido
–juro que lo he leído y escuchado a los independentistas, como
cualquier otra elección, decían- pero ¿por qué no pensar el derecho a
decidir para los supuestos anteriores?, porque los partidos
tradicionales de izquierda y los nuevos están dirigidos por individuos de
procedencia familiar burguesa, de los estamentos altos de la burguesía
catalana, -igual en otras latitudes- se están rompiendo porque la sociedad está
harta de crisis y sin ver salidas a medio plazo, se aglutinan en torno al
proyecto independentista, la única ilusión, generada como solución de todos los
conflictos.
Los independentistas sobrevenidos y una parte de los antiguos, han
interiorizado que todos los males que padecen, crisis incluida son culpa de los
españoles, de los otros, sean quienes sean no son ellos, y además los otros son
todos iguales en su identidad maligna, represora y explotadora, mientras ellos
son los ungidos por el espíritu santo, recién nacidos sin mácula alguna limpios
de cualquier pecado. Así me apunto hasta yo, al bando de los buenos, si puedo
elegir sin costes no me voy a apuntar con los malos -El sentimiento
independentista ya existía desde mucho tiempo atrás, lo nuevo ha sido la gran
cantidad de gente que se ha sumado, con criterios economicistas o ilusionantes
perspectivas que no encuentran por otras partes, al tiempo que les brinda la
tranquilidad de haber encontrado a los culpables de todos sus males-
La transversalidad de la reivindicación independentista es un hecho, como
su crecimiento. Desde la óptica rojera y progresista, llama la atención el
abrazo de posturas secesionistas como solución a sus problemas por centenares
de miles de emigrantes obreros y la cesión de partidos tradicionales no
nacionalistas, algunos internacionalistas de origen, que se sienten arrastrados
por la ola secesionista hasta romperse –como sucede con el PSC, veremos cómo
termina- ya que durante mucho tiempo no hablaron sobre qué queremos decidir.
Olvidaron que los trabajadores, los débiles, las mujeres, los pensionistas, los
parados,… reclaman capacidad de decisión para mejorar sus vidas y la ola
secesionista la quiere para constituirse en estado con el objetivo de mejorar
los intereses de ricos y burgueses catalanes, que son quienes lideran
Catalunya, tal cual neoliberales citados, nuestro dinero para nosotros,
los demás que se arreglen como puedan. Nada más antieuropeo, y más
antiguo.
Derecho a decidir para los españoles y los catalanes, y los de Tarragona y
los de Sabadell y Calella, y Galapagar y Gandía y Teruel… ¿veremos cada año un
referéndum para dilucidar si Tortosa se va o se queda, o una vez conseguido
para unos se eliminará para el resto sobre todas las cuestiones anteriormente planteadas?
Todo nuevo territorio generas nuevas minorías dentro del mismo que según su
esquema de ser éticamente generalizable deberían tener el derecho a
independizarse, en ese y en cada momento, lo cual se presenta un poco
insensato.
Todo el esquema propagandístico planteado por el secesionismo, se ha
apropiado del principio democrático del derecho a ser independiente,
repartiendo carnets de demócratas al viejo estilo español, los que tuvieran otras ideas no son demócratas, olvida lo
anteriormente escrito, y encima omite una realidad suprema actual que pesa
sobre todo estado o nación. No existe la autonomía absoluta para ningún estado
o nación en el contexto político global europeo de hoy, la soberanía es
compartida, así que el derecho a decidir, realmente referéndum sobre
independencia, pretendiendo estado propio inserto en la UE –al margen de su
extrema dificultad- es bastante engañoso, por cuanto la pertenencia obligaría a
compartir el derecho a decidir sobre múltiples cuestiones económicas, legislaciones,
política exterior, procesos fiscales, monetarios, políticos,... Por decirlo
preciso, no tenemos derecho a decidir devaluar la moneda como ayuda para salir
de este infierno de crisis, no podemos decidir emitir moneda para dotarnos de
inyecciones tipo FED norteamericana, que disolvieran la deuda y proyectaran
crecimiento, no tenemos independencia para implantar una tasa Tobin, porque
sería una inutilidad si no se instala en el resto del espacio europeo, como no
tenemos derecho a mantener una guerra frontal contra los paraísos fiscales,
porque sin la cooperación de la eurozona será imposible, etc. etc.
El problema es muy serio y complejo de resolver, y ha entrado en una
dinámica endiabladamente acelerada, preludio de salidas históricas, con ideas
defendibles a un lado u otro, tan democráticas y ambas necesitadas de respeto
para encontrar salidas. Difícil aceptar la dicotomía de que las buenas son
aquellas y las malas estas, y mucho menos el reduccionismo de que metan todas
estas juntas en el mismo saco. Como dice J.M. Ruiz Soroa ‘casarse o divorciarse es una decisión unilateral, pero el estatus
matrimonial debe decidirse de común acuerdo,… un socio solo no puede decidir
unilateralmente la forma de la asociación… no puede decidir solo cómo y con qué
condiciones se queda en España…’, dicho de otra forma, la decisión de separarse es suya, -en el suya entra
el pueblo entero, no solo los secesionistas- pero el encaje, el estatus de la
relación Catalunya-España debe decidirlo el conjunto de los afectados. Después de tener claro lo anterior podemos hablar
sobre las posibilidades de algo similar a una consulta, referéndum o proceso
para determinar el encaje Cataluña-España.
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