Sea
Egipto o Siria. No tengo reseñado cuando empezó la realidad a perder color y nitidez,
pero puedo asegurar que cuando yo era joven todo se apreciaba claramente a la
primera. Había amigos y enemigos, unos a un lado y enfrente el resto, la
dicotomía tenía algo de sentido; o eso parecía.
Poco
a poco fueron pasando los años y el cerebro se va llenando por sus múltiples
arrugas de dudas, y certezas que antes no eran visibles, cuestiones que eran
desconocidas empezaron a salir publicadas, testimonios personales de múltiples individuos
de diferentes países fueron llenando vacíos, que hasta cierto punto impedíamos
porque afectaban a nuestras bases ideológicas, ya que eran maldades de los
nuestros.
Supongo
que hay una parte de desarrollo vivencial de cada individuo que puede explicarlo,
la personal maduración, o experiencia vivida de cada uno. Pero también creo que
hay otra parte que tiene relación con el mundo en que vivimos, complicado de
entender por la innumerable cantidad y diversidad de intereses en juego, en
gran parte transversales, por lo que rompen las costuras de nuestros rígidos
esquemas mentales. Creo que el mundo es más confuso y equívoco que antes,
cuando había dos campos claramente definidos, Oriente y Occidente, Capitalismo y
Socialismo y dentro se sumían el resto de luchas.
Siria
y Egipto, son dos de las esponjas actuales; que muchas personas tengan la
suerte de verlo tan claro como cuando yo era joven, produce cierto estupor. Se
trata, según ellos de una de las típicas guerras imperialistas, de los malos,
contra los oprimidos del tercer mundo, contra los pobres. Pues qué bien para
ellos, qué tranquilidad de conciencia cuando se toma postura nítida a favor de
un bando, por supuesto el de los buenos. Qué suerte tienen estas personas, de
ver tan nítido los males de sociedades complejas, tanta como los cristianos con
los buenos y malos, cielo e infierno.
Siria.
No me gusta nada la guerra. Pero ya hay una desde hace muchos meses, en la que
caen miles de mujeres, niños, hombres, viejos… una guerra que empieza porque
una sociedad se harta de la opresión de un régimen y lucha para conquistar
derechos y libertades. Cuando una sociedad se alza con fuerza hasta poner en
peligro el régimen existente el enfrentamiento está servido. La guerra se
produce precisamente cuando hay fuerza suficiente en ambos lados para enfrentarse
al otro bando y se mantiene en el tiempo si uno de los dos bandos no puede
aplastar al otro.
Los
rebeldes sirios, la sociedad que se levantó, es un conjunto de intereses unidos
en contra del Régimen, -y no a favor de una misma solución-, una realidad
similar en este sentido a otros países árabes, por lo que no quedan tan suficientemente
claros los apoyos internacionales a los rebeldes, y sí lo están los apoyos
rusos al Régimen. El lugar donde se celebra la batalla es punto estratégico y
polvorín siempre a punto de incendiar el planeta, todo Oriente Medio lo es, por
sus riquezas petroleras, por su situación estratégica y logística, etc. pero
también por la batalla que libran el Islam y la democracia laica del pueblo
árabe. Muchos intereses en juego dentro y fuera del territorio.
El
gas Sarín, parece probado que fue utilizado en contra de la población. En una
guerra civil casi todo es en contra de la población. El gas provoca un salto
cualitativo en esta sucia guerra lo cual aumenta confusión y dudas en todas las
fuerzas políticas mundiales, salvo en las que tienen seguro que no se debe
actuar, porque los imperialistas quieren
la guerra, y parecería como si el Régimen no. Al Assad no quiere la guerra,
solo quiere que le dejen exterminar unos cuantos miles de sirios para mantener
su paz unos cuantos años.
Un
problema asalta mi cerebro, si hasta ahora se ha condenado moralmente, diplomáticamente,
políticamente, la utilización del gas sarín por la comunidad internacional, y
deja de hacerse en esta ocasión, ¿no se estará dando la voz de ‘adelante, comienza la carrera’ para el
uso de gases en cualquier lugar del mundo? Abrir la puerta a que en otras zonas
de conflicto fuera utilizado el gas, -o la energía atómica- estremece y pensar
que puede ser por una dejación, por el respeto a la doctrina de no intervención,
me lleva a pensar en los muertos de la antigua Yugoslavia.
Por
otra parte parece razonable que una nueva guerra no resolverá nada ¿O sí? ¿O
nos cruzamos de brazos? No intervenir supone de facto, apoyar el Régimen de Al
Assad y apostar por la derrota del pueblo, que sin duda machacarán. Confieso
que las dudas golpean en mi cabeza. No me gusta la guerra, y tenemos un
problema, ¿Cómo resolverlo?, dejando que todo transcurra como hasta ahora no me parece.
Recuerdo
a los republicanos españoles de los años cuarenta, II Guerra Mundial, clamando
por la intervención de los aliados en España. Años antes, durante La República
legalmente constituida, asaltada por las fuerzas golpistas, el gobierno
republicano clamaba a las democracias europeas por su intervención en el
conflicto, solicitando armas y apoyo político, que no logró, lo cual volcó la
balanza al campo franquista apoyado por el nazismo alemán y el fascismo
italiano que apoyaron en armas, dinero y ejércitos.
Acaso
la intervención de las democracias europeas en la España republicana ¿no
hubiera impedido las atrocidades cometidas y la intervención de los aliados
posteriormente durante la II Guerra no hubiera evitado un régimen de
sufrimiento durante 35 años?
PD. El 3 de septiembre Rosa Montero publica 'Violencia'
''La violencia, pues, es uno de los grandes temas de la humanidad. ¿Cómo manejarla? Ahora nos toca navegar otra crisis y me desalienta prever una vez más el probable esquematismo y la radicalización de las opiniones: desde los que piensan que todo lo que haga Estados Unidos es demoniaco a los que se sienten enardecidos por las trompetas bélicas. Toda guerra, hasta la más justificada, es impredecible y puede acabar potenciando el horror. Pero la violencia existe, incluso sin las bombas de los Obamas. ¿Qué hacer cuando los pueblos son masacrados? ¿Con los niños africanos fileteados a machetazos, con las niñas afganas asesinadas por estudiar? Es un asunto tan esencial y tan complejo que no creo que se pueda solventar con opiniones tajantes. Pero la violencia, ese viejo monstruo nuestro, fomenta justamente la furia irracional y el extremismo. Por eso nos cuesta tanto civilizarnos.''
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