Otro
aspecto diferenciador de los mercados respecto al del capitalismo tradicional,
que aparece en los últimos años y se está extendiendo por la sociedad, es la consideración del riesgo como aspecto
secundario, luchando contra viejas costumbres de rentabilidad y seguridad a
largo plazo. Prima la alta rentabilidad del corto plazo, desplazando la
aversión al riesgo, -se valora que suban las acciones esta semana, realizando
todo tipo de trucos y perrerías contables, que sirva para justificar el valor
de un producto que pueda vender mañana, aunque esa política suponga la quiebra
futura de la empresa- se abandona una tradición burguesa basada en el
enriquecimiento soportado en los trabajadores de una fábrica produciendo comodities durante el tiempo de vida de
una familia.
La
inmediatez se adueña de la vida, ‘quiero
todo y ahora mismo, el futuro no importa’. Nunca como ahora las acciones duraron tan poco en las
mismas manos, el tiempo de la cartera estable de valores, de las inversiones
a largo plazo, se está desplazando por las millones de operaciones en
instantes, cualquier activo real, o la deuda pública, divisas y por supuesto
derivados, en cualquier campo sea energético, de materias primas… cambian velozmente
de manos, apoyado en los mecanismos de negociación automatizados de alta
frecuencia –potentes máquinas que mediante algoritmos lanzan millones de
operaciones en un segundo, HFT, High Frequency Trading y que suelen estar en
manos de empresas HFT, algunos fondos de alto riesgo y selectos bancos de
inversión-, lo cual lleva a volúmenes negociados descomunales y en gran parte
fuera del control humano, cuyas alteraciones provocan gigantescas olas de
riesgos en los mercados. Aunque estos procedimientos surgieron en los noventa
en EEUU, su enorme crecimiento se produjo desde 2004, provocando gigantescos
movimientos masivos de dinero diario, para incluso, llegar al final del día sin
ningún valor en cartera. Interesante trabajo ‘Hombres contra máquinas: 'High Frequency Trading' - CarlosArenillas’.
En esta
lucha, los capitalistas individuales están
arrinconando antiguos comportamientos clásicos, simbolizados en la idea del
expresidente de General Electric ‘’era
imposible generar valor para el accionista si previamente no se generaba para
clientes, proveedores y trabajadores’’. Muchos individuos de la burguesía consideraban
un valor la acumulación de riqueza a partir de la economía real, producción y
servicios, y a su vínculo necesario, el trabajo cercano y directo, que requiere
de tiempo, precisión, constancia, historia, tradición, herencia, acumulación de
saberes, proveedores y clientes… que implica relaciones sociales directas entre
los agentes… dichos valores se abandonan poniendo en lugar preferente el
enriquecimiento a cortísimo plazo, realizado con movimientos de capital a
cualquier parte del mundo, rápidos, especulativos, que no implican relaciones
visibles directas con los individuos afectados por esas decisiones, -aunque sus
repercusiones afecten a millones de personas, estas quedarán diluidas,
lejanas-. La economía financiera cada día más, queda muy separada de la real,
ya que solo contempla como objetivo el máximo de acumulación de riqueza en el
menor tiempo al margen del sistema de producción.
Una de
las razones de estos comportamientos quizá podamos encontrarla en la
rentabilidad decreciente de activos tradicionales como la deuda soberana,-en el
caso de la de Alemania y EEUU dará rentabilidad real 0, o pérdidas, si
consideramos la inflación- puertos antes seguros y rentables, como era la deuda
pública de los grandes países del mundo occidental, detrayendo de esa forma grandes sumas de capitales de todas las regiones
mundiales hacia las occidentales, tradicionales lugares de inversión y refugio
del dinero mundial que si hoy toma en consideración la deuda pública lo hará especulativamente, tomada como subyacente de derivados que permiten apostar a subidas o
bajadas de precios inmensas sumas apalancadas, a crédito, no desembolsadas, no
gastadas en los bonos, sino en créditos para derivados.
En los
cuadros del Deustche Bank verán rendimientos
de capital, los dividendos tradicionales, que pierden fuerza en relación a
los rendimientos por Bonos Corporativos y del Tesoro. Pero vean en el otro
cuadro como el negocio de la bolsa, no el cobro de dividendos sino la
compraventa de acciones con intermediación financiera, las équites, gobiernan la rentabilidad del período del largo plazo, por encima de las comodities, las mercancías. No pierdan de vista que si las tasas medias de ganancia bancarias se reducen, una salida para mejorar los rendimientos de cada banco es incrementar al máximo las operaciones a realizar, mover dinero, aumentar la velocidad de circulación, inundar la vida de money, money, money...
La remodelación de los poderes mundiales provocada por los países emergentes y la lucha entre sectores de capital, parecen dar la hegemonía al capital financiero global. Sin despreciar el impulso que toma el proceso por el aumento acelerado de la codicia y la avaricia humana –que siempre hubo pero que hoy puede expresarse con mayor velocidad y poder- el culto a lo inmediato, al corto plazo y desprecio por el largo plazo. ‘Quiero todo y lo quiero ya’. ¿No les suena a la filosofía de la sociedad que muestran las televisiones?
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