Antes de un análisis sobre resultados y sus consecuencias inmediatas, de los que hay muchos, permitan que vuelva a publicar unos párrafos de un trabajo que escribí en el verano de 2010, '' Las izquierdas en crisis''. Quizás sirvan para situar esta realidad en la que las izquierdas deben tomar nota, porque entre otras cosas, aquí ha habido un aviso al Gobierno de la Nación.
Los conceptos de ‘lo necesario y lo posible’, saltan a primeros planos después de hacerse preguntas como las anteriores y aparecerá el objetivo de participar electoralmente, que no agrupa a todas las fuerzas de izquierda pero sí a una parte importante de ellas. Serán los votos quienes permitan conquistar el poder político, por tanto aglutinar voluntades en torno a programas deseados y posibles será condición básica para intentar modificar la sociedad, lo cual obligará a dotarse de línea, programa y discurso político suficientemente amplio para interesar al mayor número de personas. La opción de mantener esencias ideológicas aglutina a grupos de pocas personas y tiene otra efectividad política (¿menor?) y deberán ser conscientes las fuerzas que apuesten por ello del diferente papel que tendrán que asumir en la actividad política.
En este sentido los discursos clásicos de traición, en boca de individuos de pureza ideológica supuesta, no tenían validez para definir a los que no hacen lo que ellos no pueden hacer pero quiere que otros hagan, (aquellos que exigen al gobierno hacer su política, por la que concurren a las urnas y son rechazados por los ciudadanos) porque la base de las políticas que pondrán en marcha los ganadores, serán las que les hayan dado las mayorías de votos para ello. Hoy la situación es bien diferente, y podría aceptarse la definición de traidor a quien ha sido elegido con un programa y políticas explícitas, y modifica su comportamiento dando un giro de 180º sin explicación alguna a sus militantes y electores. El énfasis habría que ponerlo no solo ni tanto en las políticas como en la falta de explicación, que denota, desprecio, miedo, o comportamiento peligrosamente individualista para una tarea tan colectiva.
Acordar mínimos comunes para sentirnos a gusto con la definición de izquierdas me parece un ejercicio inútil, siempre que se intente meter en el mismo saco tantísima diversidad como la existente, lo importante en torno a un partido o coalición progresista, sería determinar dos cosas: las políticas a desarrollar y crear los sistemas democráticos de funcionamiento internos, que es lo verdaderamente difícil. Cuestiones ambas, que permitieran sumar voluntades para adoptar acciones concretas, que sirvieran para ocupar posiciones de gobierno, (central, autonómicos, locales, europeos), y otras posiciones de poder, no necesariamente gubernamentales, (los sindicatos, movimientos sociales u otros colectivos tienen cuotas de poder y no gobiernan) que permitieran influir a la sociedad en una dirección aceptada ampliamente, lo cual implica aceptar una sociedad democrática y a ser posible en esta generación en este momento, no en el futuro paraíso.
El párrafo anterior contiene polémicas implícitas, latentes en este mundillo, que influyen en la crisis de la izquierda, como es la cuestión del poder. Para mí no existe el poder, en singular, me recuerda el absoluto más cercano a tiempos antiguos. En la sociedad moderna hay diversos y variados poderes, económicos, políticos, ideológicos, judiciales, sindicales, grupales, mafiosos, lobbies, siempre en plural porque no considero que exista un solo poder económico, o político o… Una vez más, pensar en un concepto globalizador es un inmenso error, sea este la izquierda o el capital.
La existencia de contradicciones entre grupos y personas, será lo natural en la sociedad, muy lejos de ciertas armonías imaginadas entre clases, empresas, capitales o individuos, las luchas entre sectores de izquierdas se producen también entre grupos de cualquier poder, sea económico, político, religioso, militar, o sindical. Las luchas entre capitales son constantes, sean éstos de diferentes ramas, o entre capitales nacionales, aparecen intereses particulares de un grupo por derrotar al competidor del mismo sector o por defenderse de una OPA, los intereses del capital inmobiliario no coincidieron con los del resto de capitales de sectores industriales y tecnológicos, los financieros chocan contra los intereses de capitales productivos, los de unos fondos con los de otros, etc. más allá de considerar que todos tienen el mismo interés de apropiarse, enriquecerse o aumentar el capital, que es tanto como sostener que todos los seres humanos tenemos los mismos intereses, por vivir y reproducirnos, lo cual sirve de muy poco para explicar nuestros comportamientos políticos.
El poder político existe, es un poder, aunque nunca esté solo, aparece acompañado con otros poderes, pero existe e influye socialmente. Hace ya bastantes años las clases populares, los desposeídos de otros poderes, abrieron una puerta a su intervención colectiva en la sociedad ocupando parcelas de poder político, a veces en compañía de otras clases que dirigían la situación, (pero que solas no hubieran conseguido el poder político) y otras dirigiendo directamente sus destinos, desde organizaciones y colectivos y utilizando el aparato del estado, sea gobierno central, autonómico o municipal.
El asunto tiene su importancia, porque si aceptamos que el poder político es susceptible de ser utilizado como transformador social, y decidimos enfocar la actividad política en esa dirección, la fuerza de los votos será determinante para actuar y esta fuerza dependerá de nuestra mayor o menor compenetración con la ciudadanía, dependerá de la confianza e ilusiones que generemos, como fuerzas políticas, entre los ciudadanos, porque lo esencial no serán las buenas ideas sino la asunción por mayorías de ideas colectivas aunque éstas no fueran las mejores, (que por cierto ninguna será la mejor). Muchos pequeños grupos, con ideas de ‘mayor pureza y extremas’ por tanto minoritarias, creen ver el momento para lograr apoyos sociales que hasta ahora no lograron, solos o en coaliciones a la izquierda del PSOE, incluida IU que cree acogerá a gran parte de los votantes socialistas.
Naturalmente que existen otras organizaciones, colectivos, e individuos, que trabajan socialmente en el campo de la izquierda y del progreso, aunque no solo, nombres hay muchos así que para no herir olvidos no cito, pero a la memoria nos vienen desde ONG’s, a grupos políticos y religiosos, pasando por activistas médicos, agrarios, medioambientales, o de otros tipos, movimientos étnicos o feministas o gais, que trabajan localmente en muchos casos y globalmente en otros, realizando una actividad social ampliamente diversa y maravillosa, que probablemente marque tendencia en este siglo XXI.
Pero hoy, estas gentes no hacen la revolución, entendida al estilo clásico como la definen extrema izquierdosos comunistas y anarquistas, aunque en muchos aspectos, (feministas y mundos gais y trabajos en campos concretos) han logrado la revolución del siglo XX, aunque no participan directamente en la dinámica de acción política a la que nos referimos anteriormente, salvo como apoyos, anexos, alianzas, etc. no entran a competir por el gobierno, por ahora y aquí, al menos directamente. Este aspecto podría ser el que tuviera en mente Sami Nair en su artículo del 17-07 (que yo recomendaba el mismo día) y que provocó una respuesta de ATTAC.
Nadie conoce los alineamientos que se producirán como consecuencia de la crisis en España y Europa entre las fuerzas y colectivos después de romperse tantos lazos y acuerdos sociales en estos años de crisis económica, dentro de los sindicatos, con sus afiliados y con jóvenes mujeres y parados, dentro del partido de gobierno con sus líderes, y con sus votantes, entre otras izquierdas, las rojas y las nuevas formas verdes y malvas, ¿se dotarán por fin de una gran organización estable, con suficiente poder como para gobernar? Y ojo porque, la vieja tradición de agruparse en los malos momentos puede no servir ahora, y podría haber colectivos de izquierda quemados por no obtener salidas a problemas reales de ‘las clases populares’ en estos años, que se fueran a otras partes, desde la abstención a salidas populistas.
Partidos y sindicatos podrían perder amplios apoyos sociales, lo cual resultaría bastante grave, porque dejaría expedito el camino a importantes retrocesos sociales, y a muy pocos vemos practicar análisis críticos explicativos de la situación anterior. Asimismo acciones u omisiones actuales deberían ser extremadamente cuidadosas para no provocar derrumbes que luego siempre se imputan en su totalidad a los otros, al enemigo, y nunca a nuestros propios errores que parecen no existir. La situación de diversidad contiene otras variables a estimar, que bien recoge Vicente Verdú en un reciente artículo, en el cual destacaba:
Mi escepticismo aumenta con los grandes proyectos ideológicos que pretenden reelaborar, reinventar o refundar, porque en el terreno de las ideas y de la abstracción mirando a las ilusiones muchas cosas pueden ofrecer bonitas imágenes, pero la realidad está abajo, por ello miro al suelo, al sistema organizativo que potencie iterar dentro de los partidos y hacia afuera, valoro la democracia interna de las organizaciones e instituciones porque esas dinámicas trascienden socialmente.
Sigue habiendo ayuntamientos en los que no se deja hablar a las concejalas, y ningún proyecto ideológico va a permitirlo o atacarlo, pero ocurre, y no es fácil encontrar los medios para impedirlo. Y me sigo preguntando cómo es posible que aún hoy, este verano, ayuntamientos de diferente signo (PP-PSOE-IU) presenten planes de ajuste, en folletos lujo o DVD de distribución gratuita, (y a la vez siguen potenciando iniciar proyectos faraónicos). Mal deben funcionar los partidos cuando nadie les asesoró desde hace 3 años para hacerlo entonces.
Mis preocupaciones las formulo con las siguientes preguntas a las que no les encuentro sencillas respuestas cuando deberían tenerlas altamente clarificadas. Por qué han fallado los detectores, por qué no han saltado medidas que impidieran o frenaran tanta insensatez, por qué no existen más organismos y prácticas políticas que permitan y posibiliten influir permeablemente a la sociedad civil en los partidos, y dentro de éstos en los órganos de gobierno de tanto proyecto público.
Nuestro elemento esencial de poder ciudadano es la capacidad de influir en lo político, en lo que nos rodea, en lo cercano, si en una organización lo permiten y potencian, si explícitamente lo consideran importante en el proyecto, éste deberá tener una atención distinta a si no lo tienen en cuenta, y ello por encima de sus precisiones socialistas, izquierdistas, etc.
A toro pasado algunas explicaciones teóricas pueden ser útiles, otras ni de lejos aclaran nada de lo que ha ocurrido, y por supuesto las grandes abstracciones de poco sirven en las calles, tajos y bares, entre los ciudadanos. Por el contrario hubiera sido muy eficaz haber sacado el debate político a la calle, y no evitarlo, dejándolo reducido a cenáculos aislados, acercarlo a la gente y hablar de cosas concretas: de política fiscal,(el PP lo ha hecho) y la necesidad de los impuestos para una mejor sociedad, de la conveniencia de lo público por más eficiente, en la sanidad, o en la educación y no solo de la denuncia de las privatizaciones, porque lo que hay que demostrar a la gente es que es más beneficiosa una cosa que la otra.
No es muy útil estar básicamente a la contra, contra la reforma laboral, contra el paro, contra la crisis, hubiera sido mejor formular medidas concretas en la reforma que proponían los sindicatos e izquierdistas hace años, los planes de creación de puestos de trabajo alternativos a la construcción, los sectores productivos a impulsar, el trabajo con células madre y su importancia en la salud de las personas, la necesidad de la muerte digna y la eliminación del dolor por mayor humanidad, valorar el trabajo y quienes lo hacen, y despreciar la especulación y especuladores, reconocer lo que tenemos conseguido y sacar valores al debate callejero …
En definitiva las izquierdas para calar deben poner el énfasis en las etapas y no solo en los finales, la ideología hay que concretarla hacerla terrena, pensar más en los medios que en los fines. Hemos perdido el discurso comprensible y clarificador de la política en la calle, y lo hemos dejado para que lo soporten en los medios de comunicación, terreno en el que las izquierdas siempre estarán en desventaja. Estas son algunas razones que explican el triunfo del PP en Madrid y en Valencia.
Las primarias de Madrid en el PSOE en el fondo lo que están discutiendo es algo relacionado con este asunto. Imágenes y sonrisas, nombres y comunicación son importantes, pero la base de cualquier proyecto son los ciudadanos, afiliados y militantes, los equipos de trabajo, los proyectos e ideas discutidos, las relaciones de los militantes con la sociedad civil, los individuos que participan en esos proyectos y su poder de intervención y variación de los mismos, y por descontado poder de evitar que sus líderes cometan atropellos, incluso apartándolos de sus cargos o echándolos.
La necesidad de agruparse. ( A escala nacional. No es el caso de Madrid)
La necesidad de agruparse para no desperdiciar esfuerzos es creada por la ley electoral y forma parte de las reglas de juego actuales. Aparecen proyectos de nuevas agrupaciones, organizaciones o cooperativas políticas, de matiz izquierdista y verde además de la UPyD para encontrar representación parlamentaria, dotada de nuevos sueños e impulsos y basada fundamentalmente en el desengaño y posible desastre que se percibe en las filas socialistas a consecuencia de los golpes de timón que han dado sus mandatarios.
Demasiados proyectos, en demasiados ámbitos, podrían perder bastantes fuerzas de representación y llevar nuevamente a desilusiones, algunos pretenden con buena lógica sumar un 15 % de votos para salvar las pegas de la ley electoral española que penaliza gravemente a los pocos y dispersos votos, y que ya que estamos se podría aprovechar la situación para exigir a todas las fuerzas que se presentaran en las generales un compromiso de adecuación de las prácticas electorales:
a) mayor racionalidad entre número de votos/asientos.
El propio Consejo de Estado elaboró un informe para paliar algo el problema, que impulsaba aumentar el número de congresistas para dotar al Parlamento de mejor representación, intentando saltar ese obstáculo de 2 asientos provinciales que privilegia a las zonas más despobladas y a las hectáreas sobre las personas. Una página especializada en el tema es ‘1 voto 1 asiento’.
http://1voto1asiento.blogspot.com/
b) mayor capacidad de control de electores sobre las listas, permitiendo elegir nombres dentro de partidos. Listas abiertas o más abiertas que las actuales.
c) Elegidos que respondan directamente ante sus electores, además de ante sus ejecutivas, porque la democracia española concede bastante poder a los partidos, pero hay que ampliar el de los electores.
PD. Y sí, Errejón es una gran esperanza para la socialdemocracia en España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario