Crisis española. No sirve el viejo, ni el nuevo mundo
En España resulta erróneo, por extremadamente incompleto, tratar de explicar nuestros males culpando de los mismos al funcionamiento del capitalismo o de los mercados, a los que sin duda habrá que recurrir, pero aquí tenemos nuestras particularidades sin las cuales sería imposible entender lo que ha ocurrido en este país: la derechona española y su ideología carca e inculta, enemiga acérrima de la cultura, del conocimiento, de la investigación e innovación, como fuentes de progreso –tradicionalmente tenemos un horizonte cargado de torres y no de chimeneas que indican producción y trabajo, un país de pocas escuelas y religiosas, y solo recientemente de públicas-.
Gentes atrasadas, ancladas en privilegios desde la Edad Media y aristocrática, llegando hasta ayer a los que sumaron los conseguidos con la sangría que hicieron en la guerra civil, y en posterior postguerra. Grandes enemigos del trabajo como fuente de riqueza y que para más inri creen ser los dueños del país por la gracia de Dios, de sus tierras, playas e industrias, de sus gentes y futuro, de banderas y símbolos. Alguien puede explicar acudiendo a conceptos como capitalismo o mercados, la sinrazón e injusticia de que la Iglesia Católica se apropie e inscriba en el Registro de la Propiedad la Mezquita de Córdoba, por 30€ -treinta euros les costó, e incluso la están cambiando el nombre en papeles, libros, entradas- así como multitud de propiedades comunales, tales como ermitas, fincas, montes, edificios… todo ello apoyados en una ley del Gobierno del PP de Aznar que les permitía inmatricular aquello que no estuviera registrado y ponerlo a su nombre. Eso sí, como de costumbre sin pagar impuestos, como tampoco los pagan por solares, aparcamientos, edificios…
Los capitalistas carpetovetónicos, individualmente o encuadrados en patronales supuestamente modernas, que apoyan a sus corruptos convictos y confesos, son enemigos de toda competencia y mercados, que se las traen al fresco para ganar dinero mientras tengan subvenciones estatales y concesiones privilegiadas, sean de radio televisión, como de líneas de transportes, sean de suelos o restricciones de entradas en sectores productivos… facilitadas por sus amigos políticos, al precio que fuere. Mercados y capitalismo competitivo les traen al fresco, mientras tengan cercanía con caciques que les permitan mamar del Estado, reminiscencia franquista no desterrada de tiempos más antiguos, amplias concesiones y privilegios a grandes empresas, como el agua de nuestro ríos a eléctricas, o suelos bosques y playas a industrias no competitivas para que se aprovechen de las ventajas, o grandes concesiones de obras públicas entregadas a constructoras e importadoras o tele comunicadoras amigas, a cambio de sobornos –así los llama la prensa extranjera a los aquí muy suavecitos sobresueldos- ; garrulos que se enriquecen mutuamente junto con los caciques locales y regionales por recalificaciones que perjudican a los pueblos, tratos de favor y privilegios a donantes pequeños o medianos y correligionarios, colocación y trabajo en empresas públicas creadas ad hoc a familiares y amigos, pléyades de asesores como aduladores y nuevos cortesanos, -Ayuntamiento de Madrid 200 consultores amiguísimos, con sueldos por encima de 50.000 € salario suficiente 10.000.000, para pagar 1.000 nóminas—Los etc. son tantísimos que se convierten en una de las causas principales que explican la situación de España, y no los mercados.
A lo anterior habría que sumar los apoyos populares a los corruptos y ladrones, porque ‘son sus cabrones’, la ideologización llevada a las últimas consecuencias por el pueblo e instituciones que benefician a los corruptos a costa del particular perjuicio, el propio patrimonio público, que tendrán que pagar a través de sus impuestos. Los escándalos de Marbella, Valencia, Madrid, Galicia… con repetidas mayorías absolutas conseguidas por corruptos es otra prueba de la pérdida de moral colectiva. Es tremendo comprobar que la policía o servidores del orden, no protegen ni sirven a los ciudadanos, solo vemos que pegan y detienen a los que protestan por tanto delito cometido y tanta injusticia, cuando podrían evitarlo deteniendo a los que provocaron la situación. Alguien puede justificar por qué un tal Bárcenas entra y sale como quiere, cuando quiere, sin que nadie le moleste, y los sobornados según la propia investigación policial, por qué les siguen prestando protección, …. o tantos evasores fiscales suministrados por los datos de la lista Falciani son protegidos para que sus nombres públicos no se conozcan.
Poco pueden explicar los mercados sobre lo acontecido en España respecto a la actitud complaciente y de pérdida de ética de los individuos que dirigen instituciones que son arrastradas beneficiando a los privilegiados olvidando el beneficio debido a la sociedad en su conjunto, saltándose normas y espíritu de las leyes, renegando de la más mínima justicia y eficiencia en sus trabajo de control siempre que perjudique al pueblo, la falta manifiesta de controles, sean bancarios, o de agencias reguladoras de competencia, o del Tribunal de Cuentas. Igual se puede aplicar a los órganos de dirección de la judicatura, a los retrasos judiciales en atacar robos y delitos de puños blancos, mientras un robo de manzanas es inmediatamente demonizado.
La lista es enorme, pero quedaría incompleta sin añadir a los medios y tertulianos, tanto golfo escondido tras sobornos para defender a los anteriores y atacar siempre a los débiles que protestan, a los que demonizan insultan y pretenden encauzar para que protesten según sus reglas: despacito, calladitos, blanditos… Sinvergüenzas.
En este segundo aniversario del 15-M muchas cosas se pueden decir del mismo, y de todo movimiento social que se mueve por las calles y rincones de España, pero hoy quiero resaltar una de ellas y es: LO EXTREMADAMENTE PACIFICAS QUE HAN SIDO LAS PROTESTAS Y OPOSICIÓN A LA DESTRUCCIÓN DE UN PAÍS POR TANTO MISERABLE, APROVECHADO Y SINVERGUENZA.
Sí, ya se, y además están el capitalismo y los mercados.
PD. La imagen es de KAP, tomada de CCOO.
(15 DE MAYO DE 2013)
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