viernes, 26 de octubre de 2018

El nacionalismo está destruyendo la izquierda

El nacionalismo está destruyendo la izquierda

‘’El universo de seres comunicados que Kant creía necesario para sentar las bases de un futuro mundo cosmopolita puede estar lejos, pero está mucho más cerca hoy, que por ejemplo en 1945.
Estas u otras cosas ni se logran ni se lograrán en el futuro manteniéndonos encerrados en nuestras comunidades y midiendo nuestra vida en relación con los horizontes que nuestros padres y nuestros abuelos fijaron por nosotros, o gobernando los actos y los deseos por las normas de aquellos que se han nombrado a sí mismos representantes en la tierra de una divinidad cuya existencias parece muy improbable. La mayor parte de la civilización moderna se debe a múltiples factores. La evolución de la medicina o las tecnologías de la información y el progreso de los medios de transporte, si bien son una herencia indirecta de la Ilustración, así como las revoluciones científica y técnica que la precedieron y la siguieron, no tienen una relación inmediata o directa con sus ideales, pero sí la tiene nuestra capacidad para enmarcar el conocimiento del mundo en algo mayor que el terruño, la propia cultura, la familia o la religión personal. Y en esto somos irremediablemente herederos de los constructores de la ‘ciencia del hombre’ ilustrada’’.
Anthony Pagden, ‘La Ilustración’. Alianza Editorial, 2013.

Hasta el año 2012, cuando se empieza a extender la proclama del derecho a decidir la autodeterminación, los catalanes decidieron elegir mediante votación a sus mandatarios para que les representaran y dirigieran parte de sus destinos: votaron en 11 ocasiones Diputados al Congreso y Senadores, 7 veces para decidir parlamentarios en el Parlament, votaron 9 veces para decidir sus concejales en los municipios, en otras 6 ocasiones eligieron parlamentarios europeos y en otras 6 más decidieron en referéndums, tipo Reforma, Constitución o Estatutos de Autonomía. Sí, ellos han podido decidir y lo hicieron –y no los negros en los sesenta en EEUU-. En sus decisiones se constata que triunfaron electoralmente mayorías nacionalistas, no siempre, pero nunca eligieron mayorías secesionistas. Los partidos representados, los que decidieron elegir los catalanes, no llevaban en sus programas el objetivo de independencia, no se presentaban defendiendo el derecho a la autodeterminación.

El problema de la independencia no existía hasta hace pocos años, el ejercicio del derecho de autodeterminación tal como lo vivimos hoy, es novedoso en la vida española fraguado en los años de crisis, tras la sentencia del Estatut. Siempre hubo independentistas pero, solo desde hace muy poco se manifiesta la preocupación creciente por las relaciones Catalunya-España en los estados de opinión, que publica el CEO (Centre d’Estudis d’Opinió) de la Generalitat. En los cuadros desde enero 2009 a junio 2013 presentan las preocupaciones sociales, las personales y aquellas consideradas grandes problemas de Catalunya. Ambas coinciden en el orden, las preocupaciones personales, en 2009, eran mayoritarias por la precariedad laboral un 44%, a continuación con un 17% el funcionamiento de la economía, ambas, consecuencias de la crisis, a mucha distancia, preocupa la insatisfacción con los políticos, cerca de un 5.5%, queda relegada la preocupación de relaciones Catalunya-España a un 3,5%. Escasa importancia se le daba entonces.

En junio de 2013, lo que consideran problemas importantes pasan a ser cerca del 50% la precariedad laboral, el 16,2% el funcionamiento de la economía, doblándose el peso de la insatisfacción con los políticos hasta el 12.4%, -que no entiendo insatisfacción con la política aunque podría estar contenida, en el mismo estudio por las diferentes preguntas aparecen grados de interés, preocupación, seguimiento etc., respuestas comprometidas con la política-. Sigue en el grado de preocupación, las relaciones Catalunya-España con cerca de un 11%, más que triplicando su importancia respecto al 2009. Desde luego en los propios centros oficiales de Catalunya, el CEO, donde cocinan los datos de opinión, éstos no reflejan que sea el problema tan insoportable como lo denuncian al mundo sus políticos y los medios de comunicación catalanes.

Un cierto grado de radicalización popular se incuba durante el segundo gobierno de Aznar entre pequeños grupos españolistas y políticos catalanes, amplificado por algunos medios de prensa, radio y televisión. El malestar se hace palpable durante el primer gobierno de Zapatero, a partir de 2004, en la negociación del Estatut, y cuando éste llega al Congreso, siendo aprobado en junio de 2006.  Pero todavía durante el 2008 la tendencia separatista se mantiene por debajo del 20% en datos de la Generalitat –ver cuadro anexos-.


En  2009 las encuestas detectan un malestar creciente con el funcionamiento de la democracia en Catalunya, -y en España- probablemente sean reflejos producidos por la crisis económica y el Estatut. A  partir de entonces comienza a expandirse el malestar por el recurso de inconstitucionalidad presentado por el PP, y la demora en la Sentencia, lo cual provoca sentimientos separatistas, que unido a la grave crisis económica, produce otro salto al alza en 2011, entrando en la dinámica actual en 2012 con otro acelerón, que lleva aparejadas reacciones masivas de culpar a España –España nos roba- por la mala situación política, laboral y económica de Catalunya, de la que muchos esperan salir con la independencia. Los datos importan porque esta no es una larga lucha.


El PSOE recibió latigazos de ruptura antes, y no solo en el PSC que sufrió un terremoto, y no han acabado de sufrir las consecuencias. La búsqueda de salidas con el asunto de federalismo asimétrico, naciones, plurinacionalidad… no ha terminado, se liará y enconará más la situación. Podemos está sufriendo los desgarros ahora, en Cataluña y en el resto de España, sus mareas, Galicia, País Vasco, Valencia, Aragón, Andalucía… todo parece remansado pero la corriente revuelta de fondo se desbordará, de hecho ya hay proclamas desde sectores de izquierdas defendiendo el derecho a decidir la autodeterminación por muchos rincones de España, una regresión camuflada como mercancía progresista.

En Europa, en el siglo XXI, ningún partido que pretenda progresismo podrá aceptar la secesión de una parte del territorio. Ningún partido serio, aunque no tenga esperanzas para gobernar, podrá ocultar que los apoyos parlamentarios de los independentistas están basados en un 36% del cuerpo de votantes catalanes, algo que resultará imposible de defender ante la ciudadanía, porque entonces se entendería abierta la puerta a golpistas de cualquier signo en cualquier momento. La defensa de la Constitución y las libertades democráticas, será percibida por la ciudadanía como realizada fundamentalmente por la derecha y el centro, dejando las izquierdas al margen de cualquier proceso global de construcción española y europea. Así la destrucción de las izquierdas iniciada en el siglo XXI, agravada con la crisis, ahora, si apoya al nacionalismo dará un gran paso adelante por apoyar lo reaccionario, las gentes abandonarán valores clásicos de unidad, libertad, igualdad, fraternidad y abrazarán el fascismo que hay tras el nacionalismo.

La declaración de independencia es apoyada por diputados del Parlament representantes de 1.628.714 votantes a JuntxSí, mas los representantes de 337.794 votantes a la CUP, en total sumarían 1.966.508 votos sobre un censo electoral de 5.510.853. Ocurrió en las elecciones de 2015 planteado plebiscito por JxS y CUP. Perdieron.

Se imaginan el potencial movilizador del process y las Diadas dirigido contra la precarización, por el empleo y salario digno. Esfuerzos enormes durante días, y meses… imaginen si fueran aplicados a transformar sectores productivos, a reducir desigualdades… imaginen dirigidos a mejorar una Europa más libre, igualitaria y solidaria. Pero, esos no son objetivos nacionalistas.

Toda ruptura conlleva costes, sean las personales por amor, amistad, o religiosas, partidistas, societarias… sería imposible que ésta no los tuviera. En Catalunya los promotores de la secesión no hablan de costes, tratan de pintar una ilusión, mostrar el paraíso e impedir que algo pueda diluir la imagen edulcorada que transmiten para sumar voluntades. La marcha por la independencia está tan rellena de sentimientos como vacía de racionalidad y concreción. La presentación de la opción independentista como solución a todos los problemas, sean personales o colectivos de los catalanes, debería oler mal a cualquiera que tenga un pie puesto en la Ilustración y use un poco de racionalidad, -máxime a militantes, partidos y sindicatos de izquierdas, e intelectuales y teóricos sociales- que deberían conocer las bases ideológicas.

El nacionalismo, una forma de populismo, tiene como único objetivo lograr la independencia nacional y convertir Cataluña en estado asumiendo los independentistas la totalidad del poder político que ahora detentan parcialmente, otra parte lo tiene el Estado, otra parte la UE, otra la globalización... Para ello utilizó y fabricó una ideología excluyente, necesita diferenciar entre ellos, catalanes puros y los demás impuros y enemigos para enfrentarlos, aunque hayan nacido en Cataluña, y sus padres, y abuelos y bisabuelos... Ellos, los buenos, son los que se suman al proceso aceptando las reglas y objetivos impuestos por el independentismo, garantizando puestos de representación social, cargos, empleos, prestigio…los demás son el resto, sean catalanes, andaluces, españoles, gente a vencer y someter. Racismo y xenofobia son piedras angulares del nacionalismo, fuertemente desarrollados en el nacionalismo catalán desde sus inicios hasta hoy, pasando por los Pujol.

«El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido [...], es generalmente un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad. A menudo da pruebas de una excelente madera humana, pero de entrada constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. Ya lo he dicho antes: es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. Introduciría en ella su mentalidad anárquica y pobrísima, es decir su falta de mentalidad.»
Jordi Pujol, "La inmigració, problema i esperança de Catalunya".
Editorial Nova Terra 1976.

La izquierda reaccionaria, es nuevo concepto que define individuos y sectores autodenominados de izquierdas, en cuanto defienden y apoyan a la reacción que lleva al antiguo régimen, la contrarrevolución ilustrada. Ponerse al lado del nacionalismo catalán, de su argumentario, su táctica y estrategia, supone comulgar con los ultras europeos que ven a los inmigrantes como riesgos en sintonía con los ultra-nacionalistas xenófobos austriacos, húngaros, italianos, polacos, holandeses, alemanes… izquierda reaccionaria al aceptar la idea antigua de nación vinculada a lenguas y/o etnias lo cual es una regresión a la oscuridad de la Edad Media. En el planeta Tierra existen más de 6.500 lenguas y 5.000 etnias y solo 200 estados. Reaccionaria si identifica y apoya la existencia de un supuesto pueblo, homogéneo y superior al resto, -el supremacismo catalán está ampliamente documentado; los dos tomos de ‘La Raza catalana’ de Francisco Caja son buena referencia-. Izquierda que se define así, solo por ser anti PP, reaccionaria en cuanto abandona los principios de igualdad, libertad y solidaridad para todos. Reaccionaria, porque se tapa ojos y oídos ante la represión ejercida por el independentismo hacia individuos y amplios sectores sociales que no secundan sus creencias, modos y planes.

La democracia nacionalista, hoy secesionista, aplica derechos solo para  independentistas y aliados, mientras arrincona socialmente a todo individuo que no apoye su objetivo tachándolo de traidor, de no ser catalán, procediendo a relegarlo en su lugar de trabajo y entorno, barrio, escuela, empresa. La democracia solo para catalanistas, supuso marginar a la mitad de los catalanes para puestos de responsabilidad en medios públicos de radiodifusión, en empresas públicas catalanas, en puestos de responsabilidad de la Administración Pública, en cargos Institucionales, fueran deportivos o culturales. Remiren la inmersión lingüística y véanla utilizada como elemento para cribar/reducir emigrantes castellano-hablantes que pasen a bachillerato. Las redes sociales están llenas de casos concretos relatados por padres y madres de represión lingüística en los colegios a niños pequeños, regañados y apartados, como así mismo hay cientos de casos de adoctrinamiento sectario, hoy es imposible no querer verlo. Supuso, desde hace muchos años, expulsar a miles de trabajadores de enseñanza y realizar cribas para posterior contratación, supone zancadillear a profesores universitarios si no se identifican nítidamente como indepes, o marginar a los tibios, supone arrinconar y denunciar a trabajadores enseñantes y sanitarios que no se presten a ser activistas por la independencia.

La manifestación pública de tropelías que pisotean derechos ciudadanos de los no indepes va surgiendo poco a poco, hasta ir conformando listas enormes de agresiones, vejaciones, marginaciones…, el miedo que las retenía pareció romperse en octubre 2017. Ocultadas por los nacionalistas durante lustros, ayudados por gentes de izquierdas, para no provocar, decían, taponaban difusión en los medios, dificultaban permisos de reunión y locales, mientras descalificaban brutalmente a quienes las elaboraban, porque eran de tal o cual tendencia, de tal o cual partido, se descalificaba sin contra-argumentar se ocultaba la información, mejor no criticar lo que se documentaba, ello extendió  injusticias y privación de derechos democráticos. Hoy quien quiera puede ver en los medios y redes una enorme lista de amenazas exabruptos y gritos de expulsión a los catalanes no integrados en la independencia. Luchar por la autodeterminación es luchar por derechos individuales o colectivos no universales, supone tener como ideal aumentar los derechos solo para una parte de catalanes, eliminando los de otros catalanes. Por supuesto todo comportamiento se agrava, si en vez de considerar solamente a los catalanes incluimos la ciudadanía española.

Las revoluciones cambiaban el orden social, la escalera de poder y representación, la organización de la sociedad revolucionaria se zarandeaba en todos sus tramos, profesores, catedráticos, periodistas o voceros, gurús mediáticos, económicos, políticos, sacerdotes e iglesias, notarios, registradores, abogados, y poderosos de cualquier sector eran derribados por otros apoyados en movilizaciones, los nuevos, jóvenes mayoritariamente, los de abajo, se ponían arriba, las clases populares ocupaban parcelas de poder y se producía una redistribución de riquezas, las tierras se repartían, se requisaban medios de transporte, los medios de producción cambiaban de propietarios, algunos se colectivizaban o se apropiaban por las instituciones del estado naciente en manos de nuevos poderes políticos, las iglesias y religiones, desaparecían y sus muchos edificios, colegios, catedrales, monasterios eran requisados y puestos al servicio común. No parece estar ocurriendo en Cataluña.

En todas las revoluciones aparecían episodios violentos, de enfrentamientos entre los representantes de lo viejo y lo nuevo, la lucha por el poder. El problema aquí, en el proceso de autodeterminación de Cataluña, es determinar  ¿qué es lo viejo y cual lo nuevo?, el nacionalismo que pretende aparecer como lo nuevo ante oleadas de jóvenes inexpertos, basa su legitimidad en ideales imaginarios de hace muchos cientos de años, cuando las gentes no tenían vida propia, no podían decidir nada, dependían de sus señores, los nacionalistas pretenden legitimidad, dicen, lograda cientos de años atrás, cuando la gente moría de hambre, de frio y enfermedades, la esperanza de vida era de 30 años, por supuesto todos eran analfabetos y sometidos a una docena de soberanos y señores feudales. Durante algún tiempo, muchos años después del nacimiento de la Generalitat, que se aduce como inicio de su legitimidad, en los pocos momentos que hubo derecho de voto, lo fue solo para los poderosos, restricciones de propiedad, de sexo y/o educación lo impedían para el grueso de los catalanes. Una pequeña muestra de cómo funcionaban las cosas se lee en este estudio de Bernat Hernández.

‘’Francisco de Borja, con su nombramiento de virrey, recibió unas instrucciones bastante concretas sobre el desempeño de su cargo. Como prioridades se situaban el control del bandolerismo, que era presentado como una lacra que afectaba al conjunto de la sociedad catalana y del que preocupaba especialmente las implicaciones de eclesiásticos en las luchas de facciones…
Más que el bandolerismo en un sentido actual y jurídico del término, el problema fundamental al que debió enfrentarse el virrey Borja fue el de una sociedad dividida, enfrentada en luchas de facción. Las referencias documentales sobre el tema son muy numerosas y bien trabajadas por una bibliografía abundante. Justamente, nada más jurar el cargo, el virrey hubo de intervenir en la ciudad de Tortosa, población que describe, en términos tremebundos, como un nido de bandidos o una «cueva de ladrones» y «amparo de deservidores» de la monarquía.’’ La situación de la ciudad del Ebro era un reflejo del fenómeno del clientelaje nobiliario, eclesiástico u oligárquico municipal que resolvía sus conflictos mediante partidarios armados. Un problema que afectaba por igual a instituciones catalanas, municipios y oficiales monárquicos.
En gran medida, este estado de cosas era una pesada herencia de los graves problemas arrostrados por el Principado desde la crisis bajomedieval, que había sido particularmente severa en las guerras civiles y sociales del siglo xv. Por su parte, la dinámica de urbanización (planteada en términos de la fijación de jurisdicciones) de la población catalana había provocado tensiones entre las nuevas élites urbanas y los poderes feudales tradicionales del entorno rural. A nivel de señores laicos –fueran familias o colectivos municipales, nuevos poderosos locales o linajudos feudales– y señores eclesiásticos, estos enfrentamientos se habían recrudecido en tiempos de Borja. La configuración de estructuras de poder por parte de la Diputación del General y de la monarquía comenzaba a afectar al mundo de las parcialidades, al proceder a alineaciones y tomas de posición en los nuevos ámbitos de decisión por parte de los linajes tradicionales. ’’

Bernat Hernández, Universitat Autònoma de Barcelona, ‘Bandos y piratería en la Cataluña del Siglo XVI. Las actuaciones del Virrey Francisco de Borja (1539-1541)’

La historia no concede derechos, cuando los nacionalistas se apoyan en ello, realmente arguyen un derecho a la desigualdad actual -Aurelio Arteta-. La revolución francesa lo dejó claro, lo revolucionario es instaurar derechos para los vivos en condiciones de igualdad, sin considerar viejos privilegios del antiguo régimen, lo muerto no debe prevalecer sobre los vivos. Los supuestos derechos históricos suponen minorar derechos a los actuales ciudadanos, ¿de qué año tomamos las prerrogativas, cuáles consideran válidos, aquellos del siglo XV, del XVI, o los del XVIII? ¿Aquella Generalitat que no elegía el pueblo se pretende imponer a ésta? ¿Las confabulaciones de familias que ostentaban los poderes es lo que defienden reinstaurar? ¿O los casamientos obligados entre nobles como forma de reparto de poder? ¿Quizás quieran reinstaurar el derecho de pernada, o la capacidad de ajusticiar que tenían los nobles? Esas son las tradiciones que contraponen a la revolución que supone la igualdad de derechos para todo individuo.

En palabras de Steve Pinker ‘’La vida anterior a la Ilustración estaba ensombrecida por el hambre, las plagas, las supersticiones, la mortalidad materna e infantil, los caballeros merodeadores, y los señores de la guerra, las sádicas torturas y ejecuciones, la esclavitud, las cazas de brujas, las cruzadas genocidas, las conquistas y las guerras de religión’’. Este es el tiempo anterior, estas son las cosas que sucedían en aquel pasado irreal y en el que quieren basar su legitimidad. El derecho al voto universal para toda persona, hombre o mujer, mayor de edad, sin restricciones de ningún tipo, se instauró en Cataluña en 1978 con la Constitución Española, que contiene el mayor caudal de derechos que nunca tuvo la población, a la educación universal, a la sanidad universal, a pensiones o paro, salario social para los momentos de dificultades, a la libertad de expresión y circulación, a la igualdad de derechos entre todos sin distinción de sexo, raza, etnia, lengua, cultura, religión,…

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