Independentismo
catalán, una forma de neoliberalismo
¿El retorno de impuestos a los mismos territorios?
pero, ¿por qué tiene que haber retorno a
los que pagaron? devolver el dinero de los impuestos a los ricos se pretende
revolucionario, romper el criterio de solidaridad interterritorial español, y
europeo, se presenta como revolucionario.
A un neoliberal se le ocurre la feliz idea de denunciar que los
impuestos son una carga, dinero de nuestros bolsillos que nos obliga a pagar el
Estado, pagamos sin obtener nada a
cambio, gritan los pagadores y pretenden que les ayuden a lograrlo. Quieren
olvidar las luchas históricas del movimiento obrero por recuperar una parte de
la plusvalía que le arrebataron, pretenden tapar tras la cortina secesionista
la historia de conquistas posteriores a la II guerra Mundial.
Acabada la Guerra había millones de obreros
armados, derrotados los fascismos y con un sistema comunista que hacía
competencia al capitalismo, aconsejaban repartir parte de la plusvalía, reducir
desigualdades, y una de las vías que se utilizó fueron redistribuir los
impuestos recaudados por el Estado hacia los más necesitados pagando un salario
social como forma de asegurar la paz a cambio de unas condiciones de vida que
garantizaran educación, sanidad y mantenimiento en los días de imposibilidad de
trabajar, por paro, enfermedad o vejez.
En Europa se formalizó un contrato social que tomó
el nombre de Estado de bienestar, que dura hasta hoy. Tras la derrota de los
sistemas comunistas a finales de siglo, la globalización y la interconexión de
mercados productivos y financieros, los ricos del planeta, entre ellos los
catalanes, creen llegado el momento de eliminar los impuestos, consideran
superflua esa contribución que hacían para garantizar la seguridad y el
equilibrio de una sociedad. Lo empezaron formulando en la época de Reagan y
Thacher, entonces lo formularon bajo la teoría de dejar los impuestos en manos
de los ricos, porque decían que ellos generaban actividad económica y así
caerían unas migajas al resto, posteriormente trasladaron la producción industrial
a los países emergentes con ínfimas condiciones laborales y mínimos derechos
evitaban los costes de salarios occidentales mientras su dinero volaba de un
país a otro. Se extendieron por todos
los rincones paraísos fiscales y leyes con subvenciones, exenciones, y puertas
abiertas a toda treta fiscal… y ahora, nos quieren convencer los
independentistas de que los impuestos deben quedarse en casa de quien los paga,
que suena realmente a que los impuestos
son para quien los paga, exigiendo su devolución, un eje de la
autodeterminación.
Según su argumento, ¿tendremos que devolver los
españoles, miles de millones de ayuda comunitaria que hemos recibido de la UE?
Durante años pasados hemos sido uno de los países del mundo que mayor volumen
de ayuda haya recibido nunca, en cifra
superior a lo que representó en la posguerra mundial el Plan Marshall
estadounidense en Europa. También recibió ayudas de la UE Cataluña. Un
principio de política europea es el de los
que más tienen deben contribuir en mayor medida, con el que manifiestan
disconformidad los independentistas catalanes. Mala tarjeta de presentación
para solicitar la entrada en un club que tiene establecida como una de sus
reglas obligadas la contribución solidaria de las regiones ricas hacia las
regiones pobres, porque ¿alguien duda de que una supuesta Cataluña europea
tendría que contribuir a la UE? La contradicción de postulados secesionistas es
permanente, presumen de sus buenos datos económicos para convencer a la
audiencia de que si los utilizaran para sí mismos serían todos más ricos. Pero,
precisamente dichos argumentos de potencialidad económica justifican su
contribución solidaria, en España y en Europa, que es contra lo que protestan.
Porque efectivamente los impuestos los pagan
personas y empresas pero, el retorno vía inversiones y gastos presupuestarios
se refiere a los territorios, a los ayuntamientos y a las comunidades
autónomas.
Argumentario independentista, razón número 33.
En el imaginario secesionista no existe la
redistribución, uno de los aspectos más importantes del estado moderno se hace
desaparecer, precisamente lo cercano a las izquierdas, aquello que fue
considerado revolucionario, igualdad,
libertad, solidaridad o fraternidad. La filosofía contenida en el párrafo
anterior, -razón 33- es abiertamente neoliberal, dice, los impuestos para quien los paga, que los devuelvan. La teoría
sustentada por los soberanistas dice los impuestos pagados por quienes viven en
La Moraleja o en el barrio Salamanca de Madrid, en Pedralbes o las Tres Torres
en Barcelona, tienen que retornar a esas personas que pagaron, o a invertir en
sus barrios, pero entonces ¿por qué pagarlos, para qué hacer la pantomima y el
gasto de recaudar para devolvérselo a
los mismos? Si aceptamos que lo normal es retornarlos a su origen,
apoyamos el criterio de que se queden en sus empresas y bolsillos, que es
realmente lo que dicen los ricos del mundo y los defensores del neoliberalismo.
Supuesto que el cuadro inicial fuera cierto, -lo
cual hay que poner en duda por la experiencia repetida de manipulación- la idea
que transmite la propaganda es lo esencial, la solución que proponen parte de
la filosofía neoliberal y aplica modernas técnicas xenófobas, la culpa de todos
los males la tienen los extranjeros, los
españoles nos roban nuestras riquezas, nos quitan nuestro trabajo, ellos se
llevan las ayudas sociales que te daríamos, los otros culpables… Están
diciendo ‘dejemos de pagar sus vicios con
nuestro dinero, porque ya se sabe, son vagos, que no quieren trabajar’… los
recortes en Cataluña son culpa de ellos, porque se llevan nuestro dinero los
vagos andaluces. Lo increíble, lo peligroso, es que esta argumentación se
haya extendido como la espuma entre individuos que se decían de izquierdas.
O no es tan raro, porque situaciones similares
confirman las encuestas sobre las bases sociales de apoyo de los partidos
ultraderechistas y xenófobos en Europa en territorios de antiguos votantes a
partidos obreros. Llevan al simplismo de meter en un saco
a los españoles y en otro a los catalanes. Dos grupos en el que todos sus
integrantes se hacen aparecer como iguales, para fabricarse un enemigo fácil de
identificar, simplifican y retuercen la realidad para auto posicionarse
cómodamente en el bando de los buenos, lo cual es el criterio utilizado por los
xenófobos, extienden el miedo a los diferentes, los de fuera y generan
hostilidad y rechazo hacia los otros por peligrosos, por lo que hay que
identificarlos y marcarlos para separarlos.
Limitar el problema de la secesión
catalana al reconocimiento de un sentimiento indentitario oprimido, es estar
ciegos ante la importancia de los aspectos económicos en el impulso que han
dado ERC/CiU y en la toma de decisión por parte de las élites catalanas a favor
de la independencia. Ambos aspectos –identidad y economía- influyen fuertemente
en la cuestión de captación de voluntades. Ambos aspectos requieren
explicaciones si pretenden convencer de su injusticia y regresión a miles de
personas que ya los han asumido como
propios, y encima bañados con un halo revolucionario para justificar
cómodamente la postura individual de independentista sobrevenido. Imposible vencer sin convencer, dejar como
único camino el aceptar el enfrentamiento que está en la base de la idea
nacionalista de exclusión es un error, por insuficiente. Aunque para convencer
se han perdido muchos años, ahora será más difícil, porque una vez tomada
postura, las personas buscan reafirmarla buscando ideas en su grupo rechazando
leer/escuchar a otro distinto al suyo.
Esta es una secesión liderada por
argumentos de ricos que se quieren largar, llevándose sus pertenencias, su
territorio con todo lo en él contenido, con gran aparato populista, y por
supuesto apoyados en sentimientos catalanistas reales, ya que toda coartada
necesita partes de verdad para ser realmente creíble. Una parte de los
privilegiados, una parte de las élites económicas y políticas catalanas, se
dicen ‘hasta aquí me sirvieron los
españoles, a partir de ahora, en un mundo globalizado de poco me valen los
mercados nacionales y menos en una Europa comunitaria’, en la que creen
poder estar por sí solos, además quieren pagar menos impuestos en un estado
nacional hecho a su medida, lo cual significará menor redistribución, menor
estado de bienestar catalán.
Anuncian la reducción del salario
social, reducir el estado de bienestar,
como forma de abaratar costes, ya me dirán cómo es posible con una deuda
superior a 40.000 millones de euros –en 2012-. Piensan en tener menos regulaciones
y mayor facilidad para saltárselas, consideran que es mejor que los capitales
sean globales, hoy más sencillo que antes, y las cortapisas para ellos, dicen
que siguen siendo españolas. El modelo de sociedad que se vislumbra no es
precisamente revolucionario, en el sentido que manejan las izquierdas, al
revés, parece un modelo social similar al americano, menores impuestos, menor
gasto social y mayores diferencias, alejándose de la sociedad europea que
conocemos.
El independentismo es una forma de
neoliberalismo apoyado en la libertad del
dejar hacer, dicen los poderosos, los ricos y corporaciones: dejarnos ser libres, aquello que me impida
hacer lo que quiero no es bueno, que nadie me obligue a pagar impuestos, lo
democrático es hacer lo que quiero. Están convencidos de que su importancia
económica en medio de mercados financieros globalizados, les posicionará con el
norte junto a los privilegiados de Europa, -interesante opinión norte sur de
Gil Calvo- y
encontrará mejor financiación e integración separada de los pobrecitos
españoles. Lo cual es una contradicción entre lo que piensan las élites, y lo
que escriben y difunden para sumar independentistas, el mensaje hacia fuera,
habla de una Cataluña rica y próspera, mientras que el difundido al pueblo es
el de una Cataluña empobrecida por la explotación española. Por supuesto nunca
aparecen culpables catalanes de corrupción y prebendas, nada sabemos de culpables
catalanes por la enorme deuda de Cataluña, ni su responsabilidad en las
políticas de recortes...
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