‘Si
los catalanes quieren irse están en su derecho’. La gente que expresa la idea
anterior, acepta con fe religiosa, -creencia sin comprobación-, que los catalanes
mayoritariamente quieren la independencia, pero la tozuda realidad ha mostrado
durante años que esto era una gran mentira, nunca fueron independentistas la gran
mayoría del pueblo catalán. El problema tal como lo plantean trata de obligar a
la mayoría a someterse a la minoría, sin discusiones, sin oportunidad de
debatir en los medios públicos catalanes o en la calle o en las instituciones, lo
cual es poco democrático por parte de los secesionistas, pero lo defienden con
el envoltorio de la máxima democracia y con ello ocultan la realidad.
En la situación actual, tras las
últimas elecciones democráticas del 27/09/2015, la presidenta del Parlament,
Sra. Forcadell realizó una declaración de independencia apoyándose en los
resultados electorales. Las elecciones autonómicas de 2015
fueron convocadas por primera vez por los partidos independentistas como un
plebiscito por la independencia. Sus resultados arrojaron un número de votos inferior al 50% a favor de dichos partidos independentistas y un número de
votos ligeramente superior al 50% para los partidos contrarios a la autodeterminación,
cuyo resultado llevó a la CUP inmediatamente a declarar públicamente que el
plebiscito se había perdido.
No obstante, los votos traducidos en
escaños les dieron mayoría parlamentaria, obviando el carácter plebiscitario de
la consulta en el que supuestamente solo deberían contar votos y no escaños. Los secesionistas se vieron favorecidos en escaños parlamentarios, sobreponderados en relación a los votos obtenidos, en la medida que los criterios
electorales en Cataluña priman lo rural sobre lo urbano, los pueblos pequeños y
del interior, sobre las grandes ciudades y la costa.
A pesar de ello la Presidenta del Parlament
realizó la declaración de independencia apoyada por los diputados representantes
de 1.628.714 de votantes a JuntxSí, mas los representantes de 337.794 votantes
de la CUP, en total sumarían 1.966.508 de votos ciudadanos sobre un censo
electoral de 5.510.853 de catalanes con derecho a voto. Los votos que arropan
la declaración de independencia representan un 35.68% del cuerpo electoral
catalán, lo cual es profundamente antidemocrático.
No es el pueblo catalán quien pide la
independencia, de hecho hay una mayoría que no la pide Una cuestión
problemática surge al identificar solo con el pueblo catalán a los
independentistas, lo cual se extiende a reconocerlos como sujeto político,
porque entonces ¿quienes son el otro 65%? ¿No son catalanes, no tienen derechos
en esta decisión? Es como si alguien dijera ¡que se jodan! como gritó aquella
diputada del PP. Enfrentada esta realidad concreta al armazón teórico de
clichés inhabilita su validez, porque muchos giran en torno a la idea del
pueblo catalán como unidad opuesta al pueblo español, no hay tal sujeto, un
pueblo catalán unido como una piña enfrentado a España, ni en el pasado ni
ahora.
Desde 1975, hasta hace muy pocos
años las encuestas catalanas que mostraban datos sobre el independentismo,
elaboradas por la Generalitat, poder catalán, han dado cifras en el entorno del
15%, lo cual no representaba la inmensa mayoría de la población, a pesar de ello,
durante todos estos años algunos individuos no se cansaban de repetir que lo
democrático era que ‘Si los catalanes
quieren irse están en su derecho’. El problema con esta postura,
insistimos, es que apoyaban política e ideológicamente a una minoría despreciando
a la gran mayoría de catalanes a los que se silenciaba. Peor todavía, querían
hacerla pasar por ser lo más democrático y
con la etiqueta definitoria de izquierdas, otras dos mentiras. Ni era
democrática, ni era una postura de izquierdas.
Fuente:
‘El suport a la independència de Catalunya. Anàlisi de canvis i tendències en
el període 2005-2012’. Centre d’Estudis d’
Opinió. Generalitat de Catalunya.2012.
Fuente: Barómetro de Opinión Pública, 30, 2ª onada 2013. Centre d’Estudis
d’ Opinió. Generalitat de Catalunya
En 2012 el sentimiento de
pertenencia recogido por la Generalitat
mostraba que una amplia mayoría de catalanes se sentían tan españoles
como catalanes. Todavía en 2013 los mayores problemas de Cataluña, según los
catalanes eran la alta precariedad laboral y la crisis económica, no figuraba
la relación con el Estado, la relación con España como gran problema.
Fuente: Barómetro de Opinión Pública, 30, 2ª onada 2013. Centre d’Estudis
d’ Opinió. Generalitat de Catalunya
Por entonces, -y mucho antes-,
gentes que decían no ser nacionalistas, mucho menos separatistas, afirmaban que
los catalanes tenían derecho a separarse, porque era lo que ellos querían. Ese
año y el anterior subió el deseo de independencia según marcan las encuestas de
la Generalitat, a pesar de lo cual las cifras mostraban una minoría por debajo
del 50%, lo cual incluye aceptar que había una mayoría superior al 50%
contraria. En el 2013 los defensores del derecho de autodeterminación, algunos
de izquierdas, elegían apoyar a una minoría de catalanes en contra de la
mayoría de la que no se preocupaban, ni reconocían su existencia. Para ellos,
como para los secesionistas, solo existen los catalanes independentistas, los
otros no son catalanes.
Fuente: ‘Elementos y significados del malestar con la política en Catalunya.
Un
acercamiento cualitativo a partir de la indagación con grupos de discusión’.
2011. Centre d’Estudis d’ Opinió. Generalitat
de Catalunya.
Los índices que muestran la
satisfacción política de los catalanes 2005-2009 son esclarecedores de cuando
comienzan los problemas serios en aquel territorio. La explosión de la crisis económica les permitió ver que se abría una ventana de oportunidad y fue aprovechada de manera populista por el independentismo para aumentar los apoyos a la secesión. Y comenzó una nueva etapa en la que continuamos instalados.
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