En diciembre de 2013 escribí el siguiente texto. Ahora lo vuelvo a publicar porque viene a cuento del choque entre Podemos e IU que reabre el asunto. Resulta por lo menos curioso, a mí por intentar argumentar estas ideas, altos cuadros de IU me llamaron 'patriotero'. Entonces se olvidaban de la gran patria socialista, URSS, del patria o muerte de todo movimiento en el continente americano... y ahora que les dirán a Pablo, Iñigo...
SOBRE EL PATRIOTISMO DEMOCRATICO
El mayor problema no es ‘lo catalán’, sino ‘lo español’
I.- Responsabilidad
de las izquierdas en la construcción de un patriotismo democrático.
Es tradición de izquierdas mencionar
el internacionalismo como una de sus bases filosóficas, pero sorprenden algunos
activistas sociales por su querencia hacia las patrias ajenas muchos de cuyos
iconos rebosan nacionalismo por los cuatro costados, al tiempo que en los
conflictos sobre la cuestión nacional peninsular, se dicen no nacionalistas, a
pesar de lo cual, sus posturas antiespañolistas les llevan a posicionarse con
los nacionalismos periféricos, a
simpatizar con ellos. Esto ocurre en el conflicto por la independencia
catalana, una de cuyas respuestas, no la única, pero sí necesaria, es
reconocerse en un marco común de mayor integridad, equidad, justicia,
fraternidad o solidaridad y libertad que otros propuestos.
El patriotismo democrático español,
constituye un terreno de amplio consenso alrededor de valores cívico-políticos
de la Constitución, y con ingredientes de carácter cultural e historicista. El
patriotismo democrático, entendido como una concepción de la identidad nacional
compatible con los principios democráticos, y neutral desde un punto de vista
ideológico, religioso, lingüístico-cultural y territorial. ‘La construcción
política de la identidad española: ¿del nacionalcatolicismo al patriotismo
democrático?’ Jordi Muñoz Mendoza. CIS. 2012. Dicho patriotismo democrático queda lejos de tener un significado progresista
en muchos sectores de izquierdas, que al estar compuestos de activistas su
importancia cualitativa es superior a la representada por su cantidad. Para que
esto ocurra, sin duda influye la carcunda, grupos de franquismo sociológico y
nacionalcatólicos que expulsan a la mitad de los españoles de su identidad,
pero no cabe eludir la responsabilidad de las izquierdas en su contribución a
la construcción de una identidad con la que pudieran sentirse cómodos millones
de españoles. Es un defecto, un error, que no tengamos construido un relato
histórico progresista, más allá de dos o tres iconos. En la falta de
construcción de una identidad progresista española se encuentran parte de los
males del conflicto independentista catalán y vasco, es obvio que la derecha
española nunca quiso construirlo con amplia dimensión inclusiva, no está en su
ADN.
Las izquierdas en general y la
intelectualidad post transición en particular no forjaron una identidad
progresista española, con suficiente ancho común como para sentirse cómodos en
tanto españoles, demasiadas veces aparece el rechazo a identificar las partes
condenables de nuestra historia sin destacar nunca aspectos positivos o al
menos comparables con otras naciones europeas. Nos cuesta sentirnos españoles
porque siempre han querido expulsarnos de nuestro país, porque la
historiografía española en la mente de mucha gente sigue siendo franquista, la
historia de las élites españolistas ha sido muy excluyente y ante el desgaste
histórico las progresías de cada momento no fueron capaces de ganar la batalla
de construir historias queridas, difundidas y aceptadas masivamente, y con las
que sentirse cómodo, apenas un poco de ilusión republicana y un poco del
movimiento anarquista español, pero faltan relatos completos de los que
sentirnos orgullosos. Y ahora resulta que ante la globalización, mola la
identidad local, que aquí ha sido construida en la periferia, y para millones
de españoles como España no seduce lo suficiente, la identidad nacional
periférica es la moderna, todo lo relacionado con ella es festivo, pero la
española es carca.
En los años de democracia, la crítica
al nacionalismo periférico quedó fundamentalmente en manos de otro
nacionalismo, lo cual deja muchos frentes sin cubrir. La izquierda no tenía voz
propia de crítica, no es que fuera muda, pero su voz era insuficiente, porque
se reducía a la crítica diaria de posiciones puntuales y no a elaborar cuerpos
teóricos diferenciadores, de mayor calado, asistimos demasiado tiempo a
espectáculos de individuos que se auto-consideran de izquierdas simpatizando
con posturas retrógradas nacionalistas, -a veces cercanas al fascismo-
exclusivamente porque son contrarias al gobierno central, individuos que
desarrollan anticuerpos diferenciados del franquismo español y creen que les
sirve para justificar todas sus posturas y se abrazan a nacionalismos
periféricos. El resultado es que tenemos partidos, militantes y simpatizantes
sin referentes de patriotismo democrático de izquierdas pero sienten emoción
por los patriotismos de lugares muy alejados, o por los periféricos españoles. Dice Savater,[1] ‘En este país se puede ser vasco, catalán,
andaluz, sin problemas, pero difícilmente español. Los españoles son en
realidad, españolistas.’ La frase recoge mucho del problema, ante la falta
de una historia y sentimiento colectivo aceptado masivamente, las emociones
nacionales se arriman a las periféricas en tanto se alejaban del centralismo franquista,
manifestación de la postura de jugar a la contra, tan rica a las izquierdas
españolas.
La
izquierda catalana, y española, puede desaparecer si no ofrece rápidamente
respuestas diferenciadas de las nacionalistas, bien entendido que para ser consideradas
respuestas deberían ser abrazadas por millones de personas, lo cual descarta
tanta profusión de taifas locales. La gente, yo mismo, no encuentro la razón de
ser de una opción política si las ideas que facilita sobre la concepción del
mundo y las relaciones humanas no son diferentes a las nacionalistas. Las
izquierdas, partidos, sindicatos, movimientos, militantes, simpatizantes, no se
rebelan contra la filosofía
nacionalista plasmada en campañas que denigran a los otros, existe
desprecio por el mundo del trabajo español –vagos,
subsidiados-, desprecian lo que aportaron a Cataluña, y extienden su
ojeriza a los desfavorecidos, a los trabajadores españoles, por el mero hecho
de no ser catalanes, la xenofobia está dando réditos de muchos independentistas
de variada procedencia social. La salida al conflicto será difícil, pero antes
de encontrar encajes federalistas o no, hay mucho camino que debería andarse,
antes de soluciones constitucionales, deben encontrarse salidas políticas, Pérez Royo ‘no tenemos respuesta
constitucional’[2].
En
el tránsito político que vivimos el catalanismo tiene andado mucho ante los
excesivos silencios de todo el mundo, -ahora toca hablar de las izquierdas-,
los nacionalistas se han aplicado a ello durante años, mientras al otro lado se
callaba en muchos temas, durante mucho tiempo, al margen de la circulación de
clichés antiguos que algunos aplican tanto a pasado como a presente a
situaciones muy diferentes entre sí.
Pérez Royo ‘En la dirección equivocada’ [3], mantiene que 'La separación de Cataluña de España
parece estar produciéndose ya, y a una velocidad extraordinaria al menos en el
terreno de la opinión pública' su andadura de construcción nacional está desarrollada a pleno rendimiento
desde hace muchos años, la construcción de un patriotismo democrático español
tímidamente esbozado desde la transición sufrió un frenazo brusco con los
gobiernos del PP de Aznar. Que los españoles no estén seducidos por España, es
un problema considerable, si con la crisis aumentan enormemente los desafectos,
y en País Vasco y Cataluña mucho más, el coctel resulta muy difícil de tragar.
¿Qué
hacen las izquierdas si no defienden ideas propias? Ceder el sitio a los
nacionalismos periféricos que ocupan un lugar diferenciado al de la derecha
españolista, lo cual por desgracia para mucha gente es suficiente. Si las
izquierdas no defienden a los trabajadores catalanes –y vascos- y a los más
débiles del engaño de la pócima mágica de la independencia que dicen mejorarán
sus condiciones de vida y trabajo quedará la interpretación del mundo, sus
problemas y soluciones en manos de otras corrientes ideológicas que llevan a
compartimentar el mundo en conjuntos de personas separadas en trocitos marcados
por fronteras. Si las izquierdas no construyen una identidad y sentimiento
nacional democrático, otros lo harán. Hay que construir una historia lo más
común posible, pero que integre valores y experiencias compartidas y con los
mimbres que tenemos es posible. La falta desde hace muchos años de una Educación para la ciudadanía, está
pesando en el poderío de los nacionalismos, porque falta un potente sentimiento
de patriotismo democrático, del que sin duda tiene gran responsabilidad la
derecha y su ánimo excluyente de tanto español, pero las izquierdas deben
plantearse la tarea de construir una historia democrática española de la que
puedan sentirse orgullosos la mayoría de españoles, y mimbres para ello existen
de sobra.
Se
puede entender el agotamiento del PSOE [4]
y del PSC en este caso, pero no hasta el punto de no llegar a un mínimo de
respuesta al gobierno de CiU a tanto desvarío como difunde su propaganda. Vean
el ejemplo del déficit fiscal, un argumento central desde hace años, aquellos
16.000 millones de € de déficit, un año, que algunos en su propaganda elevaban
a 20.000 anualmente y que en el congreso de historia elevan a 300.000 millones
durante los últimos 25 años, lo cual muestra el rango de importancia que le
concedieron y como no pudo ser de otra forma caló profundamente, porque ni el
gobierno central, ni PP, PSOE, PSC, ICV… no fueron capaces de desmentir rápida
y eficazmente de forma masiva, se limitaron a una pequeña y perdida protesta.
La solución era sencilla, para desprestigio de la Generalitat, en el mismo
informe de balanzas fiscales, aparecían otros tres modelos, dos de los cuales
daban cifras considerablemente menores y otro las invertía, había superávit. No
tiene explicación tanto silencio, salvo que la lucha interna por decidir si
apoyar o no el proceso paralizara toda expresión crítica. Los nacionalismos
atraen como la miel a las moscas, pero parecería como si en este lado
estuviéramos carentes de una identidad de la que sentirnos orgullosos que
pudiéramos contraponer, ¿incapaces de ofertar una realidad constitucional
atractiva que supere aquellas ofertas?, ¿inseguridad en su potencial?
Estamos
dejando la defensa de un modelo de sociedad en manos de la derecha, la
solidaridad interregional construida en estos años pasados no es una broma
social, debería sentirse el mucho peso en la construcción de identidad
democrática española, aunque parece que somos incapaces de entender que es
imprescindible sumar para ganar, lo cual lleva aparejado ceder alguna
particularidad. Nos rebelamos a la contra, mareas ciudadanas para defender el
estado de bienestar que pocos días antes hemos sido incapaces de reconocer con
orgullo como signo de identidad nacional española, icono democrático construido
en los ochenta. –No podemos ensañarnos con quienes lo construyeron e igualarlos
a sus destructores, sin pasar por el psiquiatra-
Si
no es posible defender a los que sufren opresión nacionalista en Cataluña, ni
denunciar abiertamente la tremenda corrupción catalana, ni responder a tanta
exageración propagandista, ¿para qué queremos la izquierda? si no logran frenar
a la derecha, si tampoco resuelven la tremenda crisis, el paro, precariedad,
recortes, desahucios, desigualdades, problemas de crédito, etc. si no es
posible ofrecer una visión de sociedad diferente, ¿para qué la izquierda? No
basta, ni mucho menos con elaborar argumentos como el PP es muy malo y por eso
crece el independentismo, lo cual siendo verdad no toca nuestra
responsabilidad, la argumentación anterior es secundaria para mantener una postura
política propia que defienda nítidamente una democracia contrapuesta a una
decisión de independencia tomada a raíz de un referéndum con 51% de
participación y un 51% de voto afirmativo, ¡un 26% del cuerpo electoral puede
decidir la autodeterminación en criterio independentista! Eso se viste con
ropajes de alta democracia. Si la izquierda no es capaz de contraponer otra
democracia a este planteamiento, el futuro de la izquierda se convierte en una
incógnita.
La
izquierda desaparecerá transmutada en nacionalista, y entonces las supuestas
ventajas económicas nacionales lo serán a costa de la solidaridad de clase en
el conjunto del Estado, lo que quitan a unos dicen que lo darán a otros,
redistribuir entre pobres, pero ¿quien asegura que una vez ahorrado el pago a
los unos las mejoras llegarán a los otros, obreros y pensionistas? Quizás ERC o
la CUP estén haciendo la revolución socialista y este servidor no se haya dado
cuenta de que los medios de producción y las finanzas pasan a manos obreras en
el programa por la independencia.
El
PSC e ICV , y la extrema izquierda, partidos intelectuales y militantes, han
orillado críticas básicas al nacionalismo, filosóficas y políticas, olvidaron
el contenido de clase por razones de oportunidad para combatir a la derechona,
y también porque sus direcciones estaban sobre representadas de catalanistas,
la alta población emigrante de décadas anteriores, los trabajadores no
encuentran propuestas, orientación ni aclaración y la crisis los está
machacando, por lo que se agarran a la salida que otros ofrecen con gran música
y colorido, salida populista que promete mejoras y juega con discursos
encendidos, con proposiciones de alternativas fáciles de desarrollar, y que
remueva las vísceras. ‘El independentismo es, la forma que ha
adoptado en Cataluña la denuncia y la desesperación…El relato catalán, ha
alcanzado la perfección del círculo político. Ha aliado a la derecha en el
poder, y a buena parte de la contestación radical de izquierdas’.
El Estado de la
izquierda. Jordi Gracia. [5]
. El problema explotará cuando las soluciones no lleguen a pesar de
la secesión, aunque luego será tarde, el mal ya estará hecho. El
independentismo era antiguamente un reducto mayoritariamente elitista con puro
ADN catalán que se fortalecía sintiéndose amenazados por el españolismo y la
clase obrera, hoy al independentismo tradicional se suma el sobrevenido del
catalanismo antes unionista y otro sector numeroso que suma es producto de la
debilidad de las izquierdas que se encuentran sin fuerzas para imponer un
relato fuerte y coherente sobre lo ocurrido y por qué, y lo más importante un
relato que contenga salidas creíbles que consigan ilusionar.
La crisis
acabará con las izquierdas, [6]
escribí hace meses, en los comienzos de este tsunami, ahora en uno de sus
episodios, el secesionismo contribuirá a enterrarlas en Cataluña y en el resto
de España, porque millones de personas sentirán que han sido abandonadas y se
preguntarán sobre su utilidad. Las regiones y personas ricas pretenden
separarse, destruyen la solidaridad con las menos favorecidas, cada cual a su
aire, es el proceso neoliberal que se extiende por el mundo y aquí los
catalanistas quieren camuflarlo con el olor nacional. Las grandes corporaciones
y los ricos se quieren separar del resto de la sociedad, dejar de pagar
impuestos con los mismos argumentos, cada
palo que aguante su vela, su dinero
es suyo y valdrá más a su familia, a su
clan. Los ricos se niegan a contribuir al salario social, el resto de la
sociedad les importa un pimiento. Lo triste es que muchos defensores o luchadores por la independencia, sean
grupos de trabajadores, les apoyan en su pretensión de no pagar impuestos que
sostenían parte del estado de bienestar de los menos favorecidos, quieren
acabar con la idea de que el Estado redistribuya una parte de la riqueza y son
apoyados en ello por individuos que se consideran de izquierdas. Una vez más
recordemos que en España son regiones contribuyentes netos, Madrid, -la mayor
contribución-, le sigue Catalunya, Baleares y en menor medida Valencia, y con
su particular estatus privilegiado, País Vasco y Navarra, regiones altamente
ricas que no contribuyen. ¿Hasta cuándo?, la solidaridad y el pensamiento
progresista debería denunciar esos privilegios.
Se paga un coste muy alto al aceptar
que el movimiento sindical, y los partidos de izquierdas, queden arrastrados
por el catalanismo o cualquier nacionalismo, mientras discuten estas cosas no
se generan movilizaciones contra el paro, de largo nuestro mayor
problema.[7]
Algunos factores que influyen en la actitud de partidos, movimientos e
individuos son la comodidad que brindan las mayorías, estar en minoría es muy
duro, pocos vecinos atienden, casi nadie presta atención en los medios… también
influye la movilización festiva, la facilidad de dejarse llevar por la riada
hace sentirse integrado, y querido, y da un cierto sentido de utilidad a cuanto
se hace -El independentismo presume de
que la segunda generación emigrante ganará la independencia como pasó en las
Américas- Como si esta segunda
generación aquí tuviera importancia en la configuración de los grupos de poder,
allí esa generación eran la élite americana.
Los grupos de poder catalán y vasco tienen amplia representación
política, económica y cultural no solo en sus territorios, sino en el conjunto
de España y sus instituciones, formando parte de la élite gobernante junto con
las españolas. Otra vez, recordemos los votos de IU muy superiores a los de CiU
y logran muy inferior representación parlamentaria. ¿Y les ayudan en su
política por no sentirse arrastrados en vez de presionarlos para cambiar la ley
electoral?
La magia de una ilusión arrastra
individuos, creen que resolverá al día siguiente los problemas ciudadanos, será
mentira, pero entonces llegará el olvido para los de abajo, habrá desaparecido
la apuesta nacionalista entre los desposeídos, se habrá evaporado durante el
proceso la fraternidad, esa que tiene apoyo en la ideología de cada individuo,
las condiciones materiales no mejorarán, ni la equidad en los factores
políticos de representación, de libertades. ¿Que impedirá a los pudientes dejar
de pagar impuestos para los catalanes pobres? al fin y al cabo es uno de los
argumentos centrales de las movilizaciones secesionistas, los impuestos al
bolsillo de quien los genera, la solidaridad bien entendida comienza por uno
mismo ¿creen ustedes que vaya a mejorar la vida de los menos favorecidos, a
tener menos horas de trabajo con mayores salarios, mejores ritmos, vacaciones,
mayor libertad e igualdad, creen que tendrán mejores barrios, mayores
pensiones, mejor y mayor sanidad, escuelas… de las que ahora tienen? ¿En qué
mejoran los nuevos textos que configurarán su Constitución los derechos de la
actual? La respuesta que suelen dar a estas preguntas en sus argumentarios es,
‘no te dejes dominar por el miedo’.
El PSC, ha ido perdiendo apoyos populares y de militancia catalanista, ICV
ha ido recogiendo votos de izquierda perdidos por los socialistas a
consecuencia de la crisis, como en toda España, inicialmente sin
consideraciones soberanistas, dicen estar siendo empujado hacia esas
posiciones, que para no perder pie, justifican, por lo que no será extraño que
pierda fuerza a medio plazo, vía CUP y ERC, porque la gente elige secesión y
prefiere los originales a los tibios; no es que los partidos fallen, que lo hacen,
es que la fuerza de la corriente está rompiendo los embalses ¿Por qué
eligen hoy independencia? está claro,
nadie dice otra cosa, nadie ofrece respuestas, y creen que con ella resolverán
todos los problemas individuales y colectivos y hasta ahora nadie les ha
presentado otra opción válida para mejorar. Una historia similar de base
parecida se aprecia en los guetos obreristas que votan extrema derecha en
Europa. Y el que venga detrás que se joda. La cuestión es que una
salida como la independencia no tiene vuelta atrás en los destrozos que
provoca, no vale arrepentirse luego, las rupturas no podrían resolverse a medio
plazo, es por ello que la Ley de Claridad canadiense, siempre habla de mayorías
suficientemente amplias, sostenidas en el tiempo, de procesos negociados, etc.
y no de impulsos unilaterales. Se echa en falta una responsabilidad de defender
principios, sean seguidos por muchos o pocos, al margen de corrientes
momentáneas.
No existe la responsabilidad
partidista sin responsabilidad individual, aquí siempre muy cómoda para desviar
las culpas a partidos y líderes y salvar el pellejo individual, los militantes
y simpatizantes izquierdistas hartos de tanta corrupción y crisis, tendrán que
decidir y tomar posiciones ante lo que representará la pérdida de apoyos al
sentimiento de izquierdas, no solo en cuanto reducción de fuerzas electorales
que dejarán los parlamentos listos para enormes cambios derechistas, como
estamos viendo con la coartada de la crisis, sino para las ideas básicas que
asumirá la conciencia individual de una generación. Es en los momentos de
tensión cuando se enfrentan las ideas personales con el imaginario colectivo
que las soportan ¿Por qué consideran de izquierdas apoyar el independentismo,
la fragmentación, las fronteras, la consideración de extranjeros a otros seres
humanos? Históricamente hay pruebas de la existencia en España de reinos
diversos, León, Aragón, Murcia, Granada, Castilla, Valencia… en serio ¿alguien
puede defender hoy como progresista apoyar la autodeterminación de estas
antiguas realidades? Seguro que existirán causas pendientes, recuerdos
generados de la personalidad de cada rincón, así que ¿Volvemos al mundo de la
Edad Media, de las aldeas, clanes y tribus al grito de adelante la modernidad?
Los poderes económicos se frotan las manos cada vez que oyen hablar de
desmembrar el poder político.
Es frecuente encontrar muestras de
simpatías por los nacionalismos
periféricos, en muchas personas que no sienten algo parecido por la unión,
con la sola explicación de que en el otro
lado están las derechas. Pero, las derechas están a ambos lados ¿Por qué ha
calado con el aurea de más democrático el derecho a decidir la
autodeterminación en un país libre y democrático, cuando como poco existe el
derecho equivalente a la integridad? Para algunos supone una especie de
rebelión, -¡que se jodan! Pero a la
inversa- porque creen erróneamente que la ideología de izquierdas se limita a
la protesta, a estar en contra, por principio, les resulta más sencillo aceptar
la oposición a un gobierno que la defensa de unos principios que debe hacerse
en positivo. Esa postura dejó de tener validez para mi generación, con la
experiencia de Chile, un gobierno legalmente constituido era asediado por
continuas manifestaciones y huelgas, derechistas. Hasta hacerlo caer. Las
movilizaciones a partir de entonces las vemos católicas, fascistas,
derechosas...
¿Por qué apoyar toda acción y
argumentación por el mero hecho de que vaya contra lo español? mejor distinguir
y separar, los nacionalismos periféricos van contra los trabajadores, españoles
y periféricos, escudarse en que el PP es malísimo y La Razón una máquina de
hacer independentistas, aparte de que sea verdad, esconde lo fundamental, que
es la existencia de criterio propio sobre los nacionalismos ¿Por qué aceptar
que una secesión es democrática cuando ninguna constitución del mundo lo
contempla? Solo una enorme falta de conocimiento cegada por la religión puede
creer que Cataluña sea una colonia con derecho a la autodeterminación. Si el
secesionismo fuera un plus democrático, ¿por qué no lo incluyen en sus textos
quienes lo consiguen? ¿Acaso Barcelona o Tarrasa no tienen derecho a la
secesión, de Cataluña? En los supuestos de Ley de Claridad canadiense se
contempla el mismo derecho del todo y también de una parte del territorio
escindido. Y puestos ya, los barrios ricos de los barrios pobres ¿Por qué
conceder un plus de credibilidad a los soberanistas que no hacen al resto de
ideas políticas? ¿Solo porque están en contra del gobierno PP? ¿Por qué aceptar
la independencia creyendo a pies juntillas que todo un pueblo lo pide, sin
comprobar a cuántos, quienes afecta, y de qué forma?
Comprobemos
si es verdad que existe esa mayoría, porque hasta ahora los votos no la
mostraron nunca, CiU era unionista hasta
las últimas elecciones, y las encuestas de la Generalitat daban minorías
independentistas hasta hace pocos meses. Desde la Transición el independentismo
se ha mantenido por debajo del 15%. ¿Qué o quiénes son los catalanes? el pueblo
catalán que ha construido Cataluña no es un bloque de hormigón catalanista,
sino conjuntos variados de población en gran parte emigrante de los años 50/70
con tradiciones e intereses muy diversos fuera de la órbita nacionalista.
Apoyar los intereses independentistas supone estar en contra de los intereses
de los no independentistas, que hasta ahora fueron la mayoría y hoy pueden ser
similares en número. ¿Por qué no aceptar que esta democracia española es tan
mala o tan buena como cualquier otra? sea Reino Unido o Canadá, tenemos enormes
problemas a resolver, pero no encontrarán mejor solución en manos de los
nacionalismos periféricos.
La independencia no puede verse como
recurso idealista al margen de las fuerzas que la dirigen, de sus documentos y
propaganda. El proceso en marcha en Cataluña no es progresista, sus proclamas
quedan bastante atrás de la Constitución en cuanto a libertades, derechos y
conceptos solidarios, defiende a los poderes económicos, propone el
individualismo como forma de vida, los
impuestos para quien los paga, pone barreras en la sociedad soportadas en
antiguas tradiciones, historias, lugar de nacimiento, idioma, pertenencia a
clases, a clanes, a colectivos culturales…declara más enemigos y extranjeros,
tiene enorme carga xenófoba… y esta mercancía dañada se quiere colar como
progre. Su esquema básico es el principio a
cada uno lo suyo, los impuestos para
quien los paga, claramente neoliberal, su proyecto de agitación y
propaganda es xenófobo, anti español, los
españoles roban, expolian, su práctica política es antidemocrática, las
leyes no son generalizables, se aceptan si les sirven, todo lo que les sea
diferente a la independencia no tiene valor para salir en los medios o ser
discutido socialmente, airean el valor democrático del ejemplo escocés y canadiense,
sin aceptar que dichos modelos tienen un respeto escrupuloso a la legalidad, en
ningún caso se producen declaraciones unilaterales de independencia, etc. etc.
en esta dinámica parece dar vergüenza considerar de mayor talla democrática la
defensa de principios tradicionales de equidad, libertad, justicia, fraternidad, hoy entendida como solidaridad
ciudadana independientemente de orígenes, lenguas, color de la piel...
El
impulsor de la Ley de Claridad canadiense, Stephane Dion, opina que: ‘En una democracia no hay argumento moral posible que justifique convertir a
nuestros conciudadanos en extranjeros’… ‘Mis aliados son la claridad y la
franqueza, y mis adversarios, la confusión y la ambigüedad’... Todos somos los
unos y los otros… Uno puede estar en contra de un Estado que atenta contra los
derechos humanos elementales…’
’En el mundo hay al
menos 3.000 grupos diferentes identificados y sólo 196 Estados en las Naciones
Unidas. La mayor parte de esos Estados no son Estados étnicos homogéneos ni
tienen una sola lengua, una única religión, una sola cultura’…’Si todas las provincias canadienses y todas las
regiones europeas quieren estar
presentes en los foros internacionales, el planeta se haría
ingobernable’
‘Porque en una
democracia se trata de ser solidario con todos tus conciudadanos. Aceptas a
todos sin atender a sus orígenes, su idioma o su religión. Y el secesionismo es
lo contrario. Con el secesionismo eliges a quiénes quieres mantener como conciudadanos
y a quiénes quieres convertir en extranjeros.’
II.- Responsabilidad de
las derechas y sus políticas excluyentes
Los distintos
nacionalismos españoles, central y periféricos, -los dos son peores- son muy
parecidos en postulados filosóficos y en sus acciones políticas, opresoras y
represoras; ambos son excluyentes, de todos aquellos que sean diferentes.
Dependiendo de momentos y de donde miren, será visible en los nacionalismos de
allá o acá, su intención permanente de considerar a los otros como distintos,
con menores derechos, ya que parten del supuesto de su menor calidad cultural e
histórica. El fondo del asunto es que consideran su legitimidad por encima de
la de los demás, aquello es suyo –la patria, los símbolos, las
tradiciones, el territorio, la riqueza, la cultura, la historia…-
Según las derechas, el
resto de la gente tendrá que aceptarlo si quiere ser bien tratada, si ustedes
se amoldan y aceptan su inferioridad, serán aceptados socialmente, de lo
contrario serán excluidos de la tribu, del clan. La sociedad no la entienden
como conjuntos de individuos con múltiples intereses que conviven en espacios
temporales en los que solo será posible hacerlo cediendo en algunos postulados
y aceptando otros de los demás. Los nacionalistas no entienden la sociedad
compuesta por ciudadanos de diferentes clases, religiones, etnias, idiomas,
edades, tradiciones etc., distintos pero siempre en igualdad de derechos y
obligaciones, por eso ciudadanos, que con solidaridad y justicia mejor que
caridad, buscarán la equidad para toda la ciudadanía que puede convivir sin
pertenecer a clanes o tribus.
La política de la derecha más carca agravará la quiebra social existente, conseguirán alejar a miles de individuos del sentimiento colectivo de lo español, -maldita Constitución, maldito Gobierno, maldita España, repetirá mucha gente- la sensación de apátridas de excluidos del conjunto dominará lo suficiente como para agravar el problema de la identidad nacional, nadie quiere ser amante de quien le trata mal, y este es el eje de todos los males. Somos un país especial en este asunto, a los extranjeros les parecemos raros, no respetamos símbolos, en cualquier manifestación pública, cultural, de representación o deportiva, que son las que ven por televisión, somos capaces de boicotear himnos, banderas, representantes del estado o del gobierno, ritos y ceremonias se celebran sin mínimo respeto público, de educación hacia los demás… maldecimos nuestra historia, y los extranjeros se llevan las manos a la cabeza si nos interesamos por cómo actúan en sus países y les criticamos.
No nos sentimos respetuosos porque durante muchos años los carpetovetónicos no lo han sido con los españoles, las personas son la piedra angular de los símbolos, sin un fuerte respeto a los individuos, a la ciudadanía, poco respeto puede haber hacia otra cosa, por eso tiene tantísima importancia no herir gratuitamente, desde la chulería, ¡Quieren desenterrar los muertos por cobrar subvenciones! –Esta gente al día siguiente deberían estar expulsados de sus partidos y cargos, pero no es así- . El sentimiento fraternal hacia la Constitución, disminuye porque sigue habiendo muertos en las cunetas y calles con nombres de asesinos fascistas, porque se vive el desprecio de los poderosos hacia el pueblo y en un problema de enfrentamientos nacionalistas, millones de españoles sentirán cierta simpatía por los que se enfrentan al españolismo excluyente, o se retirarán a un lado dejando hacer, sin oponer como mejores principios ciudadanos y progresistas los de la Constitución que las propuestas secesionistas. La cuestión es que esta actitud cede la Constitución a los carcas, lo cual acrecienta el problema de exclusión política de miles de individuos. Nos expulsan, lo aceptamos y además los dejamos terreno libre.
El orgullo y respeto por los conceptos nacionales se consigue cuando se utilizan de forma conciliadora, cuando los símbolos son usados de manera inclusiva y respetuosa con los otros, incluidos los contrarios. El símbolo nacional debe serlo, si y solo si, es aceptado voluntariamente por el conjunto de la ciudadanía. El amor y respeto por lo español, se manifiesta practicando la defensa de su carácter genérico e integrador, por lo tanto combatiendo a los ultras que se apropian símbolos y utilizan para sí.[8] El asunto del patriotismo es altamente delicado por sentimental, encierra muchas de las disputas de este país y si no se trata con delicadeza, las emociones pueden encabronar la relación, crispar la convivencia hasta hacerla excluyente para muchas personas. ¡Que se jodan!, es lo que dicen unos arremetiendo contra los otros. Su torpeza es tan brutal como la de aquellos que dicen ‘O me quiere a mí, o la mato’, la misma emoción machista que provoca tanta violencia. Pero el amor no se impone, el cariño no se puede obligar y quien lo pretenda solo difunde odio y ánimo de exclusión lo cual suma adeptos a la independencia ya que me excluyen, a la menor oportunidad me voy, y como poco, suma simpatías hacia otros nacionalismos que pelean con quien me expulsa.
El
problema en España con la bandera, la historia, la tradición… es que no
son símbolos comunes que deberían unir a
la población, no hay una experiencia elegida voluntariamente y querida y
aceptada masivamente, los enfrentamientos de sangre han sido frecuentes entre
españoles, ha faltado un componente externo de unión contra un peligro común
como tienen otras naciones. Al margen de su historia antigua, la creación legal
en la Transición del símbolo nacional, reconvirtiendo la bandera franquista
quitando la reminiscencia fascista del ‘aguilucho’, es uno de los dos mayores
puntos negros de la época, -el otro es la ley electoral, la principal llave
para abrir la solución de un montón de problemas- dejó la bandera demasiado
cercana al símbolo bajo el cual combatieron los golpistas que iniciaron la
guerra civil, y arropados en ella dirigieron la represión sangrienta contra el
pueblo español. Es lo que ocurre con la historia, las tradiciones y con lo español, tiene demasiada carga de
franquismo y nacionalcatolicismo lo que separa a la mitad de los españoles del
conjunto en el que no se sienten incluidos.
A
mucha gente le parece bien mantener el símbolo bajo el cual lucharon, creerán
que las historias y tradiciones españolistas deben ser soportadas por toda la
población -para eso ganamos la
guerra, ¡que se jodan!, gritan- pero, precisamente por ello, por
quererlo imponer a sangre y fuego, la otra mitad del país se aparta, no
puede sentirse incluido, no es querido, aquello no es compartido por amplias
mayorías y el país se debilita, la convivencia se resiente, los proyectos
comunes se resienten, mientras, los nacionalismos periféricos se fortalecen.
Todas las historias y tradiciones, cualquier bandera que se izara, tendría
amantes, no llegó todavía el momento de que la derecha, los conservadores
españoles, sean conscientes de que lo
español no necesita unos pocos amantes celosos sino que es necesario que
una gran mayoría de ciudadanos españoles se sientan cómodos con su país, su
historia y símbolos. El problema que tenemos los españoles, ganadores y
perdedores, rojos y azules, es que compartimos espacio y tiempo y sería
preferible para todos conciliar sentimientos de los diferentes para hacer
sencilla y placentera la vida en común, la cuestión es potenciar la sociedad
democrática, inclusiva. O cada día aumentarán los que querrán independizarse.
Después
de la guerra civil, y tras de la muerte de Franco, en aquellos lejanos tiempos
de la Transición hubo varios centenares de muertos, que cayeron por las balas
de funcionarios protegidos por la bandera española, y por escuadrones de fachas
escondidos tras ella. Muchas palizas fueron dadas arropados con ella, muchos
insultos impartidos por quienes portaban la rojigualda. Tras el golpe de estado
de Tejero del 23F, hemos visto por las calles, en los bares, comercios, en los
campos de futbol… a individuos que llevaban la parafernalia del golpista y
portaban la rojigualda a su lado, de hecho los símbolos se vendían juntos, sin
que el resto de conservadores les recriminara por ello. Era el símbolo de los
que gritaban ‘Tarancón al paredón’, de aquellos que defendían una
iglesia franquista y ultra, mientras la mayoría de los azules asentía o
callaba. Carrillo durante la transición, la abrazó, para evitar
conflictos mayores, e intentó con grandes esfuerzos que fuera aceptada por los
comunistas, es la contribución que le reconocen desde instancias conservadoras.
Entonces pudo haberse intentado una mayor identificación popular reduciendo
agravios si algunas minorías no se hubieran apoderado de ella, sin reacción de
los conservadores para criticarlo.
Desde
aquellos días la bandera y el españolismo, son utilizados con demasiada
frecuencia por la derechona[9]
para golpear al resto, siempre con la pretensión de someter o expulsar a los
españoles de su propio país. Lo español fue utilizado para excluir y desde
posiciones conservadoras no lo evitaron saliendo al paso de los excluyentes, y
ahora mentes preclaras de entre ellos reconocen el inmenso error. ¡Qué carajo! tenemos un serio problema.[10] Ahora lo reconoce el Alto Comisionado para la marca
España, nombrado por el Gobierno del PP, que tenemos un grave problema
nacional y es que la extrema-derecha ha patrimonializado la bandera, un símbolo
que debería ser de todos. Algo que sabíamos desde hace bastante tiempo muchos
millones de españoles y cuyo problema, gran problema, los militantes y votantes
azules no han querido resolver, y en gran parte provocan ellos mismos, para
muestra los ejemplos de los últimos días.[11] El Alto Comisionado del Gobierno para
la Marca España, Carlos Espinosa de los Monteros, afirmó en el Fórum Europa:
'' Tenemos que limpiar los símbolos de
nuestro país de connotaciones que no le han favorecido'' conminó, abogando así
por quitar a la bandera española ''toda connotación política'' con el objeto de
que ''sea percibida como patrimonio de todos''. ''La extrema derecha hizo mucho
daño patrimonializandola'',
lamentó. Espinosa de los Monteros emitió este diagnóstico en la conferencia que
pronunció en el evento informativo que organiza Nueva Economía Fórum, ante la
atenta mirada del ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel
García-Margallo, que promovió su nombramiento. Si quieren empezar a corregir el
problema, deben pelear por desterrar la apropiación patrimonial de sus propias
filas, visible en cada manifestación callejera azul, en cada reivindicación
ultra sea religiosa o política, visible en la ostentación ante sus líderes o
contra los del resto, siempre usada como arma excluyente. Todo el mundo sabe
que tras una pulsera rojigualda, o pegatina en un coche, hay un individuo de
extrema-derecha en un 70% de ocasiones, franquista en un 20%, y variados en el
10% restante. Todos sabemos que en las manifestaciones de los derechistas los
ultras se identifican con la bandera española como su enseña y que grupos o individuos
violentos se amparan tras ella.
Todavía
se puede empeorar si los defensores institucionales de símbolos que deberían
unir, son tan torpes para no darse cuenta de que todos recuerdan atrocidades
del pasado, que reflejan otros símbolos que incluso por ley deberían ser
quitados de la faz pública, como nombres de golpistas en calles e iglesias, o
cuando el pueblo ve que no defienden la dignidad de los españoles enterrados en
cunetas ¡en ningún otro país civilizado del mundo! Si no ven que eso excluye no
deberían formar parte de las instituciones de este país. Para mucha gente, los
símbolos de la patria, son los españoles, las personas que viven sufren y
trabajan, o quieren hacerlo, aquellos sin los cuales la sociedad dejaría de
funcionar o simplemente no existiría, son los desahuciados por los banqueros,
los niños que necesitan comer en colegios públicos para mantener dignamente la
población. El mayor símbolo patrio del que sentirse orgullosos colectivamente
se percibe en el sistema sanitario español, uno de los mejores y más baratos
del mundo y vemos como se está destruyendo. Los símbolos patrios negativos
apartan, restan, aumentan la huída cuando no se ve voluntad de corregirlos, son
los evasores fiscales, empresarios, cantantes, personajes… que ‘adoran la
patria’ pero tienen su dinero en el extranjero, o el símbolo de la
corrupción imperante sin que asuman responsabilidades políticas y/o
judiciales... La actuación durante la crisis
económica y política está sembrando el país de desafectos, por la destrucción
realizada y llevará a la exclusión y miseria a un tercio de españoles que solo
querrán huir, escapar, independizarse y como no podrán hacerlo sumarán
simpatías a todos los que se enfrenten al gobierno español, sean
independentistas catalanes o vascos.
Otra vuelta de tuerca que
dañará la convivencia española la está dando la política partidista del PP,
como nos tiene acostumbrados, alejado de una visión de estado, carece de visión
integradora, de entender que España no es suya, que los símbolos no son suyos,
que la patria si quieren usar este concepto, son los españoles todos, y no solo
los nacional católicos, tener visión de
estado implica ser inclusivo en cualquier movimiento que se haga, tener en la
cabeza la idea de compartir, de sumar amigos
de la Constitución mejor que restar apoyos, implica pensar para el largo plazo
aparcando réditos electorales a corto, lo cual incluye salidas a la crisis
fundamentalmente inclusivas sin dejar gente por el camino que debilitarán la
sociedad a medio plazo, incluye salidas que se vean como mejores, alternativas
que se perciban de mayor calidad que las otras, no se trata tanto de cuestionar
lo malo de la independencia, o su imposibilidad legal… como de mostrar lo bueno
de la unión, la gente quiere vivir junto a otros cuando percibe buen trato,
ventajas y cariño superiores a vivir separado. No se trata de describir
maldades o tropiezos de los otros, como de describir bondades nuestras, sentir
orgullo de nuestra historia, pero no de su historia, sino de la que puedan sentirse
orgullosos la mayoría y no solo unos pocos.
En este caso parece que tratan de aprovechar de forma partidista el problemón soberanista para destrozar/expulsar al PSOE y a las izquierdas del contenido común de defensa de lo español, pretendiendo obtener con ello el rédito electoral que perderá con la crisis económica, lo cual lo único que hace es volver a mostrar lo difícil que es sentirse español que según el esquema de pensamiento derechista requiere sentirse vencido, parecen decir a los otros los dejamos. En vez de construir un entorno positivo, lo cual quiere decir participar con las mismas reglas, derechos y esperanzas en construir una sociedad incluyente, que implica sin vencedores ni vencidos, de todos, en el que apetezca vivir y por tanto defender, lo cual necesita dejar a un lado tendencias patrimonialistas excluyentes, como las que muestran las políticas anticrisis del gobierno PP, corrupción, ladrones sueltos, ayudas a los ricos mientras dejan en la miseria a millones de españoles. A lo que se añade el olvido tradicional de los miles de muertos en las cunetas, que rompen cualquier ilusión de sentirse todos españoles, como pueden pedir a la gente defender a España, tratando a tanta gente con tanto desprecio. En este sentido similar al tratamiento dado por CiU, las derechas españolas son muy parecidas, ocultar con la emoción nacionalista los problemas derivados de las políticas de austeridad en las condiciones de vida, lo cual tendrá también costes para ambos.
Uno de los pocos momentos en que las muchedumbres se abrazan a la bandera sin ideologización de vencedores y vencidos, es cuando la Roja gana en el fútbol, porque tras la alegría de esa noche, no se esconde la identificación de un sector de la derecha española, sino la expresión contenida de querencia común ante un grupo de gente de múltiples rincones de España que trabaja en equipo para obtener una finalidad colectiva. Nadie ha hecho más por difundir el símbolo nacional que el fútbol de la Roja, y supongo que quedará para la historia estudiarlo.
Manuel
Herranz Montero. Diciembre 2013
Este escrito es el
Epílogo, capítulo 10 del libro ‘Catalunya. Camino a la secesión’. IDENTIDAD
NACIONAL. IZQUIERDA Y DERECHA
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