La reunión de ayer 24 entre los
ministros de finanzas de la eurozona en Riga ha supuesto una nueva decepción en
cuanto a encontrar una vía de acuerdo que acepten ambas partes, les piden –fundamentalmente
el FMI- recortes de pensiones, desregulación laboral y subidas de impuestos, que
no aceptan, pero tampoco presentan planes concretos y comprometidos de reformas
posibles para recibir los 7.000 millones pendientes de rescates anteriores, lo cual
desplaza la incertidumbre, y posibles turbulencias al 11 de mayo cerca de los
pagos de Grecia, uno de 750 millones de euros al FMI el día 12 –solo hay tres países que no pagaran al FMI, los tres en África-. Hoy parece estar más cerca el momento de un Grexit o un Graccident, salida del euro,
o un accidente que provoque el default oficialmente, manteniéndose dentro de la
eurozona con cortafuegos, lo cual no les quepa dudas que alimentará tragedias griegas
y no sabemos el efecto que tendría sobre la estabilidad de Syriza.
Los problemas de la crisis griega aumentan su complejidad al tratarse de la eurozona, de 18 países, más otros 10 miembros de la UE que no comparten moneda común, pero se ven muy afectados por todos los movimientos de intereses cruzados y pactos entrelazados. Compleja y peligrosa porque los acuerdos son dificilísimos, muchos necesitan de unanimidad, por tanto las decisiones tardan en tomarse, además en muchos casos deciden instituciones y/o individuos no elegidos democráticamente y cuya rendición de cuentas no es al Parlamento Europeo. La eurozona es un proyecto en marcha, multinacional al que todavía falta avanzar en unidad política y económica para llegar a instrumentos similares a los que tienen países federales como EEUU, con una moneda común, deuda mutualizada, cuyo banco central, la Reserva Federal (FED) tiene atribuciones diferentes al BCE con excesiva dependencia histórica-política de Alemania, el cual solo se preocupa por la inflación, y no por el empleo, esencial en las crisis.
La cuestión es que este club es la
eurozona, con ventajas y limitaciones que obligan a los socios, países con
grandes diferencias económicas, entonces y ahora, obligados a soportar políticas
que nunca podrán favorecer a todos al mismo tiempo. Grecia quiso entrar al
club, incluso falseando todos los datos disponibles para lograrlo, obligándose
con ello a perder parte de su soberanía, como el resto de países miembros.
Ahora no está nada clara su postura respecto a seguir en el euro o salirse, al
margen de las palabras sus movimientos denotan la búsqueda de otras opciones al
margen del euro, tanto los de políticas internas como las relaciones
internacionales, Rusia, China, siendo éste uno de los escollos de las
negociaciones ya que parecen tener como objetivo ganar tiempo, más que llegar a
acuerdos.
Una de las limitaciones del euro es
la imposibilidad de devaluación de cada moneda nacional, típica para ganar
competitividad en ciclos de crisis, posible salida que muchos sectores se
plantean, volver al dracma, devaluar y comenzar de nuevo; salir del euro no
acabaría con la corrupción, ni resolvería la estructura incontrolada de su
estado, su fiscalidad medieval plagada de privilegios a los súper-ricos, no
garantiza acabar con los déficit tradicionales de años y años de muy superiores
gastos a ingresos, una de las causas fundamentales de su deuda, ni aumentaría
por ello la competitividad en relación con el mundo basada en mejoras
tecnológicas o educativas, como toda alternativa tiene contraindicaciones,
genera inestabilidad e incertidumbre futura, no mantendrían los mercados
europeos en iguales condiciones, la devaluación permite ganar mercados
inmediatamente, pero no resuelve el problema de medio plazo, las incertidumbres
sobre la capacidad de financiación son enormes, mucho dinero de los ricos
escapó de Grecia hace tiempo, los bancos están quebrados, las empresas
necesitan inversiones en bienes de equipo, no hay ahorro interno, las deudas privadas
y pública en euros aumentarían de valor respecto a un dracma 30/40% devaluado ¿Qué
pasaría con ellas?
La solución que algunos plantean es
declarar la quiebra y no pagar como inicio del nuevo camino. Pero un impago
nunca sale gratis, dejar de pagar cuesta mucho, cuanto más unilateral mayores
costos, por tanto cualquiera que lo pretenda debería explicar las ventajas e
inconvenientes que se esperan. Grecia reestructuró sus bonos en manos privadas
en 2012, con una quita cercana al 80% del principal, lo cual supuso unos
100.000 millones de euros de reducción de principal, tras ello, no han podido
emitir mas bonos en los mercados, -algo parecido ocurrió a Argentina en su
default, sigue sin poder acudir normalmente a los mercados- ya que no había
inversores privados que compraran. Los pocos particulares que en los mercados
atienden bonos griegos lo hacen a muy altos tipos de interés –calculan cuanto
sería el riesgo de quita y lo cargan en los intereses subiendo tipos-.
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