Olvidar el pasado dificulta las
soluciones del presente, pretender hacer tabla rasa y empezar de cero es una
muy mala política –además nunca se puede partir de cero-. Sobre todo cuando se
demuestra que en el pasado no muy lejano, fuimos capaces de reducir
desigualdades, ¿por qué no podemos hacerlo ahora?, revertir los últimos años de derrumbe es dificilísimo, pero más sencillo que destruir completamente el
entramado del régimen democrático. Empezar uno nuevo para cambiar de régimen,
puede demorar muchos años las posibilidades de reconducir la situación, porque
no es posible confundirlo con un camino de rosas en el que el voluntarismo se
imponga a los intereses de otras fuerzas. Frenar el empeoramiento de las
condiciones de vida de millones de personas es urgente y las medidas no
pueden esperar, por lo que la rapidez de
actuación con los mimbres que existen es vital, así modificar el sistema actual,
regenerar la democracia, con ser muy difícil, siempre será más sencillo y
rápido que tirarlo y entrar en un proceso de construcción de una nueva
sociedad.
Los que vivimos el franquismo durante niñez
y juventud, y además nos gustaba leer, hablar y escuchar, recordamos la
corrupción amplísimamente instalada en la sociedad ganadora, empezando por
grandes empresas y jerarcas del Régimen, -militares de alta graduación,
políticos tradicionales, aristocracia, terratenientes, oligarcas del dinero… cuyos
negocios y el unte del reparto de la
riqueza queda a mucha distancia de los actuales, que al menos se pueden
denunciar, incluían fraudes en materiales y concesiones de todo tipo de obras,
puentes, carreteras, vías férreas, estaciones… no solo en cuanto a su
localización en terrenos del conde XXX o del marqués YYY sino en cuanto a sobreprecios
públicos, inflados en relación a materiales y costes.
Las concesiones de importación
exportación eran graciosamente asignadas a los amiguetes, se legislaban
limitaciones a la entrada de competencia en sectores privilegiados para que los
amigos pudieran hacer negocios a sus anchas, la recalificación de terrenos era habitual, aunque nunca se escribía nada, era una constante la vista gorda a sus propias leyes
cuando perjudicaban negocios concretos de los ganadores, por ejemplo las que determinaban
topes de construcción por m2 eran ampliamente rebasadas en grandes barrios de
las capitales, presos trabajando gratis para empresas afines, salarios de
miseria cuando los tenían para algunos trabajadores perdedores, campos de
concentración, asesinatos de postguerra, los cuarenta, los cincuenta…,
cárceles, orfanatos, sanatorios, etc. etc.
La vida nos deparaba constantes ejemplos
cotidianos que se amontonan en nuestra memoria; cajas y sacos de alimentos,
incluidos pescados y carnes, se descargaban como
penalización a los controladores de abastos; requisas nocturnas eran realizadas por números de Guardia Civil
acumulando hortalizas y verduras en zonas rurales, productos que luego se
cambiaban y vendían por sus mujeres hasta en los propios cuarteles; recogidas
de recolección de grano, de las que se quitaban por los controladores una o dos
paladas como comisión; trabajos que
se daban sobre la base previa de vejaciones a familiares; papeles de necesarios
para cualquier trámite, incluidos los de buena conducta que daban los curas,
concedidos a partir de favores sexuales; requisas de ganados y pertenencias,
robos de propiedades particulares y de instituciones, -algunas fueron vendidas
en los momentos álgidos de burbujas inmobiliarias- títulos y puestos de trabajo
se perdían por denuncias interesadas y se repartían los ganadores; viviendas
sociales construidas en los centros de las capitales, que se ocupaban por
notarios, abogados, generales, políticos que rotaban por todos los cargos, -se
pueden ver todavía- etc. etc.
Las mujeres hicieron la gran revolución
del siglo pasado, en derechos y relaciones de vida cotidiana, es a partir de la
democracia cuando se las ve por calles y plazas, exposiciones y conciertos,… en
mi juventud era imposible ver mujeres en bares o paseando por pueblos y calles.
Durante el franquismo,
las mujeres, y no los hombres, tenían obligación de declarar el nombre del
cónyuge, profesión, trabajo e hijos. Si estaban casadas no podían inscribirse
como paradas en las oficinas de colocación, se llegó a prohibir el empleo
femenino de las casadas en 1942, y despido obligatorio de solteras cuando se casaran,
todavía en los sesenta.
Durante
el franquismo las mujeres quedarán recluidas en el hogar bajo la tutela del
padre hasta los 25, salvo anterior matrimonio quedando sometidas al marido,
-mayoría de edad masculina a los 21, se equiparan en 1972-. No podían firmar
contratos, abrir cuentas corrientes, elegir profesión, ni disponer de sus
propios bienes… sin autorización masculina. El Código civil equiparaba a las
mujeres con locos y dementes… penas para el adulterio femenino, durísimas,-
incluso padres y maridos podían matarlas hasta el 21/3/1963-, mientras, para el
hombre no había por adulterio, solo en caso de amancebamiento, por supuesto
existían duras penas por aborto, no había divorcio,… la obligatoriedad de
escolarización sin discriminación por sexo se fija en la Ley General de
Educación, en 1970, hasta ese mismo año los padres podían dar en adopción a sus
hijos, sin consentimiento materno…
Esta visualización está bajo una licencia Creative Commons BY-NC-SA
Esta visualización está bajo una licencia Creative Commons BY-NC-SA
Le invitamos a
compartir por favor pedir Consulte AB Atkinson y S. Morelli (2014) - 'La
Chartbook de la desigualdad económica a www.ChartbookOfEconomicInequality.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario