Los
problemas que afronta la socialdemocracia no son muy diferentes a los del
resto, simplemente al ser un partido mayor y hasta hace poco alternativa de
gobierno, son más visibles por aglutinador de amplias bases, aquellos que solo quieran un millón de votos podrán elegir mas fácilmente entre múltiples opciones sin grandes conflictos, pero quienes busquen 10 millones de votos se enfrentarán de lleno a múltiples conflictos de intereses, las
contradicciones les afectarán por diferentes sectores y los votos se les
escaparán por varios lados. La uniformidad de intereses no existe, los
conflictos no se producen solamente entre los poderosos, corporaciones,
sectores productivos, economía real y financiera… de unos contra otros, ni
siquiera se producen solo entre esos grupos y el resto de población, los choques
de intereses se producen ahora también entre grupos de población de base social
trabajadora y cercana, dentro de sí. Si algún partido cree que una solución a
un problema satisface al 99% de población, mejor que cierre el kiosko, nunca
una salida podrá satisfacer los intereses del 99%. Esa cifra mítica, tiene
sentido en economía, pero políticamente es inoperante y muy engañosa.
La
complejidad de la sociedad genera enfrentamientos y contradicciones entre los diferentes
grupos de población en los que difícilmente un partido, sea PSOE u otro, pueda
definir siempre la opción que beneficie al conjunto de los integrantes de su
base social. En el trabajo sobre ‘Clases, obreros, ciudadanos, sujetos políticos’ exponía parte de los mismos y
aportaba cifras de cambio poblacional producido en España. Vean una pequeña
muestra de algunos conflictos reales en los que las propuestas que beneficien a
algunos chocarán con intereses de diversas partes que no necesariamente se
identificarán con los poderosos, los problemas no solo se sitúan en el marco de
las relaciones entre propietarios y desposeídos:
Conflicto generacional, juventud, vejez. Una España sin
trabajo para muchos lustros enfrentará a los partidos a una realidad que habrá
que resolver con propuestas que chocarán con intereses generacionales. Por un
lado gente sin trabajo estable, sin perspectivas ni posibilidad de cotizar para
garantizar pensiones futuras, mientras crecen las pensiones actuales en número
absoluto, crecen en importe y en duración temporal, además de crecer los gastos en atenciones
sanitarias y sociales para una población que envejece a gran velocidad.
Género, hombre, mujer. Evidentemente este es un terreno
amplísimo que rebasa el marco de clase social, los aspectos de conflicto son
muchos y variados, tendrán que abordarse en el terreno de libertades, de
mercado de trabajo, igualdad salarial, de discapacidad y dependencia, de igualdad
en gobernanza privada y pública, etc. etc. y por supuesto un amplio abanico de
programas sociales, escolarización infantil y guarderías de amplio horario, de
conciliación familiar, servicios familiares, descarga de responsabilidades
dependientes, etc., lo cual supondrá pelear recursos para unos u otros grupos.
Y sigue llamando la atención la inexistencia de partido específico.
Mercado laboral. En el mundo de la producción hay
múltiples contradicciones entre los trabajadores y las políticas a impulsar,
para empezar entre aquellos que tienen empleo y los parados, entre los que
tienen contrato fijo y precario, entre los de economía sumergida y los cotizantes…
muchas políticas chocan entre colectivos, los sindicatos y partidos
tradicionales tienden a primar más a los ocupados y a los fijos, cuanto menos
en la medida que intentan defender esas pautas con el ánimo de extenderlas. La
cuestión es que quedan relegados en alternativas y proyectos de partidos
tradicionales, los parados, los precarios, los no cotizantes,...
Ecologismo. El medio ambiente y la ecología
política abren campos nuevos de conflictos de intereses, modificando y
enfrentando alternativas. Unas muestras son claramente visibles en el entorno
de la energía, nucleares, renovables…, sectores importantes de las renovables
apuestan y defienden actividades enmarcadas en la sostenibilidad, la política
de subvenciones las impulsa, pero también dota de excesivas prebendas,
asegurando por largo tiempo rentabilidades de un 20%, con deuda pública por
debajo el 5%, rentabilidad que tendrá que pagar el resto de población,
encareciendo la energía. La defensa del territorio, transportes,
comunicaciones, urbanismo, playas y montes,… chocan frontalmente intereses
sostenibles, de futuro y presente, no solo de grandes corporaciones, también de
grupos diversos de población.
Derecho a decidir y nacionalismos. Es un nuevo conflicto que se convierte
en interclasista, con partidos y sindicatos de todos los colores apoyándolo. ¿Pero,
decidir qué?, tal como está planteado solo está enfocado a decidir la secesión.
Este es un derecho que visto aquí y ahora tiene claro contenido neoliberal, con
el derecho a decidir la secesión, los ricos quieren separarse de los pobres.
Los ricos, quieren tener derecho a dejar de pagar impuestos y que éstos dejen
de ser destinados a los menos favorecidos. ¿Qué pasará con las pensiones de
Extremadura y Castillas, de Andalucía y Cantabria? Que ahora contribuyen a sufragar fiscalmente
Madrid y Cataluña. No es casual que quieran separarse las regiones más ricas,
Navarra y Euskadi, privilegiadas de España por su concierto/cupo no contribuyen
globalmente, sin duda una de las causas de su riqueza, y Cataluña,
contribuyente neto –Madrid es quien más contribuye- , los ricos defienden este
‘derecho a decidir’. El conflicto se ha hecho transversal, interclasista, soportado
en lo que parece un derecho básico de la democracia y partidos izquierdistas lo
apoyan como progresista, pero aplasta el derecho a decidir de los otros y ni de
broma se plantea aplicar el derecho a decidir sobre la producción y
organización del trabajo, sobre la redistribución de acumulación de riqueza,
etc.
Migración. Xenofobia. La mayor movilidad de personas y
mercancías, las carencias del presente y el miedo al futuro, abren nuevos
problemas con los de fuera y con los distintos. Los conflictos de intereses son
evidentes en los barrios obreros, en antiguas zonas industriales y en
poblaciones deprimidas. Las experiencias británicas y francesas son elocuentes,
la lucha por las ayudas sociales, por los trabajos precarios, no se produce
entre los de abajo y los de arriba, solo entre los de abajo que arremeten
contra sus partidos y sindicatos tradicionales, pasando su voto a la derecha, o
la extrema derecha, que dice defender sus derechos contra los otros, contra los
de fuera. Los cambios de votos hacia populismos y ultras de barriadas clásicas
comunistas y socialistas son demasiado habituales en otros lugares de Europa,
como consecuencia de estos conflictos de intereses.
Sectores productivos. El cambio de fuerzas en los
sectores productivos es enorme, la pérdida de industrialización occidental es
un hecho. Las fábricas y minas, la concentración de trabajo, trababan cohesión
obrera y social, en torno al trabajo considerado digno, conformando urbanismo y
relaciones y una cultura solidaria, cuya expresión más visible estaba en torno
a la sindicación. El cambio en los sectores productivos empezado por Thacher y
Reagan, potenciado por la globalización y los emergentes, ha roto las bases
sociales socialdemócratas. Muchos de los nuevos sectores productivos dispersan
la mano de obra, - a comienzos de la crisis más de ocho millones de personas- comercio,
inmobiliarias, servicios a empresas, transportes y comunicaciones, turismo,
nuevas tecnologías, hostelería, culturales y recreativos, servicios personales,…
-el 99% de las empresas tienen menos de 50 trabajadores, la mitad de ellas son
unipersonales- los intereses de unos chocan con los de otros, las dificultades
para sindicarse y la dispersión de los representados y representantes aumenta.
Desigualdades. Otro nuevo paradigma del momento,
las desigualdades aumentan, en Occidente se extreman las personas que más y
menos tienen, la concentración de riqueza se aceleró a finales de siglo y
comienzos del nuevo en Europa, todavía muy lejos de la desigualdad de EEUU que
comenzó anteriormente. El mundo en su conjunto ha reducido pobreza y cientos de
millones de individuos crearon las clases medias en los países emergentes, al
tiempo que nacían nuevas oligarquías multibillonarias en Rusia, China, etc. en
España esta crisis abrió la brecha que había ido cerrándose y aunque estamos
muy lejos todavía de muchos otros países, la velocidad con la que crece la
desigualdad es temible, en gran parte dentro de sectores obreros, o de la
llamada clase media, que ven como los partidos tradicionales no tienen medidas
concretas para impedirlo, más allá de la asistencia social y la caridad.
Economía real y financiera. Globalización
y mercados. Un
choque que interrelaciona los aspectos anteriores, tiene que ver con la
globalización y los mercados financieros, afecta no solo a grandes
multibillonarios también a muchos millones de ahorradores, trabajadores,
jubilados que con sus ahorros juntos y acumulados trabajan los fondos de
inversión. La rentabilidad que pueden obtener los mercados financieros es muy
superior a la de producir en la economía real –hoy, no sabemos por cuánto
tiempo será soportable- los grandes fondos y fortunas moviendo el dinero de un
país a otro y de un sector a otro consiguen mayores beneficios en menor tiempo,
sin tratar con oleadas de obreros, proveedores y clientes. Los riesgos son otra
cuestión, movimientos gigantescos e incontrolados pueden implosionar el sistema.
Si las rentabilidades de bonos públicos tienen un proceso de caída continuada,
como ahora, los grandes movimientos de dinero girarán rápidamente obviando
riesgos para conseguir aumentar réditos.
Urbanismo y territorio. Campo, ciudad; centro, periferia;
costa, interior; agua, secano; son algunos elementos contradictorios del
urbanismo y territorio españoles, difíciles de medir con criterios de clase. Afectan
a todos los partidos en la defensa de intereses particulares, zonales, complicados
de agrupar en uno solo. Desarrollar el famoso corredor del Mediterráneo,
económicamente razonable por la mayor economía de Levante, choca contra la
necesidad de potenciar el interior, las Castillas y Extremadura y el Atlántico,
para igualar calidad de vida. La ordenación del territorio volcada en las
costas españolas, desertiza el interior abandonando grandes extensiones y dejando
pueblos dispersos, facilitar asistencia similar a grandes zonas pobladas y
pueblos semi-desiertos es un conflicto nada fácil de resolver. La enormidad de
8.118 pueblos españoles es una insensatez, de los cuales solo 400 tienen por
encima de 20.000 habitantes, cifra considerada adecuada para dar vida propia
sostenible a una ciudad. Un
total de 4.862 municipios, más de la mitad, cuentan menos de 1.000 habitantes,
y como es normal, todos quieren tener derecho a…
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