Mucho llevamos andado ya de
crisis, y lo que nos queda. Quizás sería mejor dejar atrás el término crisis,
darla por concluida, en el sentido de que la vuelta al comienzo será imposible
y empezar a entender que estamos en otra época –La globalización, los mercados y los emergentes han dado un vuelco
a las relaciones de poder mundiales en este siglo XXI y seguimos sin
enterarnos-, sin enterarnos porque todo pretende recuperar la forma anterior al
2007. En este sentido cobra especial maldad, por tramposa, la propaganda del PP
a favor de la entrada en la recuperación. Es una propaganda que pretende
engañar, porque recuperación, quiere decir volver a tener lo que perdimos. Y
aquello nunca volverá. Y ellos lo saben, y las políticas que ponen en marcha
tampoco lo pretenden.
Todo parece indicar que
entramos en una época de estancamiento, o de crecimiento muy bajo, insuficiente
para generar seis millones de empleos en bastantes años, o para mejorar la vida
de varios millones de personas que se acercaron a la pobreza, perdido ahorros de
vidas enteras de trabajo, millones con condiciones laborales bastante alejadas
de las conocidas hace años, millones que han perdido estabilidad laboral,
desaparece el concepto de trabajo fijo por ocho horas, la precariedad y las
rebajas salariales se han instalado, abusos por cotización de menores horas que
las trabajadas, contratos con la baja firmada desde el inicio…hemos entrado en la
americanización del mercado laboral.
Y lo que es peor, sin planes de
empleo, sin planes de reindustrialización, sin planes de en qué dirección
enfilar este país, solo vemos desorden en las medidas. Faltan proyectos y no
ocurrencias, planes de trabajo con objetivos, medidas y plazos, y esfuerzos
priorizados, apoyados en elementos posibles, que sean aceptados, apoyados en
consensos y no solo en deseos de unos pocos.
En esas estamos mientras los
absolutos invaden el escenario, queremos todo y negamos todo, culpables los
otros, la desorientación es la norma. La crisis siguen diciendo los líderes
políticos que era importada, o causada por un solo individuo, o una sola causa,
todavía hoy en campaña por las europeas escucho a líderes socialistas referirse
a la crisis como algo externo, importado, no hablan de la cascada de nuestras
responsabilidades, solo de aquella influencia primigenia de la crisis
financiera de EEUU.
Nuestra chulería diferenciadora
quedó arrasada posteriormente con la crisis europea que no solo era un
trasplante estadounidense, tenía ingredientes propios, y nuestra chulería
española todavía sigue viva sin reconocer nuestros demonios particulares que
hemos arrastrado durante años, a los que había que sumar los europeos y la
crisis financiera de EEUU… como parece que no tenemos problemas específicos, esperan
que nos saquen del pozo desde el entorno europeo, esas políticas de expansión
que no terminan de llegar, la mutualización de la deuda, la unión bancaria que
permita desatascar el crédito, reducción del gran superávit alemán para tirar
del sur, el BCE que asuma objetivos de empleo y de equilibrio, -para cuando devaluar
el euro?-…
Europa ya no es lo externo,
somos parte y debemos influir, sin duda, pero evidentemente hay mucho que hacer
aquí en nuestras particularidades, lo que podemos considerar solamente interno,
pero hacerlo comportará grandes desgastes para los partidos que muevan ficha.
La regeneración política se ha impuesto como problema fundamental, sin un gran
vuelco en las instituciones, más representativas y democráticas será imposible
salir de esta maraña que nos envuelve, porque necesitará para ello de un
proyecto consensuado ampliamente, no vale solo con PP y PSOE, el resto de
fuerzas tiene que asumir su desgaste por aplicar planes que para poder
modificar la realidad tienen que asumir cuestiones nada gratas, que solo será
posible repartiendo sufrimientos.
Parece que los mercados están
tranquilos, lo cual es visible, pero algunos creen que la tormenta pasó, pero
eso no es verdad, en cualquier momento se pueden volver a desatar los truenos,
porque nuestros problemas fundamentales no solo no han remitido sino que muchos
se han agravado, seguimos teniendo enormes dificultades para crecer, para pagar
las deudas, para reducir los déficit y las deudas… la fuerte volatilidad de los
mercados globales, el rapidísimo viaje de ingentes sumas de dinero de unos lugares
a otros hace muy vulnerable a España, y a sus multinacionales, el enorme tamaño
de nuestros bancos sistémicos puede darnos un gran susto… No hemos salido del pozo,
no olviden que aquellos brotes verdes de 2010 fueron más fuertes que los
actuales, como se comprueba en todos los chart que se muestran aquí habitualmente
donde se ven las curvas hundidas en 2008/2009 y la recuperación de 2010/2011, que
volvió a hundirse posteriormente hasta llevarnos al rescate bancario. Y casi rescate
país.
Reducir el déficit es una
necesidad, por dos caminos:
1) Rebajar la ratio de gasto público sobre PIB parece que debería ser una prioridad, en la medida que aumenta la deuda sus costes también crecen, lo que impide un posible desarrollo, al tiempo de agravar las dificultades de financiación, que podrían endurecerse… pero nadie en la oposición acepta el coste político de apoyar reducciones de gastos, recuerden las negativas del PP en mayo de 2010 a aceptarlos, lo cual estuvo a punto de plantear un grave problema nacional ya que salieron solo por un voto. Ningún partido o sindicato asume el desgaste que supondría aceptar recortes, salvo que exista un pacto político amplio que permita reorganizar la administración pública, aclare necesidades corrientes y partidas a reducir, organice sectores de gasto y distribuya costes entre pudientes y pobres. Y qué carajos, hay mucho gasto público improductivo, cuando no directamente despilfarrador y corrupto.
1) Rebajar la ratio de gasto público sobre PIB parece que debería ser una prioridad, en la medida que aumenta la deuda sus costes también crecen, lo que impide un posible desarrollo, al tiempo de agravar las dificultades de financiación, que podrían endurecerse… pero nadie en la oposición acepta el coste político de apoyar reducciones de gastos, recuerden las negativas del PP en mayo de 2010 a aceptarlos, lo cual estuvo a punto de plantear un grave problema nacional ya que salieron solo por un voto. Ningún partido o sindicato asume el desgaste que supondría aceptar recortes, salvo que exista un pacto político amplio que permita reorganizar la administración pública, aclare necesidades corrientes y partidas a reducir, organice sectores de gasto y distribuya costes entre pudientes y pobres. Y qué carajos, hay mucho gasto público improductivo, cuando no directamente despilfarrador y corrupto.
2) Aumentar la recaudación
fiscal por el otro camino, -de ahí la urgencia de una reforma fiscal- lo cual
para salvar contradicciones y aumentar eficacia requiere pactos, sin los cuales
será imposible hacer una reforma fiscal profunda, que aumente la bases
imponibles reduciendo, suprimiendo, subvenciones, bonificaciones, exenciones,
etc. y realizando un plan de choque contra el fraude fiscal, que muestre
intencionalidad clara de que los ricos pagarán impuestos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario