Seguimos con los
mercados. Y parece claro que en nuestro entorno actúan muchos de los
capitales mundiales, al menos, tantos como sectores diversos existen, sean el
agrario, el industrial, químico, del acero, petróleo, materias primas no
energéticas, ganadero, pesquero, transportes, infraestructuras, etc. además de
muchos otros poderes como los relativos a la política, sean gobiernos y
partidos, sindicatos y movimientos sociales, organizaciones internacionales… a
los que habrá que sumar los militares, los ideológicos, culturales,
científicos, religiosos…
Por supuesto a lo anterior debemos ampliar con mayor
extensión, tanto como queramos acercarnos a la realidad, añadiendo a cada grupo
citado su carácter nacional, o regional; también ampliable a la posibilidad de
alianzas estables o perecederas… intersectoriales, interclasistas, de género,
de grupos de edad,… o acuerdos puntuales o estratégicos entre sectores,
naciones, partidos, etc. Las combinaciones pueden ser abundantes y cualquier
número que imaginemos se quedará corto respecto a lo que la realidad podría
ofrecer. Ahora piensen que estas fuerzas intervienen en los mercados.
Por ello entenderán que en este trabajo intente no usar títulos
con definiciones absolutas tal como, ‘Los mercados conquistan el poder’, o
similares, ya que no creo reflejen la realidad. Sí creo que el capital
financiero se ha constituido en uno de los poderes que capitanea el rumbo del
capitalismo, por encima de otros sectores, en este período histórico que tampoco
conocemos cuánto durará. Capital financiero que ha roto los equilibrios
existentes entre el resto de poderes, sean los otros económicos o singularmente con el poder político,
generados posteriormente a la II Guerra Mundial, y acelerados a partir de los
ochenta. Es muy destacable el libro ‘La
torre de la arrogancia’ de Xosé Carlos Arias y Antón Costas, de Ariel. -Los
comentarios habituales de Antón Costas en el salmón de El País, son claves para
entender la crisis. Y los de Xavier Vida-Folch en el blanco, aclarando y
proponiendo-.
En el campo de batalla de los mercados, se encuentran muchas de las fuerzas y poderes del mundo,
individualizadas o agrupadas y cierto es que el capital financiero es uno de
los de mayor influencia, pero nunca descarten encontrar a otros, desde
gobiernos a través de los fondos soberanos, o implantando una regulación mayor
o menor de mecanismos y agentes mediadores, o utilizando la influencia
gubernamental de sus políticas que favorezcan o impidan grandes inversiones en
cualquier sector concreto –por ejemplo en renovables- No descarten la
intervención de los bancos centrales como otro gran poder, emitiendo o
retirando moneda, o fijando tipos de interés… agreguen la participación de
organismos internacionales tales como el F.M.I. o la O.C.D.E., el BIP, Banco
Mundial… en actuaciones directas, opiniones o recomendaciones, etc.
Recuerde que siempre que le hablen de dos cosas iguales, le están diciendo que existen dos cosas, distintas. Para que dos
cosas sean iguales están aceptando que existan dos y no una sola. La esencia de
cualquier negocio en los mercados necesitará dos partes, una comprando y otra
vendiendo, lo cual demuestra que, al menos, habrá identificados en cada
operación dos intereses distintos, uno con cada postura. Si un sector del
capital financiero, un fondo de inversión, comprara una fábrica de coches,
querría indicar que una parte del capital industrial quiere vender porque
obtendrá una mejor alternativa a sus intereses actuales, para irse a casa con
la pasta, para invertir en otro sector, para deslocalizar la producción, para
abordar otros negocios... Y así miles de millones de operaciones en el planeta
Tierra a las que será imposible etiquetar, dirigir o controlar.
El
magma de los mercados, los emergentes y la globalización está detrás de la inmensa
crisis que padecemos en España condicionando las posibles alternativas que no
podrán ser como las anteriormente conocidas y que dependerán no solo de nuestro
nuevo contrato social nacional, sino de nuestra capacidad de crear un grupo
global en Europa, configurado en torno a la eurozona, la UE o una de las otras
alternativas que se barajan: dos euros, uno fuerte y otro débil, norte-sur, una
UE sin el Reino Unido y sus aliados, una organización reducida del sur,
coaligada, con la otra eurozona… De hecho, una de las explicaciones de la
duración de la batalla del euro es que los bancos del norte están utilizando
este tiempo para desprenderse de los riesgos de los PIIGS y cuando terminen de
hacerlo, en breve, podrían provocar otra vuelta de tuerca para romper la
alianza.
En
esta era, los deseos son importantes, pero nunca deben confundirse con
alternativas, que hasta ahora nadie ha conseguido proponer –una alternativa lo
será si y solo si aglutina fuerzas suficientes como para ponerla en marcha, lo
demás será una idea o una ocurrencia- Ninguna fuerza ha elaborado un discurso
aceptablemente ilusionante, lo cual en la situación actual es complicado,
contradictorio y difícil, entre otras razones porque los partidos, sindicatos y
movimientos sociales no han elaborado relatos coherentes sobre lo que estamos
viviendo. Sí hay intelectuales que aportan relatos válidos, -libros y
discursos- pero el problema es que los partidos, sindicatos y organizaciones
sociales todavía son poco permeables a esta nueva era. Aunque algunos de sus
militantes reconozcan la realidad pueden ser incapaces de hacerla pública en
sus discursos colectivos, principalmente porque sería durísimo aceptar y
explicar la situación global y todos tienen miedo a perder apoyos sociales, ya
que nadie acepta públicamente la necesidad de hacer recortes.
La
derecha ha conseguido apropiarse del lenguaje y hacer aparecer los recortes
necesarios situados exclusivamente en reducir sanidad y educación, pensiones y
dependencia, evitando el sentido de recortar a liquidar derroches de lo
superfluo, en salarios de asesores, inversiones desastrosas que no aportan
retornos, duplicidades, subvenciones empresariales, ineficiencias en
funcionamiento administrativo, supresión de empresas públicas nichos de
familiares y amigos con altos salarios…
Al
margen de la necesidad de crecimiento para reducir déficit y no basarlo exclusivamente
en reducción de gasto, necesidad de reformas tales como la energética, que
asegure suministros sostenibles y baje precios, administración, justicia,
modelo productivo, reforma fiscal, reforma electoral, etc. etc. En todo caso
para ello faltaría un proyecto colectivo de sociedad, que marcara objetivos de hacia
dónde queremos y podemos caminar con, las ventajas e inconvenientes, los costes
y oportunidades, los apoyos y enemigos que se opondrían, los recursos y
necesidades…
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