domingo, 5 de febrero de 2012

Que mala pinta tiene todo. Un dilema moral


Comprendo el dilema moral de muchas personas que conocen datos, todos ‘muy malos’ sobre la realidad que nos afecta y tienen problemas para publicarlos porque entienden que perjudicarían la situación del país. Sienten el dilema entre contar lo que conocen, que saben que son informaciones de utilidad, con el beneficio/perjuicio incluido individual/social que tendría la difusión de ese conocimiento.

Últimamente he encontrado algunos de ellos entre los que publican en la red. Son gente diversa ideológicamente, personas con probadas capacidades intelectuales, profesionalmente preparadas y capaces de entender las cifras y problemas que hoy asolan Europa y el mundo. Y porque conocen y ven los problemas que padecemos dejan de publicar información, porque consideran que es tan negativo lo que tendrían que escribir que prefieren callar para no alarmar, para no infundir mayor miedo. Nos privan de sus maravillosos puntos de vista, porque dentro de ellos no encuentran facil salida a dar su opinión y tener la conciencia tranquila sobre el emporamiento de la situación que padecemos.

Muchos hemos tenido dilemas éticos durante el proceso de esta crisis, incluso algunos por una estúpida esperanza en que las cosas se resolverán, con tiempo. Al principio no olvidemos, hubo individuos que fueron acallados, apartados, ninguneados, boicoteados, insultados, gentes que exponían trabajos sobre la explosión que supondría la burbuja inmobiliaria, o la burbuja de crédito española, o el peligro que entrañaba dejar la salida al déficit público, formato Plan E, etc. -Mucha gente sabía desde hace años que los balances de los bancos españoles tenían su propia basura hipotecaria y que el lastre del ladrillo y la arena los hundía, mientras escuchaba presumir a Zapatero de que nuestro sistema financiero era el mejor del mundo. (De 45 cajas quedan 15, por ahora)-

Es probable que si entonces no se hubiera acallado tantas voces y esos problemas se hubieran puesto sobre la mesa pública, entrado en los debates de los partidos y sindicatos, organizaciones patronales, medios de prensa, sociedad en su conjunto, si entonces no hubiéramos tenido aquellos dilemas, seguro que hoy no estaríamos en el punto que estamos.

Hoy, de hecho, existe una discusión abierta, con muchos enfoques diferentes sobre la conveniencia o no de contar lo que ocurre respecto a la crisis del euro, a la burbuja inmobiliaria, respecto a la debacle bancaria española o europea, nuestras dificultades para crecer y por tanto el agujero al que nos llevará una política acelerada de ajustes y recortes, al tiempo de replantear su necesidad de inmediatez, de hasta donde realizarlo, en qué tiempo, en que sectores, en que apoyarse a corto plazo y a medio, etc. etc.

Muchos defienden que es mejor no decir nada negativo para no infundir mayor miedo, ya que atenaza y suponen que facilita aceptar recortes. Contra ese argumento hay otros, por ejemplo aceptar o no ese contrato, o ese recorte, depende de la realidad y no de lo que se cuente de ella. Es más, dicen que sin conocimiento profundo de lo que sucede es difícil indignarse y comprometerse en buscar acciones políticas que vayan en el camino de posibles salidas que modifiquen esa realidad, sin conocimiento será imposible transformar para que se acepte otra realidad que se impondría sin decir y hacer nada. Los que tienen que mover palancas de acción, los partidos, necesitan de este conocimiento sobre la realidad concreta, sin tapujos, porque de lo contrario ¿quién dirá al gobierno que si no aumenta ingresos fiscales muy mal nos irá y que solo puede hacerlo por el lado de los que más tienen, grandes fortunas, porque la actividad económica va a estar deprimida 10 años y no aumentarán por ahí.

Conclusión personal. Hoy me decanto por contar lo que sé. Mas o menos cuando puedo, sin alarmismos, pero aceptando que casi todo lo que conocido produce alarma. Por ejemplo mi folleto ‘Por qué no se ha producido un estallido social. Todavía’, contaba las penurias de un sistema social que iba sujetándose con hilos, ¿acaso no produce alarma saber que desde que lo escribí las cosas han emporado? por el lado de aumento del paro, aumento de las familias cuya totalidad de personas están en paro, aumento del paro de larga duración, aumento de los desahucios, de los excluidos… por un lado mayores necesidades, por el otro mayores recortes porque se acaban los ahorros, las ventas de garajes y segundas casas, los recursos de asistencia social, los recortes en todas las instancias de la Administración del Estado. Ahora la conclusión que saco es, o estamos al tanto de estas cosas o será imposible intervenir en política.

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