Juan Ignacio Crespo es uno de los mejores analistas financieros españoles, senior, sensato, didactico, nada llevado a la extridencia, esto es lo que escribía el día 2 sobre la situación que sufrimos los europeos, batalla que fue olvidada por casi todos los partidos que se presentaron a las elecciones, porque total, poco sabían que decir sobre el eje de nuestros problemas.
La alternativa del diablo. JUAN IGNACIO CRESPO 02/12/2011
Los últimos acontecimientos van situando a la zona euro y, sobre todo, a Alemania y al Banco Central Europeo (BCE) ante una disyuntiva feroz: inflación moderada o desastre. El acuerdo entre bancos centrales hecho público anteayer lo ha puesto de relieve una vez más, ya que las operaciones de permuta financiera (swaps) anunciadas buscan proporcionar financiación en dólares a los bancos europeos, que cada vez tienen más difícil el acceso a esa moneda.
Como en todas las operaciones masivas y espectaculares siempre habrá quien se pregunte cómo de mal estarán las cosas para que sea necesario algo así. ¡Qué importa! Los bancos centrales hicieron esta vez lo correcto: que ninguna entidad solvente caiga en un momento tan delicado en que, probablemente, no se puede dejar caer ni a las insolventes, por la amenaza de un efecto dominó bancario. Si alguien tiene dudas, que recuerde Lehman Brothers.
Por lo que parece, y como ayuda adicional, la próxima semana el BCE aprobará los préstamos a tres años a los bancos: a este paso, y en el límite, tendrá en el activo de su balance a la mitad de la banca europea.
Con la operación de anteayer los mercados se han tranquilizado por unos días. Pero esa operación ha recordado la extremada debilidad del sistema bancario europeo y, por ende, del mundial. Diciéndolo de manera muy concentrada: la maquinaria del sistema financiero está funcionando a cámara cada vez más lenta, y esa es ahora la mayor amenaza para la economía mundial. La causa última e impalpable es la falta de confianza entre los bancos, algo que en su primer brote virulento sirvió para dar el banderazo de salida de la crisis en agosto de 2007. Pero este brote actual es especialmente pernicioso: parte de las garantías de calidad que pueden aportar los bancos para obtener financiación ya han sido utilizadas y, además, se está reduciendo la velocidad de circulación de las garantías todas (a casi la mitad, entre 2007 y 2010, según un estudio en el FMI).
Tras cuatro años de crisis del crédito, los bancos y los Estados están entrelazados en un abrazo mortal: los primeros tienen en su balance la deuda de los Estados y estos se encuentran en una situación de tal debilidad presupuestaria que les impide recapitalizar a los bancos adecuadamente (una ironía más de la crisis: aunque quisiera nacionalizarlos quizá no podrían...).
De ahí que, aunque haya que acordar medidas de largo plazo (como la integración fiscal y la constitución de un Tesoro único europeo o, al menos, de una Agencia Europea de la Deuda), y aunque los Gobiernos tengan que hacer lo que tienen que hacer (reducción del déficit y reformas) las medidas urgentes en Europa solo pueden venir del único bombero que queda operativo en la plaza: el BCE. Con permiso de Alemania que tendrá que optar entre recuperar en euros depreciados los préstamos que, a veces, tan alocadamente concedió; o no recuperarlos en absoluto; entre que su mercado cuasi cautivo, Europa, se mantenga solvente o caiga en la bancarrota.
También para el BCE se abre una alternativa del diablo: elegir entre tener alojada en su balance la mitad de la banca europea; o la mitad del mercado de deuda pública, o ambas cosas a la vez. Si optara por lo primero, no estabilizaría lo segundo y conseguiría lo tercero. Mejor, pues, que elija lo segundo (si compra deuda italiana y española al 5% los bancos mejorarán automáticamente). Y pronto. O un día cercano se desayunará (nos desayunaremos) con el inicio de un efecto dominó de quiebra de Estados y bancos que arrasará con todo. En menos de lo que tarda en decirse Banco Central Europeo.
Juan Ignacio Crespo es analista financiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario