Tras las elecciones de 2010, nació un problemón (29-11-2010)
Todo el mundo está pendiente de las elecciones y del partido del siglo, y de la crisis, seguimos moviéndonos lentamente y seguimos cayendo, ¿hasta dónde, hasta cuándo? Y ni siquiera en la campaña catalana los electores se han enterado de que estábamos a punto caramelo de quebrar, porque los ¿líderes? políticos y mediáticos estaban en otra fiesta. Claro que también están en otra fiesta la patronal y sindicatos. Nosotros cada uno a lo nuestro que ya vendrán los salvadores de lo de todos. Los resultados de las catalanas, no parecen espectaculares, se esperaba una deriva soberanista o independentista tras la sentencia del Estatuto, que ahora encauzará CIU, porque si quiere salir adelante y repetir, deberá poner todo, todo su acento en la crisis económica. Elecciones, todos los resultados. Generalitat de Catalunya.
La alegría del PP por su papel, resulta un poco casposa, suben los independentistas, pero ha sido el triunfo del cambio, comienza el cambio dicen, pero ¿en qué dirección? ¿Hacia el cupo navarro y euskaldún? Y en España ¿quién quedará para contribuir fiscalmente de forma solidaria al conjunto?, ¿o empezamos todos a hacer también balanzas comerciales y poner pegas a las relaciones comerciales intra CCAA? Viva el proteccionismo autonómico, mejor aún, el proteccionismo tribal. Viva Cartagena libre e independiente, decían en la Transición y tantos izquierdistas con banderas nacionalistas en todas partes creían que aquello era progresista. La siembra de la semilla de la independencia está hecha, como en otros campos dejamos sembrar y hasta la cosecha nadie dice nada. Durante muchos años en este país, España, muchos han pensado, han creído, han soñado, que el independentismo era una opción progresista porque estaba en contra del Estado, y los partidos de izquierda han dejado la crítica al nacionalismo en manos de la derecha, lamentable.
Como en otras cuestiones, desde la izquierda española se ha abandonado una política de aclaración del pasado del nacionalismo, ni ERC estaba haciendo una política de izquierdas –cuando era un poder en Cataluña, antes de la Guerra Civil metía emigrantes en trenes para echarlos de Cataluña-, ni las cosas que uno escucha a sus líderes pueden considerarse como ideas progresistas, ni que decir tiene, que los sonidos de los Laporta-people tienen poco de izquierdismo. Tampoco tiene mucho la deriva nacionalista del PSUC con su ‘a ver si quedamos por encima de ellos’, intentan ser más papistas que el papa, pero si alguien quiere nacionalismo, pues va a lo clarito, a la matriz, mejor que al sucedáneo. Menudo trabajo tiene pendiente la relación PSOE-PSC, parecido al trabajo aplazado en las izquierdas de toda España, no olvidemos a la filial de IU en Euskadi en el gobierno Ibarreche. Mientras tanto en España, como escribe Luis Villarroya ‘17 normas diferentes de etiquetado, o 17 de producción, o de impacto ambiental, o fiscalidad, o…que hayamos pasado de un mercado de 45 millones potenciales de clientes a 17 mercados de menos de 3 millones’. Añado, que tendrá algo que ver con nuestra crisis y posibles salidas. (29-11-2010)
El 12 de septiembre de 2012 se produjo un cambio de rumbo sustancial en todos los niveles de nuestra sociedad, iniciándose de facto esta nueva fase que finalizará con la proclamación formal del nuevo Estado catalán independiente. Asamblea Nacional Catalana.
Nace un nuevo problema, mejor, si quieren ustedes, cobra una dimensión imprevisible la cuestión nacional, por urgencia, un viejo conflicto que se planta con fuerza ante nuestras vidas reclamando soluciones. Hay momentos en los que la historia se acelera, y este es uno de ellos, y de poco sirve esconderse tras la sábana, -bastante tiempo llevamos paralizados con esta crisis- reclamará rapidez en los movimientos, esfuerzos para depurar posturas, buscar alianzas y sobre todo proyección al futuro. Ninguna salida es fácil, de lo contrario ya estaría resuelto y muchos aspectos de la cuestión son susceptibles de ofrecer brillos distintos de similar intensidad dependiendo del lugar en que se observe. Utilizar por cualquier parte el tópico, ‘estos no se enteran’, no puede ser la salida para dejar de argumentar. El problema lo es por su historia y principalmente por la fuerza que ha cobrado rápidamente en apoyos populares. El independentismo que apoyaba un 13% de los catalanes en 1988, dobló apoyos en 10 años y volvió a doblar al siguiente decenio, hasta llegar hoy a ser preferencia del 50% de los catalanes.
Al margen de las dificultades legales que actualmente soporta el pacto de convivencia vigente, las cuales no contemplan soluciones que proponen algunos grupos, como el pacto fiscal –tipo cupo vasco- o la independencia, la salida debe buscar caminos políticos. La relación actual está engarzada en leyes españolas y europeas, normas que puede cambiar la política, por descontado, pero no es inmediato, requerirá de batallas políticas largas y duras. Una realidad muy diferente a la almibarada primavera que oigo estos días y que supongo aumentará. Por ejemplo, ante una secesión, pretender que Cataluña se integrara sin problemas en la UE es como poco ‘raro’, ya que necesitaría para ingresar de la unanimidad de estados miembros y resultaría extraño que España votara a favor de su integración, aceptando la secesión.
¡Paren el mundo que me bajo!, esta expresión define a las claras el sentimiento de muchas personas. Vemos los telediarios plagados de noticias negativas, -no solo de la crisis, robos, asesinatos, batallas, algaradas, palizas… en cualquier ciudad del mundo, pasan por la tele llenando de miedo a los televidentes que en gran parte lo identifica como si pasara en su pueblo- si vemos la gente que nos rodea, lo mal que lo pasan, y las expectativas que empeorarán, no es extraño que la gente grite ‘me quiero ir’. Si de repente, alguien ofrece la posibilidad de un mundo mejor, sin esfuerzos, sin costes, habrá miles de personas que se apuntarán a esa nube independentista.
La situación podría ser entendida por los agravios y sentimientos nacionales, reales o ficticios, también influye poderosamente la crisis en el crecimiento del sentimiento independentista multiplicando su fuerza hasta llegar a ser la mitad de la población catalana. Los nacionalistas de CiU han regado este huerto soberanista ya que, entre otras cosas, les deja completamente a salvo de responsabilidades en su historial, recortes a los débiles, deuda, corrupción…de todo son culpables los ‘extranjeros’. Realmente han hecho un excelente trabajo de comunicación al lograr hacer creíble la imagen de que los responsables de la crisis en Cataluña, sean los españoles. Para conseguir resultados de hartazgo en los vínculos con los españoles, han contado con el apoyo inestimable de la estrategia de crispación del PP, que tan buenos resultados electorales les reportó en el resto de España desde los gobiernos de Aznar.
Hay similitudes entre CiU y PP, y entre las izquierdas catalanas y españolas. Los culpables de la crisis son los otros, los recortes a los débiles y la protección a los ricos, muestran igual filosofía de sociedad que el PP, la burbuja inmobiliaria y de crédito catalana tuvo dimensiones similares al resto, las Cajas quebradas, la responsabilidad de los poderes financieros y sus agentes políticos fueron similares, como también las dificultades de financiación… El discurso de las izquierdas no ha calado en ningún punto de España, sigue sin haber una explicación coherente de lo ocurrido en estos años, ¿qué pasó, por qué, quienes son los responsables, como se puede salir, que sacrificios exige, que otras alternativas pueden ponerse en marcha?… En vez de elaborar un discurso propio, con proyectos ilusionantes, en Cataluña, las izquierdas se ponen tras la pancarta independentista que les arrastrará cediendo la ilusión de un mundo progresista a lo identitario, lo xenófobo.
La política pasa a ocupar el espacio. Un hecho fundamental para explicar el rápido ascenso del independentismo es que el vacío de proyectos de vida se llena con rapidez, y nuevamente la política intenta desplazar a la economía formulando un proyecto de ilusión social que encauce la indignación. A pesar de ser imprescindible para dar el salto adelante nadie ha sido capaz de generarlo para salir de la crisis en España, ni izquierdas ni derechas. Mientras un cúmulo de circunstancias ha favorecido que sea el nacionalismo, independentismo, quien ha logrado mostrar un proyecto contra todos los males, relegando las perspectivas negativas hacia un proyecto mágico de futuro ideal que puede aglutinar voluntades bajo el paraguas de la solución a todos los problemas, lo cual por mentira que sea, consolidará la unidad en el carácter xenófobo, ante la arremetida contra los otros, los culpables.
Las palabras del Rey, no fueron de ayuda, se convierten en metedura de pata, puesto que toma partido por una postura y se enfrenta a otras y un Jefe de Estado, cuanto menos se posicione, mejor, de lo contrario cabe la posibilidad de que en Cataluña se derrumbe su ‘prestigio’. Parece que el PP usa más al rey que el PSOE, lo cual acelerará su desgaste, en este sentido se puede decir que los populares están poniendo al Rey al pie de los caballos. El problema planteado con el encaje catalán/español que representaba el Estatut, lo es por las dificultades para encontrar satisfacción con amplios consensos en los distintos núcleos de población que eviten atropellar a alguno de ellos. Desde luego la solución no consiste en esconder la cabeza bajo el ala y negarlo, -hoy no me viene bien, no es buen momento, tenemos otros problemas más graves…- es evidente que hay cientos de miles de personas que quieren tratarlo ahora comandado por un potente sector de las élites catalanas que empuja, en los momentos de crisis, cuando el otro está debilitado.
Existen grupos de población e intereses diferentes: allí, los que verían favorable la independencia y los que no, además habrá otros grupos interrelacionados que tomarán posturas transversales. En el resto de España, -algunos muy pocos sustentan utilizar tanques- hay los que están en contra de cualquier opción y solo querrían quedarse quietos, y los partidarios de que se independicen, o los que defienden la opción federal que es la más cercana a la Constitución y que estaba contenida en ella. De lo contrario, ¿qué pintaba el Senado, si no era cámara territorial? En cualquier caso, toda opción debería contemplar a los otros catalanes en el mismo plano de igualdad ética, legal, política…, allí hay cientos de miles soberanistas, pero también hay cientos de miles que quisieran mantener un estatus de españolidad y catalanidad compatibles. Para resolver el problema de la cuestión nacional, muchos, incluidos padres constitucionales, pensaron en la opción federal, -habrá que ver si no llegamos tarde a ella- tiene defensores que se ven las experiencias favorables del funcionamiento de estados federales como el alemán, norteamericano, australiano, canadiense, belga… situaría en igualdad a los territorios para discutir entre ellos sus problemas, sin el desgaste actual de discusión de cada uno con el Estado central, más propio de las confederaciones.
Entre la variedad de los que apoyan diálogo y democracia, los hay cerca de aceptar el derecho a la autodeterminación, o la capacidad de decidir del pueblo catalán y no condicionarlo al conjunto del pueblo español, a pesar de que ello sea lo que recojan las leyes. Hacer un referéndum entre 46 millones de españoles, como recoge la Constitución al situar al sujeto político en el pueblo español, es un poco inservible para resolver la situación porque su resultado no minora un gramo el problema planteado en la población catalana. Pero que un referéndum estatal no sea útil para avanzar en la búsqueda de soluciones no valida el argumento contrario, o su injusticia. La Giralda no es de los actuales sevillanos, ni la Costa Brava de los actuales lugareños de allí, el mero hecho de nacer en un lugar no debería aceptarse como derecho de propiedad sobre territorios y riquezas históricas, catedrales, museos, etc.
En todos los casos será necesaria una gran labor de comunicación y debates que ya han comenzado en los que habrá que intentar que no le encierren a uno en la pelea dicotómica, típicamente española/catalana. Hay argumentos exagerados por ambas partes, sin duda, que será imposible evitar por los distintos niveles a los que se plantean las discusiones, ya que no podemos olvidar que estamos fundamentalmente ante una batalla política que involucra a millones de personas que interiorizan sus emociones y su identidad, -sin olvidar sus intereses concretos- lo cual definirá sus acciones. El debate en la calle, en su mayoría no se apoya en argumentos académicos, por otra parte, algunos de ellos tramposos, sesgados, … y sí en tópicos, sentimientos, ideas torcidas, intereses, sueños, comentarios vecinales, experiencias personales no generalizables…
Los intelectuales orgánicos soberanistas ridiculizan argumentos de los no independentistas, dando por supuesto la utilización de razonamientos ‘pasados de rosca’ con la intención de sembrar miedo, y salen a la palestra con pretensiones académicas que descalificarían los anteriores. Obviando que en muchas ocasiones son respuestas a los utilizados por cientos de miles de soberanistas, y sus órganos de expresión oficialistas que inundan el mercado con ideas tales como: lo fácilmente que se puede conseguir la secesión, Cataluña estaría en la eurozona desde el primer momento, los españoles son perversos y aprovechados, el expolio ejecutado por España hacia Cataluña se cifra en 300.000 millones, los catalanes pagan más impuestos que los españoles, el déficit catalán es consecuencia de la deuda de España hacia Cataluña según las balanzas fiscales, no habría deuda catalana en el nuevo estado, la independencia resolvería todos los problemas catalanes…
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