jueves, 14 de julio de 2022

El proceso de secesión, no fue, no es progresista. (7)


El 11 de septiembre. No todo es igual. El nacionalismo es reaccionario

Chile fue una de las experiencias que formó parte de la formación política de muchos jóvenes de mi generación. Las imágenes de aquel 11 de septiembre de 1973 sintetizadas en el asalto al Palacio de la Moneda atacado por el fascismo de Pinochet y la muerte de Salvador Allende, quedaron grabadas en la memoria de mucha gente. Allende murió defendiendo la Constitución. El 1 de abril de 1939 finalizó la Guerra Civil española que comenzó el 18 de julio de 1936 con un Golpe de Estado ejecutado por militares nacionalistas arropado por la iglesia y los fascistas, y por la oligarquía vasca y burguesía catalana. La República fue derrotada, murió defendiendo la Constitución.

En Cataluña, una parte de la población, dirigida por la ANC, Ómnium, la Generalitat y parte del Parlament, están poniendo en marcha un golpe contra la Constitución y el conjunto de derechos españoles y europeos vigentes. Se sostienen en movilizaciones populares que han organizado élites nacionalistas, movilizaciones que orientan y dirigen grupos de activistas cuyo objetivo es lograr la independencia atacando frontalmente la Constitución y el Estatuto, por tanto suprimiendo los derechos allí soportados a la mitad de los catalanes. Atacar la Constitución chilena, la republicana, o la española actual, supone oponerse, como poco, a la mitad de conciudadanos. Lo están haciendo unos catalanes secesionistas que en votos en 2015 llegaron al 36% del censo electoral, por el que lograron el apoyo parlamentario ligeramente superior al 50%, gracias al sistema electoral catalán que privilegia las zonas rurales del interior sobre las urbanas y costeras de Barcelona y Tarragona.

En realidad, existe gran coincidencia entre los territorios más secesionistas, con los antiguos asentamientos carlistas, tradicionalistas que fueron en aquellos momentos la expresión contrarrevolucionaria de los intentos liberales democratizadores de la segunda mitad del siglo XIX, luchadores de la carcunda nacional-católica, expresada sintéticamente en su gran consigna Dios, Patria y Fueros. Nuevamente los catalanes no formaron un pueblo homogéneo como canta el independentismo, se encontraban en los dos bandos. Estudiar el carlismo facilita muchos elementos para comprender el nacionalismo e independentismo catalán y vasco, como así mismo las alianzas preparatorias del golpe del 18 de julio contra la II República y posterior Guerra Civil. - ‘Revolución liberal y guerra civil en Cataluña (1833-1840) de Manuel Santirso Rodríguez, 1994, Universidad Autónoma de Barcelona, se puede encontrar en la red-.

Romper una Constitución democrática, insertada en un entorno democrático y aliado europeo, es imposible sin la fuerza, millones de ciudadanos se sienten protegidos bajo su manto de derechos iguales para todos, sin apoyarse en los privilegios del pasado, de algunas familias, sin apoyarse en tradiciones medievales o del antiguo régimen. Las movilizaciones catalanas no aparentan violencia al ser promovidas desde el poder catalán, faltaría más. Cualquier manifestación promovida, organizada, dirigida, vigilada y financiada, desde el aparato estatal con la colaboración de otros poderes civiles y religiosos no tendrá dificultades para expresarse sin violencia, estaría bueno. Ello salvo que se le oponga una fuerza similar con objetivos diferentes que quiera hacerse oír, pero en Cataluña, hasta ahora, han sido pocos quienes se han opuesto a esas ideas soberanistas ya que confiaban en las leyes y en el Estado que presumiblemente ampara a todos los españoles.

Realmente los grados de violencia se intensificaron cuando el proceso lo requería, los secesionistas, desde las instituciones o desde los grupos de acción, agobian, agreden, marginan, señalan, a sus convecinos que no sostienen la independencia, las agresiones irán en aumento, porque la oposición a una secesión unilateral que se ve cerca, crecerá. No obstante, durante años la violencia en distintos grados la sufrieron en primera persona quienes simplemente no comulgaban con el secesionismo, acoso y marginación, amenazas e intimidación, linchamientos y despidos, marcaje y señalamiento, … Puestos a apoyar personas, los progresistas podrían apoyar a los débiles y sojuzgados, a los perseguidos ¿por qué no éstas?, las víctimas.

Los Peter Pan españoles, abrazan las movilizaciones de masas catalanas, los ojos les hacen chiribitas al ver decenas de miles de individuos moviéndose, olvidan que en sí mismas, las movilizaciones no dan carácter democrático o progresista a los objetivos que pretenden. El fascismo, el nazismo, los comunistas, movilizaron cientos de miles de personas; madres, abuelos, niños, trabajadores, campesinos, comerciantes, guardias, funcionarios… bien organizados y vestidos y ornamentados con iguales colores, fueron sacados a las calles y mostrados al mundo en defensa de sus objetivos nada democráticos y nada progresistas.

Aquellos individuos no eran monstruos identificables desde lejos, solo en las películas lo identifican los espectadores, en la realidad eran niños y niñas disfrutando de la fiesta y el disfraz, jugando con su familia sintiendo protección de sus padres y madres, rodeados de miles de individuos vestidos igual, cantando lo mismo, abuelos que soñaban el mejor de los futuros para hijos y nietos, eran padres y madres que tenían fe en un mundo nuevo en el que resolverían todos los problemas de la humanidad. La maldad se manifestó después amparada en ese clima tan emocional e irracional en el que se descalificaba a los no asistentes. Ahora llamados anti catalanes, como Franco utilizaba lo de antiespañoles, ahora fascistas, cuando Franco llamaba comunistas. Entonces el fascismo expulsaba a la mitad de la ciudadanía a los infiernos, igual que ahora hace el nacionalismo, los considera extranjeros, igual que hacía Franco, recuerden, los fascistas ganadores se llamaban a sí mismos los nacionales.

Entonces, igual que ahora, quienes participaban creían ser los buenos y el resto los malos, entonces como ahora los promotores de las movilizaciones eran una parte del poder, ponían a disposición de los movilizados autobuses y organización, lugares colocación, juegos… ellos, las élites políticas y económicas, marcaban consignas principales y decidían por sí mismos los objetivos finales. No creerán que les dejarán ejercer el derecho a decidir sobre la Diada, ¿cómo, por donde, consignas, objetivos... Y por supuesto los promotores financiaban la movilización.

Algún día conoceremos las cifras de dinero del proceso de independencia, la financiación proveniente de entidades públicas supuestamente de todos, que desviaban dinero de forma corrupta y antidemocrática, sustrayéndola de las necesidades del conjunto de los catalanes que satisfacían a solo una parte ideológicamente diferenciada. Será interesante conocer aquellos que financiaron la secesión, personas y empresas privadas, las pymes sobrevenidas secesionistas, por miedo a bloqueos, boicot o de motu propio, no solo habrá independentistas tradicionales, encontrarán aquellos que sobornaron porque pensaban que una ruptura aumentaría sus fortunas, o su cuota de poder simbólico para hacer negocios en la nueva sociedad, o simplemente que les mantendría con salarios públicos de 100.000 € anuales en buenos cargos de poder institucional. Será interesante también desentrañar las redes de apoyos que buscan beneficios geoestratégicos, aunque muchos serán testaferros, está claro que una ruptura en España y Europa, debilita a ambas, ello es de alto interés para algunos estados y corporaciones globales ya que les haría ganar poder relativo.

Salvando las distancias del clima de violencia, tanto en Chile como en la España republicana, también hubo cientos de miles de personas en las calles antes del golpe definitivo. No, no eran los mismos en un sitio que en otro, de ninguna manera, siempre hay diferencias concretas en cada lugar y momento, tampoco son los mismos que en Cataluña, pero sí tienen algo parecido en su justificación, en ambos casos los golpistas adujeron una nueva legitimidad que les confería las masas, la gente, el pueblo en la calle, sin duda miles de personas, y adujeron la necesidad de una nueva legalidad que oponer a la existente. En eso son parecidos.

No es progresista aceptar que un grupo sin tener amplísima mayoría pueda soliviantar los derechos de todos, y derogar leyes anteriormente votadas por mayorías más amplias, e imponer nuevas leyes sin mayorías similares que rompan las relaciones anteriores, implica justificar otros golpes pasados o futuros, como el de Franco. Entonces reprimieron apartaron y fusilaron a los funcionarios republicanos que respetaban la legalidad constitucional y no la suya. Una pregunta quedará siempre en la mente de millones de personas ¿Si éticamente lo pueden hacer unos, por qué no otros?

En Alemania, tras las barbaridades cometidas, mucha gente para defenderse de colaborar con la represión, se justificaron en la obediencia debida y en el desconocimiento de asesinatos, ellos quisieron creer que se limitaban a cumplir órdenes, no sabían, no pegaron un tiro a nadie, no fusilaron. Trataban de preservar su conciencia para seguir viviendo. Colaborar con la represión no solo es reprimir, es mirar para otro lado cuando prohíben inscribir una asociación, es señalar a personas para apartarlas, los lazos amarillos y la parafernalia indepe, pretenden intimidar y marcar a quienes no los portan, colaborar es facilitar listas de votantes, o de gente que no va a votar, como explican en la propaganda oficiosa en las votaciones, es delatar comportamientos privados en el colegio y en la oficina… En Alemania e Italia, justificaron con la obediencia debida mucha represión fascista, por eso la Constitución española protege a militares, policías… dándoles el derecho a desobedecer órdenes que atenten contra derechos constitucionales de otras personas o que implicaran violencia excesiva para hacer cumplir la ley.

Ahora vienen los nacionalistas y acólitos y defienden desobedecer, para atacar derechos constitucionales de todos, desobedecer al Estado, sus leyes y normas, lo hacen protegidos por su poder catalanista. Pero, a ustedes ni se los ocurra desobedecer leyes, instrucciones o advertencias del poder soberanista, del poder político, del administrativo, o de los delegados en colegios, universidades, empresas, clubs, asociaciones, … siempre que ese poder esté en sus manos, la desobediencia a ellos, tendrá un alto coste, simplemente no opinar igual supondrá, como poco, marginación, bloqueos, boicots. Cuenta Ovejero, que hace poco intentaron presentar un libro en librerías de Barcelona, éstas se opusieron a ceder un espacio durante unos momentos. En los últimos treinta años conseguir un local para reunirse o presentar una asociación, … si no estaba en la óptica soberanista, fue imposible lograrlo, los espacios privados o públicos, en Cataluña, solo son para el independentismo.

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