martes, 8 de diciembre de 2020

Transición y democracia, resultado colectivo. Y las mujeres

‘Areilza uno de los artífices de la transición…’
‘A la derecha franquista le costó coger el tono democrático, pero finalmente lo consiguió, aunque tiene muchos resabios franquistas que muchas veces la equiparan con la extrema derecha europea.’
C’ de España, página 299. 

Posteriormente volveré sobre la transición y democracia, ahora conviene apuntar unas ideas. La Transición, es un gran acontecimiento político social, económico e institucional, por tanto, colectivo. La historia de un país no es un añadido de personajes individuales, los grandes acontecimientos sociales no pueden encontrar explicación en la postura individual de algunas personas, por muy conocidas y renombradas que fueran. La transición, fue un período convulso, una parte consistió en arrinconar el franquismo y otra a construir la democracia, en esos acontecimientos lucharon, con visiones diferentes en cuanto a qué construir, múltiples grupos de fuerzas económicas, sociales, políticas, patronales, sindicatos, religiosas, militares, intelectuales, partidos políticos, medios de comunicación, asociaciones vecinales, estudiantes, obreros… no todos los españoles estaban a favor de romper lo viejo y caminar hacia algo nuevo, hubo muchísimas personas indiferentes ante lo que acontecía, y otros que se opusieron abiertamente a todo tipo de cambios.

Cientos de miles de personas participaron empujando en múltiples direcciones y distintos objetivos, enfrentados o contrapuestos en muchas ocasiones, incluso dentro de los mismos grupos o partidos que cambiaban de estrategia de un mes a otro, con distinta intensidad y fuerzas fueron modificando por momentos su capacidad de influencia y representación en el conjunto de intereses y objetivos de aquellos tiempos. Al final de la Transición se va consolidando una cierta estabilidad social en dirección a un modelo de referencia, una sociedad democrática de tipo europeo, en la que confluyen mayorías representativas de fuerzas, tanto internas, españolas, como externas, internacionales, que presionaban apoyando y financiando posturas y objetivos políticos y económicos.

Los artífices de la democracia en España, fueron amplios sectores, decenas o centenares de miles de españoles que se significaron en luchas contra el modelo de sociedad que significaba el franquismo. Franco murió en la cama, pero el franquismo como modelo de continuidad, suavizado, como propuesta de nueva sociedad por muchos, fue derrotado en la Transición. Los individuos supuestamente influyentes, esos personajes renombrados por la prensa, conocidos por sus agendas, por ocupar puestos de poder institucional, o aquellos que elaboraron proyectos estratégicos, tuvieron un pequeño papel, nunca fueron los constructores de la democracia que se fue construyendo, en todo caso participaron como otros miles en el resultado de la transición. No debemos perder de vista que su influencia fue diluida en el conjunto de luchas sostenidas en el tiempo, además, su influencia fue cambiante, vacilante, de unos objetivos a otros, de un mes a otro, de un grupo a otro. Los enormes cambios producidos en la España democrática hubieran sido impensables sin la participación, en muy distintos grados, de millones de personas, grandes colectivos de obreros, empleados, estudiantes, vecinos, intelectuales, profesionales… Y las mujeres.

La lucha de las mujeres en el tardo franquismo y transición vierte sus logros desde el tardo franquismo, siendo completamente visibles en la democracia, de los que nada, o muy poco, tiene que ver el Sr. Areilza. Durante el tardo franquismo y la transición en los grupos de izquierda radical, y en la izquierda en general, las mujeres militantes llevaban una doble lucha de clases y de género, formando en ocasiones sus propias organizaciones. Su lucha fue muy fuerte dentro de los partidos contra el machismo en las izquierdas y por su igualdad, aquellas mujeres transmitían a la sociedad su empuje y su ruptura radical con épocas anteriores, franquismo o siglo XIX. En el franquismo, entre otras muchas cosas, las mujeres no estudiaban, no podían abrir cuentas corrientes, ni firmar contratos, ni abrir empresas… necesitaban autorización de los maridos para hacer muchas cosas. En el franquismo no era habitual ver mujeres solas por los bares, cafeterías, restaurantes, cines, conciertos, exposiciones, conferencias… no veías pasear grupos de mujeres por los pueblos y ciudades pequeñas. 

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