Y es que la iglesia española ha sido siempre,
con las excepciones que se quieran,
uno de los principales aliados del poder económico,
Bautismos, confirmaciones, matrimonios indisolubles y
heteros, enterramientos, asistencias a misas… pierden fuerza durante la
democracia, que adopta como practicas civiles ampliamente extendidas, el
divorcio, matrimonios homosexuales, secularización de prácticas, ... ‘Son
especialmente los jóvenes que tenían entre 15-25 años en 1975 los que
introducen una reducción de cerca del 50% en la práctica religiosa semanal
respecto a 1960. En una primera aproximación, se constata fácilmente que la
gran quiebra se produce entre 1975 y 1981’. Jesús Domínguez Rozas, ‘La Iglesia
española en cifras’. AHIg 2001.
Veamos unos datos, con referencia a 2017: Seminaristas hay 1.213, que son 523 menos que en 2001, suponen un 30% de caída, en 2001 fueron ordenados 227 por 132 en 2016. Seminaristas en los primeros sesenta había unos 8.000 que van descendiendo en la segunda mitad de la década hasta los 6.600, para continuar descendiendo en los primeros setenta hasta menos de 3.000 bajando en la segunda mitad de la década por debajo de 2.000. Religiosos hay unos 54.000. Curas hay menos de 19.000, siendo la mitad mayores de 64 años, por tanto, jubilables, sin opción a recambio a tenor de los pocos seminaristas que se ordenan. En los años sesenta había una media de 25.000 que llegó a 26.000 al final de la década, durante los primeros años setenta hubo unos 24.000, que descienden suavemente en la segunda mitad de la década hasta los 23.000. Tras el Concilio Vaticano II, durante el tardofranquismo y finales del mismo y Transición, se producen grandes cambios en la Iglesia española, incluida la secularización de miles de curas. La Iglesia deja de ser una parte importantísima de los poderes, no desaparece institucional ni económicamente, pero la enorme capacidad de influencia social que tenía en el pasado, va perdiéndola durante la democracia.
José Ramon Montero uno de los mayores expertos en el tema, comienza uno de sus trabajos con esta frase que atribuye a Julio Rodríguez ‘Se ha dicho, con razón, que la sociedad española de 1950 era mucho más parecida a la de un siglo atrás que a la de 1975’, resulta muy útil para recordar la lentitud de los cambios que se producían en épocas pasadas respecto a la influencia y poder de la iglesia, en el que lo dicho para el siglo, XIX podía servir para el siglo XX. Ya en los últimos años del franquismo se aceleran los cambios en la iglesia provocados en gran parte por las transformaciones económico-sociales, industrialización, urbanización… y el Concilio Vaticano II, cambios que se aceleran profundamente en la democracia. Ya no se ajusta a la realidad aquel poder e influencia, ni es útil mantener aquellos postulados antiguos en esta democracia equiparando resultados, esta sociedad no es aquella y está muy distanciada del pasado carpetovetónico y clerical de los españoles, lo cual no evita que puedan darse sucesos ocasionales, residuales. En este asunto, como vemos en otros, los autores del libro ‘C de España’, escriben con ideas como si todavía vivieran en aquella España antigua, algunos de sus postulados recogen algún hecho cierto, hoy anecdótico, que ellos elevan a la consideración de categoría para interpretar y juzgar el momento actual. Conclusiones que como resulta lógico no apoyan con datos actuales.
‘Hace sólo
veinticinco años, nadie se hubiera atrevido a pronosticar que el problema
religioso español, al que cabe calificar sin exageración como crónico al menos
desde la identificación de la Iglesia con el carlismo y la intransigencia de
sus posiciones reaccionarias, antiliberales y antimodernas, pudiera encauzarse
por términos siquiera aproximados a los de la todavía reciente transición
política’. José Ramón Montero, ‘Iglesia, secularización y comportamiento
político en España’. Reis 34/86.
El proceso de secularización ocurre entre los individuos
de todo el arco político, se produce una menor influencia/práctica de
religiosidad en el conjunto de la sociedad española. Con información obtenida del
Banco de Datos del CIS, expertos en el asunto, José Ramón Montero, junto con
Kerman Calvo, dicen en relación a la variación producida en las respuestas manifestadas
entre los años 1996 y 2000 con respecto a la asistencia a misa nunca o casi
nunca, entre los votantes de partidos: de centro izquierda, crece de 73 que
no van nunca o casi nunca a misa en 1996 a 75 en el año 2000, entre los votantes
de Centro-1 crecen los que no van a misa de 61 a 64, en Centro-2 crece de 41 a
53, en el Centro-derecha crece de 38 a 47, en la Derecha crece de 40 a 44. En
la izquierda baja de un 84 a 82. ‘Cuando ser conservador ya no es un
problema: religiosidad ideología y voto en las elecciones generales de 2000’,
Estudio/Working Paper 9/2002. Conviene hacer una matización para
absolutistas, el sentimiento religioso claro que influye en el voto, hasta el
punto de que los más católicos votan menos a IU, y al revés los más ateos o
menos religiosos votan menos al PP, lo cual no quiere decir que la izquierda no
tenga voto católico, sino que los más religiosos votan más a las derechas.
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