La
baja población catalana será una constante histórica necesitada siempre de
migrantes para generar riqueza, la cual fue lograda con las manos de millones
de emigrantes explotados y considerados siempre de menor calidad que sus dueños
y señores desde hace quinientos años. La preocupación por la emigración su
dominio y su control, será habitual en el pasado, tanto como en la actualidad y
queda reflejada en múltiples estudios y trabajos de los intelectuales y
políticos catalanes. Hace quinientos años sus colonias en el Mediterráneo solo
pudieron mantenerse por los barcos construidos por vascos y andaluces, y por
los navegantes y mano de obra en ellos, que dada su escasez de nativos
catalanes tuvo que ser aragonesa y castellana. Los ejércitos que pelearon
contra corsarios y por el Mediterráneo para defender su expansión, estaban
formados principalmente por aragoneses y castellanos.
La
mejora de Cataluña tras los decretos de ‘Nueva Planta’ se constata entre otras
cuestiones, por aumentos de población y numerosas fuentes documentales, fue
posible por las ventajas fiscales concedidas por el Estado a su industria, lo
cual al cerrar el mercado nacional para ellos, representaba mayores precios a
pagar por el resto de españoles. Obtuvieron grandes ventajas de la explotación
de plantaciones en Cuba, soportada en esclavos negros y en las ventajas
concedidas por la Corona para su comercio marítimo. Alrededor del año 1720 la
población catalana eran 402.000 individuos, que representaban un 5% sobre la
totalidad de los 9.100.000 españoles. A finales del siglo XVIII la población
catalana había doblado hasta 900.000 habitantes pasando a representar un 8% de
la española cifrada en 11.000.000.
El
dictador Primo de Rivera, era Capitán
General de Cataluña cuando tomó el poder con su golpe, sin duda apoyado por la
burguesía catalana, las primeras felicitaciones fueron de las Cámaras de
Comercio e Industria de Cataluña, La Liga y Fomento del Trabajo Nacional. “El golpe es lo único dulce
que hemos podido saborear en un año amargo”, pronunció
Cambó. Primo de Rivera realizó un programa de obras públicas en Cataluña,
para facilitarlo envió miles de emigrantes de otros puntos a trabajar barato y
sin quejas para que se dejaran la piel y la plusvalía en Cataluña. Lo
preocupante del proceso, es que la historia se reescribe y es tragada sin
digerir por gente que se le hace el culo gaseosa al ver las movilizaciones
actuales en pos de la autodeterminación. Antes de seguir deberían visionar las
fotos de Barcelona, en aquella época, masas enfervorecidas vitoreando,
saludando a Primo de Rivera. Más tarde pasaría lo mismo con Franco. Lo
importante de una movilización son sus objetivos y maneras, sus medios, y los
marcan quienes dirigen, quienes organizan y definen táctica y estrategia.
Volviendo atrás veamos parte de aquellos dirigentes, en el Consejo de Economía
Nacional que asesoraba al dictador Primo de Rivera, estaban entre otros,
grandes de la industria catalana y vasca como Federico
Echevarría o Domingo Sert (presidente de la patronal catalana Fomento del
Trabajo Nacional; igual ocurrió durante el franquismo.
En Cataluña
siempre hubo poca población, muy escasa para construir una nación boyante e
independiente en el pasado, y habitualmente enfrentaron el tema de la migración
como problema, o bien aumentaba, o ellos no avanzaban, pero al mismo tiempo
había que explotarlos y dominarlos, integrarlos sí, pero solo quienes asumieran
su liderazgo, dominados eran necesarios para producir y ser más fuertes. Chris Ealham, en ‘La lucha por
Barcelona’ Alianza 2005, describe las políticas de ERC en los inicios de la
República:
“Otro rasgo constante de los pronunciamientos de ERC sobre el paro fue su
énfasis en las nefastas consecuencias de la inmigración. Esquerra atribuía el
desempleo a una oferta excesiva de mano de obra (obreros que habían ido a
trabajar a Barcelona antes de la Exposición Universal de 1929), y abogaba por
la repatriación de los inmigrantes no catalanes. En otras palabras, ERC
interpretaba el desempleo en términos nacionalistas.
Resulta irónico que con la izquierda liberal por primera vez en el poder en
1930, el partido gobernante definiese la inmigración como «una ofensiva contra
Cataluña» y explotase el tema políticamente, pese a que Barcelona llevase
recibiendo a trabajadores no catalanes desde la década de 1880.
El discurso de ERC formaba parte de una estrategia deliberada para dividir
a la clase obrera en términos étnicos y entre los que trabajaban y los que
no.
Por más que pueda sonar a teoría de la conspiración, la política llevada a cabo por ERC en la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona se basó en esta estrategia divisoria. En un principio, Esquerra planeó recurrir el paro a través de la repatriación voluntaria de inmigrantes.
Por más que pueda sonar a teoría de la conspiración, la política llevada a cabo por ERC en la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona se basó en esta estrategia divisoria. En un principio, Esquerra planeó recurrir el paro a través de la repatriación voluntaria de inmigrantes.
Poco después de proclamarse la República, la Generalitat y el Ayuntamiento
de Barcelona alquilaron un tren para llevar a los inmigrantes de vuelta al sur
de España. Por toda la ciudad aparecieron carteles anunciando el viaje y
prometiendo comida y bebida gratis para el trayecto completo de más de un día
de duración. El gran interés que despertó la operación complació enormemente a
las autoridades y un tren repleto de pasajeros dejó Barcelona rumbo al sur.
…/…
Una ola antiinmigratoria repentina y violenta estigmatizó a los obreros de
fuera de Cataluña, evocando imágenes de una «inundación» «sistemática» de
«forasteros» en «nuestra casa» (casa nostra): «La llegada de trenes llenos de
gente que vienen [a Barcelona] a estar parados», formando «enjambres» y «plagas
virulentas» de pobres «indignos» y un «ejército» de mendigos. La prensa de
Esquerra solía describir a los parados en castellano («los sin empleo» o «los
parados»), en vez de en catalán, («els sense feina» o «els parats»), un
contraste que reflejaba la visión nacionalista de una sociedad catalana unida y
armoniosa a cuya capital los inmigrantes «acudían» a «estar desempleados».
Chris
Ealham, en ‘La lucha por Barcelona’ Alianza 2005
Al terminar la Guerra Civil la
población de Cataluña era de 2.800.000 habitantes, compuesta en parte de los
emigrantes de las primeras décadas del siglo XX, la población española aquel
año fue de poco más de 26 millones de personas, así los catalanes suponían un
10% de la población española, -actualmente su peso en el conjunto ha aumentado
hasta un 16%-. La diáspora continúo, los ‘trenes
borregueros’ de la postguerra cargados de emigrantes hacia Barcelona,
tardaban en llegar dos días, llevaban mano de obra derrotada procedente del
sur, para ponerla al servicio de la burguesía catalana, franquistas, of course, formaban parte importante del núcleo de
ganadores de la Guerra Civil. En 1955, en pleno franquismo, la población
catalana ya era de 3.534.000 personas que pasaron a ser 5.660.000 en 1975, el
crecimiento superior a un 60% se debía a los migrantes españoles.
Las
cifras de población catalanas indican, sólo mirando el siglo XX, que hay tres o
cuatro generaciones, -abuelos, hijos, nietos, bisnietos- de catalanes venidos
de fuera nacidos allí, lo que explica una población cuya lengua materna
mayoritaria sea el castellano, a ellos podemos sumar catalanes que usen
castellano por razón de negociar y comerciar con el resto de España y América
latina. La realidad desde hace años es que el castellano está perseguido en
Cataluña por la minoría catalano-hablante que impone como uso único el catalán,
en administración, calles, colegios y negocios. El derecho de los niños a
crecer aprendiendo en la lengua materna invocado para defender el catalán, al
que se sumó la izquierda, se olvidó como principio universal cuando se trata de
aplicar al castellano, ahora todas las escuelas de primaria y secundaria
enseñan en catalán, con una hora semanal de español, o nada. Cataluña y el catalán no están perseguidos. En esta situación algunas personas defienden su uso exclusivo, sin
considerar la realidad que conformó Cataluña, hacerlo así supone machacar
derechos de más de la mitad de la población. Por supuesto la inmersión
lingüística y sus resultados son utilizados como forma de marginar población
procedente de la emigración reservando los mejores puestos laborales y sociales
al linaje catalán.
El 56 % de catalanes tuvieron el
castellano como lengua inicial,
El 31 % en catalán.
Como lengua habitual, sube el
catalán por encima del 36%
Y baja el castellano por debajo
del 51%.
Enquesta d’usos lingüístics de la
población. 2013. Idescat.cat
“Estos
niños y niñas sacrificados bajo el durísimo yugo de la inmersión lingüística en
catalán sacan las mismas notas de castellano que los niños y niñas de
Salamanca, de Valladolid, de Burgos y de Soria”.
Artur Mas, en el Parlamento autonómico (28 de septiembre de 2011)
Artur Mas, en el Parlamento autonómico (28 de septiembre de 2011)
“[El
sistema de inmersión] permite alcanzar niveles satisfactorios en el
conocimiento tanto del catalán como del castellano”.
Fundació Escola Cristiana de Catalunya (2 de septiembre de 2011).
Fundació Escola Cristiana de Catalunya (2 de septiembre de 2011).
No es cierto que los datos PISA ofrezcan buenos resultados de comprensión del castellano en Catalunya, sus
conclusiones se han demostrado manipulables, según la intervención del
responsable de los informes PISA 2003, 2006 y 2009, Joaquim
Prats, ex
presidente del Consejo Superior de Evaluación del Sistema Educativo de la
Generalidad, declara que se hacían en catalán y no en
castellano. En la población escolar ya es notoria una falta de comprensión de
la lengua mayoritaria y el fracaso escolar es más del doble entre los
castellano-hablantes. La pregunta es, en caso de secesión, ¿habría bilingüismo?
ahora ya falta en muchas partes el castellano, ¿o sería perseguida abiertamente
y sin tapujos la de uso mayoritario?
No hay comentarios:
Publicar un comentario