lunes, 20 de agosto de 2018

Vuelta y revuelta. Lo fundamental es convencer

Ventajas nacionalistas. Vuelta y revuelta. Lo fundamental es convencer

‘’Podemos aventurar como regla general que cuando un uso o una creencia no tienen mejor argumento a su favor que sus raíces tradicionales, su antigüedad real o supuesta, pertenece al orden del capricho o del fanatismo, pero nunca de la cordura. Las buenas leyes y los sentimientos de utilidad pública siempre pueden justificarse racionalmente, sea nuestro interlocutor blanco, amarillo o negro’’. Fernando Savater. ‘El jardín de las dudas’, Editorial Planeta 1993.

Alguna vez deberían pensar ¿qué hubiera ocurrido si la Seat se hubiera instalado en Valencia, o Almería? ¿Y si la petroquímica tarraconense, se hubiera instalado en el Sur en 1966?  No hubiera habido necesidad de tantas migraciones masivas y otro país menos desigual hubiera sido España. Los grandes dictadores del siglo XX fueron apoyados principalmente por catalanes y vascos, sin los cuales no hubieran triunfado, ellos pagaron sus servicios. Dirigían el crédito hacía Cataluña y sus recomendaciones de inversión, además de apoyos directos por aranceles y desgravaciones, por suministro de mano de obra barata, y creación de carreteras y redes ferroviarias, marítimas y aéreas, creación de infraestructuras de comunicaciones, agua, electricidad… si era preciso creadas en las fronteras aragonesas para servicio catalán. –Y ahora me cuentan élites soberanistas –alimentadas por sueldos públicos- que Franco mandó andaluces a colonizar Cataluña, ¡¡¡qué vergüenza!!! Y más, que muchos individuos progresistas permanecieran callados-.

Puedo entender lo nacionalista, pero mi confusión aumenta si me dicen que apoyar el proceso es de izquierdas, nunca creí que lo fuera la idea de lo de cada uno para sí y ¡a los demás que los den por saco! Siempre consideré la solidaridad como un principio progresista, redistribuir era una de las formas de reducir desigualdades, en los estados federales suele realizarse a través de los impuestos y transferencias inter-regionales, como aquí. Además las desigualdades se reducen favoreciendo inversiones y créditos para desarrollar infraestructuras en las zonas más desfavorecidas y realizando políticas económicas de interconexión territorial. El movimiento por la independencia quiere dejar de compartir y poner fronteras. Lo suyo para ellos. Me confunden, y ¿Qué es lo suyo?, sus impuestos. Y sus riquezas y las tierras y caminos, ¿de quienes serán en particular?, ¿en una república catalana sus propietarios las repartirán entre todos?, ¿Contribuirán con sus impuestos para reducir desigualdades? Creerlo es una broma que hundirá más a quienes hoy lo creen.

Lo triste, desde la óptica de izquierdas, es ver los apoyos que recibe el procés por parte de antiguos colegas de la izquierda radical antifranquista seducidos por el independentismo, que abrazan su propaganda sin pestañear, mudos ante la corrupción del partido gobernante durante años en Cataluña, ante las injusticias que cometen los independentistas a diario sobre la mitad de la población, separación y señalamientos a quien no sigue los dictados, silencio ante las bases teóricas supremacistas que conforman el movimiento independentista, mudos ante la colaboración de las élites catalanas nacionalistas con el franquismo, muchos de cuyos hijos y nietos conforman los cuadros del secesionismo, mudos ante la tradición carlista hoy incorporada en el independentismo, el ‘España nos roba’, ‘Cataluña una colonia’, o ‘los impuestos para quien los genera’. Resulta patético comprobar cómo el nacionalismo ha logrado abducir a tantos emigrantes y viejos activistas por la libertad, la igualdad y fraternidad, hasta incorporarlos a su narración y propaganda. Con muy poquito derrumbaron su endeble andamiaje ideológico, sustentado en letanías y clichés de antiguas lecturas que los impidieron hacer análisis concreto de la realidad concreta, lograron su apoyo simplemente porque luchaban contra el PP y un imaginario franquismo.

Las políticas proteccionistas a la industria catalana fueron habituales desde Carlos III,  generaron riqueza para sus burgueses, por caros contratos exclusivos para vestir a los ejércitos y haciendo pagar altos precios al resto de españoles, castellanos y andaluces, extremeños y murcianos, pagaban mayor importe por los paños catalanes porque los gobiernos de entonces dejaban, con altos aranceles, fuera de España la competencia extranjera que tenía precios más baratos. Se beneficiaba a unos en perjuicio de otros, dicho de otra forma, parte de los recursos de aquellos españoles se desviaban para que los acumulara la burguesía catalana. –Según Jesús Laínez, Gabriel Tortella en su libro ‘Cataluña en España. Historia y mito’ cifra en el equivalente a 500.000 millones de euros actuales, lo pagado de más por los españoles, solo en el siglo XIX a la industria catalana, suponiendo que las compras se hubieran realizado a los ingleses.

Los impuestos en España, en Madrid y Cataluña, gravan a las personas, no a los territorios, su recaudación señala que la concentración de ricos que viven en Madrid y Barcelona es muy grande, accionistas y empresarios residentes allí, cobran rentas de empresas que en gran parte obtienen sus beneficios en el resto de territorios, desde bancos a fábricas de coches. La pregunta debe ser ¿está bien o mal que paguen impuestos? porque ya dudo de casi todo. Y si está bien que paguen impuestos, no me hagan creer que lo correcto es que los invierta el estado en su barrio. Eso es lo que piden los teóricos del independentismo, no una, ni dos, sino miles de veces...

Desde luego cualquier solución pasa por mantener una acción constante por los valores ilustrados, la libertad, igualdad y solidaridad, sin emprender esta lucha cualquier solución no será tal, sino remiendo por un día. Se trata de convencer sobre la superioridad de unos valores laicos, ilustrados sobre otros basados en la magia y los privilegios de unos, sobre falsos pasados idealizados o presentes en los que Cataluña es más libre, igualitaria que nunca en la historia. El estado federal no les place, prefieren la independencia. No atienden órganos comunes, típico del federalismo, para resolver problemas, todos unidos voluntariamente en un común. Ellos practican ya la confederación, tratar de tú a tú al estado, se olvidan del resto de autonomías o estados federales españoles. Los independentistas ya se han ido de España, solo aceptan negociar entre estados iguales, Cataluña y España.

Los independentistas no quieren compartir, pretenden la soberanía absoluta, con la que sueñan como si estuviéramos en el siglo XVII, cuando la soberanía compartida es la única posible en el siglo XXI, en un mundo globalizado, intercomunicado, interdependiente, y máxime en Europa. Un altísimo porcentaje de leyes y normas españolas son acuerdos compartidos con la UE, no son imposiciones de Europa, puesto que formamos parte de su elaboración, nadie en su sano juicio acepta hoy otra forma de soberanía que no sea compartida, salvo ellos.

No se contentarán con ventajas porque se consideran el pueblo elegido, al modo de Israel, y creen que este es su momento. La mayoría independentista creyó que había llegado la hora de la independencia, creyeron que por fin tendrían el poder absoluto, lo cual supone no compartir nada de soberanía. Los podemitas se equivocan cuando hablan de proponer la soberanía compartida con la que pretenden aplacar la fiera nacionalista. La soberanía compartida es lo que existe ahora en el estado federal que es España, mejorable sin duda, pero no desdeñable. La soberanía compartida está reconocida constitucionalmente, y en las leyes europeas, con la UE y la eurozona compartimos soberanía nacional. La soberanía compartida también es la ejercitada por la Generalitat y Parlament, a diario desde hace muchos años, en la enseñanza, sanidad, orden público, etc. etc., por eso en los atentados de agosto 2017 aparecieron ante el mundo como un estado, mientras el Estado quedaba tras el telón. 

El franquismo creó anticuerpos españolistas, necesarios en la lucha contra la dictadura, pero que mantenidos hoy muestran una carencia de racionalidad muy poco progresista, dichos anticuerpos son alimentados permanente por la excluyente derecha, pero no solo es su responsabilidad, las izquierdas han regalado la Constitución a la derecha, las izquierdas han regalado España y su historia a la derecha españolista. Y se han echado en los brazos de nacionalistas periféricos, católicos, racistas y supremacistas, sin poner en cuestión los argumentos ideológicos que fundamentan la independencia, y eso es parte de la batalla política y forma parte de las soluciones políticas.

No es justificable, no puede ser progresista, el diferente comportamiento hacia los nacionalismos periféricos, mayor simpatía cuando se trata del catalán y vasco que el mostrado ante los mismos hechos reaccionarios protagonizados por otros sectores, no tiene justificación la tolerancia hacia opiniones xenófobas y acciones opresoras y represivas realizadas por nacionalismos periféricos en sus territorios. Si reprimir por mostrar banderas cuatribarradas era condenable, también lo es cuando se persigue y queman otras banderas, si denunciable era la opresión hacia la lengua catalana, del mismo modo será cuando se trate de represión a la lengua española. Y no lo duden existe en la sociedad y enseñanza en Cataluña.

Últimamente parece que todo se mueve, el Estado se defiende, pero solo es la superficie. Lo fundamental es convencer a decenas de miles de jóvenes de que la secesión no es revolucionaria, ni más democrática, ni más progresista, que una España constitucional a la que hay mucho que mejorar, pero no destruir. Convencer implica razonar, escuchar y leer viejos teóricos de uno y otro lado, no dar por buenas las consignas y clichés a favor de la independencia, no se puede apoyar el nacionalismo y la xenofobia del independentismo basado profundamente en una búsqueda constante de diferencias raciales, por múltiples intelectuales y políticos, del pasado y actuales. Nunca debió considerarse progresista el apoyo a políticas basadas en la xenofobia, ni antes, ni mucho menos ahora, precisamente hoy que los científicos se cuestionan hasta la existencia de las mismas razas como concepto.

Cualquier política a desarrollar debe contener como básico convencer de que España no solo son los individuos y tópicos que los indepes manejan, también somos usted y yo, y centenares de miles de ciudadanos progresistas actuales, y la clase obrera catalana, que no se ve por ninguna movilización indepe; la huelga general catalana de noviembre 2017, como de costumbre, las movilizaciones en las calles y carreteras son mayoritariamente de jovencitos y funcionarios, pocos obreros industriales en uno de los territorios más industrializados de España.  Lo principal será convencer de que los españoles no solo fueron Franco y Mola, también Azaña y  Giner de los Ríos, Tuñón de Lara, y los ilustrados y los republicanos del XIX y del XX, y la Institución Libre de Enseñanza, y el enorme movimiento anarquista y los socialistas y comunistas y los luchadores antifranquistas y los demócratas  de antaño y los actuales; jóvenes no solo hay en las calles de Cataluña, también están en las universidades y en el paro y trabajando y otros muchos  están por el mundo, o por Badajoz o Zamora…

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