Ventajas
nacionalistas. Vuelta y
revuelta. Lo fundamental es convencer
‘’Podemos aventurar como regla general que cuando un uso o
una creencia no tienen mejor argumento a su favor que sus raíces tradicionales,
su antigüedad real o supuesta, pertenece al orden del capricho o del fanatismo,
pero nunca de la cordura. Las buenas leyes y los sentimientos de utilidad
pública siempre pueden justificarse racionalmente, sea nuestro interlocutor
blanco, amarillo o negro’’. Fernando Savater. ‘El jardín de las dudas’,
Editorial Planeta 1993.
Alguna
vez deberían pensar ¿qué hubiera ocurrido si la Seat se hubiera instalado en
Valencia, o Almería? ¿Y si la petroquímica tarraconense, se hubiera instalado
en el Sur en 1966? No hubiera habido
necesidad de tantas migraciones masivas y otro país menos desigual hubiera sido
España. Los grandes dictadores del siglo XX fueron apoyados principalmente por
catalanes y vascos, sin los cuales no hubieran triunfado, ellos pagaron sus
servicios. Dirigían el crédito hacía Cataluña y sus recomendaciones de
inversión, además de apoyos directos por aranceles y desgravaciones, por
suministro de mano de obra barata, y creación de carreteras y redes
ferroviarias, marítimas y aéreas, creación de infraestructuras de
comunicaciones, agua, electricidad… si era preciso creadas en las fronteras
aragonesas para servicio catalán. –Y ahora me cuentan élites soberanistas
–alimentadas por sueldos públicos- que Franco mandó andaluces a colonizar
Cataluña, ¡¡¡qué vergüenza!!! Y más, que muchos individuos progresistas
permanecieran callados-.
Puedo
entender lo nacionalista, pero mi confusión aumenta si me dicen que apoyar el
proceso es de izquierdas, nunca creí que lo fuera la idea de lo de cada uno para sí y ¡a los demás que
los den por saco! Siempre consideré la solidaridad como un principio
progresista, redistribuir era una de las formas de reducir desigualdades, en
los estados federales suele realizarse a través de los impuestos y
transferencias inter-regionales, como aquí. Además las desigualdades se reducen
favoreciendo inversiones y créditos para desarrollar infraestructuras en las
zonas más desfavorecidas y realizando políticas económicas de interconexión
territorial. El movimiento por la independencia quiere dejar de compartir y
poner fronteras. Lo suyo para ellos. Me confunden, y ¿Qué es lo suyo?, sus
impuestos. Y sus riquezas y las tierras y caminos, ¿de quienes serán en particular?,
¿en una república catalana sus propietarios las repartirán entre todos?, ¿Contribuirán
con sus impuestos para reducir desigualdades? Creerlo es una broma que hundirá
más a quienes hoy lo creen.
Lo
triste, desde la óptica de izquierdas, es ver los apoyos que recibe el procés por parte de antiguos colegas de
la izquierda radical antifranquista seducidos por el independentismo, que
abrazan su propaganda sin pestañear, mudos ante la corrupción del partido
gobernante durante años en Cataluña, ante las injusticias que cometen los
independentistas a diario sobre la mitad de la población, separación y
señalamientos a quien no sigue los dictados, silencio ante las bases teóricas
supremacistas que conforman el movimiento independentista, mudos ante la
colaboración de las élites catalanas nacionalistas con el franquismo, muchos de
cuyos hijos y nietos conforman los cuadros del secesionismo, mudos ante la
tradición carlista hoy incorporada en el independentismo, el ‘España nos roba’, ‘Cataluña una colonia’, o ‘los
impuestos para quien los genera’. Resulta patético comprobar cómo el
nacionalismo ha logrado abducir a tantos emigrantes y viejos activistas por la
libertad, la igualdad y fraternidad, hasta incorporarlos a su narración y
propaganda. Con muy poquito derrumbaron su endeble andamiaje ideológico,
sustentado en letanías y clichés de antiguas lecturas que los impidieron hacer análisis
concreto de la realidad concreta, lograron su apoyo simplemente porque luchaban
contra el PP y un imaginario franquismo.
Las
políticas proteccionistas a la industria catalana fueron habituales desde
Carlos III, generaron riqueza para sus
burgueses, por caros contratos exclusivos para vestir a los ejércitos y haciendo
pagar altos precios al resto de españoles, castellanos y andaluces, extremeños
y murcianos, pagaban mayor importe por los paños catalanes porque los gobiernos
de entonces dejaban, con altos aranceles, fuera de España la competencia extranjera
que tenía precios más baratos. Se beneficiaba a unos en perjuicio de otros,
dicho de otra forma, parte de los recursos de aquellos españoles se desviaban
para que los acumulara la burguesía catalana. –Según Jesús Laínez, Gabriel
Tortella en su libro ‘Cataluña
en España. Historia y mito’ cifra en el equivalente a 500.000
millones de euros actuales, lo pagado de más por los españoles, solo en el
siglo XIX a la industria catalana, suponiendo que las compras se hubieran
realizado a los ingleses.
Los
impuestos en España, en Madrid y Cataluña, gravan a las personas, no a los
territorios, su recaudación señala que la concentración de ricos que viven en
Madrid y Barcelona es muy grande, accionistas y empresarios residentes allí, cobran
rentas de empresas que en gran parte obtienen sus beneficios en el resto de
territorios, desde bancos a fábricas de coches. La pregunta debe ser ¿está bien
o mal que paguen impuestos? porque ya dudo de casi todo. Y si está bien que
paguen impuestos, no me hagan creer que lo correcto es que los invierta el
estado en su barrio. Eso es lo que piden los teóricos del independentismo, no
una, ni dos, sino miles de veces...
Desde
luego cualquier solución pasa por mantener una acción constante por los valores
ilustrados, la libertad, igualdad y solidaridad, sin emprender esta lucha
cualquier solución no será tal, sino remiendo por un día. Se trata de convencer
sobre la superioridad de unos valores laicos, ilustrados sobre otros basados en
la magia y los privilegios de unos, sobre falsos pasados idealizados o
presentes en los que Cataluña es más libre, igualitaria que nunca en la
historia. El estado federal no les place, prefieren la independencia. No
atienden órganos comunes, típico del federalismo, para resolver problemas,
todos unidos voluntariamente en un común. Ellos practican ya la confederación,
tratar de tú a tú al estado, se olvidan del resto de autonomías o estados
federales españoles. Los independentistas ya se han ido de España, solo aceptan
negociar entre estados iguales, Cataluña y España.
Los
independentistas no quieren compartir, pretenden la soberanía absoluta, con la
que sueñan como si estuviéramos en el siglo XVII, cuando la soberanía
compartida es la única posible en el siglo XXI, en un mundo globalizado,
intercomunicado, interdependiente, y máxime en Europa. Un altísimo porcentaje
de leyes y normas españolas son acuerdos compartidos con la UE, no son imposiciones
de Europa, puesto que formamos parte de su elaboración, nadie en su sano juicio
acepta hoy otra forma de soberanía que no sea compartida, salvo ellos.
No
se contentarán con ventajas porque se consideran el pueblo elegido, al modo de
Israel, y creen que este es su momento. La mayoría independentista creyó que había
llegado la hora de la independencia, creyeron que por fin tendrían el poder
absoluto, lo cual supone no compartir nada de soberanía. Los podemitas se equivocan cuando hablan de proponer
la soberanía compartida con la que pretenden aplacar la fiera nacionalista. La
soberanía compartida es lo que existe ahora en el estado federal que es España,
mejorable sin duda, pero no desdeñable. La soberanía compartida está reconocida
constitucionalmente, y en las leyes europeas, con la UE y la eurozona
compartimos soberanía nacional. La soberanía compartida también es la
ejercitada por la Generalitat y Parlament, a diario desde hace muchos años, en
la enseñanza, sanidad, orden público, etc. etc., por eso en los atentados de agosto
2017 aparecieron ante el mundo como un estado, mientras el Estado quedaba tras
el telón.
El
franquismo creó anticuerpos españolistas, necesarios en la lucha contra la
dictadura, pero que mantenidos hoy muestran una carencia de racionalidad muy
poco progresista, dichos anticuerpos son alimentados permanente por la
excluyente derecha, pero no solo es su responsabilidad, las izquierdas han
regalado la Constitución a la derecha, las izquierdas han regalado España y su
historia a la derecha españolista. Y se han echado en los brazos de nacionalistas
periféricos, católicos, racistas y supremacistas, sin poner en cuestión los
argumentos ideológicos que fundamentan la independencia, y eso es parte de la
batalla política y forma parte de las soluciones políticas.
No
es justificable, no puede ser progresista, el diferente comportamiento hacia
los nacionalismos periféricos, mayor simpatía cuando se trata del catalán y
vasco que el mostrado ante los mismos hechos reaccionarios protagonizados por
otros sectores, no tiene justificación la tolerancia hacia opiniones xenófobas
y acciones opresoras y represivas realizadas por nacionalismos periféricos en
sus territorios. Si reprimir por mostrar banderas cuatribarradas era
condenable, también lo es cuando se persigue y queman otras banderas, si
denunciable era la opresión hacia la lengua catalana, del mismo modo será
cuando se trate de represión a la lengua española. Y no lo duden existe en la
sociedad y enseñanza en Cataluña.
Últimamente parece que todo se mueve, el
Estado se defiende, pero solo es la superficie. Lo fundamental es convencer a
decenas de miles de jóvenes de que la secesión no es revolucionaria, ni más democrática,
ni más progresista, que una España constitucional a la que hay mucho que
mejorar, pero no destruir. Convencer implica razonar, escuchar y leer viejos
teóricos de uno y otro lado, no dar por buenas las consignas y clichés a favor
de la independencia, no se puede apoyar el nacionalismo y la xenofobia del
independentismo basado profundamente en una búsqueda constante de diferencias
raciales, por múltiples intelectuales y políticos, del pasado y actuales. Nunca
debió considerarse progresista el apoyo a políticas basadas en la xenofobia, ni
antes, ni mucho menos ahora, precisamente hoy que los científicos se cuestionan
hasta la existencia de las mismas razas como concepto.
Cualquier política a desarrollar debe
contener como básico convencer de que España no solo son los individuos y
tópicos que los indepes manejan, también somos usted y yo, y centenares de
miles de ciudadanos progresistas actuales, y la clase obrera catalana, que no
se ve por ninguna movilización indepe; la huelga general catalana de noviembre
2017, como de costumbre, las movilizaciones en las calles y carreteras son
mayoritariamente de jovencitos y funcionarios, pocos obreros industriales en
uno de los territorios más industrializados de España. Lo principal será convencer de que los
españoles no solo fueron Franco y Mola, también Azaña y Giner de los Ríos, Tuñón de Lara, y los
ilustrados y los republicanos del XIX y del XX, y la Institución Libre de
Enseñanza, y el enorme movimiento anarquista y los socialistas y comunistas y
los luchadores antifranquistas y los demócratas de antaño y los actuales;
jóvenes no solo hay en las calles de Cataluña, también están en las universidades
y en el paro y trabajando y otros muchos están por el mundo, o por
Badajoz o Zamora…
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