Este texto lo escribí hace más de dos años, pensando en Podemos, pero veo que puede servir también para la actualidad del PSOE a raíz de los comentarios del presidente de su Gestora, en los que manifiesta que 'la política no es sentimiento, es razón'
Lo emocional es necesario para ganar. Lo racional para gobernar
El reto de Podemos es movilizar a su favor grandes contingentes de electores para tener posibilidades de gobernar, para ello abandonan el esquema izquierda-derecha que les limita el discurso y las posibilidades, ya que saben que solo con la izquierda no ganarían y no quieren publicitar como básico que necesitan centro y derecha para gobernar. El problema es similar al que se encuentra PSOE e IU, pero la forma de abordarlo es diferente, mientras IU no suelta su agarre a la izquierda, lo cual le evita crecer, el PSOE acepta ser un partido socialdemócrata, con intereses e ideología de centro e izquierda, el problema para el socialismo europeo es que perdió sus señas de identidad global aquellas que definían un estilo y visión de la vida que mantuvo durante muchos años y que la crisis sepultó para millones de personas. Así la globalidad del discurso de las élites de Podemos es algo diferente, pretende situarse al margen de ideologías para evitar encerrarlo en el esquema clásico de izquierda-derecha que limitaría sus posibilidades de crecer, ante la situación global de desastre país, intentan captar la diversidad de grupos sociales e intereses materiales e inmateriales, quieren introducir un marco general –lo cual requiere no demasiadas propuestas concretas- en el que todo tipo de electores se identifique oponiendo los desastres de las crisis que viven la inmensa mayoría, el pueblo, y una pequeña minoría que pasa por la crisis mejorando su situación y que ahora controla y gobierna, la casta.
La realidad es que el voto de la derecha está aglutinado en torno al PP, mientras el voto del resto –voto de progreso…- está disperso, entre varios partidos de centro e izquierda y dos grandes opciones aglutinadoras, PSOE y Podemos. Ganar por mayoría absoluta es posible con 11 millones de votos, pero siempre que el resto de votos se encuentre disperso entre varios partidos, lo cual aquí y ahora tiene en su mano el PP, pero no el PSOE o Podemos, cuya suma de votos aunque fuera superior estaría repartida, reduciendo bastante sus posibilidades de gobierno ya que el sistema electoral penaliza la dispersión favoreciendo la concentración. Podemos lo afronta apostando a todo o nada, pretende derrotar al socialismo hasta convertirlo en residual y que la disputa sea entre ellos y el PP, lo cual daría lugar a un nuevo bipartidismo. En todo caso el problema de los estrategas para hacer aparecer diferente el marco global de las distintas opciones entre los electorales, será monumental.
Unidad de la derecha y dispersión de la izquierda, o progresista, cuestiones antiguas discutidas ampliamente en el mundillo de la militancia, como también lo era la fidelidad ideológica en las votaciones, superior a la fuerza de los programas, ampliamente demostrado por las votaciones durante la Transición. Esta última idea la reincorporó al mundo actual haciéndola famosa George Lakoff, autor del librito ‘No pienses en un elefante’ editado por Editorial Complutense. El autor, profesor universitario en Berkeley, hizo una lista de cuestiones importantes de los republicanos en estos años y se encontró que encajaban en la visión de conjunto de vida conservadora; al pensar en las demócratas, comprobó que todas tenían contraposición. Eran dos visiones globales del mundo manifestadas en cada campo concreto.
Sintetizando viene a decir que a un grupo de electores, le une fundamentalmente los valores globales y no los programas, dice que la mayoría de la gente no vota por intereses materiales, sino por intereses inmateriales, por su identidad, votan por aquellos con quienes identifican sus valores inmateriales. Lakoff mantiene que los valores morales son más importantes que todas las demás cuestiones y que las visiones del mundo viven en la mente de los votantes. Agregaría otra idea que el librito desarrolla poco y es la de transversalidad en la vida moderna, quiere decir que en todas partes los individuos mantenemos en general aspectos de unas teorías acompañados de retazos de otras diferentes. Gente ultra izquierdista en algunos aspectos puede ser tremendamente reaccionaria en otros y a la inversa.
Un ejemplo en la serie ‘El Ala oeste de la Casa Blanca’, una conversación entre un consejero progre del presidente, con un congresista republicano, para convencerle de votar una ley a favor de los gais. El cruce de argumentos es genial y al final de la escena, le espeta, ‘como es posible que estés en el partido republicano y además votes la ley en contra’ y le responde ‘has esperado mucho en hacerla, pero es que el conjunto de mi vida no gira en torno a mi forma de enfocar el sexo’. Evidente que el mundo gay vota también Gallardón, como el mundo obrero vota PP, izquierdistas votan nacionalismo, etc. Eso es transversalidad.
Anguita insistía, ‘programa, programa, programa’, de cara a ganar era un error, error, error, pocos ciudadanos votan programas, eligen opciones por afinidad o rechazo de valores generales, por un conjunto de ideas o visión global de la vida. -Habría que preguntarse cuáles y cuantas son las diferencias globales, entre PSOE, Podemos e IU-. La experiencia de Obama fue importante, en sus campañas gran parte de las fuerzas eran destinadas a hablar de emociones, pocas veces aspectos concretos, pero fundamentalmente arrastraba con ideas generales que ilusionaran. Ha sido importante el error cometido por el PSOE e IU de no elaborar un discurso coherente y global, ilusionante y con proyección futura y señalara una dirección hacia dónde caminar, como el independentismo hizo, abrazó una utopía ilusionante que movilizó decenas de miles de personas. Necesario, aunque no suficiente, debe ser acompañado de métodos de funcionamiento y movilización ampliamente democráticos y decisoriamente participativos, que impidan que un individuo dirija la nave hacia donde quiera y cambie de rumbo cuando solo él decida.
Una lista de cuestiones importantes no es una visión moral, dice Lakoff, un programa electoral o políticas concretas no son un marco global, pero, añado, debería ser imprescindible insertarlas en dicho marco. Lo que mantiene el autor es que cada individuo se dota de una interpretación del mundo y lo que le rodea, y todo lo enmarca allí, despreciando lo que no cuadra y encaja en la visión de su realidad. Añado, la lista de cuestiones importantes son aquellas medidas concretas, (llámense ajustes, reformas, o…) pero deben encajar dentro de una visión global de la vida, ideológica, ética; si no consiguen formar parte de la cosmovisión de cada individuo las medidas no tendrán la consideración de importantes. Una sucesión de decisiones inconexas –medidas, programas- por muchas que sean no forman un marco global, deben ser conectadas en un discurso con proyección, enmarcadas en un proyecto a realizar con perspectiva de futuro.
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