Los izquierdistas no aman el poder, lo repudian, porque no saben qué hacer con él, salvo criticarlo, desconfían de que pueda ser útil para cambiar la vida, algo que la derecha tiene metido en su ADN. Desde niños saben que con el poder se pueden conseguir muchas cosas y el poder es variado, está en muchas partes, sea un colegio o un Ayuntamiento, un gobierno autónomo, una diputación provincial y no digamos nada desde el Gobierno central. Las elecciones, ahora, son muy importantes para ellos porque darán el poder a los suyos, y no importa lo que hayan dicho o hecho, son los suyos. Su grado de afinidad identitaria y de apoyo y pertenencia al grupo es altísimo y está por encima de todo.
La derecha sabe que desde el poder se cambian leyes y reglamentos, se quitan o ponen normas apoyando sus negocios y a sus empresarios, facilitando la difusión de ideas religiosas o económicas. Con el poder difunden mejor su concepción sobre el matrimonio, para toda la vida, o la vida y la muerte, sufriendo como dice la religión, sobre lo pernicioso de lo público y lo maravilloso de lo privado, sobre los niños por un lado y niñas por otro y sobre mujeres y hombres iguales pero menos…Los electores de derechas no tienen los problemas de confusión de tantos izquierdistas y reconocen que en los campos anteriores hay enormes diferencias entre PP y PSOE por eso quiere ganar elecciones y si les dicen que voten a los socialistas porque son neoliberales igual que los suyos, se mondarán de la risa.
Los individuos de derechas creen que desde el poder se organiza la vida y no reducen el poder a lo económico, saben que modernamente desde el poder político pueden cambiar muchas cosas, adecuar la sociedad a los sueños. Desde el poder político se enlazan mejor otros poderes el religioso, militar, judicial, mediático, poder en la calle, en los nombres y costumbres, en los púlpitos, raca raca, en las empresas subvencionadas y vinculadas a presupuestos gubernamentales, en las relaciones internacionales con una u otra concepción europeísta o atlántica, entre los Ayuntamientos y en las pequeñas taifas autonómicas que ceden contratos, suelos, o potencian negocios privados que sirven de tapaderas de apoyo. La derecha tiene claro que se influye y mucho desde el poder político no solo por las relaciones privatizadoras de grandes empresas que generan sectores empresariales afines, se desvían impuestos de allá para acá, se conceden subvenciones o se quitan, se orienta la cultura en una u otra dirección, hasta se influye en las fiestas populares.
Además se puede acceder con mayor facilidad al consejo de administración de un banco, eléctrica, nuclear, automovilística, constructora…se impulsan negocios y transformaciones de la realidad, sea urbanística, cultural, de comunicaciones, transportes... Si desde la política se accede a comisiones de control, mejor que mejor, sean de la competencia, del mercado de valores, de Radio y teles TVE o autonómicas, la derecha tiene claro que no son iguales que el PSOE y colocará a sus peones en estos puestos, los Nacho Villa, o Lucía Figar, o tantos otros que no generan confusión entre ellos.
Para la derecha cambiar las cosas es modificar tal o cual cuestión en concreto, no la sociedad en su conjunto, que al fin y al cabo cuesta mucho más cambiar un sumatorio de cuestiones concretas, ilusiones, emociones, abstracciones... Un contrato de trabajo único con 20 días por despido para ellos es un enorme cambio, como lo será aumentar la competitividad únicamente vía reducción salarial, pues no es fácil ni na ahora; mas crucifijos y seguir sin pagar el IBI será importante para la Iglesia; mayor cantidad de colegios de las organizaciones religiosas lo será para las nuevas tribus católicas; el control televisivo, tipo Madrid o Valencia; impulsar los negocios de amiguetes con suficiente apoyatura legal, para ello cuentan con miles de abogados que evitarán sea considerado corrupción; separar y diferenciar a los distintos será un paso de avance en el camino hacia dios…
Las pequeñas cosas pueden dejar paso a las grandes citas que engloban muchas otras, reforma energética, de la administración pública, de la justicia, de la sanidad, de la educación, de la organización del Estado, del mercado laboral, del sistema de pensiones, del sistema financiero, del urbanismo de ciudades y costas, de los transportes, de nuevos modelos de crecimiento, todo ello subordinado como es lógico siempre a intereses económicos e ideológicos muy claros para ellos, que nunca tienen problemas de confusión típicamente izquierdista.
La izquierda parece molesta en la gestión del poder, lo quiere todo y lo quiere ya. No acepta fácilmente que se consiga una parte de la petición, no entiende que es una cuestión de fuerzas, y no acepta mejorar respeto a la situación de partida. Nunca aceptará ir paso a paso, enseguida salen los calificativos de traidor, como si de un niño pequeño se tratara por pedir la tarta y no darle más que un trozo. El poder se deja en manos de X y a dormir, cada vez que algún poder local se conquista en manos izquierdistas, todo se traslada a la institución y nadie queda por fuera para hacer campaña para seguir, para explicar
A diferencia de las derechas que si saben lo que hacer con el poder, sumarán reformas, desarrollos, acciones en la dirección deseada y si pierden elecciones, cuando lo recobren nuevamente, sumarán al mismo camino. La derecha entiende enseguida quienes son de los suyos, y claro son muchos, las izquierdas mientras tanto es exclusivista, las universidades que conceden títulos de izquierdista, como IU, Sr. Lara y tantos izquierdistas, restringen mucho los títulos, casi nadie aprueba así que pocos son de los nuestros. Al final son de izquierdas, ellos, tú y un individuo que conocieron en Cuba.
Que desastre se avecina. Todo el camino libre de obstáculos, pero no se preocupen, porque como todos son iguales. Que retroceso más grande. ¿Conocen ustedes casos de izquierdosos provenientes del campo azul? porque lo contrario ocurre en abundancia. Algunos extrema derechistas provienen del izquierdismo, tanto en EEUU como en España, (lo desconozco en otros países), tendrá algo que ver la desazón que producen tantas derrotas, la desilusión y quemazón de sueños irrealizados, por mal preparados y peor digeridos. La falta de racionalidad lleva a bascular ideas, fácil, peligrosamente.
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