Tribulaciones del maduro blogger, 11
No me gustan las redes sociales. Por eso contesto poco las peticiones de amistad.
No me gustan y las uso poquísimo, lo imprescindible para estar en ellas y que actúen un poco de escaparate de lo que escribo. Nunca me han gustado y he entrado en ellas a regañadientes. Detesto la cultura de la supuesta facilidad para todo, soy de los que piensa que las cosas necesitan su tiempo y un esfuerzo. Así que en la medida de lo posible no fomento esos Facebook o Twiiter.
Pretender saber de alguna cuestión con cierta dosis de conocimiento suficiente como para mantener una conversación de copa o café, y querer informarse a través de las redes sociales para ello, es inútil, así que imaginen si la pretensión es mayor.
Tienen otra función, no están concebidas para eso, etc. etc. me dicen. Sí, ya sé que llegar a los que están contigo o contra ti es simple, que convocar una mani o un botellón es más fácil, que cotillear en plan, ‘sí, no, me gusta o disgusta’, está relativamente chupado, pero desde luego no sirve para formar criterio sobre un asunto, o para ampliar conocimientos o investigar cuestiones.
Hoy por hoy, se entiende. En el futuro vaya usted a saber. Pero hoy no me gusta contribuir al espejismo de creer que sabes mucho sin esforzarte mucho. Nada se consigue sin esfuerzo, y bastante mayor es leer blogs, que parece empiezan a decaer, crecen menos y en muchos casos decrecen, mundialmente hablando claro, o sea que nosotros no lo notamos. Bueno pues es un paso más grande que las redes de frasecita corta y las mas de las veces tonta, y los blogs están muy lejos, pero que muy lejos, de los libros, de estudiar en un instituto o universidad, de aprender algo con esfuerzo y dedicación de años.
Luego confundimos a la gente haciéndola creer que sabemos de algo por escribir 4 palabras y lo que hacemos es tapar a toda esa gente que escribe cientos de artículos y libros especializados en un tema que les lleva años de investigación y estudio. Esa gente existe y es ampliamente desconocida. La mayoría no salen en las teles, ni periódicos, ni los partidos ni administraciones recurren suficientemente a sus conocimientos en situaciones de necesidad. Y es que la gente ‘no quiere perder el tiempo’ leyendo sus varias páginas de argumentos de cada cuestión.
¿Por qué calan tanto en España?, quizás porque somos un país tradicionalmente poco lector, el de menor lectura de prensa de Europa, salvo algunas novelas en el metro y lectoras femeninas que mantienen un poco las cifras, nunca ha habido avidez de lectura en este país.
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