La primera es que ha sido una tragedia gigantesca, un golpe del Planeta que muestra que está vivo y en movimiento constante y que es más poderoso que nosotros. La segunda, que a pesar de ser una enorme tragedia, el número de muertos y heridos, por ahora, está bastante lejos de otros manotazos del planeta en otros países menos desarrollados política y económicamente. Las tragedias naturales en los países pobres y sin organización social avanzada, llevan las víctimas mortales a decenas de miles pasando del centenar de mil, muy alejadas de las conocidas para Japón.
Japón era el segundo país del mundo, económicamente hablando, hasta que el año pasado fue superado por China. Los dos grandes perdedores de la Segunda Guerra mundial, Alemania y Japón, terminaron la guerra con el sistema productivo arrasado, y ponerlo en marcha nuevamente les permitió dotarse de los más novedosos ingredientes y tecnologías, lo cual ayudó bastante a que fueran ambos de los más rápidos crecimientos posteriores. Japón, gracias a sus burbujas, (inmobiliaria) llevaba renqueando una década perdida sin conseguir despegar, a pesar del enorme gasto público que le ha llevado a ser uno de los de mayor deuda pública del mundo, 200% (España, pública 70%).
La gran diferencia de Japón con el resto, es su capacidad de ahorro, casi toda su deuda es interna, la mitad de la española es externa. Excesivo ahorro, mucha exportación y poca importación para su potencial, ponían nerviosos a los estadounidenses por sus pocas importaciones. Ahorro y disciplina. Y tecnología avanzada.
Pero donde la naturaleza no entra, lo hacemos los seres humanos. El Planeta no ha conseguido decenas de miles de muertos, pero ha logrado la mayor catástrofe económica de la historia en desastres naturales. El ser la segunda, o tercera economía del mundo, tiene estas cosas tan dispares. La repercusión económica es brutal, será la mayor de las conocidas. Destrozo de bienes y capacidad de producción, destrozo de ricos, implica desastres en pagos de compañías aseguradoras, que se desploman en las bolsas del mundo, destrozos capacidad productiva, fábricas de industrias avanzadas y sectores de alta tecnología, destruidos. Y el peso de la enorme deuda, y la década perdida o crecimiento soterrado. Y encima la capacidad energética altamente dañada.
El peligro nuclear, vuelve a despertar. Es un poder tan enorme y tan alejado del control humano que parece increíble que se hable de centrales nucleares con tanta familiaridad en España. No es que me lo cuenten, lo vivo frecuentemente, en bares y comercios, la gente defiende que pongamos nucleares, porque vamos a ver ‘si compramos a Francia la electricidad’. Esta fue una consigna de hace varios años, de los ‘Aznar men’ y caló en el público que sigue utilizándola para despotricar contra los socialistas. Pero mire por donde en electricidad vamos sobrados, ahora tenemos exceso de capacidad productiva, incluso desde hace varios años somos exportadores, de muy poco, pero exportadores. Las compras y ventas fronterizas forman parte de otros procesos de intercambio necesarios, para adecuar los picos de consumo. Nuestro gran problema no es la electricidad sino la dependencia energética de petróleo y gas, vinculados a producir electricidad, claro, pero sobre todo a transportes.
No, el debate en España no estaba planteado en cuanto a la construcción de centrales, que económicamente lo está haciendo inviable, como en todo el mundo, que tampoco aumentaría nuestra independencia energética, porque dependeríamos del uranio que controlan otros, el debate se situaba en torno a la prolongación de las existentes y en cuanto al almacenamiento de los residuos. Hasta que hace unos días la FAES ‘los Aznar men’, lanzó un estudio proponiéndolas. Supongo que se acallará por un tiempo con estos sucesos de Japón.
El peligro nuclear despierta nuevamente. Por cierto ¿dónde estarán los residuos nucleares de Japón, no peligrarán también? Porque un accidente siempre es posible, y si es poco probable, cuando se produce (el cisne negro) puede ser más terrible, porque escapa a las capacidades de control humano.
No es necesaria una explosión nuclear, con muchos peldaños por debajo los escapes radioactivos, esas nubes tóxicas que no se ven, matan a medio y largo plazo todo alimento y seres vivos, contaminando grandes extensiones de terreno. Suelo que Japón no tiene. Así, tenemos la paradoja, de que una apuesta por la energía nuclear en el único país que sufrió dos explosiones atómicas, apuesta energética que le ayudó a ser una potencia económica, ahora le puede llevar muy atrás en el tiempo.
La apuesta era muy arriesgada, y pueden perderla ahora, porque en la zona donde se construyeron, las centrales conviven con una de las grandes fallas del Planeta y éste no entiende de preferencias económicas que podrían haber sido destinadas a domar sus fuerzas internas para producir electricidad.
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